Introducción
Los
primeros 1000 días que van desde la concepción hasta los dos años
de vida del/la bebé son cruciales para su desarrollo y la lactancia
materna es considerada la mejor forma de alimentación ya que le
provee todos los nutrientes y componentes inmunológicos que
necesita. Es por esto que la OMS recomienda la lactancia materna
exclusiva hasta los 6 meses de edad junto con alimentación
complementaria hasta los dos 2 años del/la bebé o hasta que la
madre y el/la bebé lo deseen (World Health Organization [WHO],
2018). El problema radica en que su duración a nivel mundial está
por debajo de estos valores, predominando el uso de leche de fórmula
con mayores tasas en los países de bajos ingresos (UNICEF,
2019). Una de las causas más frecuentes de abandono de la lactancia
materna es que las madres perciben que se quedan sin leche, pudiendo
ser en la mayoría de los casos subsanado mediante una correcta
técnica de lactancia y apoyo de parte de los equipos de salud
(Dietrich et al. 2015; Centro de estudios sobre nutrición infantil,
s.f.).
En
la provincia de San Luis, las mujeres que forman parte de las
poblaciones vulnerables tienen la posibilidad de acudir a los
hospitales públicos de la provincia para el control de salud de sus
bebés. Por esto, el trabajo de los/as profesionales que allí
desempeñan su tarea requiere una formación abocada a la prevención
y promoción de la salud, mediante el estudio de los factores que
rodean a este contexto e impactan negativamente en su calidad de
vida. Para este estudio se trabajó en el Hospital Dr. Atilio
Luchini, ubicado en el departamento Juan Martín de Pueyrredón de la
provincia de San Luis, en el Barrio Juan Carnevale, en la calle
Humberto Balladore, Manzana 161.
Conocer
las variables que afectan la lactancia de los pacientes de uno de los
hospitales de San Luis podría sentar las bases para un estudio que
abarque los demás centros de salud públicos de la provincia.
Posteriormente, esto permitiría planificar la aplicación de
herramientas adecuadas para la promoción de la lactancia en
población vulnerable, un trabajo que sin duda requerirá un abordaje
interdisciplinario, a fin de avanzar en la resolución de esta
problemática.
Beneficios
de la lactancia materna
Los
primeros 1000 días, que van desde la concepción hasta los dos años
de vida, son cruciales para el desarrollo del/la bebé. La leche
materna proporciona beneficios nutricionales, inmunológicos,
psicológicos, sociales, económicos y medioambientales para el/ella
y su madre (Khresheh & Ahmed, 2018). En particular, durante la
primera hora de vida, aporta al desarrollo de la microbiota
intestinal de la descendencia. La constitución completa y final de
la misma, favorece el desarrollo del sistema inmunológico del
lactante y protege contra la colonización de diferentes patógenos
(Castañeda Guillot, 2018). La iniciación temprana de la lactancia
materna (EIBF, por sus siglas en inglés), es decir, la práctica de
la lactancia materna durante la primera hora de vida, ayuda a reducir
la mortalidad infantil debido a que el calostro, leche producida al
final del embarazo, es el mejor alimento que el/la recién nacido/a
necesita. Además, ayuda a disminuir el riesgo de hipotermia,
favorece la producción de leche materna y facilita la liberación de
la hormona oxitocina, la cual es importante para la contracción del
útero y la reducción de la hemorragia posparto. Algunos factores
que promueven la práctica de la EIBF son el parto vaginal, recibir
información sobre lactancia materna durante los controles en el
embarazo y practicar el contacto piel con piel (COPAP) durante una
hora o más inmediatamente después del nacimiento (Gayatri &
Dasvarma, 2020).
La
OMS recomienda y promueve la lactancia materna exclusiva hasta los 6
meses de vida del lactante, y lactancia materna continuada junto con
la incorporación de alimentos adecuados y seguros hasta los dos años
de edad, o hasta que la madre y el/la niño/a lo deseen (WHO, 2018).
El problema radica en que a pesar de los múltiples beneficios que
trae la lactancia materna, a nivel mundial, solo 2 de cada 5 niños y
niñas comienzan a lactar en la primera hora de vida, el 43% de las y
los recién nacidos reciben líquidos o alimentos distintos de la
leche materna durante los 3 primeros días de vida y sólo
aproximadamente el 42% de las y los menores de 6 meses recibe
lactancia materna exclusiva, aunque ha habido un aumento
significativo en la lactancia materna durante la última década, la
leche de fórmula sigue siendo la principal fuente de nutrición para
muchos/as bebés durante el primer año de vida. Entre los años 2008
y 2013, las ventas de fórmula infantil aumentaron en un 41% en todo
el mundo y en un 72% en países de ingresos medianos altos. La baja
calidad de la alimentación es considerada la principal causa de la
triple carga de malnutrición (retraso en el crecimiento, emaciación
y sobrepeso) y recae principalmente en los/as niños/as de los
estratos más pobres y marginados, perpetuando así el ciclo de la
pobreza a través de las generaciones (UNICEF, 2019).
En
Canadá, la prevalencia de inicio de lactancia materna es del 89%,
sin embargo, con el paso de los meses, estos niveles decrecen al
13.8%. A través de una muestra recolectada en la encuesta de salud
de la comunidad canadiense, CCHS por sus siglas en inglés, realizada
en los años 2009 y 2010, se evidencia que además de otros
importantes factores como la edad, la educación y el empleo, el
apoyo social (emocional e informativo) recibido constituye un factor
clave para el sostenimiento de la lactancia materna exclusiva (Laugen
et al., 2016). Van den Heuvel y Birken (2018) señalan que en este
país, la inseguridad alimentaria, definida como el acceso poco
garantizado a cantidades suficientes de alimentos nutritivos, es una
de las principales causantes del abandono de la lactancia materna y
constituye un grave problema de salud pública. A través de esto
reportaron que alrededor de la mitad de las mujeres que habitan
hogares con inseguridad alimentaria, interrumpen la lactancia materna
exclusiva a los dos meses del parto, mientras que la mitad de las
mujeres de hogares que tienen acceso a alimentos nutritivos,
amamantan de forma exclusiva durante al menos cuatro meses.
Dietrich
et al. (2015) señalan algunos motivos por los que numerosas mujeres
canadienses dejan de amamantar antes de lo planeado, apoyándose en
una teoría que afirma que las primeras 4 semanas de postparto
implican el período de mayor riesgo de complicaciones en la
lactancia. Uno de ellos sería en parte debido a que, antes de
atravesar el período de la lactancia, las madres consideran que la
misma será una tarea fácil, una experiencia universalmente
placentera y con múltiples beneficios para la salud. Sin embargo,
cuando aparecen algunas dificultades durante la misma (que en su
mayoría pueden ser subsanadas con una adecuada técnica y apoyo del
servicio de salud), como falta de apoyo familiar, dolor al dar el
pecho y sensación de falta de leche, las madres pueden sentir que
están 'fracasando', afectando negativamente la autoeficacia de
la lactancia, y resultando en algunos casos en un cese temprano,
acompañado de sentimientos de culpa y/o arrepentimiento.
Algunos
estudios señalan la influencia que la salud mental materna puede
tener sobre la lactancia materna y se considera que los/as
trabajadores/as de la salud deben tenerla en cuenta y saber
abordarla. A esto se le suma que su prevalencia y consecuencias son
elevadas y desfavorables. En cuanto a la depresión materna, su
prevalencia durante el embarazo (11%) y posparto (13%) es
significativa, siendo esta última mayor (20%) en países de bajos
ingresos (Coo et al., 2020). Dozier et al. (2012) plantean que, en
poblaciones de bajos ingresos, el estrés materno puede influir en el
abandono de la lactancia, pero su impacto varía según el tipo del
evento estresor. A partir del modelo desarrollado por Ahluwalia y
cols. (2001), se categoriza el estrés asociado a la pareja (estar
separada de la pareja, discutir con ella o que no haya deseado tener
un/a bebé), traumático (familiares con problemas legales o consumo
de drogas), financiero (tener grandes problemas económicos) y
emocional (familiar con enfermedad grave, o fallecido). Los/as
autores hallaron que, en Nueva York, todas las categorías de estrés
fueron experimentadas en mayor medida por las mujeres que habían
dejado de alimentar a sus hijos con leche humana y particularmente el
estrés financiero y el traumático fueron aquellos que se asociaron
significativamente con el abandono de la lactancia materna en estas
mujeres (Dozier et al., 2012).
En
Brasil, un estudio arrojó que de 168 mujeres encuestadas, el 30% de
las mujeres encuestadas alimentan a sus hijos/as con lactancia
materna exclusiva. La mayoría de aquellas que abandonan estas
prácticas a los 2 meses posteriores al parto habitan en hogares con
5 o más residentes, tuvieron un parto traumático, un embarazo no
planeado y muestran síntomas de depresión posparto. Aquellas que
abandonan la lactancia materna exclusiva a los 4 meses postparto
presentan bajo nivel educativo, se reincorporan al trabajo, no
recibieron información sobre lactancia materna en el período de
postparto, no planearon quedar embarazadas y, de entre aquellas que
están en pareja, esta no ayudó en el cuidado de sus hijos/as
durante el primer mes (Machado et al., 2014).
Durante
un encuentro virtual desarrollado en el mes de agosto del año 2022,
por la Semana Mundial de la Lactancia, se dieron a conocer los
resultados preliminares de la Encuesta Nacional de Lactancia (en
preparación) y su relación con los datos de la última encuesta
publicada en el año 2017. Los resultados señalan que la lactancia
materna exclusiva es del 42%, un 2% menor en relación con la última
encuesta y disminuye a medida que aumenta la edad del/la lactante. El
97% inicia la lactancia materna, el 75% recibe lactancia materna
exclusiva al momento del alta y solo la mitad continúa amamantando
hasta el segundo año de vida. En cuanto al abandono precoz, el 60%
se debe a causas no médicas y el 20% a la vuelta al trabajo u otras
actividades. De aquellos/as bebés menores de 6 meses que reciben
lactancia materna exclusiva, el 58% nacieron por vía vaginal y el
42% por cesárea, disminuyendo este último un 3% en relación con
las estadísticas anteriores. Con respecto a la lactancia y tiempo de
separación con la madre en menores de 6 meses, el 87,8% de las y los
que reciben lactancia materna estuvieron más de 4 horas separados de
sus madres y el 92,1% menos de 4 horas. Con respecto al sector salud,
el 60% recibió información sobre lactancia durante el embarazo, el
63% recibió ayuda para poner el/la bebé al pecho durante la
internación, el 54% recibió información sobre extracción de leche
y el 25% obtuvo información sobre leches diferentes a la humana para
complementar la lactancia al alta.
La
causa de abandono, referida por las madres, más frecuente de la
lactancia materna exclusiva en los primeros 6 meses es percibir que
'se quedan sin leche'. Debido a que la mayoría de las mujeres
pueden amamantar se cree que esta percepción se debe a falta de
información sobre signos de saciedad y de hambre del niño, malas
técnicas de lactancia o falta de apoyo del equipo de salud durante
los primeros meses de vida (Centro de estudios sobre nutrición
infantil, 2019). Datos no publicados de nuestro laboratorio indican
que la lactancia materna exclusiva se ve afectada por factores
psicológicos como el estrés percibido de la madre (y esta variable
se encuentra asociada al apoyo social percibido), pero también a las
condiciones en las cuales ocurren la gestación y el parto. Por
ejemplo, cuando los/as bebés nacieron por cesárea disminuyó la
probabilidad de que ocurra lactancia materna exclusiva y dicha
práctica aumentó significativamente en un grupo de madres
encuestadas, en comparación con los partos de sus madres. Asimismo,
la crianza monoparental se asoció con una disminución de la
lactancia.
Monteban
(2018) realizó una investigación en 16 Centros de Atención
Primaria de Salud (CAPS) y hogares de las capitales de las provincias
de Santiago del Estero, Catamarca, Tucumán y Jujuy. A partir del
análisis, encontró que el inicio de la lactancia materna es mayor
en mujeres que están pareja, amas de casa y con gestación a término
y parto normal, y es menor en mujeres con nivel educativo terciario o
superior. A su vez, pudo identificar una asociación positiva entre
lactancia materna exclusiva y tener una edad menor a 30 años y una
asociación negativa con los síntomas de depresión y ansiedad. La
autora concluye que los resultados que arroja la bibliografía sobre
la relación entre lactancia materna y factores demográficos y
psicosociales, no son totalmente concluyentes. Dado que los factores
protectores y de riesgo pueden variar en distintas regiones, los
programas de promoción de la lactancia materna exclusiva deben tener
un diseño adaptado a poblaciones particulares. Además, propone el
desarrollo de abordajes integrales para trabajar no solo aspectos
informativos sino también de apoyo social para estas mujeres.
Estudios
longitudinales han demostrado que el vínculo madre-hijo/a es crucial
en la configuración del desarrollo cognitivo, emocional y social
del/la niño/a. En roedores las investigaciones evidencian que la
transmisión de tasas elevadas de cuidado materno entre generaciones
proporciona una capacidad de respuesta conductual y fisiológica
atenuada al estrés (Bauer et al., 2016). En macacos, se ha
encontrado que, aquellos que habían recibido una crianza abusiva
durante los primeros meses de vida exhibieron un comportamiento
materno posterior similar para con sus propias crías (Kinnally et
al., 2018). En humanos, al administrar el Instrumento de Lazos
Parentales (PBI, por sus siglas en inglés), se encontró que los
sujetos que obtuvieron altos niveles de atención materna tenían una
autoestima elevada, una ansiedad de rasgo reducida y una disminución
del cortisol en saliva en respuesta al estrés. Durante la niñez y
la adolescencia, los/as niños/as seguros/as son más
autosuficientes, tienen mayor confianza en sí mismos/as y autoestima
que aquellos clasificados como inseguros/as. Los/as bebés con apego
seguro también tienen una mejor regulación emocional, expresan
emociones más positivas y exhiben una persistencia y flexibilidad
adecuadas en respuesta al estrés (Champagne, 2008). La calidad de la
atención materna proporcionada a la descendencia, puede verse
afectada por la ausencia temporal del cuidado materno. Estudios con
crías de primates evaluaron el efecto de la separación materna y la
reunión con un ambiente social familiar. Hallaron que los niveles de
cortisol aumentan en las crías en la fase de separación, pero
vuelve a los niveles basales cuando la díada vuelve a reunirse o
cuando se produce la reunión con conespecíficos familiares
(Hostinar et al., 2014).
Objetivos
Los
objetivos de esta investigación fueron:
-Determinar
el porcentaje de madres que alimentan a sus niños/as con lactancia
materna exclusiva, los niveles de estrés percibidos, depresión, los
lazos materno-parentales, el apoyo social en madres de población
vulnerable.
-Evaluar
la relación entre los lazos materno-parentales, el apoyo social, el
estrés percibido y la depresión de la madre.
-Evaluar
el efecto del estrés materno percibido, el apoyo social, la
depresión y el lazo materno-parental percibido en madres de
población vulnerable sobre el inicio y mantenimiento de la lactancia
materna y sobre las medidas de crecimiento del/la bebé.
Metodología
Diseño:
De acuerdo al tipo de investigaciones planteado por Montero y León
(2002), el diseño de la investigación es un estudio de tipo
descriptivo y correlacional.
Muestra:
La muestra está conformada por 34 binomios de madre-bebé de hasta
12 meses de edad, que asisten a diversos servicios del Hospital del
Oeste de la provincia de San Luis para el control pediátrico. Datos
no publicados del servicio social de este hospital registró en el
año 2019 que alrededor del 83% de las madres que asisten al control
de pediatría se encuentran en contextos familiares con indicadores
de riesgo socio-sanitario. En Argentina, las regiones de Gran Buenos
Aires y de Cuyo (37%) son las que presentan mayores incidencias de la
pobreza en personas (Instituto Nacional de Estadística y Censos de
la República Argentina [INDEC], 2022). La participación fue
voluntaria y anónima. El método de muestreo fue no probabilístico,
por conveniencia. Todas las participantes firmaron previamente un
consentimiento informado. Este protocolo fue aprobado por la Comisión
Asesora de Posgrado de la Facultad de Psicología y el Comité
Académico de la Carrera de Maestría en Psicología Clínica Mención
Cognitivo-Integrativa (424/21).
Instrumentos:
Se administraron 4 instrumentos: la versión reducida de la Escala de
Estrés Percibido, PSS por sus siglas en inglés (PSS-10),
desarrollada por primera vez en 1983 por Cohen, Lamarck y Mermelstein
(Remor, 2006); el Cuestionario MOS de Apoyo Social Percibido,
construido por Sherbourne y Stewart en 1991 (Rodríguez Espínola &
Enrique, 2007); la versión de dos ítems de cuestionario PHQ, por
sus siglas en inglés (PHQ-2), construído por Kroenke, Spitzer y
Williams en el año 2010 (Rodríguez Muñoz et al., 2017) y el
Instrumento de Lazos Parentales, PBI por sus siglas en inglés,
desarrollado por Parker, Tuplin y Brown en 1979 (Espinoza Marca,
2016). Además, se aplicó un cuestionario construido ad-hoc, que
incluye información sociodemográfica de la madre, una planilla de
registro con datos que se recolectaron de la historia clínica
perinatal del servicio de obstetricia del Hospital del Oeste e
información sobre talla, peso y PC obtenida de la libreta de salud
del/la bebé.
PSS-10:
evalúa el grado en que las personas valoran las situaciones de sus
vidas como estresantes. Está compuesto por 10 ítems, con una escala
de respuesta de 5 puntos, donde 0 es 'nunca', 1 'casi nunca',
2 'de vez en cuando', 3 'a menudo' y 4 'muy a menudo'. No
presenta punto de corte, por lo que una puntuación más alta, indica
un mayor nivel de estrés percibido. Con respecto a las propiedades
psicométricas, presenta una consistencia interna de 0.82 según el
Coeficiente Alfa de Cronbach, y fue validada en población española
a partir de observar una alta correlación entre los puntajes de esta
escala y de otros instrumentos que miden constructos similares
(Remor, 2006).
Cuestionario
MOS de Apoyo Social Percibido:
permite conocer la red familiar y extrafamiliar y medir cuatro
dimensiones del apoyo social funcional: emocional, instrumental,
interacción social positiva y apoyo afectivo. Está conformada por
20 ítems, con una escala de 5 puntos, donde a mayor puntuación,
mayor apoyo percibido. La prueba está validada en población
argentina y presenta un índice de confiabilidad de Alfa de Cronbach
de 0.919 para la totalidad de la misma (Rodríguez Espínola &
Enrique, 2007).
PHQ-2:
se utiliza como instrumento de primer cribado para diagnosticar
depresión de una manera rápida y sencilla. Está compuesto por 2
ítems, con formato de respuesta de tipo likert que evalúan humor
depresivo y pérdida de interés. Una puntuación mayor o igual a 3
indica probable diagnóstico de depresión. Es el instrumento más
validado para medir depresión mayor en atención temprana, idioma
español, incluyendo a mujeres embarazadas o en el período de
puerperio. Muestra un índice de confiabilidad de 0,84 y una
sensibilidad que oscila entre 75% y 96% y una especificidad entre 57%
y 78% (Rodríguez Muñoz et al., 2017).
PBI:
pretende medir y determinar el vínculo hacia los progenitores
durante su infancia y adolescencia hasta los 16 años. Está
conformado por 25 ítems que componen las escalas de afecto (12
ítems) y control (13 ítems). Cada ítem se puntúa a través del
método Likert, en un rango de 0 a 3 puntos, tomando como punto de
corte al percentil 50 para delimitar los niveles descriptivos alto y
bajo. A partir de la combinación de los niveles obtenidos en cada
dimensión, los padres y madres pueden ser 'asignados/as' a uno
de los cuatro cuadrantes: óptimo, ausente o débil, constricción
cariñosa y control sin afecto. La asignación de las categorías
'alto' y 'bajo' está basada en los puntajes de corte: para
padres, un puntaje de afecto
de 24,0 y un puntaje de control
de 12,5; y para madres, un puntaje de afecto
de 27,0 y un puntaje de control
de 13,5. El presente test ha puesto a prueba su confiabilidad y
validez y ambas han sido aprobadas en población chilena con un Alfa
de Cronbach de 0.86 en la escala de cuidado y de 0.75 en la escala de
sobreprotección en la forma de padre y un Alfa de Cronbach de 0.81
en la escala de cuidado y 0.75 en la escala de sobreprotección en la
forma de madre (Espinoza Marca, 2016).
Procedimiento:
Con el fin de evitar que circulen personas en el hospital para
reducir el contagio del COVID-19, en el año 2021 se redujo la
cantidad de controles pediátricos, por lo que las mujeres no
asistían con tanta frecuencia. Además, la mayoría de quienes se
encontraban en el hospital no querían participar de la investigación
por manifestar tener que asistir a otras consultas. Una vez que la
madre accedió a participar de la investigación y firmó el
consentimiento informado (CI), se administró los instrumentos en una
sesión de 20 minutos, leyéndole a la madre los ítems de cada
cuestionario. El orden de administración de los instrumentos fue
contrabalanceado para controlar el efecto de orden. Posteriormente se
registraron los siguientes datos de la libreta de salud: tipo
de alimentación y puntajes z de talla, peso y perímetro cefálico.
Luego de la entrevista se recolectaron datos de la historia clínica
perinatal que el servicio de obstetricia del Hospital del Oeste carga
vía web.
Análisis
de datos:
Se realizaron análisis de datos descriptivos, correlaciones
bivariadas, ANOVA, pruebas t para grupos independientes y chi
cuadrado, con el Programa Estadístico para Ciencias Sociales SPSS
para entorno de windows.
Resultados
El
promedio de edad de las madres es de 26 años, con una desviación
típica de 4,5 años {ver figura 1}.
La
mayoría de las mujeres de esta muestra, un 35%, son amas
de casa,
seguida de otros,
es decir, que un 29,4% son estudiantes o desocupadas, el 21% reciben
un plan
social
y el 15% tienen un trabajo
estable
{ver figura 2}. Alrededor del 42% de las mujeres de la muestra
percibe vivir o haber vivido situaciones de pobreza y el 58% no lo
percibió {ver figura 3}.
El
61% de los/as bebés menores de 6 meses reciben lactancia materna
exclusiva, le siguen aquellos/as que se alimentan de forma mixta con
un 35% y finalmente un 4% recibe leche de fórmula {ver figura 4}.
El
85% de las mujeres de la muestra refiere estar soltera y el 15%, en
una relación estable {ver figura 5}.
Se
observa una asociación entre el estado civil de la madre y la
lactancia materna exclusiva. Los/as niños/as de madres solteras
reciben menos lactancia materna exclusiva que aquellos/as con madres
casadas o en pareja (X2 (1, N =23) = 7,886, p
< 0,005 {ver figura 6}.
Del
total de la muestra el 68% de los partos fueron por cesárea y el 32%
vaginales {ver figura 7}.
La
mitad de las mujeres de la muestra habían planeado su embarazo y la
otra mitad fueron partos no planeados, según la historia clínica
perinatal {ver figura 8}.
Se
observa una asociación entre embarazo planeado y tipo de parto. Las
mujeres que refirieron haber planificado su embarazo tuvieron
mayormente un parto vaginal y quienes tuvieron partos no planeados,
en su mayoría parieron por cesárea (X2 (1, N=11) = 4,055, p
< 0,04 {ver figura 9}.
Se
registra una asociación entre embarazo planeado y la lactancia
materna. Las mujeres que planearon su embarazo alimentaron más a sus
hijos/as con lactancia materna exclusiva que aquellas que no lo
planearon (X2 (1, N=12) = 4,286, p
< 0,03 {ver figura 10}.
Se
observa una asociación entre la situación de pobreza y la depresión
materna obtenida tras aplicar el cuestionario PHQ-2. Las madres que
perciben que han vivido o viven situaciones de pobreza presentan
puntajes más altos en depresión (X2 (1, N=32) = 4,702, p
< 0,03 {ver figura 11}.
La
figura 12 sugiere una tendencia hacia una correlación positiva entre
el puntaje z de PC y apoyo instrumental, obtenido mediante el
cuestionario MOS, aunque no se observa una relación estadísticamente
significativa (r (19)= 0.377, p = 0,11 {ver figura 12}.
Se
observa una correlación positiva estadísticamente significativa
entre estrés y depresión maternos. Quienes obtuvieron mayores
puntajes en depresión, mostraron valores más altos de estrés (r
(33)= -2,882, p
= 0,01 {ver figura 13}}.
Una
comparación de grupos entre madres con alto nivel de estrés y bajo
nivel de estrés refleja una diferencia estadísticamente
significativa para la variable Depresión (t(18)
= -2,882, p
= 0,01), por lo que aquellas mujeres que presentan niveles más altos
de estrés, puntúan más en depresión {ver figura 14}.
Se
sugiere una asociación entre el estrés materno, medido con el
cuestionario PSS-10 y la lactancia materna. Aquellas madres que
obtuvieron altas puntuaciones de estrés, ofrecieron en menor medida
lactancia materna a sus hijos/as. Estas impresiones fueron
corroboradas con el análisis de chi cuadrado de Pearson, (X2
(1,N = 32) = 4,609, p < 0.032 {ver figura 15}.
El
65% de las mujeres entrevistadas presentó el tipo de lazo
materno-parental 'constricción cariñosa' (alto en escala de
sobreprotección-alto en escala de cuidado), el 26% 'control sin
afecto' (alto en escala de sobreprotección-bajo en escala de
cuidado), el 9% 'vínculo ausente/débil' (bajo en escala de
sobreprotección-bajo en escala de cuidado) y el 0% 'vínculo
óptimo' (bajo en escala de sobreprotección-alto en escala de
cuidado), hasta la edad de 16 años en relación con su madre {ver figura 16}. La escala de cuidado se define por conductas y actitudes
materno-parentales de afectuosidad, contención emocional, empatía y
cercanía. La escala de sobreprotección se caracteriza por conductas
materno-parentales de sobreprotección, intrusión excesiva, contacto
excesivo, infantilización y prevención del comportamiento
independiente.
Hasta
la edad de 16 años, el 45% de las mujeres presentó el tipo de lazo
materno-parental 'control sin afecto' (alto en escala de
sobreprotección-bajo en escala de cuidado), el 40% 'constricción
cariñosa' (alto en escala de sobreprotección-alto en escala de
cuidado), el 15% 'vínculo ausente/débil' (bajo en escala de
sobreprotección-bajo en escala de cuidado) y el 0% 'vínculo
óptimo' (bajo en escala de sobreprotección-alto en escala de
cuidado) en relación con su padre {ver figura 17}.
Discusión
Este
estudio se realizó en el Hospital del Oeste ubicado en una zona
carenciada de la provincia de San Luis, donde un gran porcentaje de
las madres se encuentran en contextos familiares con indicadores de
riesgo socio-sanitario. La mayoría de las mujeres de la muestra no
tenía un trabajo estable y un porcentaje considerable refirió haber
percibido vivir situaciones de pobreza. Se considera que estos datos
deben ser tenidos en cuenta debido a que la situación de pobreza se
replica en varias regiones del mundo y como consecuencia de las
condiciones adversas y la mala alimentación de madres y niños/as
repercute en el crecimiento de estos últimos. En Canadá, la
situación de desempleo y la inseguridad alimentaria, son una de las
principales causas del abandono de la lactancia materna (Laugen et
al., 2016; Van den Heuvel & Birken, 2018).
Respecto
a la alimentación de los/as bebés de este estudio, el porcentaje de
aquellos/as menores de 6 meses que recibió lactancia materna
exclusiva superó ampliamente las estadísticas mundiales (UNICEF,
s.f.) y de nuestro país (Centro de estudios sobre nutrición
infantil, 2019), aunque no alcanza las recomendaciones dadas por la
OMS, quien promueve la lactancia materna exclusiva hasta los 6 meses
de vida del lactante (WHO, 2018). Existe amplia evidencia de que la
leche materna proporciona beneficios nutricionales, psicológicos,
sociales, económicos y medioambientales (Khresheh & Ahmed,
2018). Los primeros 1000 días son cruciales para el desarrollo del
neonato, sin embargo un gran porcentaje a nivel mundial recibe leche
de fórmula, la cual en cuanto a su composición no aporta todos los
beneficios que la leche materna le provee al/la niño/a. La baja
calidad de la alimentación puede producir retraso en el crecimiento,
emaciación y sobrepeso y recae principalmente en los estratos más
pobres (UNICEF, 2019).
A
partir de los resultados obtenidos en la investigación se podría
hipotetizar que indirectamente podría haber una relación entre la
situación de pobreza y la lactancia materna. En este sentido, se
encontró que aquellas mujeres de la muestra que han percibido vivir
situaciones de pobreza presentaron niveles elevados de depresión; a
su vez, se halló una correlación positiva entre estrés materno y
depresión, en donde a mayor depresión materna, mayor estrés
materno y aquellas mujeres más estresadas alimentaron en menor
medida a sus hijos/as con leche materna. Estos resultados coinciden
con los obtenidos en Coo et al. (2020), registrando que en el mundo
los porcentajes de depresión posparto son más elevados en países
de bajos ingresos; en Dozier et al. (2012), quienes hallaron que, en
Nueva York, las mujeres que presentan estrés financiero son más
propensas a abandonar la lactancia materna; y con datos no
publicados de nuestro equipo de investigación con población general
y con desnutrición infantil que reflejan que los/as niños/as de las
madres que en el momento de la entrevista no se sentían estresadas y
que refirieron no haber atravesado situaciones de estrés en sus
lactancias anteriores recibieron más lactancia materna exclusiva.
Desde este punto, se hace hincapié en la importancia de atender a la
lactancia materna en poblaciones vulnerables. Para este fin, se
piensa en la posibilidad de ahondar en la elaboración y aplicación
de estrategias tendientes a disminuir los niveles de estrés y
depresión maternos para fortalecer la lactancia materna.
Otra
variable estudiada, cuyo análisis podría permitir nuevas
intervenciones en la promoción de la lactancia materna, es el
embarazo planificado. Para esta muestra, aquellas mujeres que
refirieron haber planeado su embarazo tuvieron en su mayoría partos
vaginales y amamantaron más a sus hijos/as de forma exclusiva. Estos
resultados coinciden con los datos preliminares de la ENaLac 2022 (en
preparación) en donde los/as bebés nacidos/as por parto vaginal
recibieron mayor lactancia materna exclusiva que aquellos nacidos/as
por cesárea. A su vez, en un estudio en Brasil se observó que haber
abandonado las prácticas de la lactancia materna exclusiva estuvo
asociado con no haber planeado quedar embarazadas (Machado et al.,
2014). En este estudio aquellas mujeres que no planearon su embarazo
ninguno de sus hijos/as recibió lactancia materna exclusiva. Esto
puede deberse a que el embarazo no planeado también se asoció con
mayor parto por cesárea o mayor estrés en la madre. Existen datos
de nuestro equipo no publicados que señalan la asociación entre
cesárea y menor lactancia materna. El estudio de las variables de
embarazo planeado y parto vaginal resulta de gran envergadura ya que
se ha estudiado que promueven la constitución de una microbiota
saludable, la EIBF y el COPAP (Castañeda Guillot, 2018; Gayatri &
Dasvarma).
En
este estudio, no se encontraron asociaciones significativas entre el
lazo materno-parental percibido de las madres y el resto de las
variables estudiadas. Sin embargo, se pudo observar que ninguna de
las mujeres obtuvo un vínculo óptimo para con sus propios padres,
lo cual es un dato a tener en cuenta en próximas investigaciones y
con una muestra mayor debido a las consecuencias que puede generar en
la descendencia. La mayoría de ellas presentó el tipo de lazo
materno-parental 'constricción cariñosa' respecto a su madre,
es decir que recibió conductas y actitudes caracterizadas por un
alto contenido de afecto, contención emocional y sobreprotección.
Respecto a su padre, obtuvo el tipo de lazo materno-parental 'control
sin afecto', lo que quiere decir que obtuvo elevada sobreprotección
e intrusión excesiva pero baja empatía y cercanía emocional. Según
los estudios con modelos animales y humanos, las respuestas de estrés
se ven incrementadas si además en la infancia hubo lazos
materno-parentales afectados. El estrés es un factor escasamente
considerado en la clínica, a pesar de tener consecuencias relevantes
en la salud del niño y la madre tales como baja autoestima, menor
expresión de emociones positivas y escaso logro en la resolución de
problemas (Champagne, 2008).
Por
otra parte, a partir de los resultados obtenidos en esta
investigación se puede pensar en la importancia que el apoyo social
a la madre tiene para el desarrollo del lactante. Respecto a la
situación de pareja, las madres solteras alimentaban menos a sus
hijos/as con lactancia materna exclusiva que aquellas casadas o en
pareja. En Monteban (2018) se encontró un resultado similar, siendo
el inicio de la lactancia materna mayor en mujeres que estaban en
pareja. Datos no publicados de nuestro equipo de investigación
mostraron resultados similares, tanto en población general como con
desnutrición infantil. Un resultado que requiere mayor profundidad
pero arroja un indicio de una asociación que podría ser relevante,
fue el obtenido a partir del cuestionario MOS de apoyo social y el
puntaje Z del PC del/la niño/a. Para esta muestra, si bien no existe
una correlación estadísticamente significativa entre estas dos
variables, se observa una tendencia hacia una correlación positiva.
Sin embargo, es necesario realizar un estudio con una muestra mayor
para confirmar esta hipótesis. Datos no publicados de nuestro equipo
de investigación mostraron que los/as niños/as de madres que no se
sintieron acompañadas ni recibieron ayuda durante el embarazo
presentaron un puntaje Z del PC y de la talla por debajo de los/as
niños/as de madres que recibieron apoyo social en población con
desnutrición infantil.
Durante
la etapa perinatal pueden surgir obstáculos de tipo físico como
dolores en el pecho o emocionales de estrés que lleven a no iniciar
o sostener la lactancia materna, generalmente asociado a falta de
apoyo por parte de quienes la rodean. Por esto, los trabajadores de
la salud serían un elemento clave para acompañar a la madre y su
bebé en este importante período (Dietrich et al.,2015; Centro de
estudios sobre nutrición infantil, 2019). Las instituciones podrían,
en casos de escaso apoyo social a la madre, funcionar como buffer de
la madre. Kamenetzky et.al.
(en preparación) hallaron que madres de niños con desnutrición
infantil tuvieron hijos con mayor perímetro cefálico cuando fueron
amamantados, mayor peso y talla cuando recibieron información sobre
lactancia durante el embarazo y mayor perímetro cefálico y peso
cuando las charlas de lactancia fueron ofrecidas por una Fundación
donde asistían, en comparación con madres que las recibían en un
hospital. Coincidentemente, quienes han recibido las charlas de
lactancia en la Fundación, refirieron haberse sentido más
acompañadas durante el embarazo. A su vez se observó que las madres
que se sintieron acompañadas reportaron menos estrés durante el
embarazo. Tal y como se señaló en la fundamentación de este
estudio la falta de apoyo de otros congéneres influye de forma
significativa en el aumento del estrés (Hostinar et al., 2014).
Conclusiones
A
partir de los resultados obtenidos en este estudio se observa que la
prevalencia de lactancia materna exclusiva en los y las bebés de
este estudio es alarmante, no alcanzando las recomendaciones de los
organismos mundiales de salud. El abandono o no inicio de la
lactancia humana dependen en gran parte de la situación económica y
el estado emocional de la madre. Por el contrario, el nivel de apoyo
social percibido por las madres de esta muestra es un factor que
impacta de forma positiva en el sostenimiento de la lactancia
materna.
Teniendo
en cuenta lo anterior, se considera de gran importancia el trabajo en
la prevención de parte de las y los trabajadores de la salud,
llegando a constituirse como 'Buffer
del buffer'.
En este sentido, mediante una adecuada formación en lactancia
apoyarían a las madres desde el embarazo, prestando especial
atención a quienes se encuentran en situación de crianza
monoparental. A partir de esto, una madre que reciba apoyo por parte
del equipo de salud podría presentar una disminución de las
respuestas de estrés, hacerle frente a situaciones que se
constituyan como una amenaza y alimentar a su bebé con leche humana.
De esta manera la madre se constituiría en una fuente importante de
apoyo para su hijo/a.
Los
resultados de esta investigación revelan que variables emocionales
de la madre podrían estar estrechamente asociadas con el
sostenimiento de la lactancia, en población vulnerable. Las
estrategias de promoción de la lactancia y el apoyo brindado por los
equipos de salud no sólo posibilitaría resolver las distintas
problemáticas que giran en torno a la lactancia materna sino que
también evitaría la sobrecarga de demanda que las zonas marginadas
de la provincia presentan. A su vez, se podría pensar en sumar a las
familias de estas mujeres con el fin de que se sientan acompañadas y
reciban su apoyo, teniendo en cuenta que la promoción de la
lactancia materna es responsabilidad de todos.
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