Introducción
Es
sabido que la adolescencia
es una etapa importante de cambios en la vida humana; caracterizada
por múltiples transformaciones a nivel físico,
emocional y social (Erikson, 1974). Dentro de esta transición,
en
el ciclo vital de las personas, se encuentra el proceso de elección
vocacional o de carrera, que
generalmente se realiza al finalizar la educación media. Esta
demanda es abordada por lo que se conoce comúnmente como
Orientación
Vocacional Ocupacional.
Así
como la teoría y práctica de la Orientación
Vocacional se ha visto intervenida por diferentes líneas en
psicología, a partir de su nacimiento a finales del siglo XIX
y comienzos del XX, hoy somos testigos de los cambios socioculturales
de las últimas décadas que nos exigen una revisión
en la forma de abordar esta temática, que incluye a los
adolescentes, pero que además, trasciende a otras etapas del
ciclo vital. Así lo entiende actualmente la denominada
Orientación Vocacional Ocupacional Continua (Gavilán,
2017).
Es
evidente que las transformaciones sociales y los eventos que las
provocan, tales como avances tecno científicos, cambios en la
educación y en el mercado laboral, entre otros, llevan a la
práctica
orientadora
a una adaptación permanente para lograr acompañar a las
personas en elecciones educativas y ocupacionales acordes con el
contexto situacional e histórico inmediato. Pero, ¿cómo
acompañar dichas elecciones en un mundo en constante
transformación?
Este trabajo introduce un nuevo protocolo para la implementación
de los procesos de Orientación, a partir de la mirada de la
Terapia
de Aceptación y Compromiso (ACT),
que hace posible este acompañamiento,
afectando seis
procesos
mentales
que
inciden en la flexibilidad
psicológica de las personas, con
el fin de que puedan construir
propósitos y proyectos vitales desde
un mayor repertorio conductual, indistintamente de la topografía
contextual (Hayes, Strosahl y Wilson, 1999). Es por todo ello, que
describiremos los lineamientos básicos de la metodología
llamada Orientación
al Talento Personal
u
OTP, concebida
como el primer protocolo de Orientación basado en la Terapia
de Aceptación y Compromiso (Quadrizzi
Leccese, Settembrino, 2018). Se abre el espacio para pensar en las
ventajas
de esta herramienta en el Ámbito Comunitario, Educativo y de
Salud Pública.
Adolescencia
La
Organización Mundial de la Salud (2020) define la adolescencia
como el periodo de crecimiento y desarrollo humano que se produce
después de la niñez y antes de la edad adulta, entre
los 10 y los 19 años, condicionada por diversos procesos
biológicos.
La
adolescencia también es un período de preparación
para la etapa adulta que incluye la transición hacia la
independencia económica y social.
Hoy
en día la adolescencia enfrenta más allá de las
dificultades propias de la etapa evolutiva en la que se encuentran,
el desafío de elegir lo que se llama “proyecto de vida”
con la connotación que genera el concebir que finalizando la
etapa escolar, tengan que elegir el proyecto que probablemente
sostengan a lo largo de su vida.
Se
puede hablar hoy en la actualidad de preparar a los jóvenes
para “un proyecto de vida” o podemos hablar de realizar
un proceso en el que puedan construir “una vida con proyecto”.
Proyecto
de vida
Para
Casullo (1994), el conformar un Proyecto de vida está muy
ligado a la formación de la “identidad ocupacional”,
tanto como representación subjetiva de la inserción
concreta en el mundo del trabajo tanto como pudiera sentirse incluido
o excluido.
También
sostiene que abordar el Proyecto de Vida implicaría analizar
variables tales como: identidad, representación social, mundo
del trabajo y empleo, eventos del ciclo de vida, autoestima,
estructura y dinámica familiar. Todo esto en relación
con dos dimensiones: tiempo y espacio, tanto personales como
sociohistóricos (Casullo, 1994).
Ciclo
vital, identidad ocupacional y proyecto de vida
En
1988, Stevens-Long, planteaban que la experiencia de vida de una
persona, sea adolescente, joven o adulto, está conformada por
una secuencia de sucesos de diversa índole que estructuran su
“ciclo vital”. Tales acontecimientos tienen que ver con
una cultura y proveen las bases para asignar roles y recursos en
todas las sociedades. Estas categorías, según el
autor, están relacionados con:
-
La edad cronológica: la maduración física, el
ingreso a la educación formal, la jubilación.
-
Momentos sociohistóricos: segunda guerra mundial, crisis
económica, desintegración de estados nacionales,
guerras civiles.
-
Circunstancias personales: aquí los acontecimientos se dan en
forma impredecible. Vivir en una ubicación geográfica
diferente (pueblo, ciudad) desempleo, muerte de un ser querido,
enfermedades.
Según
E. Erikson (1974) la “identidad” es analizada según
dos dimensiones
-
Los componentes “dados” como el temperamento, el talento,
los modelos infantiles de identificación, los ideales.
-
Las opciones “ofrecidas” como la disponibilidad de roles
diferentes (hijo, alumno, amigo), las posibilidades concretas de
ceder al mercado laboral, los valores elegidos, y redes de apoyo
afectivo.
Para
este autor, la identidad es característica de una etapa
determinada del desarrollo humano y que deben darse precondiciones
somáticas, cognitivas y sociales para que se constituya
(Erikson, 1974). Siendo su construcción en términos de
una dialéctica psico histórica, en una interacción
constante entre la historia personal y la circunstancia histórica
en la que se esté viviendo. Tanto los modelos parentales, como
los que ofrecen la comunidad y los medios masivos de comunicación,
pueden ser factores que generen ambigüedades en dicha
estructuración.
La
identidad ocupacional va a estar dada por la autopercepción en
relación con la posible inserción del sujeto en la
“cultura del trabajo”, y que remite a la autopercepción
diacrónica en términos de roles laborales. Por tanto,
el “proyecto de vida” requiere elaboración y
consolidación de una identidad ocupacional. El logro de esta
identidad es un proceso de construcción psicosocial (Casullo,
1994).
Breve
genealogía de la Orientación Vocacional Ocupacional
La
historia de la Orientación,
sintéticamente,
puede dividirse en dos etapas: la Informal
o Precientífica,
que abarca desde los orígenes de la humanidad hasta fines del
siglo XIX; y la Formal
o Científica, que
comienza en el siglo XX y llega hasta la actualidad (Gavilán,
2017). En la primera etapa (Precientífica)
la práctica
orientadora,
en relación a un ser humano en busca de consejo y guía,
fue impartida por diferentes actores sociales: ancianos, hechiceros,
la familia, el Estado. El destino de las personas era determinado
fuertemente desde la clase social a la que pertenecían y los
talentos naturales que detentaban. La segunda
etapa,
abarca desde el Renacimiento hasta el siglo XIX, cuando educadores,
filósofos y médicos destacados van a generar una mirada
novedosa sobre lo que conocemos como Orientación Profesional.
Pero es a partir de finales del siglo XIX y principios del XX, en
medio de la Segunda
Revolución Industrial
(1870-1914), que la Orientación se irá constituyendo en
una práctica Científica
basada,
inicialmente, en los aportes de la medicina y la Psicología
Experimental de la época (Gavilán, 2017).
La
obra de Frank Parsons, Choosing
a vocation
(1909), se ha tomado por muchos autores como el hito inaugural de la
etapa
Formal o Científica,
junto al Primer Congreso Norteamericano de Orientación en
Boston (1908) y la realización del primer curso de Orientación
Profesional a cargo de un seguidor de Parsons, M. Hull en 1928
(Rascovan, 2016). El objetivo de esta nueva práctica, en medio
de las sociedades capitalistas de principios del 1900, era de corte
adaptativa,
a fin de encontrar el
trabajador indicado para cada puesto de trabajo,
con el objetivo primordial de mejorar la productividad
industrial.
Esta forma de pensar la Orientación se asemejaba más a
un proceso de selección
de personal,
que a un acompañamiento
para la construcción
de un proyecto de vida,
por parte de quien consultaba. El paradigma del siglo XX fue el del
trabajo asalariado y sostenido en el tiempo; y la práctica
orientadora se constituyó, principalmente hasta los ´50,
como un
micro-instrumento al servicio del Estado Industrial
(Arthur, Inkson y Pringle, 1999, p. 163).
Entre
1915 y 1950 la psicología
diferencial
va a ganar un lugar importante en la práctica orientadora y de
su mano vendrán los test
psicométricos
para adecuar
las personas a las ocupaciones.
Y así, lo que en un principio se encontraba al servicio de la
ayuda y la reforma social, ahora quedaba sujeto al ajuste
y
la selección
(Gavilán,
2017).
A
partir del contexto de postguerra, donde crece cantidad de personas
con discapacidad y trastornos psicológicos, surge otra mirada
en psicología, liderada por el psicólogo Carl Rogers,
llamada counseling,
fundada
en el Enfoque
basado en la Persona. Esta
modalidad terapéutica, no
directiva,
va a contrastar fuertemente con la postura de la orientación
con enfoque
racional y directivo
basado en rasgos
y factores.
A
partir de 1950, y dentro de la misma etapa Científica,
comienza el período denominado investigativo,
encabezado por E. Ginzberg y D. Super. Éste último se
destacará por la investigación sobre el desarrollo de
la madurez
vocacional (Proceso del Desarrollo Vocacional) en
un rango etario de los 12 a los 35 años de edad, dividiendo y
clasificando dicho período en etapas y subetapas. Dentro de
esta línea investigativa
de
la orientación también sobresalen los trabajos de Anne
Roe desde las teorías psicodinámicas.
En
Argentina, la obra de Rodolfo Bohoslavsky, “Orientación
vocacional: la estrategia clínica” (1984),
sintetizó las ideas y estrategias del equipo
de profesionales de la Dirección de Orientación
Vocacional de la Universidad de Buenos Aires
y se conforma un cuerpo teórico conocido en Latinoamérica
como "Escuela
Argentina de Orientación Vocacional"
(Rascovan, Del Compare, 1999). Esta concepción clínica,
centrada en el sujeto
que elige y
el rol
del orientador,
con todo el cuerpo teórico del psicoanálisis, más
aportes de la psicología
social y
el no
directivismo,
es la que llega a nuestros tiempos.
Contexto
actual social laboral
Es
más que notorio que el contexto de este incipiente siglo XXI
plantea una serie de realidades socioculturales muy diferentes a los
orígenes de la Orientación
Formal o Científica del
siglo pasado. Actualmente vivimos lo que Klaus
Schwab, fundador del Foro Económico Mundial, denominó
en 2016 “Cuarta
Revolución Industrial”,
también conocida como Industria 4.0. Esta etapa se encuentra
atravesada por los avances tecnológicos emergentes en varios
campos, que incluyen: robótica, inteligencia artificial,
computación cuántica, biotecnología, Internet de
las cosas (IoT), impresión 3D y vehículos autónomos.
Esto puede traer, como todo avance tecnocientífico,
consecuencias positivas y negativas. Con respecto a las primeras, es
evidente que se observan mejoras, por ejemplo en la medicina de
precisión o genómica, para la detección temprana
de enfermedades y la personalización de los tratamientos.
Respecto a las consecuencias negativas es evidente que la velocidad
en la automatización de tareas, hasta ahora humanas, se
transforma en un grave inconveniente si no se toman medidas en el
corto y mediano plazo para educar a las personas en competencias que
se requieran para futuras labores, e incorporando a la aquellas
tantas que se encuentran fuera del sistema económico.
Sin
embargo, en el resultado hoy visible, evaluando el desarrollo de la
tecnología actual para producir robots, todavía no los
hay suficientemente buenos para actividades que impliquen
creatividad, empatía, persuasión o toma de decisiones
complejas, al igual que para algunas tareas que requieren cierto
nivel de habilidad sensomotora, como el cuidado de enfermos (IFR,
2017).
La
proliferación de ocupaciones y diversificación de los
trabajos asalariados han sido sin duda una de las consecuencias más
características de la industrialización de principios
del siglo XX. En el Siglo XXI, los procesos de globalización
implementada en numerosas partes del mundo y los rápidos
progresos de las tecnologías de la información, parecen
en efecto inducir un nuevo contrato social en el cual los
trabajadores deben convertirse en aprendices durante toda su vida,
sabiendo utilizar tecnologías sofisticadas, respondiendo al
desafío de las expectativas en términos de
flexibilidad, sabiendo mantener su empleabilidad y creando sus
propias oportunidades. En esta nueva perspectiva, la trayectoria
profesional se concibe mas dependiente del individuo que de la
organización. (Duarte, 2004).
Una
de las consecuencias mayores de las interconexiones entre los
diferentes dominios de la vida, es que no podemos más hablar
con seguridad de “desarrollo de carrera” ni de
“orientación vocacional”. Es necesario más
bien considerar las “trayectorias de vida” en el curso de
las cuales los individuos diseñan y construyen progresivamente
su propia vida, incluyendo su trayectoria profesional Ya no son
solamente los adolescentes quienes son confrontados a la cuestión
mayor: ¿Que voy a hacer de mi vida? En la actualidad esto se
plantea a toda persona que deba hacer frente a una serie de
transiciones mayores en su existencia, ocasionadas por estos cambios
en materia de salud, empleo o relaciones íntimas (Savickas,
2009).
En
este marco, las y los profesionales de la orientación perciben
que los enfoques y estrategias utilizadas hasta el momento, no
alcanzan para dar respuesta a un contexto tan cambiante en lo
educacional y lo laboral. Por un lado se suman año a año
nuevas carreras y capacitaciones, ampliándose exponencialmente
la oferta académica, y por otro, las personas ya insertas en
el mercado laboral se mueven de empleo en empleo en períodos
cada vez más breves, con la exigencia de reinventarse
permanentemente.
Esto último conlleva a consultas de reorientación de
carrera y/o trabajo cada vez más frecuentes. Nos encontramos
frente a un mercado laboral que exige inteligencia
emocional, creatividad, flexibilidad, innovación, aprendizaje
y formación constante,
con lo cual, la sola idea de decidirse por una profesión u
oficio evidentemente no alcanza. Por supuesto que la práctica
orientadora
no tiene responsabilidad en la formación de todas estas
competencias, para ello se encuentra el sistema
educativo
en sus cuatro niveles, pero sí puede hacer un gran aporte
respecto a educar en herramientas
y
estrategias
personales de auto-orientación
para poder afrontar y surfear
este vertiginoso presente. Y ese es el objetivo primordial de la
Orientación
al Talento Personal (OTP),
a partir de la inclusión de la
psicología
contextual
en
el campo de la orientación vocacional. Dentro de este enfoque
contextual,
la OTP
toma
los principios de la Terapia
de Aceptación y Compromiso o
ACT
(por
sus siglas en Inglés).
Proceso
de Orientación Vocacional en la actualidad
Según
Casullo (1994) las tareas de orientación y asesoramiento
psicológico en el área de demandas vocacionales tienen
como objetivo central ayudar a quienes las formulan. Estos problemas
remiten en general a dificultades en la toma de decisiones. Los
planteos más frecuentes se relacionan con las dudas de
continuar o iniciar estudios, cierta ambivalencia en optar por
distintas alternativas, inseguridad respecto a superar obstáculos
que dificulten llegar a la meta elegida o bien ausencia de proyecto
de vida.
Frente
a estas situaciones los orientadores tienen como objetivo posibilitar
que el sujeto pueda tomar una decisión basada en la mayor
cantidad de información disponible sobre:
-
El propio sujeto: sus aptitudes, intereses, competencias
intelectuales, tipo de personalidad, hábitos de estudio,
actitudes, presencia de eventos estresantes en su ciclo vital
personal, auto concepto, percepción acerca de las expectativas
de su entorno afectivo significativo, entre otros.
-
La realidad sociocultural en a que vive quien solicita el proceso de
Orientación Vocacional: nivel de posición en la
estructura social del grupo de pertenencia, fuentes de trabajo
disponibles, acceso a las oportunidades del sistema educativo formal,
características económicas globales del momento
socio-histórico, entre otros.
-
Las relaciones con su realidad socio cultural: aspiraciones y
fantasías de irse de su hábitat cotidiano.
En
un proceso de Orientación Vocacional, se trabaja en una
estrategia planificada como “proceso de asesoramiento”
(Casullo, 1994). Un proceso implica una continuidad, un desarrollo
progresivo con una dirección, un sentido y puede ser más
o menos estructurado. La secuencia puede ser preestablecida o no,
dependiendo de las condiciones en las cuales se desarrolla.
En
la planificación Operativa del proceso de Orientación
Vocacional se detallan las áreas de actividades más
relevantes para elaborar un plan de trabajo:
-
Evaluación de variables psicológicas relevantes:
incluye la entrevista como herramienta fundamental y batería
de pruebas psicológicas.
-
Búsqueda y/o análisis de información pertinente:
el orientador es un mediatizador entre las guías de
estudiantes, solicitudes de consultoras, planes de estudio.
-
Reflexión sobre los condicionamientos socioculturales: se
trabaja en actividades para brindar un panorama sobre la diversidad
de factores que intervienen en la selección de posibles
alternativas ocupacionales, cuales son los condicionamientos que
trascienden el plano individual.
-
Devolución: es la comunicación a quien consulta para un
proceso de Orientación vocacional, sobre los resultados
obtenidos.
Las
variables más relevantes que se trabajan en el proceso son:
Habilidades, Inteligencia, Aptitudes, Intereses, Valores,
Personalidad, Oferta académica y Contexto actual. No se
profundizara en las técnicas específicas ya que excede
el objetivo del trabajo presentado.
Tanto
el número de encuentros como su frecuencia pueden ser
prefijados o no (M.Casullo, 1994). {ver figura 1}
Proceso
de Orientación al Talento Personal
La
Orientación
al Talento Personal (OTP) se
presenta como una de las respuestas posibles, tanto desde su teoría
como a través de su praxis, a las problemáticas
planteadas dentro del campo de la orientación a partir de este
nuevo milenio. Dentro de dichas problemáticas cabe separar dos
instancias, por un lado, lo concerniente a la misma labor
orientadora, en cuanto a la necesidad de incluir nuevos marcos
teóricos (Burns, 2008) y en referencia a extender el objetivo
de la elección
de carrera
para atender, más ampliamente, a la elaboración de un
proyecto
de vida
en los consultantes, como parte de la actual concepción de
salud
integral
y dentro de las acciones de promoción
y prevención
en salud (Gavilán, 2017); y, por otro lado, los dilemas
planteados desde la actualidad sociocultural posmoderna, atravesada
por el avance tecnocientífico, lo cual, desde múltiples
niveles (comunicacional, interpersonal, laboral, etc.), afectan la
configuración de un Yo “colonizado” por múltiples
miradas y criterios de evaluación (Gergen, 1991) obstaculizado
en la posibilidad de reflexionar
sistemáticamente sobre sí y de elaborar proyectos
personales significativos
(Müller, 2013).
La
Orientación
al Talento Personal (OTP)
es una nueva concepción y una innovadora modalidad de
acompañamiento
personal ocupacional.
A su vez, al interior del proceso, la OTP
trasciende
el objetivo de facilitar en los consultantes el esclarecimiento
acerca de un
quehacer laboral ocupacional,
para dar lugar a un abordaje educativo y profundo en relación
a la construcción de un para
qué hacer,
un propósito
vital
actual que, finalmente, conduzca a la persona a un rol y una
actividad específica (Quadrizzi Leccese, Settembrino, 2018).
En
general, la o el adolescente, al finalizar la educación media
se enfrenta socialmente a dos preguntas: ¿Qué
vas a hacer? ¿Qué vas a estudiar?
Nosotros vamos a incorporar un nuevo interrogante que consideramos
previo y que da sentido a los otros dos: ¿Cuál
es tu propósito, hoy?
Aprender a construir dicho propósito
y
dirigirse a acciones
comprometidas
que lo vehiculicen, como la capacitación profesional o en
oficios, es el punto nodal de esta práctica basada en ACT
que
apunta, a partir de una mayor
flexibilidad psicológica,
a la construcción
de propósitos vitales y proyectos personales.
En este sentido, decimos que la OTP
no
parte de la necesidad
de inserción laboral
en las personas, aunque obviamente la incluye, sino de la necesidad
de dar sentido a la existencia y el impulso de desplegar la
singularidad,
en todo ser humano.
La
importancia de que adolescentes, jóvenes y adultos aprendan e
incorporen una simple metodología
para construir propósitos
tiene, al menos, dos claros beneficios. El primero radica en la
función
de eslabón o ligazón
que cobra el propósito
vital,
dentro de un proceso
personal ocupacional,
al sintetizar
y
dar
sentido a
la
información
personal (autoconocimiento)
en relación a la
información educacional y laboral;
los dos ejes elementales donde, históricamente, se han apoyado
los diversos procesos de Orientación Vocacional Ocupacional,
más allá de sus enfoques y marcos teóricos. Y,
en segundo lugar, este aprendizaje se convierte en una herramienta
para la vida,
pudiendo la persona autogestionar
su
aplicación en diferentes momentos y crisis vitales.
Como
ya se ha dicho, este protocolo se encuentra basado en el cuerpo
teórico-práctico de la Terapia
de Aceptación y Compromiso (ACT),
modelo que se inscribe dentro de los denominados abordajes
de tercera generación en psicoterapia conductual y cognitiva
(Hayes, 2004). Al interior de este enfoque comulgan, de forma
original y efectiva, principios humanistas con procedimientos de
cambio conductual, por lo cual, su amplia mirada hacia lo humano lo
convierten en un modelo, basado
en evidencias,
altamente compatible con diferentes visiones en psicoterapia.
Es
pertinente aclarar que para llevar adelante un taller de OTP
no
se requiere ser experto en ACT,
alcanza con vivenciar
sus
seis
procesos
y comprender la relación de este marco conceptual-filosófico
(contextualismo funcional-Teoría de Marco Relacional) con el
desarrollo mismo del dispositivo que aquí se está
exponiendo.
Por
otro lado, si nos referimos al aspecto operativo de la OTP,
este se presenta como un breve protocolo de 6 encuentros (extensible
en función a la necesidad de las y los consultantes) en los
que se incluyen técnicas de mindfulness, dinámicas
propias de ACT,
prácticas gestálticas, lúdicas, narrativas y
multimediales. Actividades que son administradas con el objetivo
fundamental de esclarecer y dar relevancia a la instancia
valorativo-intencional
de
las personas.
Dicho
protocolo puede ser implementado de forma individual o grupal, tanto
desde el trabajo clínico en consultorios privados, como en
espacios sociocomunitarios, educativos o de salud. Es relevante
resaltar que, más allá de la modalidad y del lugar
donde se implemente, la o el profesional deberá adaptar los
contenidos propuestos a la idiosincrasia de la población a la
cual se vaya a dirigir: vocabulario, videos, dinámicas, etc.,
requisito fundamental en relación a la eficacia y eficiencia
de cualquier proceso terapéutico y/o educativo.
Respecto
a las dinámicas implementadas en los talleres, éstas se
encuentran diseñadas en función a los seis
procesos
en los que se basa ACT:
aceptación,
defusión, momento presente, yo contexto, dirección
guiada por valores y acciones comprometidas.
Es por ello, que la OTP
puede
definirse como un dispositivo
de acompañamiento personal ocupacional basado en procesos.
En el transcurso de los encuentros también se abordan
conceptos clave para una mejor gestión de la experiencia de
elegir, dirigidos a expandir el marco de referencia de la o el
adolescente o joven: asertividad, metas y fines, libertad personal,
elecciones y decisiones, flow (fluir), valores personales, entre
otros; construyendo, al mismo tiempo, un espacio de reflexión,
escucha plena y aceptación incondicional entre participantes y
facilitadores. Cabe señalar, que la información acerca
de profesiones y oficios, con la correspondiente oferta académica,
también es parte del desarrollo de este proceso.
La
OTP
se
propone, además, como un protocolo
de código abierto,
haciendo una analogía con los software y sistemas operativos
de construcción colaborativa entre programadores informáticos.
En este sentido, es nuestra intención generar una comunidad
interdisciplinaria de profesionales interesados en el acompañamiento
personal ocupacional que aporten y compartan nuevas prácticas
e ideas en pos de mejorar la eficacia de esta propuesta. Subrayamos
esto porque la metodología que aquí se presenta, además
de contar con dinámicas propias, se alimenta, y lo seguirá
haciendo, de actividades ofrecidas por otras disciplinas, siempre que
se apliquen en función a los seis procesos en los que se basa
ACT
y,
por otro lado, en relación a la tríada fundacional de
la OTP:
INTENCIÓN
- PROPÓSITO - PROYECTO
Para
finalizar esta breve reseña, señalamos que la OTP
hace
gran parte de su aporte a través de la psicoeducación
y
se enmarca, más ampliamente, en una Práctica
de Promoción y Prevención en Salud,
al estar dirigida al pleno desarrollo de la singularidad
en
las personas.
El
nuevo concepto de “talento personal”
El
reconocido filósofo, ensayista y pedagogo español, José
Antonio Marina, comenzó a hablar audazmente de la
Ultramodernidad, a principios de este milenio, como el advenimiento
de una nueva era a partir de un cambio radical en la concepción
y utilización de la inteligencia por parte del ser humano
(Marina, 2000). Marina es Doctor Honoris Causa por la Universidad
Politécnica de Valencia, catedrático de filosofía
en el instituto madrileño de La Cabrera, conferencista e
investigador. Su campo de estudio, hace varios años, se centró
en la inteligencia y los mecanismos de la creatividad, generando una
nueva teoría al respecto. Sostiene que el modo de pensar
fragmentario de la posmodernidad puede ser sorteado a través
de otro más integrador, creativo, sistemático y
ejecutivo, factible de ser transmitido y aprendido por las personas.
La generación de este tipo de inteligencia de nivel superior,
o GRAN TALENTO, logra que el individuo pueda gestionar sus emociones,
el resto de los talentos (aptitudes), integrar su personalidad detrás
de metas bien elegidas y tener la capacidad para llevarlas a cabo.
“Así
pues, lo que nos interesa lograr es el GRAN TALENTO, que nos permite
utilizar bien nuestras destrezas y capacidades para dirigir nuestra
acción hacia una vida lograda.”
(Marina, 2010)
Cabe
aclarar desde un comienzo, para no generar confusiones, que el
término talento tiene, principalmente, dos acepciones para la
RAE (Real Academia Española): como inteligencia (capacidad de
entender) y como aptitud (capacidad para el desempeño de
algo). Mientras que Marina habla del GRAN TALENTO como un tipo de
inteligencia de nivel superior, la OTP
toma
la segunda acepción, concibiendo al TALENTO PERSONAL como una
aptitud
o capacidad de nivel superior,
en tanto quehacer integrador de otras capacidades y del estilo
particular de la persona.
Al
tiempo que podemos considerar a los talentos innatos como
“herramientas de origen”, el concepto de TALENTO PERSONAL
nace como instancia superior que incluye a los anteriores, pero como
resultante de un proceso basado en una Intención Primordial,
un Propósito Vital y un Proyecto Personal. Sostenemos desde la
OTP
que
son tan relevantes las capacidades o “herramientas” del
individuo, como su particular forma de valorar e intencionar sobre la
realidad, lo cual es, en definitiva, lo que dará dirección
y sentido a sus aptitudes naturales.
¿Qué es un martillo (herramienta), sin la intención
de alguien de utilizarlo para algún fin valorado?
Que alguien detente una capacidad innata no lo condiciona a tener
que, necesariamente, hacer de aquello el eje de su proyecto de vida.
La instancia valorativo-intencional
es
la que termina definiendo el sentido vital.
De
esta forma, el individuo no es definido exclusivamente por su
genética, por su herencia o disposición biológica,
sino que es direccionado por sus valores
personales;
integrándose a sí mismo al tiempo que lo hace a nivel
social, a través de un rol laboral.
Por
todo ello, desde este modelo de acompañamiento, decimos que el
TALENTO PERSONAL es la capacidad generada a partir de desempeñar
una actividad valorada, con un estilo propio. Nadie puede realizar
del mismo modo una profesión, oficio o cualquier labor
respecto a otra persona, a pesar de compartir la misma capacitación
o titulación académica.
Ahora
bien, concretamente ¿cómo se puede aspirar a generar
este Talento Personal? Para ello, la OTP
cuenta
con una particular metodología para clarificar/construir
valores
personales
en las y los consultantes, y la planificación de acciones
comprometidas
en dirección a los anteriores. Dicho protocolo se divide en
tres ejes o instancias principales:
1.
la clarificación de una Intención
Primordial
(accionar valorado que imprime una dirección general);
2.
la construcción de un Propósito
Vital
(valor personal – dirección y cualidades del accionar
valorado);
3.
y el diseño de un Proyecto
Personal (plan
estratégico sobre acciones
comprometidas),
que contenga la decisión del rol laboral que mejor vehiculice
al Propósito Vital y, asimismo, los lineamientos básicos
para lograr la capacitación necesaria.
El
adecuado pasaje por estas tres instancias facilitará que la
persona pueda dirigirse a generar su Talento
Personal.
{ver figura 2}
Al
referirse este talento a una aptitud superior, integradora del
individuo, ésta no podrá obtenerse desde el nivel
valorativo-intencional o a partir de la planificación, sino
que, como ya se dijo, es el corolario de un recorrido que excede el
proceso de orientación. Y solo podrá ser alcanzado a
través de la capacitación y la práctica
sostenida, nivel que incluye y trasciende los anteriores.
La
OTP en relación a las problemáticas actuales en
orientación
En
la actualidad, la práctica orientadora se debate,
principalmente, entre cuatro ejes temáticos:
-
la orientación vocacional con sujetos vulnerabilizados
(Rascovan, 2016),
-
la orientación en personas con discapacidad,
-
la orientación en la escuela
-
y la orientación en tiempos de la Cuarta
Revolución Industrial.
Si
bien estas problemáticas, al igual que otras, presentan
diferencias en sus elementos constitutivos, todas guardan un común
denominador a la hora de la consulta: un
ser humano frente a la dinámica de elegir, decidir y actuar en
una dirección valiosa para sí.
En virtud de ello, el aporte fundamental de la OTP
es
ofrecer un nuevo marco teórico-práctico para abordar en
la o el consultante dicha dinámica, afectando los seis
procesos estudiados por ACT
que
intervienen en la flexibilidad
psicológica,
independientemente de la topografía del contexto. Por supuesto
que se deben atender las posibilidades y los obstáculos
particulares que ofrece cada problemática, pero eso no
invalida el eficaz aporte de ACT
al
elicitar, metodológica y comprobadamente, dicha flexibilidad
psicológica
en las personas, favoreciendo la dinámica de
elegir, decidir y actuar
desde un mayor locus
de control interno.
En definitiva, la OTP,
desde la inclusión de un nuevo marco teórico en este
campo, suma nuevas herramientas en dirección a lo que, desde
el psicoanálisis, Rascovan, denomina experiencia
subjetivante,
en relación a lo que debiera representar un proceso de
orientación
vocacional ocupacional
(Rascovan, 2016). Lo central, en ambas posturas, se encuentra
dirigido hacia el respeto y el despliegue auténtico de la
singularidad
de
quien consulta, atravesada siempre por un contexto sociohistórico
determinado.
Por
otro lado, como facilitadores en este tipo de acompañamiento,
proponemos mantenernos actualizados, pero sin dejarnos abrumar ante
los cambios sociales que cada vez se suceden con mayor velocidad,
como es el caso de la llamada Cuarta
Revolución Industrial,
y abocarnos más en afectar aquellos procesos
psicológicos normales
que intervienen, indefectiblemente y más allá de lo
epocal, en la flexibilidad
psicológica.
Vale aclarar, que ACT
entiende
esta
flexibilidad
como la
capacidad personal de dirigirse, en el momento presente, en una
dirección valorada; aceptando el dolor que, eventualmente,
esto conlleva.
Y esto es beneficioso tanto para una persona en un contexto
vulnerabilizado, como para otra que detenta algún tipo de
discapacidad, o un adolescente que no presenta problemas psicofísicos
y se encuentra transitando la educación media. Es por ello,
que en todo taller de OTP
la
o el facilitador, luego que la persona logra escribir su
propósito vital,
debe brindar toda la información académica actualizada
y teniendo en cuenta los cambios que se avecinan en relación
al avance tecnocientífico y el mercado laboral. Lo mismo
ocurre cuando quien conduce el proceso debe evaluar, junto con su
consultante, las posibilidades concretas de estudio o empleo dentro
de un contexto vulnerabilizado y/o atendiendo las particularidades de
una persona con una determinada discapacidad; siempre al servicio y
en dirección al propósito
actual
que la persona construyó en el transcurso del taller.
En
relación a la Orientación en el ámbito
educativo, cabe destacarse, que el dispositivo de OTP
no
contiene técnicas
proyectivas,
ni tampoco presenta técnicas
psicométricas.
Esta particularidad metodológica redunda en beneficio de todo
profesional de la educación que desee capacitarse en dicho
protocolo, más allá de los y las psicólogas y
psicopedagogas que, históricamente, han conducido estas
prácticas de orientación. La implementación de
un proceso de OTP es abierta a otras disciplinas porque se encuentra
diseñado como un taller de desarrollo personal ocupacional, no
exclusivamente como un dispositivo clínico operativo. Esto
favorece la puesta en práctica de este tipo de acompañamiento
en la educación media, a cargo de profesores y/o tutores, ya
que muchas veces los integrantes de los EOE (Equipos de Orientación
Escolar), se encuentran mayormente abocados a las urgencias que
presentan las y los niños y adolescentes, en detrimento de los
importantes, pero no urgentes, procesos de orientación
vocacional-ocupacional.
Lo
expuesto anteriormente también es válido para
profesionales de las ciencias sociales, como las y los trabajadores
sociales y sociólogos/gas, que comúnmente realizan
talleres para adolescentes, jóvenes y adultos en ámbitos
sociocomunitarios. Es por ello que la OTP
es
un dispositivo factible de ser adaptado a los tres tipos de
intervención: psicológica, pedagógica y
sociocomunitaria.
Conclusiones
La
Terapia
de Aceptación y Compromiso
hace entrada en el campo de la práctica orientadora a través
de la Orientación
al Talento Personal,
sumando nuevas herramientas
al servicio de acompañar a las personas en la
construcción de propósitos y proyectos vitales,
desde otra perspectiva hacia una mayor libertad
personal.
Y para ello, la OTP
se sirve de la conceptualización que aporta ACT
de la flexibilidad
psicológica
y los seis
procesos
intervinientes en la misma.
Por
otro lado, al sumar el concepto de propósito
vital,
la OTP
introduce un factor
de ligazón
o eslabón
entre la información personal y la académica/ocupacional
(ejes históricos
de
la orientación
formal)
que trasciende la decisión educativa/laboral, para atender más
profundamente al sentido
vital de
las y los adolescentes,
el
cual que se irá actualizando a lo largo de la vida. Al
finalizar la educación media, nos enfrentamos sistemática
y socialmente a dos preguntas: ¿Qué
vas a hacer? ¿Qué vas a estudiar?
La OTP
incorpora
un nuevo interrogante que considera previo y que da fundamento a los
otros dos: ¿Cuál
es tu propósito, hoy?
Respecto
a los nuevos requerimientos contextuales de este incipiente siglo
XXI, que exigen a las personas auto-orientarse
permanentemente, la OTP
viene
a hacer su aporte en tal sentido, transfiriendo un breve método
que puede ser autogestionado
por
quienes consultan, en cualquier momento del ciclo vital: a)
clarificando
una intención, b) construyendo un propósito y c)
comprometiéndose en un proyecto de acción.
En
síntesis, la Orientación
al Talento Personal,
a partir de los principios de ACT,
se ofrece como un protocolo
de acompañamiento
personal
ocupacional
para adolescentes, que excede la necesidad
de inserción laboral,
para abordar la necesidad
de dar sentido a la existencia y el impulso de desplegar la
singularidad,
en todo ser humano.
Referencias
Arthur,
M., Inkson, K., & Pringle, J. (1999). The new careers: Individual
action and economic change. London: Sage.
Bohoslavsky,
R., (1984). Orientación
vocacional: la estrategia clínica.
Nueva
Visión
Burns,
E. (2008). How can a “Southern Theory” perspective
contribute to New Zealand Counselling? New Zealand Journal
Counselling, 28(2), 10-24.
Casullo,
M. M. y otros. (1994). Proyecto
de vida y decisión vocacional.
Paidos.
Duarte,
M.E. (2004). O
idividuo e a organizacao: Perspectivas de desnvolvimento.[The
individual and the organization: Perspectives of development.]
Psychologica (Extra-Serie). 549-557.
Erikson,
E. (1974). Identidad,
Juventud y Crisis.
Paidós.
Gavilán,
M., (2017). La
transformación de la orientación vocacional: hacia un
nuevoparadigma.
Lugar Editorial.
Gergen,
K.J., (1991). The
Saturated Self: Dilemmas of Identity in Contemporary Life.
Basic Books.
Hayes,
S. C. (2004). Acceptance and Commitment Therapy and the new behavior
therapies: Mindfulness, acceptance and relationship. In S. C. Hayes,
V. M. Follette, & M. Linehan (Eds.), Mindfulness
and acceptance: Expanding the cognitive behavioral tradition
(pp. 1-29). Guilford Press.
Hayes,
S. C., Strosahl, K. & Wilson, K. G. (1999). Acceptance
and Commitment Therapy. An Experiential Approach to Behavior Change.
Guilford Press.
Hayes,
S. C., Smith, S. (2005). Get
Out of Your Mind and Into Your Life.
USA: New Harbinger Publications, Inc.
International
Federation of Robotics, IFR. 2017. The
impact of robots on productivity, employment and jobs.
Disponible en https://ifr.org/ifr-press-releases/news/positionpaper
Marina,
J.A. (2000). Crónicas
de la ultramodernidad.
Anagrama.
Marina,
J.A. (2010). La
educación del talento.
Ariel.
Müller,
M. (2013). Descubrir
el camino: Técnica y estrategias para orientadores. Bonum.
Organización
Mundial de la Salud. (2020). Salud
de la madre, el recién nacido, del niño y del
adolescente.
Disponible en: https://www.who.int/maternal_child_adolescent/topics/adolescence/dev/es/
Parsons,
F. (1909).
Choosing a vocation.
Houghton
Mifflin.
Quadrizzi
Leccese G. y Settembrino D.M. (2018). Orientación
al Talento Personal.
Akadia.
Rascovan,
S. (2016). La
orientación vocacional como experiencia subjetivante.
Paidós.
Rascovan,
S. y Del Compare, M. (1999). La orientación vocacional en
Argentina. Asociación
Brasilera de Orientación Vocacional, 3(1).
Savickas,
M. L. et al. (2009). Life designing: a paradigm for career
construction in the 21st century. Journal
of Vocational Behavior,
75, 239-250.
Schwab,
K. (2016). The
Fourth Industrial Revolution: what it means, how to respond. World
Economig Forum.
Disponible en
https://www.weforum.org/agenda/2016/01/the-fourth-industrial-revolution-what-it-means-and-how-to-respond/