DRA. NURIA CORTADA DE KOHAN 1921-2013
Mi madre
fue una persona muy buena, una madre atenta, excepcional, cálida,
brillante, modesta, trabajadora, muy alegre y a veces un tanto
distraída.
Además
de su sabiduría conocida supo compartir con su familia y
amigos sus logros y preocupaciones.
Además
de su sabiduría conocida supo compartir con su familia y
amigos sus logros y preocupaciones.
Vivió
una vida plena. Supo convocar a su alrededor gente que la apreció
y se formó a su lado, sintiéndose profundamente
agradecida por los homenajes que en vida aquellos que la conocieron y
fueron amigos o discípulos, le supieron brindar manteniendo en
ella la sonrisa por saberse reconocida.
Trabajó
y amó su profesión hasta sus últimos días,
no descansaba pensando en su próximo libro, la próxima
investigación, fuera propia o de otros que venían a
casa buscando su guía y que siempre brindaba con total
generosidad, una de las preguntas que siempre hacía en voz
alta era ¿cómo lograr que más psicólogos
se enamoren algún día de la investigación y de
la estadística?
Siempre
fue un ejemplo de cómo proyectarse en nuevos desafíos
científicos con las que ella disfrutaba.
Se
mantuvo actualizada con las técnicas de avanzada, siendo punto
de lanza en múltiples aspectos.
Tenía
un genuino interés y curiosidad por saber cómo sus
colegas avanzaban en sus carreras profesionales y en su vida
personal. Alegrándose mucho con sus logros y preocupándose
por los obstáculos.
Aunque
hablaba y escribía varios idiomas cumplidos sus 80 años
se decidió a estudiar ruso para poder leer a Dostoyevski y
Tolstoi. Todo era un desafío, aprender nuevas técnicas
estadísticas o el manejo de un soft de análisis de
datos así como una nueva partitura en el piano.
Me queda
el recuerdo de su cumpleaños 90 que pudimos festejar juntas
con algunos amigos, colegas, familiares y que ella disfrutó
intensamente.
También
me habitan las imágenes de estar sentada en el piso, jugando
con matrices de datos o dictándole mientras ella escribía
a máquina sus interminables traducciones o las reuniones en
casa durante mi niñez, siempre con mucha gente, que sin duda
marcaron lo que a futuro serían mis tardías elecciones.
Muchos
de sus discípulos fueron mis maestros y el recuerdo claramente
bajo su tutela en aquellos inicios.
Creo que
la mejor manera de mantener viva su memoria es con el mismo espíritu,
la misma responsabilidad y el mismo apasionamiento y alegría
que trasmitía a los demás con su permanente vocación
docente y su calidad humana.
La
extrañamos mucho.
Dra.
Ana Kohan Cortada
* Los editores agradecen a su
hija Ana Kohan Cortada, quien gentilmente facilitó y autorizó
la publicación de este documento
INTERDISCIPLINARIA,
2013, 30, 1, 163-172
INTERDISCIPLINARIA,
2013, 30, 1, 163-172
NURIA
POR NURIA
Nací
en Mendoza el 5 de noviembre de 1921, viví allí hasta
los cuatro años, cuando mis padres, oriundos de Catalunya,
deciden volver a España. Mi educación primaria fue como
anárquica; ya que asistí durante muy poco tiempo a la
escuela, sin embargo, parecería no haber sido tal pues mi
padre, médico, catalán y muy republicano, muy culto y
muy emprendedor, fue un cuidadoso organizador de mi carrera
académica. También mi madre, brillante maestra y mis
dos hermanos, diez años mayores, me dieron la formación
básica.
La
anarquía a que me refiero expresa el sentimiento que
experimenté de niña debido a las idas y venidas de la
familia entre Barcelona y Mendoza, según los vaivenes
políticos de Europa. Por lo que recibí la formación
fundamentalmente en la familia, además estudié varios
idiomas con institutrices. Viví en Barcelona desde los cuatro
a los quince años y cuando estalla la guerra civil española,
en 1936, mi familia emigra a Argentina.
Esta
formación, variada y ecléctica, incluyó un
aspecto importante como instrumento de mi futura actividad: el
aprendizaje y el gusto por las matemáticas, los idiomas, la
música, las personas y los viajes.
Lo
que más recuerdo es nuestro perro, un precioso setter que
merece estar en el paraíso perruno, pues aguantaba mis
caricias y ejercicios como un santo. Esto debe haber fijado en mí
el gran cariño que siempre he sentido por los perros y hace
que usualmente tenga alguno cerca de mí.
También
vislumbro el color lila de una enorme glicina que perfumaba con sus
flores el patio y bajo la cual jugaba con las cajitas vacías
de inyectables que me daba mi padre al salir de su consultorio y que
eran mis tesoros. A los cuatro años mis padres volvieron a
Europa y en el trasatlántico mi madre, en quince días,
me enseñó a leer. Mi educación primaria fue muy
anárquica.
Mi
madre era maestra y mi hermano, que entonces estaba terminando el
bachillerato, tenía un don especial para enseñarme
matemáticas. Debo decir que mis padres tenían ideas muy
abiertas: nunca nos impusieron nada, ni tampoco nos prohibieron nada.
Siempre leí cuanto libro caía en mis manos y mi casa
estaba llena de libros. Para nuestros padres solo dos valores eran
dos fundamentales, la educación y la honestidad. No nos
inculcaron ideas religiosas de ninguna clase; pero siempre
propiciaron toda actividad que tuviera que ver con el arte, la
cultura, la salud, la historia, la ciencia o las letras. Muy pronto,
a los siete años, me pusieron una profesora de francés
y a los ocho o nueve años empecé a aprender a tocar el
piano y a estudiar inglés, alemán e italiano. Debo
decir que los idiomas siempre me resultaron fáciles pues he
sido siempre bilingüe hablando y escribiendo desde muy pequeña
en castellano y en catalán. A los 10 años di examen de
ingreso para comenzar el bachillerato y entonces sí, entre los
once y catorce años cursé los años de
bachillerato regularmente. Fueron años muy felices.
Con
mi familia pasaba parte del verano en una playa de la Costa Brava
sobre el azul Mediterráneo y parte en la casa en que mi madre
había nacido, en un pueblito del interior, cerca de Barcelona,
en donde se cultivan viñedos. Durante el invierno concurríamos
a cuanto espectáculo había: allí pude escuchar a
Pablo Casals, a Rubinstein, a Stern, a Horovitz y a tantos otros. En
esta época empecé con Alicia en el País de las
Maravillas, los Cuentos de Calleja, los Cuentos de Andersen, las
novelitas de Salgari, las aventuras de Julio Verne, Mark Twain, Edgar
Alan Poe, Dikens, etc. Luego seguí leyendo casi todos los
clásicos españoles y franceses, pues en esta época
comenzó mi costumbre que no he dejado nunca, de leer un ratito
en cama antes de dormir. Creo que es importante hacer notar aquí
que mi padre era una persona muy inteligente y que pensaba que las
chicas tenían tanto derecho a estudiar y a formarse
intelectualmente como los jóvenes; además era muy
culto, leía en varios idiomas y lo que más le
preocupaba sobre los hijos era que tuvieran una gran formación
intelectual. Mi hermano a los 21 años se graduó de
médico y mi hermana también estudiaba y mi casa, cuando
yo era muy pequeña, estaba siempre llena de jóvenes
estudiantes y todos jugaban y se reían conmigo, Los domingos
por la tarde íbamos al cine con todos los primos
indefectiblemente y también recuerdo estos años por las
grandes amistades con compañeras de curso y las interminables
y románticas conversaciones sobre si era mejor actor o más
atrayente, Glark Gable o Gary Cooper! Pero, ¡ay! Parece que
nada bueno perdura y en un fatídico julio de 1936 empezó
la Guerra Civil Española. Mis padres decidieron volver a la
Argentina y un cinco de noviembre, el día que cumplía
quince años, llegamos a Buenos Aires.
Teníamos
poco más que lo puesto, pues no habíamos podido traer
casi nada de la casa. Allí quedaron muebles, ropa, piano,
libros y diccionarios en manos de mi pobre abuela a quien no pude ver
nunca más. Fue un desastre general y familiar que me hizo
crecer de golpe. Seguramente se habrá advertido que fui
bastante mimada por la suerte en mi infancia y aunque era muy “leída”
como algunos dirían, también era bastante inmadura.
Lo
que más me gustó de Buenos Aires fueron los enormes
árboles de las plazas, los inmensos gomeros de la Plaza San
Martin y Lavalle y también el delicioso color de los
jacarandaes en flor. Eso no lo teníamos en Barcelona, y me
hacía sentir que estábamos realmente en la América
de los libros. Al terminar los trámites de equivalencia, mis
padres volvieron conmigo a Mendoza, en donde algún tiempo
después terminé el bachillerato dando casi todas las
materias como alumna libre. Creo que esto fue, a pesar de todo el
esfuerzo que me costó, un gran aprendizaje pues al tener que
dar tantas materias como libre aprendí mucho a estudiar y a
enfrentar las situaciones de examen. Y llegó el momento de
decidir sobre mis futuros estudios. Yo seguía leyendo mucho.
En esta época me interesaba sobre todo la literatura rusa y el
enfoque psicológico de los angustiados personajes de
Dovstoiewski y de Tolstoi me apasionaba más que nada y comencé
a pensar que “eso” era lo que me gustaría saber a
fondo.
Mi
padre, que era médico, conversaba mucho conmigo. Mis hermanos
se habían casado y vivían lejos; así que en este
momento yo era su mayor preocupación y se daba cuenta de que
era importante que cualquier carrera que eligiera, debía
hacerlo con gusto. Entonces en un viaje a Buenos Aires, lo visitamos
al Dr. Emilio Mira y López que mi padre conocía mucho
de Barcelona y le pedimos que me orientara vocacionalmente. Fui un
día sola; el Dr. Mira habló largamente conmigo de
muchas cosas, y cuando mi padre me vino a buscar le dijo: “Esta
chica puede seguir cualquier carrera; en cualquier cosa va a tener
éxito”.
Yo me reía, lo que quería es que me dijera qué
carrera seguir, si medicina o filosofía: Pero - Mira dijo:
-“Si
le interesa Psicología va a tener que irse al extranjero, acá
la carrera no existe”. Y
en ese momento se quedó callado, pensando, y de pronto dijo:
“¡Ah!
Ahora recuerdo que Houssay me dijo el otro día, que pronto
llegaría a Mendoza un profesor de Psicología contratado
por la Universidad Nacional de Cuyo, que viene de Inglaterra y está
muy preparado en psicología. Pónganse en contacto con
él: se llama Horacio Rimoldi”. Y
así es como decidí estudiar Filosofía y Letras
en Mendoza.
Mi
paso por la Universidad de Cuyo fue breve: pero muy agradable. La
Universidad, que hacía apenas un año se había
creado, tenía un rector el Dr. Edmundo Correas que con
criterio muy amplio, hizo nombrar a profesores jóvenes, todos
muy prometedores. Aparte del Dr. Rimoldi con quien me formé
aprendiendo en su Instituto de Psicología Experimental,
recuerdo bien a otros profesores como el Dr. Pro, el Dr. Juan
Corominas, a Julio Cortazar , a Manlio Lugaresi, a Roberto Salmón,
al Dr. Mavridis, al Dr. García de Onrubia, al Dr. Cruz, a
Horacio Schindler, etc. También recuerdo con afecto, aunque a
muchos de ellos no los he vuelto a ver, a mis compañeros, los
hermanos Roig, a Zamorano, al malogrado Mauricio López, a las
hermanas Quiroga, a Susana Velasco, a Hilda Calderón, a Irma
Suarez, etc.
Terminé
la carrera de Filosofía en cuatro años (pues di un año
libre): pero creo que fueron muy formativos. Sobre todo, la
posibilidad sin par, de trabajar al lado del Dr. Rimoldi plasmó
definitivamente mi vocación. A él debo gran parte de lo
que soy y por esto le estaré siempre agradecida. Con otros
ayudantes del Instituto como Vevette Metraux, Raquel San Martin,
Susana Velazco y Lidia Bührer, formábamos un equipo lleno
de entusiasmo y entre risas y tropiezos aprendimos todo del Dr.
Rimoldi, no solo los primeros pasos de la investigación
científica sino la importancia del esfuerzo y el trabajo
sostenido, el saber seguir siempre adelante y no ceder a pesar de las
dificultades y frustraciones.
El
Dr. Rimoldi había organizado el Instituto de Psicología
Experimental en la Universidad de Cuyo con gran entusiasmo. Con él
tuve la oportunidad de aprender trabajando las técnicas
estadísticas descriptivas y de correlación. Allí
se hizo la primera estandarización del test de Raven en el
país (en 1943). Creo que este ha sido un trabajo bastante
importante por ser la primera vez que en la Argentina se
estandarizaba un instrumento de medición psicológica.
Tomamos el test en forma individual a más de 1400 niños
de las Escuelas de Mendoza y realizamos todo el trabajo estadístico
necesario para tener un verdadero baremo y lo comparamos con los
valores hallados en Inglaterra. En el Instituto también se
encararon otros problemas, como los de adecuación al trabajo y
un estudio comparativo de algunas funciones psicomotoras entre
débiles físicos y normales. Todos estos trabajos
aparecieron en una serie de publicaciones del Instituto entre l943 y
l945.
Al
terminar la carrera de Filosofía y Letras, en 1945 me presenté
a concurso para una cátedra de Psicología Infantil en
la Escuela Normal Pringles, en San Luis. Aquella sí que fue mi
primera experiencia docente. Recuerdo que sentía bastante
miedo de enfrentar a los alumnos; pero el Profesor Plácido
Horas siempre tan comprensivo, me animó mucho y así
salí del paso. Desde entonces siempre mantuve con el Profesor
Horas una profunda y sincera amistad. Enseguida gané mi beca
del Institute of International Education para estudiar en los Estados
Unidos. Ahora viajar es cosa de todos los días; pero entonces
todavía se viajaba en barco y para una joven sola era toda una
hazaña. Recuerdo que el viaje me pareció interminable
pues era un buque de carga cuya única ventaja fue la de entrar
en muchos puertos y estar allí dos o tres días, lo que
me permitió conocer Rio de Janeiro, Santos, Curaçao, La
Habana , Norfolk y finalmente Nueva York.
Estuve
cinco días en Nueva York y a principios de septiembre de 1946
llegué a la Universidad del Estado de Ohio en Columbus para
estudiar psicología. En esta época The Ohio State
University era un centro muy importante para Psicología
Clínica. Allí había una serie de seguidores del
Dr. Carl Rogers entre ellos el Dr. Victor Raimy, una persona
extraordinaria que fue mi “adviser”. Además estaba
el Dr. George Kelly, conocido por su teoría de los “personal
constructs”, el Dr. Julian Rotter, que enseñaba técnicas
proyectivas, el Dr. Renshaw que era un maestro muy reconocido en
psicología de la Gestalt, el Dr. Toops que era el terror de
los alumnos en estadística, el Dr. John Horrocks especialista
en psicología infantil.
Tuve
mucha suerte en estudiar con todos estos profesores que me hicieron
conocer la psicología clínica y me trataron no solo muy
bien, sino que casi podría decirse que me mimaron, pues les
parecía raro que hubiera ido de tan lejos - la Argentina- a
estudiar en Ohio.
Esos
años el Dr Rimoldi también estaba en los Estados
Unidos, en la Universidad de Chicago y solía invitarme durante
las breves vacaciones a pasar unos días en su casa. Así
fue como pude conocer muy de cerca al Dr. Thusrtone y también
a algunos de sus discípulos como el español Mariano
Yela, con quien siempre mantuve una gran amistad.
Estudié
en los Estados Unidos casi tres años: obtuve el Master of Arts
en Psicología Clínica y entonces decidí volver a
Buenos Aires donde estaban mis padres. Podría haberme quedado
en los Estados Unidos… Nunca sabré si mi decisión
de volver a la Argentina fue acertada o no…
Aquellos
años en Buenos Aires fueron difíciles. Conocía a
poca gente, tenía que trabajar y empecé a moverme. ¿Qué
es un psicólogo? Me preguntaba mucha gente. En este momento
pocos sabían que era “eso”. He sido la primera
persona en mi país con título de psicóloga.
Entré a trabajar en el Ministerio de Educación en un
Centro de Orientación Vocacional y Educativa que estaba en el
Instituto Bernasconi y luego en Sanidad Escolar. Fue en esta época
que aproveché el tiempo tipificando el Test de Raven para la
ciudad de Buenos Aires.
Un
día, casualmente, me encontré en la calle con el Dr.
Felipe García de Onrubia. Él me conocía de
Mendoza y fue muy amable conmigo haciéndome entrar en la
Universidad de Buenos Aires como Jefe de Seminario en la materia
Psicología II que él dictaba en la carrera de
Filosofía. Allí di varios seminarios sobre estadística
aplicada y de teoría de los tests.
En
este momento, entre1950 y 1955, ya se estaba despertando en muchas
personas el interés y la necesidad de que se creara la carrera
de Psicología: existía un centro muy bueno en el
Hospital de Clínicas, el de Psiquiatría Infantil de la
Dra. Telma Reca con quien yo me había puesto en contacto y en
donde concurría algunos días de la semana para aplicar
el Test de Rorschach a los niños que ella me indicaba. También
estaba en contacto a menudo con la Dra. Carolina Tobar García
y su grupo de visitadoras sociales algunas de las cuales trabajaban
conmigo en el Centro de Orientación Vocacional y Educativa.
En
1952 gané la beca francesa para estudiar en Paris. Esto fue
para mí muy positivo Trabajé alrededor de nueve meses
en el Hospital Sainte Anne bajo el asesoramiento del Dr. Pierre
Pichot haciendo sobre todo psicometría. Tuve oportunidad de
conocer a Faverge y a Zazzo y seguir un curso con ellos: pero sobre
todo esta beca me hizo tomar conciencia de que mi preparación
era muy superior en psicología, a la de muchos jóvenes
franceses.
En
este viaje tuve oportunidad de conocer Francia, Inglaterra, Italia y
finalmente España en donde tenía a mis tíos.
España en pleno franquismo me pareció muy triste,
opresiva, sobre todo al recordar los días luminosos de la
República, que siendo chica había vivido. Aunque
también allí estuve en contacto con el Dr. Mariano Yela
que había conocido en Chicago y me hizo ver los esfuerzos de
algunas personas como él mismo y el profesor Germain por
iniciar una psicología científica, en España.
En
1954 el Profesor Oñativia y el Prof. Moreno de Tucumán
tuvieron la oportuna idea de organizar el Primer Congreso Argentino
de Psicología. Allí nos encontramos muchos
especialistas, médicos, profesores, psicoanalistas, etc. que
teníamos la idea de que era necesario crear la carrera de
Psicología y tuvimos algunas primeras conversaciones. En
Buenos Aires el Dr. Gino Germani estaba interesado en la creación
de la carrera de Sociología. Él fue quien me llamó
a una primera reunión, pues sabía de mi formación
en estadística aplicada y me pidió que colaborara con
él y con la Dra. Telma Reca , el Prof. Jaime Berstein y el Dr.
Marcos Victoria, para la elaboración de los primeros planes de
estudio de Psicología en la Universidad de Buenos Aires Era la
única psicóloga del grupo, dado que todos eran médicos,
profesores en filosofía, o en ciencias de la educación.
Pronto se nos unieron otras personas interesadas y en 1957 al crear
el Dr. Rizieri Frondizi la carrera de Psicología ya empecé
a dictar Metodología Estadística para los alumnos de
Psicología y Sociología, primero en forma interina y en
1959 gané por concurso la cátedra que tuve hasta 1984.
Estos
primeros años fueron la época de oro de las carreras de
Psicología y Sociología, mientras fueron rectores de la
Universidad de Buenos Aires sucesivamente, el Dr. Risieri Frondizi,
el Dr. Olivera y el Ingeniero Fernández Long. La carrera de
Psicología se inició con gran entusiasmo, tanto por
parte de los primeros alumnos como por parte de los profesores. En
realidad, nos formábamos mutuamente pues nunca se aprende
tanto algo como cuando hay que enseñarlo. En mi materia tuve
la suerte de contar con algunos Jefes de Trabajos Prácticos y
Adjuntos muy preparados como el Ingeniero José Carro, el
Ingeniero Cavallini y la Profesora Malvina Segre y al mismo tiempo al
hacerse más numeroso el estudiantado formamos a un gran grupo
de ayudantes de todos los cuales me siento muy orgullosa pues
actualmente todos ellos son Profesores en diversas Universidades y
siguen trabajando seriamente en investigación como Alfredo
López Alonso, Alejandro Doublier, Nélida Rodriguez
Feijoo, Cristina Richaud, Dorina Steffani, Miko Mandilovich, Alicia
Bertoni, Marta Shuffer, Marta Locatelli, Alicia Casullo y otros cuyos
nombres he olvidado.
Fue
en esta época cuando escribí con Carro mi primer libro
Estadística Aplicada que tuvo gran éxito y del que se
hicieron muchas reediciones sucesivas por Eudeba. Hay que pensar que
enseñar Estadística esos años era bastante
complicado. En primer lugar porque no contábamos como ahora
con programas estadísticos, no teníamos computadoras ni
fotocopiadoras, ni siquiera las usuales calculadoras de bolsillo Sin
embargo, un verano Malvina y yo nos pasamos tres meses haciendo los
cálculos para un Análisis Factorial que nos pidió
Germani para sus investigaciones sobre el Nivel Económico
Social. Creo que este ha sido el primer Análisis Factorial que
se ha realizado en nuestro país.
A
pesar de la precariedad de los recursos y teniendo en cuenta que la
Estadística no estimula precisamente “los amores
fáciles”, en mi cátedra se comenzaron a formar en
investigación un grupo de ayudantes de quienes guardo los
mejores recuerdos y sin cuya ayuda y dedicación habría
sido muy difícil llevar adelante el trabajo.
En
fin, no sé si mis alumnos aprendieron mucha estadística
conmigo; pero si sé que yo aprendí mucho de ellos, por
lo que siempre recuerdo con nostalgia los primeros años de la
creación de la carrera de Psicología, como uno de los
periodos más productivos y agradables de mi vida. Todo esto
junto al hecho de tener que tratar de compensar, con nuestro
esfuerzo, la actitud negativa hacia los números que suelen
tener quienes están en una Facultad de Filosofía no
hacía nada fácil la enseñanza de la estadística.
A
veces me sentía algo deprimida y pensaba que yo sabía
pocas matemáticas para enseñar la materia. Un día
fui a verlo al Dr. Luis Santaló, el gran matemático,
nacido en un pueblito cerca de Gerona, como mi padre, y le expuse mi
problema. “Nuria
–
me dijo -
quédate tranquila. La Estadística es una ciencia
experimental y aplicada y tú sabes muy bien las aplicaciones a
la Psicología. Explica esto que sabes y deja que los
matemáticos resuelvan los problemas teóricos”.
Esto me tranquilizó un poco y seguí adelante.
Alrededor
de 1958 fui nombrada jefe del Departamento de Orientación
Vocacional de la Universidad cuyo primer director fue el Profesor
Jaime Berstein, quien estuvo solo un año, luego un tiempo muy
corto estuvo el Prof. Nicolás Tavella y finalmente me
nombraron a mí Directora que estuve más de seis años.
Si bien la Orientación Vocacional clásica establecía
que cada cual debe ocuparse de aquello para lo que está más
dotado, nosotros pensábamos que aunque esto es cierto en
términos generales, el joven debe orientarse para que sepa
mantener la flexibilidad de pensamiento para el constante ajuste al
cambio que le exige el mundo moderno y postmoderno.
Organizamos
el DOV para que siempre se tuvieran en cuenta en la Orientación
Vocacional tres enfoques: el psicológico dirigido al bienestar
personal, el educativo, promoviendo el ideal de la educación
continua y el socioeconómico para que el hombre colabore con
el progreso y desarrollo y se integre al mundo social y del trabajo.
En nuestro departamento se subrayó especialmente el aspecto
dinámico del proceso de desarrollo vocacional frente a los
conceptos clásicos de la elección puntual y estática.
Se rechazó la noción del mero ajuste entre persona y
trabajo y se valoró en cambio una perspectiva con el conjunto
de elecciones que el sujeto realiza a lo largo de la vida,
encadenadas unas a otras configurando una “carrera”
académica.
La
misma división del trabajo de la primera experiencia del DOV
de la UBA acentuó la importancia que dimos a la información,
la exploración y la documentación, creando la ya famosa
Guía del Estudiante. También se pensó en la
evaluación y medición de los constructos con la
elaboración de muchos instrumentos propios y otros que fueron
estandarizados, y a la orientación psicológica con el
enfoque clínico de las entrevistas individuales y grupales.
Con esta organización atendíamos a los aspectos
cognitivos y a los motivacionales que conforman el modelo de carrera
que cada joven es capaz de elegir, a medida que se encamina hacia su
maduración y concreta sus imágenes sobre las
representaciones sociales de la vida profesional. Siempre tuvimos en
cuenta que lo más importante es hacer comprender a los
adolescentes que los factores de satisfacción profesional
están estrechamente ligados a la libertad y autonomía
en la organización y la realización del trabajo, así
como en el sentimiento de ser responsables ellos mismos de estos.
El
Departamento de Orientación Vocacional fue concebido desde el
primer momento, no solo como un centro de la Universidad en donde
podían concurrir los propios alumnos cuando tenían
problemas de elección de carrera, sino como un servicio a la
comunidad para jóvenes de todas las escuelas de la Capital que
necesitaran Orientarse para elegir estudios y además como un
centro de formación e investigación en Orientación
Vocacional que se consideraba una especialización muy
importante de los psicólogos . Entre ellos estaban: Miguelina
Guirao, Carlos Cuidet, Ederville Cagnone, Irene Orlando, Nora Sturm,
Adela Leivovitch de Duarte, Marta Brea, Rodolfo Bohoslavsky, Sara
Slapak, Ma. Martina Casullo, Raquel Lutsky, Clelia Ca, Graciela
Canesa, Julia Garcia, Federico Kaufman, Ángela Canavesi, Lucy
Wolf, Edith Adamosky, Celia Jaes , Néstor Yoguel, Ricardo
Sheffick, Liliana Misrahi, Sarita Leibeshutz, Elvira Nicolini, etc.
En
el Departamento de Orientación Vocacional de la Universidad de
Buenos Aires tuvimos horas más felices y menos felices,
tuvimos mucho diálogo y también controversia; pero no
me cabe ninguna duda de que todos los que participamos en aquella
época lo recordamos con gran afecto y un dejo de nostalgia En
esta época tuve oportunidad de realizar una gran cantidad de
tipificaciones de tests para orientación Vocacional como el
DAT, el test de las aptitudes Primarias de Thurstone, y otros. Cuando
dejé el Departamento de Orientación, escribí un
libro sobre el proceso de orientación “El profesor y la
Orientación Vocacional” que fue publicado en 1977 por
Ed. Trillas con un prólogo del Dr. Wayne Holtzman y del que se
han hecho múltiples reediciones. Estos fueron años muy
productivos.
En
1956 me casé y debo decir que fue gracias a la enorme
comprensión y compañerismo de mi esposo que pude
desarrollar tanta actividad. Durante muchos años tuve la
cátedra de Metodología Estadística, dirigía
el Departamento de Orientación Vocacional, formé parte
de innumerables jurados, concurrí a múltiples Congresos
y Jornadas, di muchos cursos de estadística en La Plata y en
Salta y todavía me quedó tiempo para traducir del
inglés más de una docena de libros algunos de ellos muy
importantes como “La Psicología Experimental” de
Woodwoth y Schlosberg, para Eudeba la “Estadística”
de Yamane y “La Naturaleza de la Inteligencia” de
Guilford para la Ed. Paidós.
En
1961, con mi esposo decidimos probar suerte en los Estados Unidos
Allí viajamos con nuestra hijita de seis meses hasta que
cumplió dos años. Era un año difícil para
los Estados Unidos. Para mi esposo, que era Ingeniero Agrónomo
fue muy difícil. Pero yo encontré trabajo como”
Senior Clinical Psychologist” en el Saint Lawrence State
Hospital, un hospital psiquiátrico al norte del Estado de
Nueva York sobre el río Saint Lawrence, a 50 millas de Otawa.
En el Hospital Saint Lawrence por primera vez trabajé con toda
la responsabilidad de un psicólogo clínico, realizando
muchos psicodiagnósticos para los psiquiatras, organizando
grupos operativos con los pacientes, la mayoría de los cuales
eran dipsómanos, y estuve en contacto directo con la
experiencia psiquiátrica de aquel momento, que por cierto era
bastante traumática y deprimente. Pasamos allí más
de un año; pero se nos terminaban las licencias de nuestro
trabajo en Buenos Aires y decidimos volver. Fue una gran experiencia,
no sólo desde el punto de vista profesional sino porque
pudimos conocer muy bien recorriendo en auto, los Estados Unidos y
Canadá. Debo decir que la profesión me ha
proporcionado muchas oportunidades de viajar y conocer centros
importantes.
En
1964 fui comisionada por la Universidad de Buenos Aires con el
auspicio de la Ford Foundation para asistir a un Workshop para
estudiosos extranjeros en el Educational Testing Service de
Princeton. Allí, que como es sabido es uno de los centros
psicométricos más importantes del mundo, tuve
oportunidad de estar dos meses especializándome con el
profesor Wantman y el Profesor Angoff y de conocer a los mejores
psicómetras de América Latina. Volqué esta
experiencia extraordinaria en mi tercer libro Manual para la
construcción de pruebas objetivas de rendimiento escolar
publicado por Editorial Paidós en 1968.
En
1967 fui invitada a concurrir como relatora al Paedagogisches Zentrum
de Berlin y en 1971 fui invitada por el Dr. Lee Cronbach a concurrir
a un congreso de Mental Testing en Estambul, Turquía. En 1970
volvió el Dr. Rimoldi a la Argentina para organizar su centro
de investigación, el CIIPME (Centro de Investigaciones
Interdisciplinarias en Psicología Matemática y
Experimenta) que dirigió durante muchos años en el
CONICET. Yo colaboré invitando a quienes por aquél
entonces, eran mis ayudantes de cátedra en la UBA. Y así
se conformó el primer equipo del Instituto. Trabajé
nuevamente con él como Vicedirectora del CIIPME durante un año
en forma totalmente honoraria y me sentí muy feliz de que
pudieran comenzar a trabajar con él ocho o nueve de mis
mejores ayudantes de las cátedras de Metodología de la
Investigación y de Estadística, que ya tenían
alguna formación en esta materia y deseaban especializarse en
investigación como los ya mencionados Alejandro Doublier,
Alfredo López Alonso, Nélida Rodríguez Feijoó,
Cristina Richaud de Minzi y otros.
También
enseñé Estadística en la carrera de Geografía,
y de Ciencias de la Educación, de ese período guardo
también muy buenos recuerdos. El resto es casi presente y es
difícil escribir objetivamente sobre ello, En 1984 me jubilé
y con mi esposo viajamos a los Estados Unidos y a Europa. Pasé
unos seis años alejada de la carrera.
En
1992 pensé que tal vez podría hacer algo en
investigación y por tercera vez el Dr. Rimoldi tuvo la
generosidad de aceptarme para que trabajara en el CIIPME con un
contrato del CONICET como Investigador Principal. Allí con un
subsidio para un PID realicé una investigación sobre la
relación entre logros en educación, inteligencia y
resolución de problemas nuevos. Al mismo tiempo, en 1994
publiqué mi cuarto libro Diseño Estadístico en
el que amplié con varios capítulos sobre técnicas
multivariadas y puse al día, mi primer manual de Estadística,
que aún en nuestros días se sigue utilizando como
manual de estudio.
Finalmente
dado que el CONICET no me renovaba el contrato desde 1996 volví
nuevamente en la Universidad de Buenos Aires donde el Consejo
Directivo de la Facultad de Psicología, que dirigía el
Decano Dr. Raúl Courel, pudo hacerme un contrato como Asesora
en Metodología y Estadística para trabajar en el
Instituto de Investigación de la Facultad. Al poco tiempo tuve
el honor de que la Universidad de Buenos Aires me diera el Diploma de
Profesora Honoraria de la misma.
Durante
estos últimos años de mi carrera procuro dedicar el
mayor tiempo posible a la investigación en forma libre pero
siempre doy algunos cursos de postgrado en la Universidad de Buenos
Aires y en otras Universidades privadas como USAL que me suelen
contratar.
Comparto
muchos proyectos junto a mi hija Ana, también psicóloga,
quien sigue mis pasos. Le gusta mucho la docencia y se entusiasma
mucho con hacer investigación. También tengo la ocasión
de formar a otros alumnos estudiosos que hacen conmigo su doctorado y
nos concentramos en algunos problemas que nos interesan. Por ejemplo
ahora, estoy sumamente interesada en los problemas del programa de
sesgos y heurísticos iniciado por Tversky y Kahneman, y
también estoy profundizando las modernas teorías
psicométricas. Así en el 2004 la Editorial TEA de
Madrid me ha publicado un test de aptitud verbal, llamado BAIRES en
el que he utilizado la Teoría de la Respuesta al Ítem.
Últimamente
he asesorado en metodología de la investigación en la
Dirección de Orientación al Estudiante. Allí uno
de los problemas que más se observan es la poca formación
de los alumnos secundarios para seguir estudios universitarios y su
falta de información, no solo respecto de las carreras sino
hacia el trabajo y las decisiones que han de tomar a través de
su trayectoria vital y estamos trabajando en estos problemas que son
por otro lado comunes en toda América Latina.
El
último gran esfuerzo para mí, ha sido la elaboración
del libro “Técnicas de Investigación Científica”
publicado este 2008 por Ed. Lugar, que hemos escrito junto con el Dr.
López Alonso y Macbeth. Este libro me ha hecho reflexionar
mucho sobre toda la investigación actual en Psicología.
Y me ha llevado a la conclusión de que es un gran error
dividir la investigación psicológica en cualitativa y
cuantitativa. La investigación cualitativa, con entidad
propia, tan de moda actualmente, creo que solo debe usarse cuando se
comienza un estudio exploratorio para descubrir y entender qué
yace detrás de un fenómeno que se conoce muy poco; pero
siempre hay que tener en cuenta que con sus procedimientos nunca se
puede constatar una hipótesis y que la investigación es
sólo una. La verdadera psicología, si quiere ser
ciencia, pienso que debe seguir reforzando sus métodos.
En
fin, para terminar creo que la psicología a nivel personal me
ha proporcionado una vida muy rica en experiencias. He tenido
oportunidad de vivir en varios países diferentes y de viajar a
muchos otros. Esto no ha sido obstáculo para que al mismo
tiempo construyera con mi esposo, una persona excepcional, sin la
cual no hubiera podido llegar hasta aquí, una linda familia,
con una hija Ana muy felizmente casada con un excelente compañero,
Claudio. Ella también ha querido ser psicóloga, ser
docente e investigar, y que me ha dado un nieto muy inteligente,
llamado Nahuel.
Creo
que desde chica tuve gran suerte con los padres y los hermanos y
posiblemente esto fue lo que me hizo pensar que lo más
interesante para conocer en este mundo, era el ser humano. Soy muy
sociable y he conocido a toda clase de gente alrededor del mundo y
tengo muchos amigos a los que les gustan las mismas cosas que a mí,
especialmente los libros y la música clásica. Y, aunque
he tenido, como todo el mundo, fracasos y frustraciones, nunca me he
arrepentido de haber querido ser psicóloga.
Nuria
Cortada de Kohan, Buenos Aires, 29 de septiembre de 2009