"...y
una mañana me sorprendió la idea de estar aislado para
estar protegido..." Paciente: LS
La
propuesta en este capítulo está centrada en establecer
los fundamentos por los cuales las intervenciones no farmacológicas
son determinantes para la calidad de vida de la persona y los
pacientes en contexto de cuarentena.
Introducción
El
adulto mayor (AM) necesita estar integrado socialmente y mantenerse
activo cognitivamente para mantener estados de bienestar. Estos
factores protectores están señalados en toda la
literatura como determinantes para una conducta funcional.
El
incremento de la expectativa de vida de la población genera
que haya un aumento en la frecuencia de enfermedades que aparecen en
edades avanzadas(Arizaga, 2011). El AM es una persona, y como tal,
necesita de un contexto humano para seguir manteniendo su naturaleza
humana. Ésta nos habla de estar integrados socialmente,
necesitamos de un otro, y este factor se vio severamente afectado en
contexto de pandemia. Aislados y con distanciamiento social no es el
hábitat favorecedor para un AM. Se necesita de muchas
fortalezas cognitivas, afectivas, conductuales y redes de apoyo
activas, no siempre presentes por diferentes razones.
Envejecer
saludablemente es la meta que nos motiva para seguir estudiando,
analizando y comprometernos en acciones clínicas y de
investigación que nos demuestran que esto se pueda lograr.
¿Cómo lo hacemos? Informando acerca de las adecuadas
condiciones higiénico – sanitarias del entorno familiar
y social, transmitiendo la importancia del control de ciertos
factores de riesgo para minimizar el impacto de determinadas
enfermedades evitables y demorar la pérdida de autonomía
que es una de las variables que más afecta no solo al AM sino
que a su entorno, ya que comienza una etapa de dependencia que
compromete a otros familiares. Poder percibir tempranamente factores
predictores de riesgo es determinante para una calidad de vida
factible.
El
envejecimiento lo entendemos entonces como un proceso dinámico
que si bien depende de la edad cronológica, se encuentra
atravesado por factores biológicos, psicológicos,
sociales, económicos, ecológicos, la experiencia
personal y situaciones
históricas.
Por lo tanto, comienza con el inicio de la vida, es progresivo e
inevitable y nuestra principal meta es lograr sobrellevarlo con la
mejor calidad de vida y autonomía. Para ello es fundamental
poder adquirir las herramientas necesarias para tomar buenas
decisiones, cuidar nuestra salud física, social y mental
(Rodríguez-Reyes & Durand Rill, 2018).
La
realidad indica que muy pocas personas se preparan para este momento
de la vida con una reserva emocional, intelectual y física que
les permita transitar los últimos años cosechando los
logros sembrados en el pasado. Es la construcción de una buena
calidad de vida, no sólo desde el punto de vista económico
(que es importante pero no determinante). La vejez no nos debe tomar
por sorpresa, hay que anticiparse y asumir con responsabilidad lo que
queremos para nuestro futuro.
Construir
una buena calidad de vida implica una filosofía de vida donde
el individuo trabaje sistemáticamente y a conciencia para
crear vínculos positivos con su entorno social, laboral y
familiar, fomenta un proceso de aprendizaje continuo, presente
curiosidad por nuevos desafíos, aumente su reserva
intelectual, ejercite su físico y alimente su salud emocional.
Logrando estos objetivos y proponiéndonos nuevos retos a lo
largo del ciclo vital nos permitirá anticipar situaciones y
asumir responsabilidades para transitar la vejez sin que nos agarre
por sorpresa. (Rojo-Perez & Fernandez-Mayoralas, 2011).
¿Por
qué y para qué intervenir?
Se
han producido muchos cambios en las condiciones de vida de las
personas mayores a partir de la declaración de la pandemia y
el aislamiento social en una primera etapa y el distanciamiento
social en una segunda instancia, llevándonos a tomar la
decisión de instalar la cuarentena como un nuevo sistema de
vida donde el contacto con el otro se ve atravesado por las nuevas
tecnologías y la instauración de nuevos modos de
acercamiento y contacto social.
Estos
hechos nos motivan a estudiar estas diversas y nuevas realidades de
los adultos mayores y los efectos neurocognitivos (NC) que pueden
presentarse a causa de este nuevo contexto. Hay quienes viven solos o
con un cónyuge o un familiar o un cuidador formal o en
residencias o institucionalizados, con o sin red familiar
responsable, con o sin red social que los contenga, con o sin
actividades de ocio que los ocupe.
Están
quienes presentan declinaciones neuropsicológicas, deterioro
cognitivo leve y/o demencia en diferentes grados de severidad. Cada
una de estas realidades impone un análisis, una reflexión
y una necesidad de planificar modalidades de intervenciones NC.
Se
presenta una variedad de problemáticas que surgen de
diferentes necesidades a partir de la pandemia. El razonamiento y
juicio clínico para planificar una evaluación apropiada
y
a partir de ella la implementación de las intervenciones no
farmacológicas sugeridas será el desafío que nos
propusimos en este capítulo.
La
percepción y las interpretaciones individuales producto de los
significados serán determinantes en cómo se vivirá
esta nueva realidad. Como punto de inflexión surgen múltiples
aprendizajes que reflejan realidades diversas que tuvimos que
identificar para poder implementar nuevas estrategias y afrontar sus
consecuencias.
En
la práctica clínica nos encontramos con diferentes
escenarios a raíz de la pandemia. Familias que han tenido que
hacerse cargo de sus AM ante el temor de que un extraño
ingrese en las casas de sus padres por miedo al contagio. Y ello
trajo aparejados otros inconvenientes. En algunos casos la mudanza
del AM a la casa de algún familiar para estar mejor asistido,
o la mudanza hacia el hogar del AM o su institucionalización.
Si bien estas decisiones son tomadas en pos de una mejor asistencia y
protección, dejan de lado factores tan importantes como el
bienestar emocional y neurocognitivo. Desde el ámbito
emocional encontramos mayores niveles de ansiedad y depresión
en el AM por alejarse de su hogar y sus rutinas. Desde la esfera
neurocognitiva nos encontramos con AM que se encontraban atravesando
estadios iniciales de alguna patología neurodegenerativa y
estos cambios abruptos funcionaron como estresores agravantes de la
patología de base con consecuencias negativas en su desempeño
cognitivo y funcional. (Azevedo et al., 2021; Cohen, Russo, Campos, &
Allegri, 2020b, 2020a).
Esfera física:
Hemos
visto como el aislamiento social no solo ha afectado los lazos
sociales y el funcionamiento cognitivo sino también los
aspectos físicos por la falta de movilidad. Los individuos se
han vuelto más sedentarios, pues no se les permite salir de su
hogar, y esta condición además de aumentar el riesgo
indirecto de otras patologías crónicas prevenibles,
tiene un costo directo y es el aumento de la rigidez, dolores
articulares, debilidad y entumecimiento muscular, entre otros. En
esta situación es necesario intervenir ofreciéndoles
alternativas posibles dentro de sus hogares, para prevenir estas
dolencias y favorecer un buen funcionamiento del cuerpo en su
totalidad. Junto a una indicación médica que autorice
actividades aeróbicas, tenemos la oportunidad de fomentar
ejercicios de elongación, estiramiento y flexibilidad acordes
a la edad (OMS, 2015).
Esfera anímica/emocional:
Asimismo
debemos intervenir sobre síntomas de ansiedad, pensamientos
catastróficos, sentimientos de angustia y soledad, adoptando y
construyendo nuevos hábitos acordes a la situación
actual (Sandín, Valiente, García-Escalera, &
Chorot, 2020).
Esfera neurocognitiva:
Desde
una perspectiva neurocognitiva podremos abordar estas cuestiones
sumadas a lo que concierne al aspecto cognitivo. El cerebro del AM
aún conserva un cierto grado de plasticidad con lo cual
mantenerlo ejercitado es sumamente valioso para poder prolongar su
autonomía y compensar aquellos déficits que podemos
objetivar mediante una evaluación neurocognitiva o incluso por
la propia queja del paciente o sus familiares (Tirro, 2016).
Se
plantea una intervención holística tendiente a mejorar
la calidad de vida de los AM donde puedan desarrollar de forma segura
sus actividades, mantener una actitud positiva y creativa para
favorecer una vida productiva e independiente (Mateer, 2003).
Para
Sohlberg y Mateer, quienes son dos de los pilares fundamentales en
materia de rehabilitación neurocognitiva, un programa de
intervención neuropsicológica debe ser lo más
idiosincrático posible, ya que de esta manera se pueden
proponer estrategias que sean útiles y ecológicas para
un sujeto en particular (Sohlberg & Mateer, 2001).
Algunos
de nuestros pacientes participaban de talleres de memoria a los que
concurren semanalmente. En ellos se brindaba un espacio de
estimulación neurocognitiva tendiente a reforzar las funciones
mentales superiores, pero sobre todos eran encuentros grupales donde
compartían con otros individuos sus experiencias de vida, se
enriquecen con las vivencias e historias de cada uno de ellos,
trabajamos sobre aspectos de actualidad y cultura, se realizaba una
puesta en escena de diversas opiniones acerca de una temática
en particular, podían compartir sus ideas, sus puntos de
vista, sus logros y sus equivocaciones con un grupo de pares.
Aprendían a ser más flexibles y tolerantes con el otro,
aceptar que hay diferentes modos de ver las cosas y que no hay
mejores ni peores, sino que todas son válidas. Eran un gran
grupo de contención emocional. La pandemia puso freno a esos
encuentros tan esperados y en un primer momento pareció que se
disolvía lo que tanto tiempo había costado armar. La
buena predisposición de las familias, al interés de los
participantes y sobre todo a esa capacidad de resiliencia que
encontramos y a la que apostamos ha logrado que hoy en día los
talleres sigan funcionando. Sin duda reversionados, con varios
cambios a los que fuimos adaptándonos, tanto los profesionales
como los participantes y sus familias. Porque la virtualidad fue la
estrella que acaparó nuestra atención y mediante la
cual pudimos seguir conectados y apostando a la unión como
grupo, a darnos contención, testimonios de vida, compartir
herramientas que nos fueron eficaces en esta situación tan
particular en la que nos vimos inmersos. Y las nuevas modalidades de
vinculación se fueron construyendo.
Intervenciones no farmacológicas:
El
adulto mayor es una persona y como tal necesita de un contexto humano
para seguir manteniendo su naturaleza humana. La salud entendida como
el bienestar físico, psíquico y social del hombre,
resultante de la equilibrada interacción con el medio ambiente
en que se desarrolla, se considera un indicador que evidencia tanto
el desarrollo de una sociedad determinada como el de los individuos.
Para caracterizar el estado de salud de un individuo se han de tomar
en consideración varios indicadores entre los cuales conocer
las condiciones higiénico-sanitarias de su entorno familiar y
social es imprescindible. La
salud
del individuo hay que determinarla como un proceso dinámico de
las distintas influencias a que está sometido y como una
categoría social.
Si
se toma en consideración que la educación es una
categoría eterna y que el aprendizaje es un proceso que
acompaña al ser humano durante toda la vida, entonces se está
de acuerdo en que la educación permanente es la educación
organizada con carácter formal e informal que contribuye a que
el individuo ensanche sus horizontes sin límites de tiempo ni
espacio, con el fin de alcanzar en el grado más elevado
posible su desarrollo social, personal o profesional y mediante el
cual sea capaz de aprender, reaprender y desaprender permanentemente.
Permite el control de determinadas enfermedades evitables y demorar
la dependencia, que es lo más afecta no solo al adulto mayor
sino a su entorno ya que comienza una etapa de dependencia que
compromete a otros familiares o no.
A
continuación se mencionan las estrategias sugeridas para el
cuidado del adulto mayor en contexto de pandemia según la
Organización Mundial de la Salud:
1.
Respetar las medidas indicadas por la organización mundial de
la salud para la prevención del contagio de la enfermedad
(Higiene de manos, utilización de barbijo/cubre boca-nariz,
evitar las 3 "C": Espacios cerrados,
congestionados
o que entrañen contactos cercanos.
Evite lugares abarrotados o interiores, mantenga la ventilación
de espacios cerrados. Evite tocarse los ojos, la nariz y la boca. Al
toser o estornudar cúbrase la boca y la nariz con el codo
flexionado o con un pañuelo, limpie y desinfecte
frecuentemente las superficies, en particular las que se tocan con
regularidad.
2.
Mantener el contacto social con el adulto mayor y evitar su
aislamiento es el pilar fundamental, implicando el uso de tecnología
en muchas ocasiones como herramienta para mantenerse conectados.
Ejemplo, llamados telefónicos diarios, videollamadas y
plataformas virtuales. Si es posible, encuentros en espacios al aire
libre y/o lugares ventilados manteniendo el distanciamiento
recomendado pero asegurando la calidad de los vínculos
afectivos.
3.
Promover el mantenimiento de rutinas diarias que impacten es esfera
cognitiva, afectiva y física. Ejemplo, rutinas de ejercicios
adaptados a la movilidad e indicación profesional en cada
individuo, especialmente aquellos ejercicios destinados a promover la
movilidad articular y propiocepción. Las plataformas virtuales
pueden ayudar a conectarse en horarios definidos de forma bi o
trisemanal como acompañamiento y supervisión durante la
realización de dichas actividades.
4.
Respetar las visitas médicas y controles periódicos de
salud, especialmente en aquellos con patologías crónicas.
No modificar esquemas farmacológicos sin previa autorización
profesional.
5.
Si se detectan alteraciones del estado de ánimo y/o
conductuales, consultar a la brevedad para iniciar un acompañamiento
terapéutico adecuado. Asimismo, ser conscientes y detectar
síntomas relacionados a estados de sobrecarga del cuidador,
siendo que dicha circunstancia perjudica la calidad de vida del mismo
y peligro
el
cuidado del AM a su cuidado, consultar en estas situaciones a un
profesional es fundamental para obtener estrategias que ayuden a
controlar este estado.
6.
Limitar la sobreexposición a canales de noticias que divulguen
una perspectiva catastrófica ante la situación
sanitaria actual y generen distorsiones cognitivas.
7.
Si es posible, participar de talleres virtuales de estimulación
cognitiva que brinden un lugar de encuentro con pares y
acompañamiento por parte de profesionales para realización
de ejercicios y consignas para mantener activo el desafío
intelectual. En caso de individuos que no disfruten de encuentros
grupales, consultar por opciones de estimulación cognitiva
individual, respetando el perfil de personalidad de cada paciente.
8.
Mantener y respetar horarios de sueño adecuados, evitar
tiempos prolongados en cama durante las horas diarias, aprovechar
horarios de luz natural para realizar los quehaceres cotidianos y
rutinas de actividades mencionadas previamente. En lugares con poca
exposición solar, realizar salidas diarias a lugares al aire
libre como parques o plazas cercanos al domicilio como rutina y/o
mantener las luces interiores encendidas durante el día
mientras permanecen en casa.
9.
Asegurar un plan nutricional adecuado para el adulto mayor en estas
condiciones para evitar situaciones de malnutrición. Ofrecer
ayuda para realizar las compras semanales teniendo en cuenta las re
comendaciones profesionales para garantizar la adecuada alimentación
y nutrición y no abandonar las dietas indicadas en cada caso.
10.
En los casos de individuos en estadios de demencia que necesiten la
asistencia diaria de cuidadores, priorizar su acompañamiento y
no suspenderlo por temor al contagio, siempre y cuando se respeten
las medidas higiénicas preventivas sugeridas en el primer
punto.
La
forma en que cada persona adulta mayor puede verse afectada por la
pandemia de COVID-19 depende tanto de su salud física como de
su perfil de salud integral (aspectos físicos y psicológicos).
Esta modalidad de atención, desarrollada en el capítulo,
es factible incluso en tiempo de pandemia y aislamiento social. El
aislamiento físico no implica un distanciamiento afectivo.
Vivencias de cuidados preservando la calidad de vida y estados de
bienestar son el gran desafío para el equipo
interdisciplinario en salud.
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