ISSN 2618-5628
 
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Reducción de incidente traumático (TIR)  
Psicoterapia, Tratamientos basados en la evidencia  
     

 
Reducción de incidente traumático (TIR- Traumatic Incident Reduction)
 
Cazabat, Eduardo H.
Sociedad Argentina de Psicotrauma (SAPsi)
 
Kriwet, María R. C.
Sociedad Argentina de Psicotrauma (SAPsi)
 

 

Introducción

TIR fue desarrollado aproximadamente hacia 1984 por Frank Gerbode y otros colaboradores, entre los que se encuentran, principalmente, Gerald D. French y David Mayo. Este procedimiento forma parte, y es al mismo tiempo, la herramienta más reconocida y desarrollada, de una corriente más amplia denominada Metapsicología. Es un tratamiento breve, simple, centrado en la persona, y altamente estructurado (Cazabat, 2015; French, y Harris, 1999; Gerbode, 1995, 2005b, 2006; Moore, 2005, 2008).

 

Antecedentes

Entre los antecedentes teóricos que TIR reconoce se encuentran: (a) el Abordaje Centrado en la Persona, de Carl Rogers, (b) Freud y su Teoría Traumática de las Neurosis, (c) Pavlov y la Teoría del Estímulo Condicionado (French, y Gerbode, 2005/2007; French, y Harris, 1999; Gerbode, 2005a, 2006; Moore, 2005; Welch, y Rothbaum, 2007).

Carl R. Rogers y el Abordaje Centrado en la Persona

El Abordaje Centrado en la Persona fue desarrollado por Carl R. Rogers (1902-1987) quien fue uno de los fundadores de la psicología humanística. La idea central de este abordaje es que los individuos cuentan con la sabiduría suficiente acerca de sí mismos como para entenderse, y cambiar su auto-concepto y sus actitudes, y tienen la capacidad de dirigir su conducta. Estos recursos pueden ser activados por medio de la creación de un contexto psicológico de facilitación (Lux, Motschnig-Pitrik, y Cornelius-White, 2013). TIR reconoce como una característica propia el hecho de estar centrado en la persona (French, y Gerbode, 2005/2007; French, y Harris, 1999; Gerbode, 2005a, 2006; Moore, 2005; Welch, y Rothbaum, 2007).

En esta tradición, así como Rogers rechaza el término paciente por promover una relación paternalista y de dependencia, y lo reemplaza primeramente por la denominación de cliente, que luego desecha, por la connotación comercial que conlleva, y adopta finalmente la de persona (Lux, Motschnig-Pitrik, y Cornelius-White, 2013), TIR denomina al consultante con el término viewer (observador). (En este trabajo se adoptará la denominación habitual en nuestro medio de consultante o paciente, terapeuta o psicoterapeuta, y terapia o psicoterapia). La elección de este término se debe a que el procedimiento de TIR lleva al consultante a confrontar el incidente traumático por medio de un proceso de visualización u observación (French, y Gerbode, 2005/2007; French, y Harris, 1999; Gerbode, 2005a, 2006; Moore, 2005).

Análogamente, TIR desecha el término terapeuta, debido a que establece una relación asimétrica y de dependencia y adopta el de facilitador, ya que su función es justamente la de facilitar el proceso de visualización que debe llevar a cabo del consultante, por medio del procedimiento de TIR (French, y Harris, 1999; Gerbode, 2005a; Moore, 2008). La función del facilitador entonces es la de proveer una estructura, un ambiente seguro, y una metodología por medio de los cuales el consultante puede llegar a descargar los recuerdos traumáticos, cargados emocionalmente. El facilitador ayuda al consultante a hacer el trabajo, sin hacer otra cosa que proveer el procedimiento para que el consultante pueda poner su atención en la inspección de sus contenidos mentales (Gerbode, 2006).

Otra característica del enfoque rogeriano que TIR comparte es la Aceptación Positiva Incondicional, entendida como profundo respeto por la experiencia de la persona. Acepta a la persona tal como es, sin ningún tipo de juicio, respetando su potencial, sin exigencias de ningún tipo. Esto conlleva que el terapeuta rogeriano (y, consecuentemente el terapeuta que aplica TIR) no utiliza en ningún momento la evaluación o la interpretación (Lux, et al., 2013).

Todas estas características están orientadas a fortalecer (empower) al consultante, promoviendo su desarrollo (French, y Gerbode, 2005/2007; French, y Harris, 1999; Gerbode, 2005a; Lux, et al., 2013). Asimismo, tanto la característica de estar centrado en la persona como la aceptación positiva incondicional contribuyen a la creación de un contexto terapéutico seguro (Gerbode, 2006).

Sin embargo, un componente central del abordaje rogeriano, la no-directividad, no está presente en TIR. La no-directividad implica que es el consultante quien provee estructura a la sesión. Por el contrario, TIR es un abordaje altamente directivo y estructurado (French, y Gerbode, 2005/2007; French, y Harris, 1999; Gerbode, 2005a, 2006; Moore, 2005). La directividad y estructuración acelera el procesamiento de los recuerdos traumáticos (Gerbode, 2006).

Freud y la Teoría Traumática de las Neurosis

En Estudios sobre la histeria, Freud y Breuer (1895/1992) proponen la importancia de eventos externos en la génesis de los síntomas histéricos, y que las neurosis tenían sus orígenes en experiencias de trauma psicológico. Esta idea fue revolucionaria en su momento, dado que las creencias más avanzadas entendían estos trastornos con su origen en la biología.

La hipótesis de Freud era que sus pacientes histéricas reprimían la conciencia de los recuerdos traumáticos. Esta represión se realizaba para evitar los contenidos aversivos y sus implicancias. De todas maneras, estas memorias reprimidas no eran borradas u olvidadas, sino que eran mantenidas fuera de la conciencia (Kudler, Krupnick, Blank Jr., Herman, y Horowitz, 2009). También plantean los autores el papel de la catarsis o abreacción en la descarga de las emociones reprimidas (Brandell, 2012).

La catarsis fue reemplazada por la elaboración, para la cual se requería un trabajo repetitivo, preciso, de exploración del proceso dinámico de formación del síntoma (Kudler, et al., 2009).

Por otra parte, un elemento central en el enfoque de Freud, la interpretación y el análisis, están totalmente ausente en TIR, limitándose el terapeuta a aplicar el procedimiento preestablecido, sin interpretación alguna por su parte.

Pavlov y la Teoría del Estímulo Condicionado

Según la teoría pavloviana del estímulo condicionado, la contigüidad temporal entre un estímulo incondicionado (p. ej., la comida) con un estímulo neutro (p. ej., un sonido) convierte a este último en estímulo condicionado, de tal manera que al presentar el estímulo condicionado solo, el individuo responde como si estuviera presente el estímulo incondicionado (la comida), p. ej., salivando. De la misma manera, estímulos neutros presentes al momento del trauma, pueden quedar asociados al estímulo aversivo, de tal manera de quedar configurados como estímulo condicionados, o disparadores del trauma. Asimismo, estos nuevos estímulos condicionados, en subsecuentes ocasiones, pueden asociarse a otros estímulos neutros, deviniendo éstos últimos, a su vez, nuevos estímulos condicionados o disparadores de la respuesta traumática (French, y Harris, 1999; Gerbode, 1999; 2005b).

 

Supuestos básicos de TIR

La idea central detrás de TIR es que muchos de los temas recurrentes en la vida de las personas, así como los sentimientos, emociones, dolores psicosomáticos, actitudes y sensaciones disfuncionales, tienen en su origen una o más experiencias perturbadoras o traumáticas que no han sido completamente procesadas. El recuerdo permanece inalterado, más allá de si el sujeto lo recuerda o no, independientemente del tiempo pasado, constituyendo así la base de las respuestas y conductas presentes. Es decir que los síntomas presentes son considerados como consecuencias de la activación de experiencias pasadas, archivadas y procesadas inadecuadamente (French, y Gerbode, 2005/2007; French, y Harris, 1999; Gerbode, 1995, 2005b, 2006; Moore, 2005, 2008).

Después de haber padecido una experiencia potencialmente traumática, las personas tienen la posibilidad de enfrentar completamente lo pasado, sentirlo, inspeccionarlo, de tal manera que quede archivado en la memoria, sin reprimirlo, y ser completamente consciente. De esta manera una experiencia potencialmente traumatogénica, no queda cargada emocionalmente, y no constituye un trauma (French, y Gerbode, 2005; French, y Harris, 1999; Gerbode, 2006). Para algunas personas, resulta difícil enfrentar dicha situación, por el dolor causado por la misma, e intentan bloquear total o parcialmente su concientización. El hecho de no enfrentarlo, de no ser totalmente consciente del mismo, hace que el incidente conserve una carga emocional, de tal manera que el trauma sigue afectando la vida emocional de la persona. Al reprimirlo, el incidente (junto con la intención de no experimentarlo y cualquier otra intención o actividad presentes en el incidente), mantienen su carga emocional, quedando como un tema pendiente. De esta manera, permanecen en el presente de la persona, afectándolo de forma negativa. Esos incidentes tienen una intención reprimida e insatisfecha (French, y Gerbode, 2005/2007; French, y Harris, 1999; Gerbode, 1995, 2005b, 2006; Moore, 2005, 2008).

 

Ciclos de actividad

Terminar acciones y satisfacer intenciones permite a las personas vivir plenamente el presente. Cuando las personas tienen proyectos inconclusos o intenciones frustradas, estos permanecen en el presente, influyéndolo, hasta que la persona los dé por concluidos. Cada actividad de la vida tiene un ciclo: un comienzo, un desarrollo y un final. Todo ciclo comienza con la intención de la persona de realizarlo. La intención permanece activa hasta el momento en que se concluye el ciclo, con la realización de la intención. Un viaje, p. ej., comienza con la intención de realizarlo, se mantiene durante la preparación y su concreción, y se ve satisfecha con la finalización del mismo. De esta manera se concluye el ciclo de la actividad. En este caso, la intención, la actividad, y el período en el que ocurren, comparten la misma extensión de tiempo. Otra manera de completar un ciclo de actividad, es abandonando conscientemente la intención que le dio inicio. En el ejemplo del viaje, si la intención de la persona era viajar a Brasil, podría desistir de realizarlo, ya sea porque perdió el interés, porque no tiene el dinero suficiente, o porque al pasar por Uruguay decide quedarse allí a pasar sus vacaciones. De esta manera, la intención original de viajar a Brasil queda finalizada. Para ello es necesario ser consciente de la intención y del contexto en el cual se creó (French, y Gerbode, 2005/2007; French, y Harris, 1999; Gerbode, 2006).

Si la intención no es satisfecha o desechada conscientemente, queda inconclusa, como un tema pendiente indefinidamente, y el ciclo permanece incompleto. La insatisfacción de una intención y el ciclo incompleto son las características esenciales de un trauma. Cuando la persona intentó bloquear el incidente traumático, no afrontándolo completamente, ese ciclo permanece incompleto e inconsciente. Cuando algún disparador del presente lo activa, ya sea por similitud de claves contextuales, semejanza de temas del presente, etc., el incidente traumático resulta reestimulado, actualizando de ese modo la intención inconclusa (French, y Gerbode, 2005/2007; French, y Harris, 1999; Gerbode, 2006). Por ejemplo, una mujer que ha sido violada, y ha decidido no enfrentar el incidente bloqueándolo, pudo haberse formulado, al momento de la violación, la intención de no experimentar placer o de no permitir la penetración. Al haber quedado el ciclo incompleto, la intención permanece activa, y, aun años después, podría ser que cada vez que la mujer va a tener relaciones sexuales en un contexto seguro (con su pareja, p. ej.) no pueda gozar o no pueda permitir ser penetrada.

A veces, los problemas presentados por las personas son producto de un incidente traumático, otras veces, son producto de una acumulación de ellos. Al primer incidente de la secuencia se lo denomina incidente raíz. El incidente raíz es un incidente traumático primario, ya que su carga emocional proviene exclusivamente del incidente en sí. Los siguientes incidentes de la secuencia son denominados incidentes traumáticos secundarios, y su carga emocional deriva, en parte, de la reestimulación de los incidentes traumáticos anteriores (French, y Gerbode, 2005/2007; French, y Harris, 1999; Gerbode, 2006).

"(…) casi todos los síntomas habían nacido como unos restos, como unos precipitados si ustedes quieren, de vivencias plenas de afecto a las que por eso hemos llamado después «traumas psíquicos»; y su particularidad se esclarecía por la referencia a la escena traumática que los causó. Para decirlo con un tecnicismo, eran determinados {determinieren} por las escenas cuyos restos mnémicos ellos figuraban, y ya no se debía describirlos como unas operaciones arbitrarias o enigmáticas de la neurosis. Anotemos sólo una desviación respecto de aquella expectativa. La que dejaba como secuela al síntoma no siempre era una vivencia única; las más de las veces habían concurrido a ese efecto repetidos y numerosos traumas, a menudo muchísimos de un mismo tipo. Toda esta cadena de recuerdos patógenos debía ser reproducida luego en su secuencia cronológica, y por cierto en sentido inverso: los últimos primero, y los primeros en último lugar; era de todo punto imposible avanzar hasta el primer trauma, que solía ser el más eficaz, saltando los sobrevenidos después" (Freud, 1910/1992, p. 11).

De esta manera, tal como describe Freud, se forma una cadena o secuencia de incidentes traumáticos que están en el origen de los sentimientos, emociones, dolores psicosomáticos, actitudes y sensaciones indeseados por las personas. El objetivo de TIR es recorrer la secuencia de incidentes para alcanzar el incidente raíz, y resolver su carga emocional (French, y Gerbode, 2005/2007; French, y Harris, 1999; Gerbode, 2006, Moore, 2005, 2008).

Un incidente traumático incluye los pensamientos, sensaciones y sentimientos con que la persona reaccionó en ese momento, además de las percepciones del incidente. Todo esto permanece presente gracias a que no es percibido y entendido completamente, debido a la evitación o bloqueos de sus contenidos, según lo explicado precedentemente. Al revisar cuidadosamente el incidente, la persona puede llegar a ser plenamente consciente de qué sucedió y de cómo reaccionó. Y de esta manera, puede completar el ciclo de cualquier decisión o intención que se haya formulado en aquel momento. Así, al reducir la carga emocional o eliminarla totalmente, la intención contenida en el incidente desaparece, dejando de influir en el presente (French, y Gerbode, 2005/2007; French, y Harris, 1999; Gerbode, 1995, 2006).

Para conseguir este objetivo, el procedimiento de TIR provee a la persona la oportunidad de inspeccionar detalladamente el incidente, por medio de repetidas visualizaciones y relatos del incidente. La Repetición es útil para: (a) tomar conciencia precisa sobre un tema, (b) eliminar acciones compulsivas (como las determinadas por las intenciones inconclusas), y (c) establecer habilidades (French, y Gerbode, 2005/2007; French, y Harris, 1999; Gerbode, 1995, 2006; Moore, 2005, 2008).

 

Tipos de TIR

Cuando la persona desea abordar un incidente traumático conocido, el procedimiento a aplicar se denomina TIR Básico. Cuando lo que desea abordar la persona es un tema, tal como sentimientos, emociones, dolores psicosomáticos, actitudes y/o sensaciones indeseados, el procedimiento a aplicar se denomina TIR Temático (Cazabat, 2010, 2015; Cazabat, y Kriwet, 2008; French, y Gerbode, 2005/2007; French, y Harris, 1999; Gerbode, 1995, 2006; Kriwet, 2007; Moore, 2005, 2008).

La intervención del terapeuta está altamente pautada. El protocolo consiste en una serie de preguntas y consignas fijas que conducen al paciente a entrar en contacto con la situación traumática, así como con los sentimientos, sensaciones, cogniciones, etc., que el mismo genera. El terapeuta no ofrece intervenciones ni interpretaciones. Toda la atención del consultante debe estar orientada hacia adentro, a sus contenidos mentales, a recuperar esa memoria traumática, entrar en contacto con ella y ponerla en palabras. En todos los casos, las sesiones en las que se aplica TIR no tienen una duración predeterminada, y su finalización está determinada por la aparición de un Punto Final (Cazabat, 2015; Cazabat, Mussi, Kremer, 2004; French, y Gerbode, 2005/2007; French, y Harris, 1999; Gerbode, 1995, 2006; Moore, 2005, 2008). El protocolo de TIR permite al consultante enfrentar totalmente el incidente traumático (Gerbode, 2006). En esencia, el procedimiento se basa en recorrer mentalmente el incidente de principio a fin, usualmente con los ojos cerrados, y luego contar qué es lo que recorrió. Es importante mantener la separación entre ambas fases, dado que durante la fase de recorrer mentalmente (viewing) el consultante está en un modo receptivo, en contacto experiencial con el incidente, mientras que en la fase en la que debe contar, el consultante se encuentra en un modo integrativo, procesando cognitivamente el material observado en la fase anterior (Gerbode, 2006).

 

El procedimiento de TIR Básico

En primer lugar, se determina el incidente traumático a abordar. Seguidamente se pregunta al consultante: (a) cuándo sucedió, (b) dónde sucedió, y (c) cuánto dura el incidente. A continuación, se le indica al consultante "vaya al comienzo del incidente y dígame cuando esté ahí", y luego se le pide, por única vez "cuénteme qué percibe". Frente a esta última consigna, se espera que el consultante dé una descripción del primer cuadro de la secuencia que está a punto de recorrer, como para obtener un punto de anclaje al cual volver frente a cada repetición. Una vez que lo hizo, se le pide que "recorra el incidente hasta el final (con los ojos cerrados), y dígame cuando lo haya hecho". Una vez cumplida la consigna, se le pide al consultante "cuénteme qué pasó". Una vez completado este ciclo, se repiten los pasos "vaya al comienzo del incidente y dígame cuando esté ahí", "recorra el incidente hasta el final (con los ojos cerrados), y dígame cuando lo haya hecho", y "cuénteme qué pasó". Estos pasos se repiten la cantidad de veces necesarias como para alcanzar un Punto Final (French, y Gerbode, 2005/2007; French, y Harris, 1999).

Habitualmente, las emociones expresadas por los consultantes durante la sesión de TIR y su intensidad, son un buen indicador del curso del tratamiento. Después de un aumento inicial de la intensidad de las emociones negativas, éstas deberían ir atenuando su intensidad, o dejando lugar a emociones más neutras o positivas. Cuando esto no ocurre, o el terapeuta está inseguro del curso de la sesión, puede preguntar a continuación del relato del consultante, "el incidente, ¿se está volviendo más liviano… más pesado?". Si la respuesta es "más liviano", eso indica que la carga emocional del incidente está siendo reducida, y por lo tanto se continúa con el mismo procedimiento (French, y Gerbode, 2005/2007; French, y Harris, 1999; Gerbode 2006).

Si la respuesta fuera "igual" o "más pesado", significa que, probablemente, hay una carga emocional proveniente de un fragmento del incidente que no está siendo abordada, o en su defecto de otro incidente traumático anterior que está siendo reestimulado. Por lo tanto, el terapeuta, frente a esas respuestas, pregunta "¿hay un comienzo previo para este incidente?". En el ejemplo anterior de la mujer violada, podría ser que la agresión hubiera comenzado antes del punto de comienzo elegido. Frente a una respuesta positiva, se repite todo el procedimiento con el nuevo comienzo del incidente. Si la respuesta fuera negativa, el terapeuta pregunta "¿hay un incidente similar anterior?", dado que es probable que la carga emocional provenga de un incidente previo que está siendo reestimulado por el procedimiento. En caso de que la respuesta sea positiva, se repite todo el procedimiento con el nuevo incidente. Si la respuesta fuera negativa, se vuelve al protocolo, y se repiten las consignas. Luego de algunas repeticiones más, se vuelve a partir de "el incidente, ¿se está volviendo más liviano… más pesado?" (French, y Gerbode, 2005/2007; French, y Harris, 1999; Gerbode, 2006).

 

El procedimiento de TIR Temático

Por medio de TIR Temático se pueden abordar sentimientos, emociones, dolores psicosomáticos, actitudes y sensaciones indeseados. Algunos ejemplos pueden ser: celos, fobias, migrañas (psicógena), náuseas (psicógena), dificultad para dormirse, rechazo al sexo, falta de deseo, anorgasmia, miedo a rendir exámenes, temor a la exposición pública, tartamudez (psicógena), actitud voraz con la comida, etc. Como la raíz del problema se supone que está en un incidente traumático temprano, se provoca una regresión no hipnótica hasta alcanzar dicho incidente, se reduce su carga emocional por medio del procedimiento de TIR, llevando de esta manera a su resolución (Cazabat, 2010, 2015; Cazabat y Kriwet, 2008; French y Gerbode, 2005; French, y Harris, 1999; Gerbode, 2006).

En este caso, se pide al consultante que elija un incidente que contenga el tema a abordar. Se realizan las mismas consignas y preguntas que en TIR Básico, con la diferencia que, como el incidente que se va a abordar inicialmente no es con seguridad el incidente raíz del problema, luego de dos, tres o cuatro recorridas se pregunta al consultante "¿hay un incidente anterior que contenga X", siendo X el tema que está siendo abordado. De la misma manera, luego de algunas repeticiones se vuelve a preguntar por un incidente anterior, hasta llegar de este modo, al incidente raíz de la secuencia. Este incidente debe ser previo al comienzo del tema tratado. Una vez alcanzado el incidente raíz, se repite el procedimiento hasta lograr la reducción total de su carga emocional. Una vez hecho esto, el tema se resuelve (French, y Gerbode, 2005/2007; French, y Harris, 1999).

 

Punto Final

A medida que recorre una y otra vez el incidente traumático, se van recuperando fragmentos perdidos de la memoria traumática, pueden producirse catarsis o abreacciones (a veces muy intensas) y el relato va transformándose paulatinamente. Cuando se ha completado un examen detallado y minucioso de la experiencia traumática, mediante la repetición continuada del procedimiento, se obtiene una reducción o eliminación de la carga emocional, liberando al individuo de sus consecuencias negativas. Se promueve, por lo tanto, alivio de síntomas, insights y decisiones, alcanzándose de este modo, un Punto Final. El Punto Final indica al terapeuta que debe concluir con el procedimiento y la sesión (Cazabat, 2010, 2015; Cazabat y Kriwet, 2008; Cazabat, et.al., 2004; French, y Gerbode, 2005/2007; French, y Harris, 1999; Gerbode, 2005a, 2005b, 2006; Moore, 2005).

El Punto Final se caracteriza por:

- Buenos indicadores analógicos (risas, sonrisas, expresión de alivio o distención, piel sonrosada, etc.)

- Comprensión o insights.

- Extraversión (desplazamiento de la atención del incidente pasado hacia el presente o hacia el terapeuta)

- También el consultante puede experimentar

- Desaparición de condiciones indeseables (nerviosismo, cefalea, tensión muscular).

- Habilidad ganada o recuperada (perdonar, comunicar) (Cazabat, et al., 2004; French, y Harris, 1999; French, y Gerbode, 2005/2007; Gerbode, 1995, 2005b).

- El Punto Final puede ser precipitado en el momento oportuno formulando las preguntas "¿qué le parece el incidente ahora?" y/o "¿tomó alguna decisión en el momento del incidente?" (French, y Gerbode, 2005/2007; French, y Harris, 1999;).

Según Cazabat, et al., (2004), algunos de los procesos psicológicos identificados en la aparición del Punto Final son los siguientes:

1. Cambios en los planos cognitivo, emocional, actitudinal y conductual: se produce un proceso de auto-reestructuración cognitiva. De esta manera, el consultante adopta una nueva perspectiva sobre su experiencia traumática. Se produce una corrección de las distorsiones cognitivas. Por su parte, también se presentan modificaciones en el plano emocional, donde las emociones negativas dejan lugar a emociones positivas. Toda esta transformación de la estructura cognitivo-afectiva, provoca también un cambio actitudinal, facilitando comportamientos proactivos compatibles con los objetivos terapéuticos establecidos.

2. Transformación de la narrativa: el consultante va construyendo una historia alternativa de los sucesos traumáticos. Este proceso de resignificación aporta a la sustitución del dolor por sentimientos coherentes con el nuevo marco de significación.

3. Cambios en la dimensión temporal: mientras que, en la experiencia traumática, el pasado permanece influyendo en el presente, luego de la reducción de la carga emocional por medio de TIR, el incidente pasa a permanecer al pasado, cesando sus interferencias con las experiencias del presente.

4. Desidentificación: el consultante pasa de una posición de sujeto-víctima de una experiencia traumática a una posición de sujeto testigo de sujeto-víctima de una experiencia traumática. Al no experimentar más el pasado como parte del presente, puede reconocerse como el mismo de la experiencia traumática, pero al mismo tiempo distinto. Se produce así una experiencia integradora de la experiencia subjetiva, conservando la mismidad y la continuidad.

5. Expectativas de autoeficacia: al dejar de ser víctima del pasado, TIR promueve expectativas de autoeficacia positiva, conectando al consultante con sus propios recursos.

6. Significados espontáneos post-sesión: en algunas oportunidades, a posteriori de la sesión, aparecen insights espontáneos.

 

El papel del terapeuta

Diversos autores (French, y Gerbode, 2005/2007; French, y Harris, 1999; Gerbode, 2005b, 2006; Moore, 2005) enfatizan algunas de las características especiales y comportamientos prescriptos para el terapeuta en las sesiones de TIR. Dichas características y comportamientos se encuentran resumidas en las Reglas de la Facilitación. Estas reglas están orientadas a fomentar la independencia y autonomía del consultante, así como garantizar la realización del procedimiento hasta alcanzar el Punto Final. Las reglas más destacadas, se resumen a continuación.

1. No interpretar: no es función del terapeuta TIR ofrecer interpretaciones, reformulaciones o puntos de vista. Todos ellos deben surgir del propio trabajo del consultante, durante el proceso de TIR. El consultante es considerado el único experto en la materia abordada: sus contenidos mentales.

2. No evaluar: no es función del terapeuta TIR emitir su propio juicio sobre el consultante, ya sea positiva o negativamente. La evaluación positiva, fomenta la dependencia del consultante respecto del terapeuta, y por otra parte, por contraste, puede funcionar como evaluación negativa cuando está ausente.

3. Mantener el control de la sesión: el terapeuta debe hacer todo lo posible para realizar todos los procedimientos necesarios para llegar a un Punto Final, y no dejar una sesión inconclusa.

4. Estar interesado, no ser interesante: el terapeuta debe pasar a formar parte del fondo de la sesión, no llamando la atención del consultante, de tal manera que éste pueda poner toda su atención en la inspección de sus contenidos mentales. Cualquier acción del terapeuta que atraiga la atención del consultante sobre sí, lo sustrae del trabajo y del procedimiento.

5. Actuar predeciblemente: el procedimiento, previamente explicado al consultante, debe ser respetado, de tal manera de no sustraer la atención del mismo.

6. Hacer todo lo posible para llevar la sesión a un Punto Final (French, y Gerbode, 2005/2007; French, y Harris, 1999; Gerbode, 1995)

 

Cuándo no aplicar TIR

Los casos en los que no es viable aplicar TIR son los siguientes:

1. Problemas del consultante con las drogas o el alcohol

2. Consumo de cierto tipo de medicamentos que dificultan la experimentación de emociones, tales como sedantes, los analgésicos fuertes y los tranquilizantes en general

3. Consultantes presionados a realizar la consulta, y que no tienen interés propio en la resolución de algún tema (p.ej., derivados por orden judicial)

4. Cuando la atención del consultante está dirigida a problemas actuales de tal manera que no pueden concentrarse en los problemas del pasado

5. Consultantes psicóticos, o con fortaleza yoica insuficiente, como para soportar la experimentación de emociones negativas intensas

6. Consultantes de corta edad, de tal manera que les impide concentrarse durante largo tiempo (Cazabat, 2015; French, y Gerbode, 2005/2007; French, y Harris, 1999).

Recientemente el National Registry of Evidence-based Programs and Practices (Registro Nacional de Programas y Prácticas Basados en la Evidencia) de SAMHSA (por sus siglas en inglés, Substance Abuse and Mental Health Services Administration – Administración de los Servicios de Salud Mental y Abuso de Sustancias) de los Estados Unidos, luego de realizar la evaluación de la calidad de las investigaciones y estudios publicados, reconoció a TIR como una práctica basada en la evidencia para el TEPT, la depresión, la ansiedad y la autoeficacia (NREPP, 2011).

 

Referencias

Brandell, J. R. (2012). Psychoanalytic Theory (Part I). En S. Ringel, & J. R. Brandell (eds.) Trauma: contemporary directions in theory, practice, and research, (pp. 41-61). Thousand Oaks, Ca: Sage.

Cazabat, E. H. (2010). Un caso de tartamudez de origen traumático abordado con TIR. Revista de la Asociación de Psicoterapia de la República Argentina, 3(2). Disponible en http://apra.org.ar/revistadeapra/pdf/Noviembre_10/_Cazabat_art.pdf

Cazabat, E. H. (2015). Abordajes innovadores en el tratamiento del trauma psicológico. EMDR, TIR, Terapias Basadas en la Energía. En B. S. Kerman (ed.). Nuevas Ciencias de la Conducta. Las herramientas del cambio (pp. 399-416). Bs. As.: Universidad de Flores.

Cazabat, E. H., & Kriwet, M. R. C. (2008). Tratamiento para los dos extremos del abuso. En D. Mosca, E. H. Cazabat, & R. O. Lescano (Eds.). IX Congreso de Estrés Traumático (pp.115-120). Bs. As.: Akadia.

Cazabat, E. H., Mussi, C. M., & Kremer, M. (2004). TIR: completar la narrativa para aliviar los sufrimientos. En G. Piperno et al. Las psicoterapias como camino (pp. 45-56). Bs. As.: Ricardo Vergara Ediciones.

French, G. D., & Gerbode, F. A. (2007). TIR. Taller de Reducción de Incidente Traumático. (Traducción de E. H. Cazabat), Reimpresión de Traumatic Incident Reduction Workshop, 2005 (5a. ed). Ann Arbor, MI: AMI Press.

French, G. D., & Harrys, C. (1999). Traumatic Incident Reduction. Boca Ratón, FL: CRC.

Freud, S. (1895/1992). Estudios sobre la histeria. En S. Freud, Obras completas, vol. II. Bs. As.: Amorrortu.

Freud, S. (1910/1992). Cinco conferencias sobre psicoanálisis. En S. Freud, Obras completas, vol. XI (pp. 1-51). Bs. As.: Amorrortu.

Gerbode, F. A. (1995). Beyond Psychology. An introduction to Metapsychology (3rd. ed.). Menlo Park, CA: IRM Press.

Gerbode, F. A. (2005a). Applied Metapsychology: Therapy or Personal Grouwth?. En V. R. Volkman (Ed.). Beyond Trauma. Conversations on Traumatic Incident Reduction (2nd. ed.) (pp. 276-281). Ann Arbor, MI: Loving Healing Press.

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1ra Edición - Diciembre 2018
 
 
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