ISSN 2618-5628
 
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Eficacia  
Procrastinación, Terapia de aceptación y compromiso (ACT)  
     

 
Procrastinación y Terapia de Aceptación y Compromiso. Un abordaje basado en valores
 
Furlan, Luis Alberto
Universidad Nacional de Córdoba
Laboratorio de Evaluación Psicológica y Educativa
 
Farías, Martín
Universidad Nacional de Córdoba - Laboratorio de Evaluación Psicológica y Educativa
 

 

¿Qué es la procrastinación?

La procrastinación hace referencia a un patrón conductual caracterizado por el hecho de postergar una o varias actividades, ya sea en su inicio, desarrollo o finalización (Steel, 2007). Cabe destacar que en varias ocasiones la persona termina finalizando la actividad, pero hasta ese momento ya ha pasado tiempo sin realizar avances, haciendo otras actividades que nada tienen que ver con la primera, incluso en presencia de sensaciones de estrés por no cumplir con lo que debía realizar. Toda una serie de conductas que sostenidas en el tiempo repercuten en la salud, al vivenciar sensaciones, emociones y pensamientos displacenteros.

Se destaca el carácter voluntario de la conducta en el aplazamiento de sus compromisos personales y en su lugar se realizan otras actividades innecesarias, a pesar de ser conscientes de las consecuencias que esto acarrea (Angarita, 2012). Se da una marcada discrepancia entre la intención y la acción propiamente dicha. Hay obstáculos que se presentan a la hora de la ejecución, como dificultades en relación a escaso o nulo repertorio de habilidades relacionadas con el estudio, afrontamiento de exámenes, manejo de emociones displacenteras, control de impulsos, entre otras.

La procrastinación, lejos ser un problema que se circunscribe a una sola área de vida, puede manifestarse en el ámbito laboral, familiar, de pareja, cuidado de la salud, capacitación y desarrollo profesional, uso del tiempo libre como así también en el ámbito académico (Angarita Becerra, 2012). Y si bien topográficamente puedan parecer distintas, por ejemplo posponer ir al médico y postergar un examen, ambas conductas pueden tener una misma función (alivio de malestar), teniendo equivalencia funcional. Esto quiere decir que, por más que en su presentación sean diferentes, dependen del mismo contexto: los eventos y relaciones que explican la ocurrencia de la conducta son similares (ante qué antecedentes aparece y qué consecuencias/efectos ocasiona).

Si bien es una problemática que puede darse en diversos ámbitos y momentos, la procrastinación académica es un comportamiento que encuentra una alta prevalencia en la población universitaria. Se estima que entre el 80% y el 95% del estudiantado universitario adoptó en algún momento conductas dilatorias, el 75% se autopercibe como alguien que procrastina y el 50% aplaza frecuentemente la dedicación a los estudios (Steel, 2007).

Algunas investigaciones muestran el impacto de la procrastinación académica: reducción del tiempo de estudio, bajo desempeño académico; precario, temporal y superficial aprendizaje; bajas calificaciones, pérdida de oportunidades; exámenes desaprobados y abandono de carrera (Beswick et al., 1988; Rabin et al., 2011; Rothblum et al., 1986; Senecal et al., 1995). Es por esto que tomar consciencia de los costos que esta conducta trae aparejado es tan relevante y por lo cual, a lo largo de los años, en el campo de la psicología han ido surgiendo abordajes terapéuticos que buscan dar respuesta a una problemática de alta prevalencia y consecuencias en las personas.

 

¿Qué es la Terapia de Aceptación y Compromiso?

Durante los últimos años, han emergido un amplio número de terapias psicológicas desde la tradición conductual que comparten algunos aspectos en común, y que han sido denominadas por Hayes (2004) como "La Tercera Ola de terapias de conducta". Entre ellas se encuentra la Terapia de Aceptación y Compromiso (Hayes et al., 1995), un modelo de terapia de conducta basado en la evidencia que ha mostrado ser efectiva en el tratamiento de problemáticas como ansiedad, depresión, consumo problemático de sustancias, dolor crónico, entre otros (Gloster et al., 2020).

Este conjunto de terapias traza una diferencia con los abordajes TCC clásicos en relación al foco de intervención, incluso en la conceptualización de los pensamientos y causalidad o no en los patrones de conducta de las personas. La terapia de aceptación y compromiso (de ahora en más ACT, por sus siglas en inglés y su común utilización de esta forma) busca transformar las funciones o la relación que el individuo tiene con sus experiencias internas (pensamientos, emociones, sensaciones, etcétera), en vez de alterar la forma o el contenido de las mismas.

El cambio principal es que en ACT el foco está puesto en cómo nos relacionamos con lo que pensamos y sentimos y no solo en el contenido del pensamiento como elemento causal de conductas. En concreto, se pone el énfasis en aprender a no tomar los pensamientos como categorías definitorias, literales y verídicas en todo momento sino en observar y abrirse a la experiencia del pensar sin tener una intención de control, modificación y/o eliminación de la misma. El no emprender una agenda de control de los pensamientos permite prevenir el malestar asociado y centrar la energía en emprender las acciones efectivas que pueden aliviar el sufrimiento (Hayes & Wilson, 1995).

 

Modelo psicopatología y salud

Para ACT el sufrimiento humano está dado por la rigidez psicológica, por ciertos procesos que deterioran la capacidad de responder de manera flexible y significativa a contextos cambiantes (Maero, 2022). Esto se traduce en un repertorio de conductas estrecho, que tienen como función evitar y/o escapar del malestar como estrategia principal, y con una cantidad menor de acciones orientadas a aquello que es valioso para la persona.

ACT busca modificar la relación con el malestar partiendo de la base de que centrarse en el control del malestar, dejarse llevar o quedarse fusionado a él supone perder la dirección hacia fines valiosos. Por lo que ACT buscará generar un repertorio amplio y flexible de acciones encaminadas a avanzar hacia metas u objetivos orientados a los valores personales (Luciano y Valdivia, 2006; Páez Blarrina y Montesinos Marín, 2016).

Este modelo plantea que hay repertorios conductuales que denotan mayor rigidez psicológica y sufrimiento y, por otro lado, acciones que expresan flexibilidad psicológica, variabilidad conductual y acciones cargadas de sentido y propósito. Ambos registros están conformados por seis procesos de flexibilidad y seis procesos de inflexibilidad o rigidez. Estos procesos se expresan a través del modelo gráfico llamado Hexaflex {ver figura 1}.

La alternativa que propone ACT es la flexibilidad psicológica, definida por Hayes y otros (2006) como la habilidad de contactar plenamente con el momento presente, ser consciente y poder apreciar con distancia los pensamientos y sensaciones que se tienen y persistir o cambiar el comportamiento cuando hacerlo sitúe a la persona en una dirección valiosa. Se busca que se pueda desarrollar un repertorio de conductas flexible y sensible al contexto.

La flexibilidad psicológica es una meta habilidad que implica seis sub-habilidades o procesos: Aceptación, Defusión, Contacto con el momento presente, Yo contexto, Valores y Acción Comprometida (Hayes et al., 1996). A continuación se definirán brevemente tanto el proceso de flexibilidad como de inflexibilidad psicológica.

Aceptación se refiere a la capacidad de una persona para recibir todas aquellas experiencias internas sin luchar contra las mismas (Harris, 2009). Asumir una actitud de apertura y disposición a experimentar aquello que se pueda estar dando dentro de cada uno/a, aunque pueda resultar desagradable, indeseable o inoportuno. En cambio, la evitación es el proceso inflexible, en el que la persona no tiene ninguna disposición a estar en contacto con su malestar, por lo que emite conductas de control con motivo de modificar el mismo, ya sea suprimiendo, cambiando o evitando dichas experiencias desagradables.

Defusión es el proceso que tiene como objetivo que la persona pueda distanciarse de la toma del contenido literal de sus pensamientos (Hayes et al., 2012). Aquí se plantea una gran diferencia con modelos de terapia cognitivo conductuales clásicos, en referencia a que el foco no está en el cambio de contenido, sino en transformar la relación y las funciones de la persona para con sus contenidos verbales. La fusión cognitiva se refiere al proceso por el cual quienes piensan están influenciados por el contenido de sus pensamientos en lugar de considerarlos como estados internos transitorios (Greco et al., 2008). La persona tiene una relación con sus pensamientos de creencia casi absoluta en ellos, considerándolos como realidades descriptivas de lo que acontece. Hay una literalización de los contenidos mentales.

Otro proceso que encontramos es el Contacto con el momento presente. Consiste en la capacidad de dirigir la atención de forma deliberada, flexible y focalizada (Maero, 2022). Estas tres cualidades son las que le permiten a la persona tener mayor flexibilidad en el direccionamiento de su atención plena al aquí y ahora, lo cual le permite una toma de decisión más sensible al contexto actual. En tanto que la atención inflexible se refiere a la dificultad para prestar atención a la información importante, la tendencia a rumiar o preocuparse en exceso (Hayes et al., 2012). Se puede ver a través de realizar acciones en piloto automático, sin tomar contacto de forma consciente con la experiencia actual, quedando pegado a pensamientos del pasado o el futuro.

El yo como contexto se refiere a una posición de observador frente a eventos psicológicos en lugar de creer que son aspectos que definen a la persona en sí misma (Monestès et al., 2009). Esta habilidad tiene que ver con la posibilidad de tomar distancia del autoconcepto que las personas han construido de sí mismas, pudiendo notar las situaciones y vivencias desde un rol de observador, percibiendo el momento a momento. Sumado al hecho de disponer de mayor flexibilidad a la hora de comportarse, sin quedarse pegados con esas supuestas autodefiniciones. Por su parte, el yo como concepto puede ser definido por la identidad que una persona se construye a sí misma o al mundo a partir del lenguaje y lo que define del mismo (Hayes et al., 2012). El Yo concepto se ve manifestado en el apego a las autodefiniciones verbales o historias narradas que cuenta alguien sobre sí mismo, siendo esto como un libreto que determina su variabilidad conductual, es decir, hace o no hace, si este acto es coherente con ese concepto que tiene de sí.

Valores, es una de las propuestas raíz en ACT, ya que esto le conferirá la direccionalidad a los actos realizados. Los valores dan sentido y vitalidad a la vida de una persona y la confusión de ellos puede conducir a comportamientos disfuncionales o inflexibles (Hayes et al., 2012). La falta de clarificación de valores, conlleva a una pérdida de direcciones vitales o valiosas para la persona y esto puede verse en falta de objetivos, metas o razones que demarquen un horizonte al cual dirigirse a través de diversas acciones; o en su defecto, seguir aquello que socialmente está bien considerado pero poco tiene que ver con las motivaciones genuinas de la persona; por ejemplo "ser un estudiante 10", en el caso de que para la persona esto no sea relevante pero para cierto sector social sí lo sea.

Acción comprometida es un proceso que se puede definir por la participación en comportamientos coherentes con los valores a través de un conjunto de acciones y decisiones, a pesar de sensaciones internas desagradables (Neveu y Dionne, 2010). La Inacción y/o impulsividad son dos formas de dar cuenta de mayor inflexibilidad psicológica en este aspecto. Acciones puramente emocionales, sin tener en cuenta si es una conducta basada en valores, o, en su defecto, una pasividad que puede resultar sumamente frustrante para la persona en algunos casos.

 

Una mirada a la procrastinación desde ACT

Desde el punto de vista de ACT la procrastinación puede ser entendida como un patrón de conducta rígido, caracterizado por la evitación de experiencias displacenteras. Algunas investigaciones sobre el marco conceptual de ACT en relación con la procrastinación han encontrado evidencia de que está relacionada con niveles más bajos de aceptación, atención plena y acción comprometida (Glick et al., 2014; Sirois y Tosti, 2012; Gagnon et al., 2016).

Por otro lado, Eisenbeck y otros (2019) aportan que los niveles más altos de procrastinación se relacionan con elevada angustia psicológica, inflexibilidad psicológica, ansiedad, depresión y estrés. Estas conclusiones se relacionan con la visión presentada por otras investigaciones sobre la relación entre procrastinación y estrés (Sirois, 2023), lo cual plantea a las conductas de procrastinación como estrategias desadaptativas de regulación emocional ante experiencias académicas displacenteras.

Esta conceptualización es muy cercana a lo que plantea ACT en el abordaje de las problemáticas psicológicas, en las cuales los comportamientos inflexibles pueden estar dados por dos grandes procesos que son la evitación experiencial y la fusión cognitiva.

Mandil y otros (2017) expresan que la fusión cognitiva es entendida como la predominancia de las funciones simbólicas del lenguaje por sobre las funciones directas de un estímulo, es decir, los pensamientos son tomados como literales o verdades absolutas que guían el comportamiento, a pesar de la experiencia directa que se tiene en el contexto actual. Esto se vuelve problemático cuando domina de forma excesiva la conducta, por ejemplo pensamientos como "me va a ir mal", "yo funciono bajo presión, así que voy a estudiar unos días antes".

La evitación experiencial está caracterizada por conductas dirigidas a evitar y suprimir la presencia de malestar, ya sean pensamientos, recuerdos, sensaciones o sentimientos que se acompañan de malestar (Hayes, 1996). Estas conductas no son patológicas per se, se consideran así cuando interfieren con valores, afectando las diferentes áreas vitales de la persona, en detrimento del desarrollo de una vida con sentido y propósito.

Es por esto que entendiendo a la procrastinación como un repertorio estrecho de conductas que tiene la función de evitar experiencias displacenteras y el apego a pensamientos definitorios literalizados sobre lo que hacen o la visión de sí mismo que tienen, el modelo de Flexibilidad psicológica, junto con el desarrollo de los seis procesos, será una buena opción para lograr mayor variabilidad conductual y acciones dirigidas a valores.

En el plano académico, muchas actividades evocarán emociones tales como ansiedad, frustración, vergüenza, tristeza y demás, y con mayor presencia e intensidad en contextos específicos de evaluación. Ante esto, y la serie de actividades que los/as estudiantes deben realizar, es muy probable que se den conductas de procrastinación. Varios estudios han reportado el vínculo entre la no aceptación de estados displacenteros como frustración, afecto negativo, y angustia, y el aumento de procrastinación (McCown et al., 2012; Wohl et al., 2010). Siendo esto una muestra de que cuanta mayor capacidad de aceptar y vivir sus experiencias internas se tenga, mayor posibilidad de no comportarse bajo seguimiento de reglas inflexibles y poder efectuar acciones dirigidas a valores.

Para esto, el desarrollo de habilidades de aceptación le permitirán al sujeto el entrenamiento y ejecución de mayor disposición a estar en contacto con esas experiencias, permitiendo que el afrontamiento de dichas instancias sea más adaptativo y funcional, sin tener que realizar de forma inmediata conductas de escape y evitación. Sumado a que serán acciones basadas en valores del tipo académico, como avanzar en la carrera de forma comprometida, teniendo como consecuencia sensaciones de plenitud y orgullo por lo realizado.

Estudios recientes han identificado vínculos entre la atención inflexible y la procrastinación. Gagnon y otros (2016) identificaron una correlación negativa entre atención plena y procrastinación. Además, Sirois y Tosti (2012) observaron correlaciones negativas moderadas entre conciencia y procrastinación, y entre mindfulness, estado de ánimo depresivo y ansiedad. Así, explican cómo una persona que está más atenta al momento presente tiene menos tendencia a reaccionar impulsivamente a las emociones asociadas con las tareas escolares. Por ende, si en etapas de preparación de exámenes, un estudiante se encuentra más enfocado en el posible error futuro de una evaluación, desencadenando una respuesta de miedo y/o ansiedad, probablemente responda de forma impulsiva queriendo dejar de estudiar para evitar estar en contacto con dicha emoción, lo cual hablaría de un repertorio inflexible de la capacidad atencional.

Los ejercicios derivados del Mindfulness tienen un papel importante en la autorregulación de experiencias internas y comportamiento, teniendo como una de tantas consecuencias el desarrollo de repertorios flexibles de atención al momento presente. Por ejemplo técnicas dirigidas al reconocimiento de emociones, sensaciones o identificación de pensamientos en el momento presente. De hecho, en su revisión de la literatura, Brown et al. (2007) reportan los efectos positivos del mindfulness en la autorregulación de emociones, cogniciones y conductas.

Por el lado de la Fusión cognitiva, probablemente muchos estudiantes sean sensibles a quedarse pegados a pensamientos displacenteros sobre posibles resultados, rendimiento u opiniones de quienes evalúan su accionar académico. Muchos pensamientos son moduladores del estado de ánimo, teniendo como correlato la respuesta emocional pertinente al tipo de pensamiento que se ha tomado como literal. McCown y otros (2012) encontraron que quienes procrastinan tienden a realizar más autocríticas sobre su desempeño que aquellos que no procrastinan. Por otro lado, Flett y otros (2012), indican que este tipo de pensamientos centrados en la persona y su rendimiento están correlacionados con reacciones emocionales y conductas desagradables que, a su vez, se vinculan con mayor procrastinación.

Por lo que el desarrollo de habilidades de Defusión, a través de metáforas, ejercicios vivenciales, le permitirá a la persona tomar distancia de aquellos contenidos verbales, teniendo la posibilidad de realizar acciones más sensibles a los aspectos valiosos de su vida, y no tanto en base a la impulsividad inmediata como respuesta a procesos de fusión cognitiva. La finalidad será modificar la función aversiva que los pensamientos tienen al ser tomados como literales.

Hayes y otros (2012) sugieren que una persona al centrarse demasiado en las conceptualizaciones rígidas, reduce el rango de comportamientos en los que puede participar, porque tenderá a actuar de forma coherente con la concepción que tiene de sí misma. Esto hace referencia a cuando hay un una fuerte presencia del Yo-Concepto, es decir, cuando para la persona es real todo aquello que percibe de sí mismo y como se presenta ante su contexto vincular.
Una persona que se autodefine como procrastinadora verá como poco coherente con la visión que tiene de sí misma el hecho de ponerse a estudiar con mayor tiempo de antelación, incluso puede quedarse fusionada a autodefiniciones como "yo estudio mejor bajo presión". Aquí se ve claramente un ejemplo de conducta gobernada por reglas, en las que el repertorio de acción es estrecho y solo se ejecuta el comportamiento evocado por dicha regla verbal, en tanto que estudio mejor si es bajo presión, por lo tanto, si no estudio bajo presión no lo haré bien. Dando esto como resultado el refuerzo de la conducta de procrastinar y del autoconcepto de procrastinador.

Cuando la persona va desarrollando la capacidad de apelar a su Yo-Observador las autodefiniciones no son tomadas como realidad, sino que se autopercibe como una persona cambiante que más allá de su historia de aprendizaje y lo que en algún momento funcionó, puede reorientar su conducta hacia objetivos o metas valiosas que signifique acercarse al tipo de estudiante que le gustaría ser.

La clarificación de valores es una instancia crucial en ACT, ya que esto le conferirá sentido a las acciones que se lleven a cabo y específicamente si eso permite acercarse o no a aquello que es importante para cada persona. Los valores están presentes como horizonte, como función motivacional, y sirven para darle sentido al comportamiento, impregnar las acciones de dirección y propósito, aportar vitalidad a la conducta momento a momento. En el caso de la persona que se encuentra procrastinando en el área educativa, sería fundamental identificar aquellos valores académicos que evidencian el tipo de estudiante que le gustaría ser, para luego identificar las acciones de compromiso concretas que le permitan conferir sentido a su día a día, sea en tareas de estudio, actividades prácticas, rendir, etcétera.

Es importante explicitar que valores y metas no son lo mismo. Ya que estas últimas tienen un final, es decir implican un resultado a alcanzar, por ejemplo "presentarme a un examen", "recibirme", "conseguir un trabajo". En cambio, los valores no se agotan en sí mismo, ya que no indican el alcance de un resultado específico. Por ejemplo "ser un estudiante comprometido y entusiasta a la hora de participar" es algo que puede ser llevado a cabo a través de participar en clase, presentarse a un examen, estudiar a tiempo, unirse a grupos de estudio, etcétera Lo cual permite un repertorio de acciones más amplio y flexible. Una acción orientada a una meta que no genera los resultados esperados puede vivenciarse como frustrante; en cambio, una acción orientada a valores a pesar de que no se obtengan resultados favorables es valiosa de todos modos, porque la satisfacción está en la acción misma (Maero, 2022).

Algunos estudios reportan un vínculo entre la procrastinación y la dificultad para perseverar en el logro de metas a largo plazo (Gustavson et al., 2014) y su correlato con impulsividad (Loehlin y Martin, 2014). El foco en el proceso de acción comprometida permitirá basar la toma de decisiones en acciones significativas y que permitan acercarse a aquello que es valioso. Al enmarcar acciones basadas en valores, la persona tendrá un factor motivacional más genuino que aquello que pueda ser una regla social. Por ejemplo, una cosa es "quiero ser un estudiante responsable y eso lograrlo a través de estudiar 2 horas al día y ver videos sobre contenidos de la materia en Youtube" y otra cosa es "quiero ser un buen estudiante y no desaprobar nunca". Si bien, cada enunciado tiene su contenido de verdad, el primero tiene un desarrollo más personal, específico y plausible para la persona.

El trabajo con acción comprometida también implica la formulación de objetivos concretos y realizables. Ya que plantear generalidades como "estudiar más", puede que sea más propenso a ser postergado ya que lo puedo hacer hoy, mañana, pasado. Sin embargo, enunciados muy específicos como "estudiar tres unidades en una hora" puede que tenga posibilidad de no alcanzar a ser realizado, por la dificultad del planteo, lo cual, tendrá mayor tendencia a evocar frustración y/o ansiedad, teniendo como resultado abandonar una vez más el estudio.

El entrenamiento en estos seis procesos o habilidades propuestos por ACT, impacta en diversos factores que han sido correlacionados con la procrastinación. Es un enfoque novedoso y la aplicación en este ámbito también. Es por esto que en los últimos años ha ido aumentando la producción científica al respecto, ya que interesa ver la eficacia del modelo para el abordaje de la problemática.

 

Eficacia de intervenciones basadas en ACT

Al ser un abordaje dentro de las terapias basadas en la evidencia, es fundamental que ACT cuente con sustento empírico acerca de la implementación de protocolos de intervención en el abordaje de ciertas problemáticas.

Hasta el momento hay algunas investigaciones que se han llevado a cabo para evaluar la eficacia de ACT sobre la procrastinación. Los protocolos de intervención propuestos varían en duración, frecuencia, modalidad y en la focalización en algunos procesos de ACT por sobre otros.

Estos estudios informan acerca de la eficacia de ACT como propuesta de intervención para la reducción de conductas de procrastinación. Algunos de ellos se comparan con tratamientos basados en terapia cognitivo conductual y otros con lista de espera. Evalúan los cambios comparando tiempos de administración de instrumentos de medición (pre, post y follow) intragrupo e intergrupo.

La tendencia que puede observarse es que la procrastinación académica y algunas variables asociadas a ellas (como angustia, miedo al fracaso, ansiedad, etcétera) se reducen luego de que la persona pasa por una propuesta de tratamiento. En el caso particular de ACT en comparación con la propuesta TCC (Wang et al., 2016) se identifica que los cambios obtenidos en el caso de las personas expuestas a la primer condición de tratamiento (ACT) se mantuvieron en el Follow UP (FU), dando cuenta que la Terapia de Aceptación y Compromiso genera cambios más duraderos en el tiempo.

Para finalizar, cabe destacar que los estudios que buscan evaluar la eficacia de ACT son escasos hasta el momento, mostrando resultados alentadores y que invitan a que la investigación al respecto siga creciendo. Dentro del contexto latinoamericano no se han encontrado producciones científicas al respecto, al menos publicadas. Desde la Universidad Nacional de Córdoba, Argentina, en el Laboratorio de Evaluación Psicológica y Educativa, estamos llevando a cabo una línea de investigación en relación a la procrastinación y a evaluar la eficacia de ACT y TCC. Esperamos que los resultados de estas propuestas puedan ser un aporte de la comunidad local al contexto general científico y poder de esa forma desarrollar propuestas de intervención basadas en la evidencia y que sean beneficiosas para la población.

 

Referencias

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10ma Edición - Junio 2023
 
 
Figura 1
 
 
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