Introducción
La
terapia dialéctico conductual o Dialectical
Behavior Therapy (DBT
por sus siglas en inglés) surge a finales de la década
del 90 en un grupo de investigación liderado por Marsha
Linehan (Linehan et al., 1999). En sus inicios esta terapia se
dirigía a pacientes con trastorno límite de la
personalidad (TLP), conductas autolíticas o intentos de
suicidio (Linehan et al., 1999; Linehan et al., 2002; Kliem et al.,
2010). Los primeros resultados de los ensayos abrieron la oportunidad
para que se extendiera esta terapia a otros trastornos relacionados a
la desregulación emocional (McMain et al., 2001).
La
terapia en DBT tiene dos aspectos importantes: la terapia individual
en la que se trabajan las conductas que se identifican como conductas
problema, y el entrenamiento en habilidades donde se aprenden las
herramientas para disminuir la frecuencia de crisis emocionales. El
programa terapéutico en DBT incluye la realización de
módulos que tratan diferentes ejes de la conflictiva del
paciente mediante la incorporación de habilidades para superar
algunos de los problemas de la vida cotidiana. Dichos módulos
se enseñan en grupo, y se afianzan a través de la
terapia individual, el coaching telefónico, las entrevistas de
orientación a familiares y la red, realizándose además
reuniones semanales para el equipo de terapeutas (Linehan et al.,
1999). Una adaptación especial de este esquema ha surgido para
pacientes con trastorno por uso de sustancias (TUS) (Dimeff, 2008;
Linehan et al., 1999).
La
regulación de las emociones es especialmente difícil
para las personas con TUS, lo que puede contribuir a mantener su
consumo y ser un factor clave para el tratamiento (Dingle et al.,
2017). Asimismo, existe una frecuente asociación de TUS y los
trastornos límites de la personalidad (Sackmann, 2012). Los
pacientes con esta comorbilidad suelen tener una evolución más
tórpida, con mayor intensidad en la dependencia física
y en la problemática social, emocional y legal (Bornovalova et
al., 2005). Es en esta línea que en el Dispositivo Pavlovsky
(DP) se ha incorporado la modalidad de terapia DBT para pacientes con
TUS y pacientes con comorbilidad TUS-TLP. La derivación de
pacientes a este espacio terapéutico se realiza en base a la
detección de diversos rasgos, como por ejemplo: conductas
autolíticas, inestabilidad emocional, impulsividad,
conflictiva interpersonal, entre otros (Sullivan et al., 2020).
El
programa DBT-TUS en el Dispositivo Pavlovsky
El
programa DBT-TUS ha sido conformado desde el año 2022 como una
diversificación de la propuesta dentro del dispositivo
ambulatorio, atendiendo la necesidad y particularidades de la
población de pacientes cuyo motivo de consulta consistía
en conductas problema vinculadas al consumo, pero que al mismo tiempo
presentaban síntomas y criterios compatibles con un cuadro de
TLP. El proceso se inicia cuando los potenciales pacientes se ponen
en comunicación con el dispositivo a través de dos
líneas telefónicas habilitadas de lunes a lunes de 8 a
22 horas, así como a través de la página web
(www.dispositivo pavlovsky.com). Una vez realizado el contacto se
coordina con el interesado en un plazo de menos de 24 horas para dar
inicio (en lo posible en el mismo día) al proceso de
evaluación. Esta celeridad en la respuesta tiene como objetivo
maximizar la posibilidad de que el paciente reciba ayuda en el
momento que la solicita. Esta evaluación dura cuatro
entrevistas y es realizada por psicólogos, psiquiatras y
toxicólogos del equipo en cualquier día de la semana
(lunes a domingo) en horarios matinales, vespertinos y nocturnos.
En
las entrevistas se evalúa: motivo de consulta y enfermedad
actual, viabilidad de implementación de un tratamiento
ambulatorio, presencia de riesgo cierto e inminente, comorbilidades,
tratamientos previos, impacto en la salud global, presencia de red de
contención, motivación del paciente a realizar
tratamiento, estadio de cambio. En la misma instancia, se realiza un
informe diagnóstico con las condiciones y el marco del
tratamiento sugerido para el paciente. En el caso de los pacientes
con consumo problemático de sustancias en los que se detecte
comorbilidad o predominancia de rasgos de TLP y se hallen en
condiciones para la realización de un tratamiento ambulatorio,
se les propone participar de un programa enfocado en DBT- TUS.
El
programa utiliza en forma central la Terapia Dialéctico
Conductual en una población específica de pacientes en
los que predominan los síntomas de desregulación
emocional y cuyas conductas problemas incluyen el abuso de sustancias
además de otras, como autolesiones, atracones y/o gastos
compulsivos. El programa DBT-TUS se lleva a cabo en una sede
diferente y se focaliza en ayudar a los consultantes a desarrollar
habilidades para poder estar plenamente en el presente, poder regular
las emociones, fortalecer vínculos y adquirir habilidades
interpersonales, aprender a tolerar el malestar y a atravesar
momentos de crisis sin recurrir al consumo de sustancias.
Para
los pacientes del Programa DBT-TUS del dispositivo, la asistencia a
grupos
terapéuticos
dos
veces a la semana, de una duración de 90 minutos (3 horas
semanales) es una actividad central. Los grupos de DBT están
conformados por un número bajo (no mayor a 8 pacientes) en los
que se trabaja una versión adaptada y traducida del Manual de
entrenamiento DBT desarrollado por Linehan y adaptado por la
Fundación Foro (Boggiano y Gagliesi, 2018). Estos encuentros
son coordinados por dos terapeutas especializados en DBT-TUS, y su
modalidad puede ser virtual o presencial y se dictan tres veces a la
semana. La terapia es conceptualizada en módulos específicos,
donde se trabaja diferentes habilidades, que los consultantes van
incorporando y generalizando en función de los objetivos
terapéuticos {ver tabla 1}. Las habilidades se encuentran especificadas en un Manual de
Entrenamiento (Linehan et al., 1999), y van siendo introducidas en
forma teórica-práctica en cada sesión grupal,
donde se lee y explica, luego de lo cual se asigna una ficha de tarea
para su registro por parte del paciente. El objetivo de las sesiones
es el aprendizaje de habilidades específicas a través
de un ejercicio de conciencia plena (por ejemplo, una meditación
de 10-15 minutos), instrucción en la nueva habilidad,
reflexión y tarea específica a ser desarrollada para el
próximo encuentro. Luego se realiza la lectura de una nueva
ficha del manual que será la habilidad para la semana
siguiente. Los coordinadores del grupo registran el proceso de cada
paciente, en la medida que usan habilidades y asisten a los grupos,
se va objetivando la incorporación de los conceptos y la
utilidad en sus vidas cotidianas.
La
integración de los grupos de terapia se realiza con
actividades semanales y mensuales, comprendiendo así una
terapia ambulatoria intensiva donde los conceptos son reforzados y el
paciente es valorado en forma interdisciplinaria. Los consultantes
cumplen con los siguientes espacios terapéuticos:
-Terapia
psicológica semanal
-Evaluación
psiquiátrica mensual
-Espacio
de orientación a padres quincenal con terapeuta familiar
-Evaluación
médica general y toxicológica
-Participación
en talleres: taller de aprendizaje
-Workshop
psicoeducativo para la familia y red: una vez al mes
-Grupos
específicos (grupo de mujeres jóvenes)
-Salidas
culturales
-Reuniones
de seguimiento con equipo de coordinación
Los
grupos
terapéuticos DBT-TUS consisten
en una parte esencial del tratamiento y se realizan a través
de 4 módulos que se suceden en forma consecutiva completando
un periodo de 12 meses. Estos módulos se denominan:
habilidades de conciencia plena (mindfulness),
efectividad interpersonal, regulación emocional y tolerancia
al malestar (que incluye: habilidades de aceptación radical, y
habilidades que han sido adaptadas específicamente llamadas:
"cuando la crisis es una adicción" {ver figura 1}.
A
continuación, describiremos las habilidades expuestas en la
Tabla 1 {ver tabla 1}(Sullivan et al., 2020).
Conciencia
Plena- Mindfulness
Es
una práctica centrada en la respiración y en la
descripción de pensamientos y emociones. La llamada "mente
sabia" es lo que Marsha Linehan define como "encontrar
dentro de uno mismo la sabiduría de cada persona"
(Linehan, 2014).
Efectividad
interpersonal
DEAR
MAN: Acróstico
que se refiere a poder pedir algo a alguien, o bien negarse a un
pedido de otra persona, de forma asertiva. 'La
"D"
se refiere a "describir", enseña a poder describir
el problema, sin omitir juicios. La "E" es de "expresar",
enseña a poder hacer concretos los pedidos como necesidades y
no como quejas. La "A"
de
"ser asertivo", enseña a poder pedirle al otro con
la mayor precisión posible, qué es lo que se quiere. La
"R"
es de "reforzar" y se trata de adelantarle a la otra
persona qué cosas buenas podrían pasar si se accede al
pedido. La "M" es de "mantener tu posición"
y enseña a aceptar críticas, funciona para no estar en
una posición defensiva y se practica una técnica
definida como "el disco rayado", volviendo a expresar
nuestro punto una y otra vez. La
"A"
enseña a aparentar seguridad al momento de pedir o de negarse
a un pedido; y la "N"
se
refiere a negociar; poder pensar qué ofrecer a cambio o en
consecuencia al pedido realizado; o negociar ofreciendo algo distinto
al pedido al que uno se está negando.
AVES:
tiene el objetivo de cuidar un vínculo y mantener una
relación. La "A" se refiere a actuar interesado;
la "V" validar; la "E" educadamente y la "S"
ser gentil.
VIDA:
enseña a ser efectivos en el autorrespeto, pudiendo expresar
nuestros puntos de vista. La "V" hace referencia a
defender Valores; la "I" de imparcialidad da cuenta de la
importancia de ser justo con uno mismo y con la otra persona; la "D"
no te Disculpes y la "A" de ser Auténtico.
Regulación
emocional
En
este módulo se aprende a reconocer e identificar las
emociones, expresarlas y a comprender cómo son experimentadas.
Las habilidades son:
-Verifica
los hechos: consiste
en identificar la forma en que evaluamos los eventos que ocurren y
las interpretaciones que cada uno hace de las situaciones vividas.
-Acción
opuesta: la
utilizamos para disminuir la frecuencia de las emociones dolorosas.
Consiste en cambiar una emoción que no encaja con los hechos o
que su intensidad o efectividad podrían empeorar la situación.
Se aprende a actuar de forma opuesta al impulso de acción de
la emoción, sin suprimirla.
-Resolución
de problemas:
Tratamos de identificar las metas, pensando en la mayor cantidad de
soluciones posibles, eligiendo la que parezca más probable de
funcionar. "Se
plantea a su vez poder anticiparse y hacer un plan de soluciones
alternativas, para no realizar la conducta problema que se quiere
evitar"
(Linehan, 2014).
Tolerancia
al malestar
"Es
la habilidad para percibir el propio ambiente sin querer que sea
diferente, para experimentar el estado emocional actual, sin intentar
cambiarlo y para observar los patrones de pensamientos y nuestras
acciones sin intentar controlarlos o detenerlos" (Linehan,
2014).
Las
habilidades que se trabajan en este módulo son:
-El
acróstico "STOP":
Significa 1) detenerse, 2) dar un paso atrás, 3) observar, 4)
proceder de una manera plenamente consciente.
-Pros
y Contras:
se usa para resistir el impulso de la conducta problema.
-TIP:
enseña formas rápidas de modificar la activación
emocional: temperatura, ejercicio intenso y respiración
pausada.
-Distracción:
sirve para poder correrse del dolor y de una situación que no
puede ser procesada, poniendo la atención en un evento
externo.
-Auto
calmarse:
ayuda a lograr ser compasivos con nosotros mismos, utilizando cada
uno de los sentidos.
-Mejorar
el
momento:
se refiere a darse ánimo aprendiendo a alentarse, usar la
imaginación construyendo un lugar seguro.
Cuando
la crisis es una adicción
Es
un conjunto de herramientas que se centran en capacitar al paciente
en comportamientos hábiles para regular sus emociones (así
como su fisiología, acciones, cognición y entorno) y
por lo tanto disminuir la motivación para consumir sustancias
(Salsman, 2020).
-Abstinencia
Dialéctica:
la meta es no involucrarse nuevamente en conductas adictivas
(alcanzar la abstinencia completa); sin embargo, si hay un desliz,
poder minimizar el daño y volver a la abstinencia tan pronto
como sea posible.
-Mente
Clara:
estar con la mente limpia recordando que la recaída no es
imposible. Implica disfrutar del éxito estando a la
expectativa de impulsos y señales, preparado para cuando
aparezca la tentación.
-Refuerzo
de la comunidad:
descubrir cómo construir un estilo de vida sin conductas
adictivas puede ser más gratificante que un estilo de vida con
adicciones, combatiendo la insatisfacción, y que las conductas
incompatibles con el consumo sean recompensadas o alentadas por el
entorno.
-
Quemando
puentes y creando nuevos:
consiste en cortar vínculo con todas las personas y
situaciones de consumo, creando nuevas relaciones, y construyendo
imágenes y olores, que puedan contrastar con la información
en la memoria relativa al consumo.
-
Negación
adaptativa:
frente a las ganas o imágenes de consumo, se propone negar que
uno desea esa sustancia o conducta, reformulando que uno desea otra
cosa.
-
Rebelión
alternativa:
sustituye a la rebelión destructiva, rompiendo las reglas sin
que afecte a la salud o calidad de vida.
Aceptación
radical
Se
aprenden habilidades para aceptar la realidad. El dolor es parte de
la vida y muchas veces, no puede ser evitado. Intentar evitarlo,
convierte al dolor en sufrimiento.
-Cambiar
la mente:
supone un acto de elección, estar en una disposición
abierta y flexible. Es tomar la actitud de tener una participación
plena en la vida.
-
Media sonrisa y manos abiertas:
aceptar la realidad con la cara, dejando que las comisuras de los
labios se eleven ligeramente.
-Mindfulness
de los pensamientos:
observar los pensamientos, practicar soltarlos, tratar de no
bloquearlos, ni suprimirlos, adoptar una mente curiosa sobre ellos, y
recordar que "no somos nuestros pensamientos".
Transversalidad
de la propuesta
Fuera
del programa específico DBT-TUS, se dictan grupos
de entrenamiento en habilidades en DBT en
diferentes contextos para pacientes con consumo crónico de
sustancias y que no tienen patología dual (TLP-TUS), que
asisten a un Tratamiento Ambulatorio Intensivo dentro del
dispositivo. En estos casos la terapia DBT se enfoca en desarrollar
habilidades para detener el consumo, mediante encuentros semanales.
Este grupo conforma uno de los varios grupos que pueden elegir los
pacientes, entre los que se encuentran taller de proyectos
personales, integración sociolaboral, psicodrama, grupo de
jóvenes, grupo de mujeres, gimnasio, grupo de cesación
cannábica, coro, yoga/meditación.
La
duración estimada del programa DBT-TUS en su fase ambulatoria
e intensiva es de doce meses. Durante este tiempo, el equipo
terapéutico junto al paciente evalúa la progresión
de objetivos terapéuticos. Una vez transcurrido los doce meses
de tratamiento se reevalúa el progreso del paciente tras lo
cual se decide si requiere rehacer los módulos de la terapia
(otro lapso de 12 meses), o la derivación a otras propuestas
de seguimiento. De ser indicado se inicia una opción
terapéutica denominada tiempo de análisis de
refuerzo
de la abstinencia global con la siguiente modalidad: 1) terapia
individual (con el terapeuta con el que trabajó en el programa
u otro fuera del equipo), 2) grupos de psicoterapia (no focalizados
en el consumo) que funcionan en el dispositivo, 3) grupo de pares de
mantenimiento, coordinado por un ex paciente del programa, de
frecuencia quincenal, 4) continuar con algún grupo del modelo
de los 12 pasos (Alcohólicos Anónimos, Narcóticos
Anónimos, etcétera).
Además
de esto, se dictan talleres a familiares de pacientes donde se inicia
a los mismos a prácticas como meditación,
psicoeducación sobre teoría biosocial y validación.
Los talleres se valen de herramientas del módulo de
efectividad interpersonal en pos de mejorar los vínculos con
sus seres queridos bajo tratamiento con TUS.
Grupos
especiales: adolescentes con consumos de sustancias
A
pesar de que la adolescencia está considerada como una etapa
saludable de la vida, en su transcurso se producen muertes,
enfermedades y traumatismos en una proporción considerable que
podrían prevenirse o tratarse. Durante esta fase, la
Organización Mundial de la Salud objetiviza que los
adolescentes establecen pautas de comportamiento relacionadas con la
alimentación, la actividad física, el consumo de
sustancias psicoactivas y la actividad sexual que pueden proteger su
salud y la de otras personas a su alrededor, o poner su salud en
riesgo en ese momento y en el futuro (Organización Mundial de
la Salud -WHO, 2019).
Si
bien en esta transición a la adultez los adolescentes empiezan
a consolidar su personalidad, algunos presentan un estado de
inestabilidad de las relaciones interpersonales, de la autoimagen y
de los afectos, e impulsividad intensa, que comienza en esta etapa y
está presente en diversos contextos característico de
los trastornos límite de la personalidad según define
el Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos
Mentales en su 5ta edición (APA, 2013). El trastorno puede
apreciarse desde la infancia o la adolescencia, en la que a menudo
estos niños son tildados de "extraños" o
"excéntricos", aunque el diagnóstico suele
realizarse en la edad adulta (Bernabeu et al., 2015). A lo que se
agrega con frecuencia el uso y abuso de sustancias.
En
adultos la prevalencia de TLP varía entre un 0,7 y un 1,8%. En
adolescentes, se estima que 1,4% de los jóvenes de 16 años
cumplirían los criterios diagnósticos para TLP, y que
la cifra para los 22 años asciende a 3,2% (Kaess et al.,
2014). Mientras que en la población de pacientes
infanto-juveniles internados, las cifras de pacientes que cumplen los
criterios diagnósticos para TLP es de un 50% (Kaess et al.,
2014), la autoinjuria y la suicidabilidad son los criterios que se
cumplen con más frecuencia en estos pacientes.
En
un estudio realizado en el 2006 en un hospital por Zanarini y cols.
(Zanarini et al., 2006) se evaluó episodios autolíticos
en 290 pacientes con diagnóstico de TLP. Se vio que el 91%
tenían antecedentes de autoinjuria. Un 32% habrían
comenzado a realizarlas cuando eran niños (en un promedio de
edad de 12 años o menos), 30% en la adolescencia y 37% en la
adultez. Aquellos que empezaron durante la niñez reportaban un
mayor número de episodios de autodaño, un mayor número
de métodos utilizados y una mayor duración de los
episodios (Zanarini et al., 2006).
Al
igual que Zanarini, otros autores han observado que los adolescentes
con características TLP son más propensos a realizar
comportamientos de riesgo por sus tendencias a actuar impulsivamente
en respuesta a la aversión a determinados estados de ánimo
(Kaess et al., 2014). Algunas hipótesis sobre este fenómeno
señalan que las personas con vulnerabilidad emocional tienen
una alta sensibilidad a los estímulos ambientales (Kaess et
al., 2014). En esta situación, un ambiente invalidante
generaría en la persona una imposibilidad para adquirir
habilidades efectivas para poder ejercer un control sobre estas
pulsiones (de la Vega y Sánchez Quintero, 2013). Se exponen
entonces a una mayor cantidad de conductas de riesgo, dentro de las
que se citan el uso de sustancias (ingiriendo por ejemplo grandes
cantidades de alcohol u otras sustancias) sin medir las consecuencias
y las relaciones sexuales de riesgo, conduciendo a una mayor
prevalencia de enfermedades de transmisión sexual (Kaess et
al., 2014).
Estas teorías se ven apoyadas por la
frecuencia de la incidencia de otros diagnósticos de salud
mental en esta población. El TLP se asocia muy frecuentemente
a depresión (71,4%), anorexia (40,2%), bulimia (32,9%), abuso
de alcohol (23,5%) y abuso de sustancias (8,2%). En particular, la
comorbilidad con el trastorno por déficit de atención e
hiperactividad (TDAH) puede ser un indicador de gravedad en
adolescentes (Cailhol et al., 2018). En un estudio que tenía
como objeto evaluar la coexistencia de TDAH en pacientes TLP se
evaluó en forma retrospectiva el impacto de un diagnóstico
de TDAH en una muestra de 85 adolescentes con TLP (Speranza et al.,
2011). El 11% de los participantes con TLP tenían un
diagnóstico actual de TDAH. Los adolescentes con TLP-TDAH
mostraron una mayor prevalencia de trastornos disruptivos y una
asociación significativa entre las puntuaciones de
impulsividad. Los autores concluyen que alteraciones del sistema
inhibitorio impulsadas por el desarrollo pueden iniciarse desde la
infancia por lo que deberían implementarse intervenciones
específicas para este subgrupo de adolescentes con TLP
(Speranza et al., 2011).
A
pesar de estas evidencias, continúan habiendo temores sobre el
diagnóstico temprano de TLP. Las razones para ello tienen que
ver con dudas sobre la validez del diagnóstico antes de los 18
años; algunos síntomas y signos podrían ser
considerados propios de la adolescencia, tales como la perturbación
de la autoimagen o la inestabilidad emocional. Otro obstáculo
es estar ante pacientes que todavía están en desarrollo
de la personalidad; y por último la estigmatización que
suele estar asociada a un diagnóstico de trastorno de salud
mental (Bozzatello et al., 2019).
Sin
embargo, la remisión es más elevada si el diagnóstico
se realiza durante la adolescencia (Biskin et al., 2011) y la
frecuencia máxima de los síntomas parece darse a los 14
años (Chabrol et al., 2001). Existen indicios sobre una
correlación entre la duración de la enfermedad y un
peor pronóstico para TLP, por lo que una temprana
identificación y tratamiento podría reducir la
cronicidad y los resultados adversos (Kaess et al., 2014)..
La expresión de síntomas en adolescentes con TLP es de
singular gravedad ya que, como fuera expresado ,tienden a presentar
más síntomas como ideas de autoagresión o
suicida, comportamiento impulsivo o enojo inapropiado, mientras que
las características más crónicas tales como
relaciones inestables, o temor al abandono, tienden a ser más
propias de los adultos. La Figura 2 resume el contrapunto de
dificultades y evidencias a favor de un diagnóstico de TLP en
la adolescencia {ver figura 2}.
Algo
similar sucede con el diagnóstico de TUS. Se cree que el
consumo comórbido de sustancias junto a patologías de
salud mental de base en niños y adolescentes es parte de la
problemática de la complejidad de pacientes y el aumento de
casos que se está evidenciando desde el 2009 en internaciones
psiquiátricas en esta edad (Suntharalingam et al., 2022). La
falta de un diagnóstico, así como de una continuidad de
cuidados en el pasaje a la adultez de pacientes jóvenes con
TUS deviene en que sea una población desatendida en esta
problemática (Thomasius et al., 2020). La creación y
evaluación formativa de centros específicos de
rehabilitación médica para niños, adolescentes y
adultos jóvenes es muy recomendable para mejorar la situación
actual de la atención sanitaria a los pacientes jóvenes
con TUS.
A
pesar de las dificultades descritas en la realización de un
diagnóstico en la infancia o adolescencia tanto de TLP como de
TUS, hay evidencia contundente de que un diagnóstico temprano
puede mejorar la calidad de vida y disminuir la gravedad de la
sintomatología a largo plazo de estos pacientes (Mehlum et
al., 2016).
Además, debemos considerar que el DSM 5 presenta un cambio en
relación al DSM IV, que permite el diagnóstico de TLP
en alguien menor a 18 años cuando el patrón de
comportamiento sea generalizado, persistente y los síntomas
estén presentes por lo menos durante 1 año, ya que en
este escenario es improbable que sean debido a un estadio del
desarrollo particular o a otro trastorno mental (Biskin, 2015).
Desde
nuestro punto de vista, la experiencia clínica da cuenta de la
importancia de la psicoeducación, tratamiento
psicofarmacológico adecuado y psicoterapia acorde a las
necesidades del adolescente con trastorno dual junto al abordaje
familiar, para lograr mayor alojamiento, acompañando el
desarrollo del paciente en las distintas áreas de su vida
personal.
La
búsqueda de evidencias científicas en DBT
Existe
una larga discusión sobre lo que significa que un tratamiento
en psicoterapia sea basado en las evidencias. Sin embargo, es una
necesidad el comparar datos de estudios analíticos en las
terapias DBT para fortalecer la validez de las intervenciones y para
ofrecer terapéutica a pacientes y familiares y sistema de
gestión pública o privada de salud en una población
que normalmente no recibe terapia adecuada (Storebo et al., 2020). En
la última década las investigaciones clínicas y
de eficacia de DBT han ido creciendo (Boggiano y Gagliesi, 2018). Es
así que existen revisiones recientes sobre DBT en pacientes
con TLP (Storebo et al., 2020) que resumen los hallazgos de
efectividad de la terapia hallados en 24 ensayos clínicos y
que aportan evidencias sobre la efectividad al final de tratamiento
en comparación con las terapias convencionales en parámetros
como: síntomas de TLP, depresión, intento de suicidio,
funcionamiento psicosocial, ira, impulsividad y síntomas
disociativos. Mientras que otros parámetros como tasa de
suicidio, problemática interpersonal y tasa de abandono no son
diferentes a los efectos obtenidos con la terapia habitual. Existen
otros resultados en el cual el número de estudios no permite
una comparación, tales como síntomas de vacío
existencial e inestabilidad afectiva. A pesar de esto, la evidencia
sigue siendo baja, requiriendo de mayor caudal de datos para mejorar
su calidad (Storebo et al., 2020).
Asimismo,
ha crecido la aplicación de terapias DBT a otros trastornos
relacionados con la dificultad de la regulación emocional,
como conductas suicidas y conductas autolesivas (Kothgassner, 2021),
trastornos alimentarios (Crespo-Ramos, 2015), depresión,
ansiedad y estrés postraumático (Fitzpatrick et al.,
2020), personas con antecedentes de abuso sexual y víctimas de
violencia de genero (Decker y Naugle, 2008), trastorno bipolar en
adolescencia (Goldstein et al., 2015) y pacientes con enfermedad
coronaria (Tavakoli et al., 2019).
Sin
embargo, es escasa la información de la efectividad en
población con TUS (Perry et al., 2019). Un artículo da
cuenta de un relevamiento en 39 pacientes con adicción a
opioides y en tratamiento con naltrexona en el cual los pacientes que
recibieron tratamiento con DBT redujeron significativamente las
recaídas (Azizi et al., 2010); y en otra investigación
realizada en una población de mujeres con TUS (Nyamathi et
al., 2017) compara un programa de 6 meses de terapia DBT contra
programas de promoción sanitaria para la reducción de
consumo de alcohol y drogas en 130 pacientes presidiarias,
encontrando una diferencia significativa. En los artículos
mencionados se han objetivado por medio de escalas cambios
significativos en los niveles de desregulación emocional tras
diversos periodos de tiempo de la aplicación de la terapia DBT
(Cavicchioli et al., 2020; Vujanovic et al., 2022). Sin embargo, las
evidencias de nuestro medio sobre este tema son aún escasas.
Una
dificultad extra en el crecimiento de la investigación de
terapias DBT es la posibilidad de realizar mediciones sobre
regulación emocional, ya que es un concepto complejo para la
realización de escalas confiables. En la siguiente sección
resumimos los resultados obtenidos de una búsqueda sistemática
de escalas para la medición de regulación emocional en
población con TUS.
Búsqueda
de escalas para la medición de regulación emocional en
pacientes con trastornos por uso de sustancias
Con
el fin de explorar instrumentos de evaluación publicados en la
literatura sobre los efectos de terapia DBT en la regulación
emocional, se utilizó como metodología la revisión
bibliográfica a través de la búsqueda en libros,
artículos y tratados en los motores de búsqueda de
Medline, Cochrane y SciELO. Se incluyeron artículos en inglés
y español publicados en el periodo comprendido desde 1995
hasta la actualidad. Se utilizaron palabras clave y búsquedas
combinadas de palabras que involucran trastornos por uso de alcohol o
sustancias, terapia dialéctico conductual y tratamientos
específicos.
La
estrategia de búsqueda consistió en utilizar operadores
booleanos para combinar los términos principales, como por
ejemplo ('alcohol abuse' OR 'substance use') AND
('dialectical behavior therapy' OR 'dialectical
behaviour therapy') AND ("scale" OR "measures").
De la revisión se lograron identificar algunos tópicos
que se mencionan a continuación. Dentro de los cuestionarios
que surgieron en esta búsqueda se encuentra la Escala de
Dificultades en la Regulación Emocional -DERS (Difficulties
in Emotion Regulation Scale).
Esta escala cuenta con 36 ítems y mide 6 factores:
Dificultades en el control de impulsos (6 ítems), Acceso
limitado a estrategias de regulación (8 ítems),
Falta de aceptación emocional (6 ítems), Interferencia
en conductas dirigidas a metas (5 ítems), Falta de conciencia
emocional (6 ítems) y Falta de claridad emocional (5 ítems)
(Gratz et al., 2004). Puntuaciones más altas sugieren mayores
problemas con la regulación de las emociones. Existen estudios
de validación que muestran una elevada consistencia interna
(Hallion et al., 2018). La escala ha sido adaptada y validada en
nuestro país (Medrano et al., 2016; Cremades et al., 2021). La
interpretación requiere la conversión de ítems
en escala reversa y los valores obtenidos de la escala DERS pueden
ser interpretados en total o por subescalas, comparándolos con
valores de referencia (Hallion et al., 2018), o realizar un análisis
de las muestras pre y post exposición a la terapia o alguna
intervención específica. Otra escala utilizada es la
Escala de Tolerancia al Estrés (DTS por sus siglas en inglés:
Distress
Tolerance Scale)
(Simons y Gaher, 2005). Esta escala toma como hipótesis que el
distrés emocional puede ser el resultado de procesos
cognitivos o físicos, manifestándose en un estado
emocional que a menudo se caracteriza por tendencias de acción
para aliviar la experiencia emocional. La tolerancia al estrés
se considera una meta-emoción en este constructo. Cuenta con
16 ítems de cuatro categorías de sentencias que
evalúan: a) tolerancia al malestar emocional, b) valoración
de la angustia, c) absorción por emociones negativas, d)
esfuerzos por regular. No existen diferencias en comparar el valor
total o el de las cuatro categorías, y valores bajos marcan
una baja tolerancia al estrés. La escala ha sido traducida y
validada en estudios realizados en nuestro país (Sandin et
al., 2017; Del Valle et al., 2020).
Otra
escala encontrada es el Inventario de Problemas de la vida o Life
Problems Inventory
(LPI por sus siglas en inglés). Esta escala fue diseñada
para adolescentes con antecedentes parasuicidas o con diagnóstico
del Trastorno Límite de la Personalidad, o desregulación
de las emociones, tal y como lo conceptualiza Linehan (Linehan,
1993a; Linehan, 1993b) como objetivo en el Entrenamiento en
Habilidades DBT. Consiste en 60 preguntas que evalúan: a)
confusión sobre sí mismo; b) impulsividad; c)
desregulación emocional; d) caos interpersonal. Los valores
pueden ser interpretados por la suma total, o los valores en cada
categoría (a -d), pre y postratamiento (Miller et al., 2000).
Esta escala no ha sido traducida y validada en nuestro medio, pero es
una de las escalas más específicas desarrolladas para
poblaciones especiales y que mide un constructo de efectividad
interpersonal. Algo similar ocurre con el Cuestionario de Habilidad
de Regulación Emocional o Emotion
Regulation Skills Questionnaire
(ERSQ por sus siglas en inglés). Este cuestionario fue
originalmente desarrollado en Alemania bajo las consideraciones del
modelo ACE (Berking y Whitley, 2014) y se encuentra traducido y
validado en Estados Unidos (Grant et al., 2018) y recientemente en
español, validado en México (Navarro et al., 2018,
Orozco-Vargas et al., 2021). El modelo de afrontamiento adaptativo de
las emociones o Adaptive
Coping with Emotions
(modelo ACE por sus siglas en inglés) teoriza que la
regulación emocional infructuosa se produce cuando los
individuos intentan aplicar habilidades de regulación
emocional pero no consiguen hacerlo con éxito, o nunca han
desarrollado estas habilidades o, teniendo acceso a las mismas, no
intentan aplicarlas. El modelo también incluye la hipótesis
de que las habilidades de modificación y aceptación/tolerancia
son las únicas habilidades del modelo que, en última
instancia, son relevantes para la salud mental (Berking y Znoj,
2008). El ERSQ consiste en un auto reporte de 27 ítems, mide
regulación emocional, en puntaje total y en 9 subescalas:
conciencia emocional, sensación, claridad, conocimiento,
aceptación, tolerancia, disposición a confrontar,
autoayuda, modificación. El cuestionario ha sido aplicado en
pacientes internados con dependencia de alcohol, pero con terapia
cognitivo conductual de 98 días (Berking et al., 2011). El
cuestionario al momento de inicio del tratamiento predijo la llegada
o no a abstinencia, y en una toma subsecuente predijo el consumo en
un seguimiento post cierre de tratamiento. En subescalas la capacidad
de tolerar emociones negativas
fue la única habilidad que se relacionó negativamente
con el consumo posterior de alcohol (Berking et al., 2011).
Existen
otros cuestionarios que evalúan la regulación de las
emociones de un constructo teórico más amplio (como la
evitación experiencial) (Cavicchioli et al., 2020). La escala
de aceptación y acción o Acceptance
and Action Questionnaire
(AAQ por sus siglas en inglés) es un test de 32 ítems
que en escala de Likert de 7 puntos mide la evitación
experiencial o, por el contrario, la flexibilidad psicológica,
dependiendo de la orientación de sus valores (Hayes et al.,
2004). La interpretación requiere la conversión de
ítems en escala reversa y han surgido varias versiones, siendo
la versión más difundida la llamada AAQ-II que fue
desarrollada con solo 7 ítems (Bond et al., 2011). Esta nueva
versión ha sido traducida y validada en población de
México (Patron Espinosa, 2010). Esta escala ha mostrado
relación con procesos psicopatológicos, abarcando
estrés postraumático, abuso sexual infantil así
como también calidad de vida y positividad auto engañosa.
A
modo de resumen la Tabla 2 muestra características que hemos
querido destacar de las diferentes escalas {ver tabla 2}.
La elección de un instrumento de seguimiento en la población
TUS bajo tratamiento con DBT es compleja, se dispone de sólo
dos escalas validadas en Argentina (DERS y DTS), las cuales han sido
aplicadas en pacientes TUS (Dingle et al., 2017; Cavicchioli et al.,
2020; Simons y Gaher, 2005). Ambas escalas tienen dimensiones
relacionadas al enfoque de la terapia DBT (la escala DERS en mayor
profundidad). Dos escalas (IPL y ERSQ) cuentan con la ventaja de
haber sido validadas en población adolescente y mayor
vinculación en su concepción con DBT, pero
lamentablemente una no está traducida (IPL) y la escala ERSQ
ha sido validada en población de México únicamente
(Orozco-Vargas, et al., 2021). Sólo la escala IPL evalúa
un módulo de gran importancia a nuestro entender en esta
población que es la efectividad interpersonal. La falla en
este dominio conduce a un mayor distrés emocional y suele ser
gatillo de desregulaciones, consumos o recaídas en esta
población. Es una necesidad imperiosa adquirir evidencias de
efectividad de la terapia DBT en pacientes TUS en nuestro medio
local, para lo cual proponemos el diseño
de ensayos
clínicos prospectivos con escalas mensurables específicas
y validadas (DERS o DTS para población adulta o ERSQ para
población adolescente).
Conclusiones
Lo
expresado hasta aquí muestra la importancia del uso de DBT
para trastornos relacionados a la desregulación emocional. El
uso y abuso de sustancias muchas veces funciona como una conducta de
intento de regulación emocional. En esta subpoblación
de pacientes con TUS se incluyen estrategias específicas para
regulación de sus emociones como parte central del
tratamiento. A partir de ver esta asociación de desregulación
emocional y TUS en una subpoblación de pacientes es que se
crea el programa específico DBT-TUS en el Dispositivo
Pavlovsky. La especificidad del programa consiste en tratar el TUS
como una conducta problema que atenta contra la vida en pacientes con
trastorno límite de la personalidad. Siendo igual de
importante tratar la desregulación emocional como los consumos
que entendemos surgen como un intento disfuncional de regulación.
Esto se da en el contexto de una persona que no tiene habilidades
para regular sus emociones de un modo efectivo, por eso el
tratamiento se centra en la adquisición, fortalecimiento y
generalización de habilidades. Si bien las evidencias de la
eficacia de DBT avalan su uso en consultantes con desregulación
emocional, es aun escasa la información de la efectividad en
población con TUS. Se dispone de sólo dos escalas
validadas en Argentina (DERS y DTS) que han sido aplicadas en
pacientes TUS, las cuales objetivizan puntualmente dimensiones
relacionadas a la terapia y que podrían ser un instrumento
útil en futuros estudios prospectivos. Es una asignatura
pendiente continuar investigando sobre la eficacia de intervenciones
para esta comorbilidad cada vez más frecuente.
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