En
las últimas décadas se ha observado un notable
incremento en la edad promedio en la que las personas deciden
comenzar a buscar un embarazo (Kushnir et al., 2022; Reindollar,
2017). Por consiguiente, se observa una notable disminución en
las tasas de fertilidad y natalidad, tema que ha emergido como una
preocupación a nivel mundial, conllevando importantes
implicancias en los ámbitos de la salud, la economía y
la política (Cheng et al., 2022; Pedro et al., 2018; Pierce &
Mocanu, 2018). Este cambio de tendencia se debe a varios factores,
entre los cuales se encuentra el acceso de las mujeres a niveles
educativos más elevados, lo que a su vez les brinda mayores
oportunidades de incorporación al mercado laboral (Cheng et
al., 2022; Pedro et al., 2018; Pierce & Mocanu, 2018). Asimismo,
se añade el deseo de desarrollarse profesionalmente, de
explorar distintos horizontes a través de viajes, la búsqueda
de estabilidad económica-financiera y las dificultades
asociadas a la posibilidad de encontrar una pareja estable, que
representan factores adicionales que contribuyen al retraso en la
toma de decisiones sobre la parentalidad (Cheng et al., 2022; Pedro
et al., 2018; Pierce & Mocanu, 2018). En virtud de ello, el
retraso de la búsqueda de la paternidad o maternidad puede
elevar las posibilidades de tener que recurrir a tratamientos de
reproducción asistida. Efectivamente, en los últimos
años se registró un crecimiento en la demanda de
tratamientos de reproducción humana asistida en todo el mundo
(Kushnir et al., 2022; Reindollar, 2017).
En
Argentina, el aumento en el uso de Técnicas de Reproducción
Humana Asistida (TRHA) ha sido impulsado por la aprobación de
leyes como el Matrimonio Igualitario (Ley 26.618, 2010), la Ley de
Identidad de Género (Ley 26.743, 2012) y la Ley 26.862 (2013),
que promueve el acceso integral a procedimientos y técnicas
médicas de reproducción asistida.
Los
avances en materia legal posibilitaron que se amplíe la noción
de familia, facilitando que parejas igualitarias o personas con
proyectos parentales individuales puedan acceder al armado de sus
familias. La amplitud de derechos sexuales y reproductivos que
incluyen a las TRHA podría pensarse como un cambio de
paradigma en lo que respecta a la sexualidad, procreación y
filiación. Este giro se acompaña con una revisión
en los modos de nombrar, así, el concepto de "infertilidad"
antes vinculado como un aspecto meramente médico ligado a
parejas heterosexuales, que hoy es sustituido por el de "dificultades
reproductivas", como concepto más amplio e inclusivo.
Los
factores previamente señalados contribuyeron a un incremento
en la demanda de consultas psicoterapéuticas vinculadas a las
TRHA, ya sea por dificultades reproductivas o por preservación
electiva de la fertilidad (óvulos/espermatozoides). Asimismo,
puede ser que estos temas emerjan a lo largo de un proceso
psicoterapéutico, incluso aunque no hayan sido el motivo
principal de consulta. En consecuencia, es de gran importancia que
los psicoterapeutas cuenten con conocimientos acerca de la temática,
ya que investigaciones señalan que el diagnóstico de
infertilidad es una crisis vital equiparable al impacto del
diagnóstico de cáncer o enfermedades graves (Domar et
al., 1993; Stanhiser & Steiner, 2018). Además, implica un
impacto en aspectos sociales, psicológicos y emocionales, que
diversos autores sugieren deberían ser tomados en
consideración a la hora de planificar los tratamientos de
fertilidad (Boivin et al., 2001; Boivin et al., 2012; Pasch et al.,
2016).
Por
lo tanto, el objetivo de este capítulo es poder describir las
características de la clínica de las personas que
atraviesan tratamientos de reproducción humana asistida, para
poder comprender sus particularidades dentro de los tratamientos
psicoterapéuticos.
Lo
técnico y lo subjetivo
El
acompañamiento psicológico a pacientes que han recibido
un diagnóstico o están atravesando un tratamiento de
reproducción humana asistida presenta especificidades
significativas. En vías de poder comprender e intervenir
adecuadamente es necesario conocer el entrecruzamiento
interdisciplinario. Los discursos médicos y legales se
entrelazan constantemente y de allí se desprende la necesidad
de que quienes trabajen en el ámbito de las TRHA cuenten con
las competencias pertinentes. Por lo tanto, es necesario contar con
habilidades profesionales que abarquen aspectos de las ciencias
sociales, la medicina y la bioética, entre otros. Según
Salomé Lima & Navés (2016), es fundamental
considerar el concepto de competencias en este contexto, lo que
implica que los profesionales que trabajan en el campo de las TRHA
deben poseer habilidades cognitivas, técnicas, sociales,
éticas y emocionales en su práctica clínica.
En
relación a los aspectos legales, además de la ley de
reproducción que garantiza el acceso integral a los
procedimientos médico-asistenciales, en Argentina el Código
Civil y Comercial (CCyC) ha establecido una tercera fuente de
filiación, la cual surge del uso de las TRHA (Rodríguez
Iturburu, 2016). Esta fuente se considera específica y
autónoma en comparación con las formas tradicionales de
filiación, como la filiación por naturaleza y la
filiación por adopción (Rodríguez Iturburu,
2016). La legislación establece que la filiación se
basa en la voluntad procreacional. Esto se refiere a la determinación
del deseo de establecer un proyecto parental en conjunto entre
personas o en el contexto de un proyecto monoparental, que se
establece a través del consentimiento informado (Ley 26.862,
2013).
Aspectos
médicos
Se
denomina TRHA a todos los tratamientos o procedimientos que incluyen
la manipulación tanto de ovocitos como de espermatozoides o
embriones humanos para el establecimiento de un embarazo
(Zegers-Hochschild
et al.,
2010).
La
Organización Mundial de la Salud (2010) define a la
infertilidad como una enfermedad del aparato reproductivo que
conlleva la imposibilidad de lograr un embarazo clínico luego
de 12 meses o más de búsqueda. Las causas suelen ser
30% femeninas, 30% de origen masculino, 25% origen mixto (femeninas y
masculinas) y un 15% de etiología desconocida, comúnmente
denominada "esterilidad sin causa aparente" (ESCA)
(Flores et al., 2022). Según el caso y diagnóstico,
pueden ofrecerse dos tipos de tratamientos: de baja o alta
complejidad
(Kushnir
et al., 2022). En el primer caso, la característica principal
es que la unión entre el óvulo y espermatozoide sucede
en el interior del sistema reproductor femenino, lograda a través
de la inducción de ovulación e inseminación
intrauterina (Zegers-Hochschild
et al.,
2010). En el segundo caso, la particularidad es que la unión
entre el óvulo y el espermatozoide tiene lugar por fuera del
sistema reproductor femenino, se generan embriones en un laboratorio
y posteriormente son transferidos (Zegers-Hochschild
et al.,
2010). En ambos casos, luego de la inseminación o la
transferencia embrionaria existe un periodo de espera de
aproximadamente dos semanas, que se denomina "beta espera",
haciendo alusión al resultado de los niveles de la hormona
beta- hCG que indica si la persona se encuentra embarazada
(Zegers-Hochschild
et al.,
2010).
Variables
y perfiles de pacientes
A
continuación se presenta una lista de variables a tener en
cuenta al momento de comprender e intervenir con pacientes que están
iniciando o atravesando un tratamiento de reproducción humana.
Esta lista no es exhaustiva, pero facilita el armado de un perfil del
paciente que se entrelaza con su historia personal, rasgos de
personalidad y representaciones sobre la parentalidad y parentesco.
Cada una de estas variables amerita el desarrollo de un capítulo
en sí para poder obtener una comprensión más
exhaustiva y profunda, debido a la complejidad de la temática.
En esta ocasión se expondrán generalidades con el
propósito de que se pueda adquirir una comprensión de
la clínica de las personas que atraviesan tratamientos de
reproducción humana asistida.
Edad.
La edad de la persona consultante da un primer indicio de su historia
y momento del proceso en el que se encuentra. Como se ha descrito, la
postergación en el acceso a la parentalidad a menudo guarda
una estrecha relación con la edad de las personas y sus
probabilidades de éxito para conseguir un embarazo, siendo
esto una fuente de estrés en sí mismo (Moreno Sánchez,
2012). Por ejemplo, el abordaje es distinto cuando se trata de una
mujer en una pareja heterosexual que consulta a los 32 años
debido que no logran un embarazo de manera espontánea en
comparación con una mujer de 45 años, debido a los
tiempos y posibilidades de tratamientos.
Tiempo
de búsqueda.
Otra variable a tener en cuenta es hace cuánto tiempo el
consultante está buscando tener hijos. El estado emocional de
un paciente que inicia el proceso diagnóstico no es
equiparable al de aquellos que han estado en tratamientos
infructuosos durante un tiempo prolongado debido al desgaste
emocional que esto implica (Boivin & Lancastle, 2010; Moreno
Sánchez, 2012).
Tipo
de proyecto parental. Según
el proyecto que se tenga, el tránsito y el tipo de tratamiento
indicado va a variar. Por ejemplo, una pareja igualitaria considera
desde un inicio la utilización de las TRHA para poder
concebir, mientras que en el caso de una pareja heterosexual el
proceso puede estar vinculado con el duelo ante la dificultad para
poder concebir de manera espontánea. Del mismo modo, cuando
la consulta la realiza una mujer que tiene un proyecto monoparental,
en ocasiones puede haber un duelo de un proyecto familiar no
alcanzado en pareja. Por último, dentro de la comunidad
LGBTQI+ se encuentran parejas igualitarias, donde en el caso de las
mujeres se pueden emplear los óvulos de una y transferir el
embrión a la pareja (método ROPA: recepción de
óvulos de la pareja). En el caso de parejas igualitarias de
varones, deben recurrir a la gestación subrogada que abre otro
tipo de complejidades y por esto no será desarrollado en el
presente capítulo. Por último, también puede
haber consultas de parejas trans. Sin embargo, si una persona trans
es la gestante, deben tenerse consideraciones en relación a
las posibles implicancias psicológicas que esto tendría
para la persona.
Diagnóstico.
Como
se mencionó previamente, los diagnósticos de las
dificultades reproductivas pueden ser de origen femenino, masculino,
mixto o sin causa aparente. Los diagnósticos proporcionan
pautas de los pasos a seguir, lo que a menudo se percibe como un
proceso de duelo por la falta de concepción espontánea,
por la fertilidad en casos de diagnóstico de falla ovárica
precoz; o puede generar mayor grado de incertidumbre cuando no se
determina la causa (Giménez Mollá, 2012). La
recomendación de recurrir a la recepción de óvulos
donados suele tener un fuerte impacto en las personas (Rossi &
Jurkowski, 2021).
Tratamientos
previos. La
cantidad de tratamientos previos y cuántos de ellos no han
tenido éxito a menudo influyen en la forma en que los
pacientes llegan a la consulta. Como se detallará más
adelante, la acumulación de tratamientos fallidos suele estar
asociada con un aumento en los síntomas de depresión y
ansiedad
(Boivin & Lancastle, 2010).
Pérdidas
gestacionales. Una
de las variables fundamentales a tener en cuenta es si los pacientes
han sufrido pérdidas gestacionales y atraviesan un duelo
perinatal (Lasheras Pérez, 2012; Oiberman, 2013). Este factor
determina muchas veces el estado emocional con el que los pacientes
llegan y el modo en que atraviesan los tratamientos (Parra Galindo,
2012). Las mujeres particularmente suelen vivenciar el paso por los
tratamientos con elevados montos de temor, angustia e incertidumbre
(Lasheras Pérez, 2012). El riesgo de una nueva pérdida
es un temor constante en muchas de estas pacientes (Giménez
Mollá, 2012; Moreno Sánchez, 2012). Es
frecuente que las pérdidas gestacionales tempranas queden
silenciadas o invisibilizadas, sea porque las personas no pueden o no
quieren hablar de las mismas o porque el personal médico no
cuenta con las competencias comunicacionales adecuadas para abordar
el costo emocional que estas pérdidas implican (Lasheras
Pérez, 2012).
Hijos.
La
presencia de hijos previos al recorrido por las TRHA debe ser un
factor a tener en cuenta. Debe poder indagarse cómo han
llegado esos niños, tiempo de búsqueda, si son de una
pareja previa o si son parte de una familia ensamblada.
Cobertura/privado.
Otro
de los factores que generan gran preocupación es el de la
cobertura de los procedimientos. Si bien existe una ley de cobertura,
muchas veces lo que ofrece suele ser limitado, como por ejemplo, que
se ofrezca recurrir a un banco de gametos a 30 km del lugar de
residencia o que no puede sostenerse la relación
médico-paciente dado que el profesional no es prestador de la
cobertura médica de los pacientes. Por otro lado, algunos
estudios que requieren de cierta complejidad no están
cubiertos por la ley, como es el caso de la biopsia de endometrio o
el estudio preimplantatorio embrionario.
Emociones
y conductas frecuentes: diversas según el momento
Suelen
ser frecuentes los niveles elevados de ansiedad y depresión,
enojo, sentimientos de culpa, pérdida de control e
intolerancia a la incertidumbre, desesperanza, conductas de
aislamiento social, impacto en la pareja y la sexualidad, que
conllevan una disminución en la calidad de vida (Cousineaur &
Domar, 2007; Dube et al., 2021; Kraaij et al., 2010; Moreno Sánchez,
2012; Ockhuijsen et al., 2014; Schmidt, 2010; Stanhiser &
Steiner, 2018; Szkodziak et al., 2020; Zurlo et al., 2018). Según
revisiones recientes del tema (Clifton et al., 2020), los niveles
altos de ansiedad y depresión están presente en un 25%
a 53% de las pacientes mujeres previamente a comenzar un tratamiento;
mientras que ese rango se ubica entre un 40% y un 75% durante el
tratamiento de reproducción asistida.
Las
emociones frecuentes irán fluctuando acorde al momento del
proceso en el que se encuentren los pacientes. El término
'montaña rusa emocional' es comúnmente
utilizado por quienes trabajan acompañando pacientes en TRHA.
Es un estado que se suele caracterizar por un constante estado de
ilusión-desilusión (Boivin & Lancastle, 2010).
Acercándose
a la próxima ovulación vuelve a aparecer la ilusión
y la esperanza. Otra de las características que se encuentra
es la incertidumbre, la pregunta de ¿será esta vez?
¿cuándo será? ¿cómo será?,
ysi no ¿cómo seguimos? La incertidumbre empieza a
ocupar un lugar cada vez más grande.
Duelos
en TRHA
Cuando
alguien anhela tener un hijo y no puede hacerlo de la manera en que
lo esperaba experimenta sorpresa y una gran frustración. A
partir de ese momento, el duelo comienza a ser un proceso transversal
para las personas que utilizan TRHA (Parra Galindo, 2012). En el caso
de las mujeres, cada menstruación comienza a ser un duelo,
dando cuenta de otro mes en el que no se ha logrado un embarazo; por
ende, cada menstruación suele generar una sensación de
falla en el propio cuerpo. Según Labay (2022) se trata de un
duelo cíclico donde se pone en juego el par ilusión/desilusión
ante la aparición de la menstruación. Las parejas
heterosexuales duelan el embarazo que llega por la vía de un
encuentro sexual espontáneo. Se duela la supuesta naturalidad
y el dolor de tener que recurrir a lo supuestamente artificial. Esta
renuncia a la naturalidad implica un trabajo de duelo que cada
miembro de la pareja deberá realizar (Bogliatto, 2023). En
caso de que las personas deban acceder a la donación de
gametos, este proceso se complejiza aún más. Para las
parejas heterosexuales implicaría una renuncia a la filiación
genética tan ponderada en la cultura occidental (Rossi &
Jurkowski, 2021). Este proceso, comúnmente llamado "duelo
genético", implica para estas personas elaborar el hecho
de que sus hijos pueden no compartir un parecido físico,
rasgos similares o características de la personalidad a las
cuales se les atribuye una transmisión genética (Rossi
& Jurkowski, 2021).
Las
parejas igualitarias o personas con un proyecto parental individual
llegan de otro modo a la recepción de gametos (Baccino, 2012).
Las primeras ya habrán dado por sentado que debido a una
necesidad biológica deberán acceder a las TRHA. Su
proyecto parental parte de la base de una elección, a
diferencia de muchas parejas heterosexuales donde la llegada a las
TRHA se trataría de un último recurso (Bogliatto,
2023). Las personas con proyectos monoparentales, en particular las
mujeres, pueden atravesar el duelo por el proyecto biparental no
concretado (Moncó et al., 2010). Se trata de mujeres en su
gran mayoría profesionales de clase media que no han podido
encontrar una pareja con quien armar un proyecto de familia
biparental, heteronormativo. En muchos casos estas mujeres deben
duelar "la ausencia de un padre" para ese niño
(Moncó et al., 2010). Por último, el duelo gestacional
puede darse en los casos en que las personas deban recurrir a la
gestación por sustitución o en el método ROPA.
Se duela lo que puede pensarse como la conexión biológica
con ese niño por nacer (Baccino, 2012).
Emociones
frecuentes
Como
se mencionó anteriormente, las dificultades reproductivas y el
diagnóstico de infertilidad conmueven y alteran la vida diaria
de quienes los experimentan, generando efectos emocionales y
dificultades que deben ser reconocidos y apoyados (Cousineau &
Domar, 2007; Schmidt, 2010. Boivin et al., 2001). Comienzan las
creencias de tener un cuerpo fallado o que nunca lograrán el
ansiado proyecto parental. Se comienza a tejer un discurso basado en
cierta meritocracia donde hacer todo lo que te dicen y desearlo lo
suficiente vuelven a uno más merecedor de ese embarazo. Esta
perspectiva conlleva a un gran sentimiento de culpa, como la
contracara de hacer todo y aun así no ser suficiente, ya que
la sensación es que los pacientes algo no deben haber hecho
para obtener un resultado favorable (Cousineaur & Domar, 2007;
Schmidt, 2010). Los factores socioculturales y las creencias
religiosas no pueden pasarse por alto, ya que muchos pacientes
experimentarán una intensa sensación de vergüenza
debido al tabú que rodea la dificultad para lograr un embarazo
de forma espontánea. Esto se debe en gran medida a la
influencia de normas y valores sociales que rodean la concepción
y la reproducción (Boivin et al., 2001; Moreno Sánchez,
2012).
El
proceso diagnóstico a su vez genera sentimientos de
humillación, particularmente cuando los pacientes deben
realizarse estudios médicos invasivos por los cuales terceros
comienzan a ser parte de la intimidad de una persona o pareja. Este
conjunto de emociones genera un estado de irritabilidad y
culpabilidad que fluctúa acorde al momento del proceso en el
que se encuentren los pacientes. Muchas veces la culpabilidad recae
sobre las mujeres, quienes por default sienten que las dificultades
reproductivas suelen ser femeninas y de allí el sentimiento de
un cuerpo fallado (Cousineau & Domar, 2007; Moreno Sánchez,
2012; Schmidt, 2010). Los varones por lo general suelen hablar menos
acerca de sus emociones y tienden a acompañar a sus parejas.
Esta dificultad de poner en palabras sus emociones conlleva que
atraviesen enormes niveles de angustia y que muchas veces sus parejas
sientan un desinterés de su parte por no involucrarse del modo
en que se espera. De aquí se desprende la necesidad de poder
trabajar los estilos de comunicación de cada pareja, de modo
de poder alojar las emociones de ambos miembros, como a su vez que
puedan adquirir herramientas para poder nombrar y conversar acerca de
cómo llevar cada instancia de los tratamientos (Cousineau &
Domar, 2007; Giménez Mollá, 2012; Moreno Sánchez,
2012; Schmidt, 2010).
Conductas
frecuentes
Al
igual que existen emociones frecuentes que surgen durante los
tratamientos de reproducción asistida, también se
observan conductas típicas en esta población. A
continuación se presenta una lista no exhaustiva de estas
conductas que, a su vez, están vinculadas con las emociones y
se retroalimentan mutuamente.
Aislamiento.
Esta
conducta está relacionada con el entorno social y la red de
apoyo del paciente. Puede manifestarse cuando el grupo social o
familiar incluye personas embarazadas o niños, o cuando el
paciente se enfrenta a preguntas o interrogatorios relacionados con
la búsqueda de un embarazo. Por ejemplo, las personas pueden
optar por no asistir a eventos sociales si suelen ser objeto de
preguntas intrusivas como '¿ustedes para cuándo?'.
Esta situación es común en parejas heterosexuales, pero
también afecta a personas en proyectos monoparentales o
parejas del mismo sexo si han atravesado tratamientos infructuosos.
En estas interacciones sociales se deja en evidencia una situación
que la persona no ha logrado alcanzar, lo que, al evitar dichas
situaciones sociales, puede generar sentimientos de culpa y
ambivalencia del tipo: 'Quiero acompañar a mi amiga en su
embarazo, pero me duele verlo y no puedo'. El aislamiento social
intensifica la sensación de soledad característica del
tránsito por los tratamientos y, a su vez, es un factor que
contribuye al desarrollo de sintomatología depresiva.
Hipervigilancia.
Este
estado de alerta constante en relación con su cuerpo es
especialmente común en el caso de las mujeres que van a ser
las gestantes, ya sea durante los tratamientos o durante el embarazo.
Se
hallan constantemente vigilando su propio cuerpo, examinándolo
minuciosamente y tratando de interpretar cualquier síntoma o
la ausencia de ellos. Este estado de hipervigilancia se exacerba
particularmente durante la beta espera (periodo que comprende desde
la transferencia del embrión o inseminación a la prueba
de embarazo) o durante las primeras semanas de embarazo.
Impacto
cognitivo.
A partir del inicio de un tratamiento de fertilidad, las funciones
ejecutivas se ven afectadas. Los aspectos emocionales comienzan a
desempeñar un papel central en la vida del paciente, como se
detalla en la sección sobre emociones frecuentes. Como
resultado, la atención de la persona se concentra en el
tratamiento y sus posibles resultados, lo que, cuando se combina con
posibles síntomas de depresión y ansiedad, puede tener
un impacto significativo en su vida diaria, alterando incluso su
rendimiento laboral Cousineau & Domar, 2007; Moreno Sánchez,
2012; Schmidt, 2010). Es importante mencionar que este fenómeno
no se limita únicamente a las mujeres, también puede
afectar a los varones preocupados y angustiados por la crisis vital.
Ideas/conductas
obsesivas.
Es común que surja una búsqueda obsesiva de información
médica y de terapias alternativas y complementarias, lo que
lleva a que los pacientes se conviertan casi en expertos en la
temática y la terminología específica de los
tratamientos. Sin embargo, la sobreinformación suele ser un
arma de doble filo. Por un lado, conocer los procedimientos y qué
esperar en cada paso empodera a las personas y les permite tomar
decisiones informadas. Por otro lado, también genera confusión
y desconfianza en relación a las indicaciones médicas,
ya que pueden surgir comparaciones con lo encontrado: "leí
en un foro que a un paciente le recomendaban esto y a mí no".
Por lo tanto, es necesario indagar qué busca el paciente y con
qué objetivo, qué información necesita, cómo
y dónde obtenerla.
Impacto
en la sexualidad.
Las personas experimentan una baja libido debido a que su energía
se encuentra enfocada en lograr un embarazo, lo que se profundiza aún
más por la crisis vital que están atravesando y por la
posible sintomatología ansiosa y/o depresiva característica
del proceso. En el caso de parejas heterosexuales, a menudo se
experimenta una sensación de la sexualidad intervenida, como,
por ejemplo, la recomendación de mantener relaciones
programadas, lo que puede llevar a que la intimidad y el placer en la
relación sexual se pierdan, centrándose únicamente
en el objetivo de lograr un embarazo (Tao et al., 2011). En el caso
de parejas igualitarias de mujeres, la sexualidad también
puede verse afectada tanto por la baja libido como por los momentos
durante el tratamiento en los que no pueden mantener relaciones
sexuales. Por consiguiente, se observa una prevalencia del 60% de
disfunciones sexuales debido a la pérdida de la espontaneidad
y el deseo (Giménez Mollá, 2012; Tao et al., 2011).
Infertilización
de la vida. Este
fenómeno ocurre cuando el estilo de vida se ve condicionado
por los tratamientos, ya que las personas modifican su alimentación,
actividad física, consumo de alcohol y actividades sociales
debido a los riesgos que podrían implicar en relación
con un posible embarazo. Además, este impacto se extiende a
las consideraciones económicas y financieras, ya que con
frecuencia las personas renuncian a tomar vacaciones, efectuar
compras, o incluso a explorar nuevas oportunidades laborales, debido
a la constante preocupación de que puedan requerir esos
recursos para costear tratamientos médicos necesarios. Además,
existe el temor de perder beneficios como tiempo de vacaciones
pagadas o licencias, y surge la aprehensión de cambiar de
empleo inmediatamente antes de un posible embarazo, lo cual puede
generar sentimientos de vergüenza y culpa. La vida parece estar
condicionada por los tratamientos, con otras áreas de la vida
pausadas, y todo comienza a evaluarse en función de los
intervalos entre los tratamientos.
Momentos
del tratamiento
Como
se mencionó anteriormente, una variable importante a
considerar en el espacio psicoterapéutico es el momento del
tratamiento en el que se hallan los pacientes, dado que las emociones
varían de acuerdo con la etapa y muestran rasgos distintivos.
La intención de detallar cada etapa del tratamiento es
proporcionar una comprensión completa de las experiencias que
enfrentan las personas y cómo estas impactan tanto en su vida
cotidiana como en su bienestar emocional. La consideración de
este factor permite que los pacientes experimenten una sensación
de validación, contención y apoyo emocional.
Etapa
diagnóstica.
En los primeros momentos de ingresar a una clínica de
fertilidad las personas se ven sumergidas en un nuevo y complejo
universo, donde se utilizan términos y conceptos específicos,
lo que a menudo puede resultar abrumador para ellas (Giménez
Mollá, 2012). En cualquier proyecto parental, cuando una
persona o pareja se acerca a una clínica de fertilidad va a
haber una etapa diagnóstica que, especialmente en parejas
heterosexuales, representa una crisis vital debido al tiempo de
búsqueda previa frente al duelo de no poder tener hijos de
manera espontánea (Giménez Mollá, 2012; Schmidt,
2010). Con frecuencia llegan a consulta mujeres que aún no
tenían el deseo de maternidad, o que aún no han
concretado el proyecto parental que les gustaría. En estos
casos su intención es criopreservar óvulos, pero muchas
veces son informadas de que no disponen de la cantidad necesaria para
llevar a cabo este proceso. Esta situación puede ser
especialmente impactante, ya que plantea desafíos inesperados
y las obliga a reconsiderar sus planes de maternidad, generando
incertidumbre y cuestionamientos sobre sus opciones futuras. Las
parejas igualitarias de mujeres, a menos que cuenten con un
diagnóstico previo, se acercan con mayor esperanza e ilusión
(Giménez Mollá, 2012). En estos casos, es importante
evaluar el tipo de tratamiento que desean seguir, ya sea una
inseminación artificial o el método ROPA (Recepción
de Ovocitos de la Pareja). En algunas situaciones, esta decisión
puede haber sido objeto de conversaciones previas, mientras que en
otros casos puede ser un proceso para determinar de qué manera
desean abordar la gestación y la contribución genética,
definiendo quién será la gestante y quién
aportará los óvulos (Baccino, 2012).
Primer
tratamiento.
Al iniciar un primer tratamiento, la ilusión y las
expectativas son elevadas, lo que lleva también a desarrollar
altos grados de ansiedad e incertidumbre y por ende hay un impacto en
la calidad de vida (Boivin y Lancastle, 2010; Schmidt, 2010). Este es
un momento propicio para llevar a cabo una psicoprofilaxis, ya que
muchas personas no retienen adecuadamente las indicaciones médicas.
Se les puede sugerir que tomen notas de las preguntas y las
respuestas proporcionadas por los médicos. Además, es
común que experimenten temor a las agujas y a la
administración de la medicación que implica inyectarse.
También pueden sentir ansiedad al pensar en la entrada al
quirófano en los casos de tratamientos de alta complejidad,
debido al miedo a la anestesia y al dolor.
Toma
de la muestra de semen. Para
los varones, la toma de muestra de semen es un momento estresante que
a menudo se minimiza debido a que no se trata de un procedimiento
invasivo (Giménez Mollá, 2012). Este proceso suele
estar asociado a cuestiones de virilidad, lo que puede generar
ansiedad y preocupación en ellos. Por lo general, esta toma de
muestra se lleva a cabo en una sala privada en las clínicas,
algunas personas lo llevan desde sus casas pero debido a que disponen
de un límite acotado de tiempo para llegar a la clínica
(una hora) y entregar la muestra, esto no siempre es factible.
Estimulación
ovárica. Boivin
y Lancastle (2010) evaluaron la sintomatología a lo largo del
período del tratamiento en tres instancias. Las autoras
encontraron que la etapa de estimulación del tratamiento se
caracterizó por un estado emocional positivo con un menor
grado de ansiedad, refieren un "cauto optimismo".
Punción.
En muchos tratamientos de alta complejidad, uno de los momentos
críticos es la punción ovárica, que implica la
aspiración de los folículos. Este procedimiento se
realiza en un quirófano con una sedación profunda y
suele requerir un día de reposo relativo posteriormente, ya
que las personas pueden experimentar molestias. A partir de este
punto, se abren dos resultados posibles: si es posible aspirar los
folículos, se genera expectativa y ambivalencia, ya que surge
la pregunta de si se podrán obtener embriones. Por otro lado,
si no se logra aspirar folículos, la incertidumbre, la
tristeza, la depresión y la desesperanza pueden ser
abrumadoras al enfrentar la pregunta de cómo continuar. En el
caso de criopreservación, este constituye el último
paso en el proceso.
A
partir de la punción, si se obtienen embriones, es posible
optar por realizar una biopsia para llevar adelante la prueba
genética preimplantatoria, lo que implica esperar los
resultados de este estudio adicional. Esto subraya que el proceso de
utilización de las técnicas de reproducción
asistida implica una serie de pasos que pueden prolongarse y
modificarse en función de los resultados de los estudios y las
decisiones de los pacientes.
Transferencia.
La preparación para la transferencia es un momento de grandes
niveles de esperanza y ansiedad. A pesar de que se realiza en un
quirófano, es un procedimiento más sencillo en
comparación con la punción. Para llegar a esta etapa,
los pacientes han tenido que acudir a la clínica para el
monitoreo del crecimiento del endometrio y, en algunas ocasiones, han
debido realizar análisis de laboratorio. Si los valores no
están dentro de los rangos esperados es necesario replantear
la planificación de la transferencia.
Beta
espera.
Este es un período de entre 12 y 14 días que implica
mucha ilusión y esperanza para los pacientes. Sin embargo,
también puede haber variabilidad emocional, aunque se indica
seguir la vida lo más normal posible durante la espera.
Asimismo, se cuenta con literatura sobre el grado de incertidumbre
que provoca el período de beta espera, que puede llegar a
favorecer o perpetuar niveles de ansiedad, desesperanza y depresión
(Clifton, et al., 2020). La ansiedad aumenta al acercarse la fecha de
la prueba de embarazo. Boivin y Lancastle (2010) observaron que las
estrategias más eficaces en este período son la
distracción y la búsqueda de apoyo social.
Embarazo.
Ante un resultado positivo los sentimientos de ambivalencia suelen
atravesar las primeras semanas o el primer trimestre. Por un lado, se
siente una enorme alegría por haber logrado algo tan anhelado
pero por otro un enorme temor a perderlo. Las molestias propias de un
embarazo muchas veces si son expresadas suelen ser vivenciadas con un
sentimiento de culpa, dado que se espera que estas personas solo
demuestren gratitud y felicidad (Moreno Sánchez y Roca de Bes,
2012). Durante este período, es común que las mujeres
estén hipervigilantes de su cuerpo y los síntomas,
experimentando ansiedad mientras esperan la primera ecografía
que confirma la presencia del embrión.
Si
no hay embarazo. Investigaciones
han demostrado que las mujeres que se sometieron a su primer intento
de tratamiento y no lograron un embarazo experimentaron un claro
deterioro en su bienestar emocional en comparación con
aquellas que sí quedaron embarazadas (Holter et al., 2006).
Sin embargo, las investigaciones también indican que, a partir
del segundo o tercer tratamiento sin éxito, pueden
manifestarse síntomas depresivos (Verhaak et al., 2005;
Schmidt, 2010). En estos momentos, puede ser relevante realizar una
evaluación individualizada, considerando la personalidad y la
historia del paciente, para determinar si sería apropiado
derivar a una consulta con un psiquiatra. En general, frente al
resultado negativo surge mucha tristeza y temor a raíz de la
incertidumbre sobre el camino a seguir: ¿se debe considerar la
repetición de un tratamiento? ¿La persona está
dispuesta a enfrentar otro ciclo de tratamiento con la posibilidad de
otro resultado desfavorable? ¿Y cuándo debería
hacerlo?
En
síntesis, los tratamientos de reproducción humana
cuentan con varias etapas que van variando según el
diagnóstico, el caso y la persona. Sin embargo, esta crisis
vital y el duelo son procesos transversales a los tratamientos. Cada
etapa va a tener sus particularidades, por lo que es esencial que,
como profesionales de la salud, se cuente con un conocimiento básico
de la temática para poder hacer intervenciones lo más
adecuadas para el paciente.
Abandono
del tratamiento
Tradicionalmente
se asumía que las pacientes discontinuaban los tratamientos
porque alcanzaban un embarazo, por problemas económicos y/o
porque el médico no recomendaba seguir adelante en presencia
de una mala prognosis (Domar et al., 2015). Sin embargo, al estudiar
las razones del abandono, incluso consultándoles a ex
pacientes por qué habían interrumpido los tratamientos,
los mismos refirieron que la carga emocional era excesiva tanto para
ellos como para las parejas (Domar, 2004; Domar et al., 2015).
La
relación entre abandono e impacto emocional cobró
fuerza sobre todo porque muchas de estas investigaciones se llevaron
a cabo en países que cuentan con cobertura médica y la
variable económica no se encontraba presente, de todos modos,
los sujetos abandonaban los tratamientos (Brandes et al., 2009;
Domar, 2004; Domar, et al., 2018).
El
estudio de las razones del abandono de los tratamientos y el avance
del trabajo interdisciplinario favoreció que en la actualidad
las clínicas de fertilidad tiendan a llevar a cabo abordajes
hechos a medida para cada persona o pareja (Boivin & Gameiro,
2015; Domar et al., 2015). Sin embargo, diversos autores afirman que
todavía es un campo a seguir explorando (Huppelschote et al.,
2013).
Abordajes
psicoterapéuticos
A
lo largo de los años el enfoque de la psicología de las
TRHA fue cambiando desde una perspectiva de una clínica de la
psicosomática a la ponderación de los ensayos clínicos
aleatorizados, para arribar a una perspectiva centrada en los
tratamientos a medida de cada persona (Boivin & Gameiro, 2015).
Existen diversas modalidades de abordajes psicoterapéuticos,
tanto dispositivos individuales, de pareja o grupales y de diversos
marcos teóricos y modalidades, como, por ejemplo, la terapia
de aceptación y compromiso, mindfulness, cognitivo-conductual
y psico-corporales (Domar et al., 2015; Galhardo et al., 2013;
Hosseinpanahi
et al., 2020;
Myers & Wark, 1996). Las investigaciones afirman que todas ellas
generan mejoras en las modalidades afrontamiento y regulación
emocional, que resulta en mejoras en la salud mental, el estrés
relacionado con la fertilidad y las tasas de embarazo (Domar et al.,
2000; Warne et al., 2023). La psicoterapia promueve una mayor
adherencia al tratamiento médico, lo que se traduce en una
mejora general en la calidad de vida de las personas (Boivin &
Gameiro, 2015; Boivin et al., 2012; Domar et al., 2000; Thorn, 2009;
Warne et al., 2023).
En
el año 2001 el capítulo de psicología de la
Sociedad Europea de Reproducción Humana y Embriología
publicó una guía de asesoramiento, en el documento
destacan cuatro características de la clínica de las
TRHA (Boivin, et al., 2001):
-El
foco central de la consulta: deseo no concretado o una meta no
alcanzada en la vida. El foco no es encontrar un diagnóstico,
es acompañar el padecimiento de la persona, entendida en un
contexto psicosocial.
-El
deseo de hijo crea una persona no existente aún que no puede
ser incluida en el proceso de decisiones. Hay que poder ayudar a
reflexionar sobre los intereses de la persona por venir.
-El
tratamiento del deseo no alcanzado de tener un hijo involucra un
ciclo repetido de intervenciones que pueden ser exitosas, pero
generalmente no lo son. Este largo proceso genera estrés
emocional acompañado de mucha decepción y
desesperación.
-Los
procedimientos diagnósticos y el tratamiento médico en
infertilidad tienen un importante impacto en la vida íntima de
las personas. Es por esto por lo que, la dinámica de la
relación, la sexualidad y las habilidades de afrontamiento de
los efectos psicológicos y emocionales deben ser considerados.
Para
poder implementar las sugerencias de la guía, es esencial
considerar todas las variables y momentos previamente descritos al
brindar apoyo a los pacientes. Comprender que el papel de los
terapeutas se centra en proporcionar un espacio para el duelo y la
toma de decisiones, sin emitir juicios de valor ni ofrecer opiniones
sobre lo que deberían hacer las personas o parejas. Las
investigaciones respaldan la idea de que los pacientes sienten la
necesidad de ser escuchados (Pasch, et al., 2016).
Discusión
Como
se ha descrito a lo largo del capítulo, la clínica de
reproducción humana implica un extenso recorrido que abarca
múltiples etapas, pasos y emociones para las personas
involucradas. Implica un proceso que comprende tomar decisiones,
donde el rol del psicoterapeuta es fundamental para poder alojar y
acompañar de manera adecuada.
Para
esto, es relevante en una sociedad en constante cambio y con grandes
avances científico-tecnológicos poder reflexionar
acerca del rol de los profesionales de la salud mental, que trabajan
acompañando, asesorando y psicoeducando. Como afirma Graciela
Reid (2019):
"En
tiempos de múltiples y profundas transformaciones es sumamente
importante poner en caución las teorías preexistentes
acerca del deseo y devenir de las maternidades, ya que es probable
que, bajo una mirada no renovada, las prácticas novedosas o
inéditas se identifiquen como patológicas a priori, en
lugar de ser pensadas como nuevos contexto y modos de sentir y vivir
las maternidades, desligadas hoy de todo fundamento biologicista,
haciendo su aparición el sujeto mujer deseante descentrada de
la verdad de nominación de un que-hacer
en el discurso social y científico" (p. 22).
La
formación y actualización de los profesionales de la
salud mental no debe dejar de lado la necesidad de pensar un abordaje
que incluya la interseccionalidad de factores culturales, de género
y niveles socioeconómicos (entre otros). Más aún,
en un territorio como el latinoamericano y en un país como
Argentina, cuyas desigualdades varían de una región a
otra. Tomar como referencia lo investigado y desarrollado en países
del hemisferio norte debe ser simplemente un punto de partida que
ayude a diseñar un enfoque específico y adaptado al
contexto latinoamericano. Por esto se considera fundamental promover
el desarrollo de investigaciones y de conocimiento contextual en
Latinoamérica, particularmente en Argentina, que cuenta con
una legislación de avanzada en lo que respecta al acceso a los
tratamientos y en materia de derechos de los nacidos a través
de técnicas de reproducción asistida.
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