ISSN 2618-5628
 
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Vinculocentrismo  
Adultocentrismo, Crianza, Familia, Parentalidad  
     

 
Vinculocentrismo: cuando el respeto hace base en el vínculo
 
Liguori, Natalia Soledad
Impronta perinatal
 

 

Desde hace años y en distintos ámbitos de acompañamiento a mujeres y familias en el período perinatal (grupos de puerperio, talleres para cuidadorxs, formaciones para profesionales), tanto presenciales como virtuales, se escuchan críticas al Adultocentrismo predominante, sobre todo, en la educación y las crianzas de generaciones anteriores; y, a partir de ellas, una especie de respuesta reactiva, de transposición hacia lo contrario, en la que se propone un paradigma llamado Bebecentrismo o Niñocentrismo que genera, a su vez, múltiples interrogantes. Intentando comprender esta suerte de movimiento pendular, haciendo un poco de historia y reflexionando desde una perspectiva relacional, nacen las ideas que a continuación se desarrollan.

 

Sociedades adultocéntricas

El término adultocentrismo hace referencia al hecho de que existen relaciones desiguales de poder innegables entre los diferentes grupos de edad que establecen jerarquías, siendo asimétricas en favor de los adultos, es decir que éstos se ubican en una posición de superioridad, gozando de privilegios por el solo hecho de ser mayores, porque la sociedad y su cultura así lo han definido (Rodríguez Tramolao, 2013). En las crianzas con una fuerte impronta desde esta perspectiva, el eje está puesto en las personas adultas, considerando únicamente sus deseos, necesidades, tiempos y derechos, en detrimento de los deseos, necesidades, tiempos y derechos de los bebés, niños, niñas y adolescentes. El adultocentrismo se traduce así en prácticas arbitrarias a través de las cuales es habitual que se limite la libertad de les infantes, prácticas que moldean modos de estar en el mundo, formas predeterminadas de interacción y que además, muchas veces, atentan contra su integridad, vulnerando derechos y siendo perjudiciales para sus posibilidades de bienestar, crecimiento y sano desarrollo (Morlachetti, 2023).

Como afirman Santiago Morales y Gabriela Magistris (2023), aunque incomode tener que asumirlo, la infancia viene siendo la etapa de la vida -junto a la vejez- en la que las personas somos sometidas y subordinadas "por nuestro propio bien" por ese sujeto construido socio-históricamente como superior: el sujeto adulto. Como corolario de ello, se genera una forma de educar basada en la obediencia ciega y en la idea de que las normas se imponen de arriba hacia abajo, de m/padres a hijos/as. En este marco, expresa la psicóloga española Rosa Jové, "el adulto no se equivocaría"; y, en caso de que lo hiciera, intentaría ocultar su falta y/o justificarla (incluso consigo mismo) en lugar de detenerse a reflexionar (como posiblemente haría en vínculos interpersonales con pares etarios) y responsabilizarse por sus acciones.

Desde el paradigma adultocentrista, se prioriza al mundo adulto, en una sociedad en la que vivimos corriendo para cumplir horarios y responsabilidades infinitas (con una carga mental prácticamente continua y una sobrecarga de tareas aplastante), esperando que les niñes "colaboren adaptándose" y comportándose como les mayores esperan/mos, aunque para ello hiciera falta "adiestrarlos" (Jové, 2009). La colega española hace referencia a entrenamientos para que "no demanden tanto", para que "aprendan a dormir", para que "dejen" el pecho, la mamadera, el chupete, los pañales, procesos en los que a menudo no se consideran sus necesidades específicas, no se respetan sus tiempos ni se hace lugar a sus particulares emociones (ejemplifica mencionando los métodos Estivill y Ferber, que llevan los nombres de los médicos que los han desarrollado).

La niñez es una construcción social e histórica que responde a ideales del mundo adulto hegemónico. Es decir, se construye la representación de lo que es un niño, qué características y roles tiene, así como su posición dentro de la estructura social en función de un ideal cultural de adulto deseable y productivo en el futuro. Muchas veces oímos decir que "las infancias son el mañana", olvidando que también son el presente, que tienen experiencias, deseos, intereses y opiniones dignas de ser escuchadas, que pueden transformar los espacios que ocupan, las relaciones en las que participan y las organizaciones e instituciones a las que pertenecen (Espino, Ojeda & Gentili, 2013).

Somos muchos y muchas quienes, de un tiempo a esta parte, problematizamos el adultocentrismo y las violencias adultistas, la arbitrariedad y el autoritarismo que las caracterizan.

 

¿Será superador, entonces, pensar en "clave bebecéntrica"?

Ante los mencionados efectos dañinos del adultocentrismo, surge una suerte de propuesta contrahegemónica de gran pregnancia, a priori, al otorgar el protagonismo a las infancias:

Las personas adultas deberíamos estar al servicio de los niños (...) adaptarnos a todo aquello que el niño manifiesta o reclama (...) ¿Hasta cuándo? Hasta que se sienta confortable. Esa es la medida: el confort del niño (Gutman, 2018).

Desde este paradigma, las necesidades fisiológicas del bebé/niñx estarían en un absoluto primer plano, siendo quienes marquen los tiempos y ritmos en las diferentes etapas, sin intervenciones de sus cuidadores; intervenciones consideradas las más de las veces como innecesarias y hasta como interferencias en su libre desarrollo que podrían dejar huellas traumáticas.

Se trata de discursos universalizantes en los que suele enaltecerse "lo natural" y "la biología", reforzando nociones esencialistas ligadas a lo instintivo en las maternidades, otorgando un lugar subsidiario a otras figuras de cuidados y excluyendo tanto los procesos psicoemocionales singulares como las dimensiones económicas, socioculturales, ambientales e históricas transversales a los mismos. Habida cuenta de que no solo resulta aplastante para las subjetividades, sino que además continuamos enfrentando el problema de poner a un miembro de la familia en el centro de modo constante (solo que, en este caso, en lugar de ser la persona adulta, serían la/s infancia/s), e inevitablemente esto tiene como consecuencia que los demás roles de la familia queden relegados a lugares periféricos de manera permanente (Raschkovan, 2019).

El cuidado es relacional y admite que las personas –los demás seres– y el entorno son interdependientes (Tronto, 2020). Es imposible imaginar al sujeto humano por fuera de los vínculos. Somos seres sociales, con necesidad de relacionarnos significativamente con otrxs a lo largo de todo nuestro ciclo vital: el entramado de cuidados nos sostiene y posibilita la vida, especialmente durante la niñez (y la vejez).

Como afirmaba Winnicott, no hay tal cosa llamada bebé: entendemos que el bebé existe siempre con alguien más, formando parte esencial de un vínculo, de una relación con un Otro que le sostiene, nutre y corporaliza. Cuando se me muestra un bebé, se me muestra a alguien que se ocupa de él, aseveraba. En la sociedad actual, quien habitualmente cumple esta función son la madre y/o el padre, quienes deben ser lo suficientemente buenxs para brindar cuidados primarios que garanticen su salud, física y psicoemocional. Los modos en que las personas adultas se ocupan del niño, las interacciones cotidianas y la comunicación con él se internalizan y el niño construye de esta manera los modelos de sí mismo que reflejan el modo en que es visto. Así, las experiencias emocionales tempranas tienen un impacto directo en la organización intrapsíquica e intersubjetiva, permiten que construya la capacidad de pensar tanto al mundo que lo rodea como pensarse a sí mismo (Armus, Duhalde, Oliver & Woscoboinik, 2012).

Cuando hablamos de subjetividad y vinculación, hablamos de singularidades. Si olvidamos esta "regla", corremos el riesgo de homogeneizar, de uniformizar y, así, dejar de ver a quien/es acompañamos, simplificando y reduciendo complejísimos procesos a fórmulas universales desprovistas de análisis. El famoso caso por caso nos recuerda tomar en consideración a cada persona, su trayectoria vital, la etapa en la que se encuentra, el entorno en el que se desarrolla, su contexto específico y circunstancias particulares. Pensamos en quién es sostenidx así como en quién/es sostiene/n, cómo lo hacen y si cuentan, asimismo, con redes de acompañamiento, apoyos y relevos.

Es menester tener presente también la división sexual del trabajo y el extractivismo de los cuidados (Wichterich, 2019), que no sólo atañe a la dimensión económica sino también socioafectiva y que conlleva aspectos emocionales deslindables de la distribución asimétrica de las tareas y responsabilidades, que repercuten en las condiciones de vida (CEPAL, 2022). Así como considerar otras variables sociales actuales que inevitablemente inciden en las prácticas de crianza: los cambios en las configuraciones familiares (tanto nucleares como ampliadas) y en los proyectos vitales, las dificultades inherentes a la situación de crisis socioeconómica y habitacional, la disminución de la disponibilidad de las personas adultas para con las infancias, debido a los estresores cotidianos, a la falta de tiempo-espacios personales y/o al cansancio producido por largas jornadas laborales (Cerutti, 2015).

El cuidado en solitario, en aislamiento, en condiciones adversas, no sólo no es eficaz ni sostenible, sino que es un factor de vulnerabilidad para la salud mental, que se suma a las hiperexigencias que recaen sobre las mujeres madres (Vivas, 2020) así como a la idealización de la maternidad (Díaz & Liguori, 2022) en general, y de la maternidad intensiva (Hays, 1998) en particular. El cuidado infantil es una responsabilidad colectiva que debiera ser compartida y protegida por políticas públicas acordes.

 

Cambiar la mirada, promover la salud

Asumiendo entonces que la sociedad en la que vivimos es una sociedad adultocéntrica (así como asumimos que es también patriarcal, machista, capitalista, clasista, capacitista y cisheteronormativa), en la que las personas adultas inevitablemente nos encontramos en lugares de mayor poder en relación a las infancias, es indispensable detenernos y repensarnos para construir cotidianeidades en las que podamos desnaturalizar las múltiples violencias que hace tiempo perpetuamos sin mayor consciencia de ello, en las que podamos ser reflexivos de forma tal de traer el vínculo a la centralidad de la escena, pudiendo hacer una lectura crítica de esta asimetría, teniendo siempre en vista la necesidad de su transformación en pos de que el respeto sea mutuo y recíproco.

Es imprescindible reconocer a las infancias como sujetos sociales y políticos con derechos y pensamiento propios, interdependientes y co-protagonistas en los intercambios intergeneracionales. No puede concebirse la relación como unxs sobre otrxs, sino como juntxs y a partir de lo que cada cual es, asumir la tarea común, los desafíos que nos retan como conjunto (Magistris & Morales, 2019).

Es urgente una sociedad más empática que provea un entramado social sostenedor a fin de que los cuidadores primarios puedan devenir en un ambiente facilitador para las niñeces (Raschkovan, 2019). Como afirma Débora Tajer en el prólogo del libro Maternidades en tiempos de des(e)obediencias (Reid, 2019), promover lo necesario para la producción del psiquismo infantil en la crianza, pero no a costa del malestar en plus materno. La madre y el niñx. Nunca la madre o el niñx. Y nunca el/la niñx a costa de la madre.

Esta es la invitación: modificar nuestra mirada, promover la salud. Cambiar el eje, que la persona adulta no sea el centro, que lo sea el devenir vincular. Que pensemos en todo lo que se genera en el singular encuentro entre estos dos seres únicos, la pareja de crianza, más acá y más allá de sus edades. Un pasaje del adultocentrismo al vinculocentrismo, del autoritarismo al acompañamiento empático y compasivo, de la exigencia de obediencia ciega a la comunicación profunda y sincera, de los premios y castigos a la reflexión conjunta y al intercambio paciente. Una perspectiva dinámica en la que se contemplen los deseos, ritmos y necesidades de ambas partes de este vínculo, desde la cual se comprenda que cada una de las personas involucradas carga con su propia historia, con sus propias emociones y sensaciones, con sus propias motivaciones y frustraciones, posibilidades e imposibilidades, aprendizajes y desafíos.

 

Referencias

Armus, M., Duhalde, C., Oliver, M. & Woscoboinik, N. (2012). Desarrollo emocional. Clave para la primera infancia. Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, UNICEF.

CEPAL Comisión Económica para América Latina y el Caribe (2022). La sociedad del cuidado: horizonte para una recuperación sostenible con igualdad de género (LC/CRM.15/3), División de Documentos y Publicaciones de las Naciones Unidas.

Cerutti, A. (2015). Tejiendo vínculos entre el niño y sus cuidadores, Desarrollo infantil y prácticas de crianza. Ministerio de Salud Pública, Uruguay Crece Contigo, Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, UNICEF.

Díaz, A. & Liguori (2022). Maternidades sitiadas. Publicado en https://www.actualidadpsicologica.com/maternidades-sitiadas/

Espino, S. C., Ojeda, K. H., & Gentili, P. (2013). Adultocentrismo y ciudadanía infantil: dos discursos en conflicto para la convivencia. Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, CLACSO.

Gutman, L. (2018). Una civilización niñocéntrica. Sudamericana.

Hays, S. (1998). Las contradicciones culturales de la maternidad. Paidós.

Jové, R. (2009). La crianza feliz: cómo cuidar y entender a tu hijo de 0 a 6 años. La esfera de los libros.

Magistris, G. & Morales, S. (2019). El co-protagonismo como nuevo paradigma de infancia: Hacia un horizonte emancipatorio en las relaciones intergeneracionales/Co-protagonism as a new childhood paradigm. Towards an emancipated horizon of intra-generational relationships. Kairos, 23(44), 35-55.

Magistris, G. & Morales, S. (2023). Reinventar el mundo con las niñeces: del adultocentrismo a las perspectivas niñas. Chirimbote.

Morlachetti, A. (2023). Qué decimos cuando hablamos de violencia contra las niñas, niños y adolescentes. Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, UNICEF.

Raschkovan, I. (2019). Infancias respetadas: crianza y vínculos tempranos. Aiqué.

Reid, G. (2019). Maternidades en tiempos de des(e)obediencias: psicoanálisis y género: versiones de una clínica contemporánea. Noveduc.

Rodríguez Tramolao, S. (2013). Superando el adultocentrismo. Cuadernillo cuatro. Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, UNICEF.

Tronto, J. (2020). ¿Riesgo o cuidado? Fundación Medifé Edita.

Vivas, E. (2020). Mamá desobediente. Ediciones Godot Argentina.

Wichterich, C. (2019). Care extractivism and the reconfiguration of social reproduction in post-fordist economies, ICDD Working Paper, No. 25, Kassel, Centro Internacional para el Desarrollo y el Trabajo Decente, ICDD.

 

 
12ma Edición - Junio 2024
 
 
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