Nota
editorial: Este
artículo fue originalmente publicado en la Revista Argentina
de Clínica Psicológica VI (1). Agradecemos el permiso
para su reproducción.
Hay
personas cuyas vidas muestran claramente como el entramado histórico
y político de su tiempo señala los límites y las
posibilidades de su acción y pensamiento.
Jorge
Thénon es una de ellas. El hombre. El psiquiatra. El maestro.
El revolucionario de ideas silenciadas.
Nació
en Buenos Aires, en 1902, en una familia de origen francés que
alentó su infancia y juventud con el amor al estudio y la
inquietud por el arte y el deporte, intereses a los que dio intenso
protagonismo durante toda su vida.
Ya
casado y con una hija dedicada a la poesía, consolidó
un núcleo familiar siempre participativo de la cultura.
Reuniones, conferencias e intercambios con otros intelectuales y
artistas eran habituales en la vida cotidiana de los Thénon.
Gozó de la amistad de eminentes pintores como Castagnino,
Berni y Policastro, entre otros. En lo personal, poseía un
especial talento para el dibujo; de hecho, sus gráficos serían
famosos aclaradores didácticos en sus enseñanzas de
anatomía.
Cursó
la carrera de Medicina en la Facultad de Medicina de Buenos Aires, y
en ese recorrido se perfilaron tres de sus ejes vitales: la
psiquiatría, la docencia y la actividad política,
siendo alumno ayudante de la catedra de Anatomía y activo
representante de las ideas izquierdistas en el Centro de Estudiantes.
Enérgico
e idealista, defendió a ultranza su pensamiento marxista con
altos costos personales y profesionales. Conoció el elogio, el
reconocimiento, el poder convocante de su sabiduría, y también
la prisión, la clausura y la prohibición de su
actividad, haciendo de cada obstáculo la oportunidad para una
búsqueda de alternativas.
Thénon
se graduó de médico en 1925. Ejercería durante
44 años, con una vastísima experiencia de contacto con
el padecimiento humano.
Con
la firme decisión de formarse en la psiquiatría, en
1928 nació su interés por la hipnosis y la legitimación
de los recursos psicoterapéuticos en la medicina general.
Valoro para ello las propuestas clínicas del psicoanálisis,
aplicándolas empíricamente al tiempo que descalificaba
lo que entendía como sus fallas especulativas. Para realizar
rigurosamente tal selección, se ubicó en el paradigma
opuesto al que fuera generador del dispositivo analítico, esto
es, partió de la consideración de la conciencia como
reflejo del modo de vivir y ser social del individuo. Y no fue esta
la única re-versión que operó en los conceptos.
También aposto, inspirado en Pulitzer, a explicar la
psicología desde la historia y la sociología,
invirtiendo los modelos explicativos tradicionales.
En
su camino intelectual le fue imprescindible el respaldo de una
garantía científica. Confió para ello en el
materialismo dialéctico y se hizo vocero de la escuela de
Pavlov. De hecho, aspiró a sostener con tales teorías
una suerte de encuentro psicoanalítico-marxista. Thénon
intentaba superar cualquier representacion que desplazara del centro
a un hombre vivencial entrelazado en concretas relaciones sociales.
Thénon
marxista era inseparable de Thénon profesional.
Y
esta coherencia tuvo su costo; al compás del devenir político,
debió permanecer en la sombra gran parte de su labor.
El
camino profesional. Sus postas.
Recibido
de médico, se dedicó a la Clínica General en el
Instituto Modelo del Hospital Rawson y en el Hospital Vélez
Sarsfield.
En
esta práctica se vio impresionado por la cantidad de enfermos
cuyas emociones parecían generar o, al menos, alterar sus
síntomas. Eran las órgano-neurosis, un avance
conceptual de lo que constituiría más tarde la medicina
psicosomática.
El
estudio psicológico y la encuesta biográfica de sus
pacientes comenzaron a apasionarlo, al tiempo que advertía la
influencia de las condiciones de vida en el determinismo de las
enfermedades.
Era
notorio por entonces el contraste entre los avances de la clínica
médica y la cirugía y la escasa evolución de la
psiquiatría, pese a los esfuerzos de los humanistas Domingo
Cabred, José Ingenieros y Aníbal Ponce.
La
psiquiatría estaba desalentada en todos sus frentes. El medio
universitario no la amparaba, sumado al hecho de que la practica
psiquiátrica -lejos de configurarse como ciencia- se reducía
a investigaciones de laboratorio y a la catalogación estática
de cuadros. Más allá de lo descriptivo, no había
contacto alguno con la vida del enfermo. En el marco de las
disciplinas teóricas, la psicología, la sociología
y la historia parecían funcionar independientes y hasta
antagónicas de la medicina.
Recordando
tal estado de situación, Thénon expresaría años
más tarde que para lograr avanzar en el auxilio de los
enfermos neuróticos, los jóvenes psiquiatras de
entonces no tenían otro recurso que el autodidactismo para
orientarse intelectualmente.
Avanzando
en ese camino público en 1930 su ler. Libro, Psicoterapia
comparada y Psicogenesis,
trabajo tesis de su doctorado y distinguido con el premio Accesit en
la Facultad de Medicina de Buenos Aires. Tal fue la resonancia, que
recibió el aval epistolar de Freud, quien le proponía
su publicación en la Revista Internacional de Psicoanálisis.
Curiosamente, junto a una cuidadosa exposición de la neurosis
y su posibilidad psicoterapéutica, ya se esbozaban allí
líneas críticas a los aspectos especulativos del
psicoanálisis. Tal carta fue una de las primeras
desapariciones que sufrieron las acciones de Thénon, ya que la
imprenta de la revista que la publicaría fue allanada -por
otras causas-y junto a otros valiosos materiales, destruida.
Entretanto,
acrecentaba su experiencia hospitalaria como médico honorario
del Hospicio de las Mercedes.
En
1935, Thénon fue becado por la Asociación Argentina
para el Progreso de las Ciencias, con destino a estudiar psiquiatría
en la Universidad de Paris. Allí fue, en busca de maestros y
experiencias que serían determinantes en los giros de su vida
profesional. Francia representaba además su ascendencia
cultural, lo que intensificó aún más las
vivencias que se plasmaron años más tarde en su libro
Robespierre
y la Psicopatología del Héroe,
en el que con riqueza ideológica y literaria critica la
interpretación psiquiátrica de la historia.
En
Francia trabajo en los Hospitales de Sainte Anne y Paul Brousse de
Villejuif y junto a la enseñanza de Cristofredo Jakob,
profundizó en la histología del sistema nervioso
central, la reflexología y las teorías pavlovianas, de
lo que surgirían producciones diversas.
Thénon
investigaba procurando encontrar alternativas terapéuticas más
alentadoras que los tratamientos que se prestaban en los asilos.
Para
entonces, su firme humanismo racionalista reforzó su decisión
de no separar la práctica psiquiátrica de la medicina
general, camino que to apartaría para siempre del desempeño
excluyente del psicoanálisis, y más tarde de este en
general.
Regresó
a Buenos Aires con más conocimientos y experiencias, tanto en
to referido a su compromiso científico como a sus vivencias de
luchas populares. Corrían los años de la década
del 30 y la tensión generada por la posibilidad del fascismo
era la medula del devenir mundial. Thénon asumió un
activo rol a favor de la democracia, lo que le significaría un
pasaporte a dificultades en diversos órdenes.
Para
contextuar los desenlaces, es preciso citar que en 1935 había
publicado su libro Neurosis
Obsesiva,
y con su por entonces propio manejo del psicoanálisis se había
erigido como contra figura de la práctica oficial de la
psiquiatría del Hospicio de las Mercedes. A ello se sumaba su
firme posición popular de izquierda en el marco político
de aquellos tiempos. La ecuación arrojo un duro resultado:
pidieron su alejamiento del establecimiento, lo que marco su vida y
también el desarrollo de la psiquiatría argentina. A
ese alejamiento seguiría el de Pichón Riviere y el de
cualquiera que procurase hacer psicoanálisis.
Se
negaba así la oportunidad del encuentro entre doctrinas
distintas para intentar una mejora en la asistencia manicomial,
afinándose aún más la rígida estructura
asilar.
Diría
el propio Thénon (1969 pp. 383). al recordar aquellos tiempos:
"...Mi
honroso prontuario de entonces ostentaba títulos como el de
reformista y firmante de cuanto manifiesto defendiese la libertad de
opinión y las garantías jurídicas del ciudadano
tan frecuente-mente conculcadas en nuestro país... ".
Su historia, su camino y cada una de sus elecciones, implicaban un
desafío a cualquier intento opresor. Tenía además
un enorme poder de convocatoria; bastaba mencionar que Thénon
estaría presente para que una multitud de jóvenes
intelectuales concurriera a un evento.
Al
cerrarse la posibilidad en hospitales de asistencia pública y
en la catedra porteña, multiplico su actividad privada y
reinicio su labor docente en la democrática Universidad de La
Plata como Profesor libre de Anatomía Topográfica;
también en el Colegio Libre de Estudios Superiores, donde con
múltiples cursos instauró una suerte de valiente
catedra paralela, resistiendo a la alienación obligada por el
poder político. Su impulso no cedió en los tiempos
duros, y en 1946, por justo reconocimiento a su labor, fue nombrado
miembro del Consejo Directivo, lo que sostuvo hasta 1952.
Para
Thénon la docencia vertebraba su profesión, de manera
que traslado luego su catedra paralela a la Casa de la Cultura,
enseñando en esas circunstancias las bases de una concepción
científica de la psicología. Cuando la institución
debió cerrar sus puertas, Thénon, infatigable, decidió
conducir un curso de Fundamentos de Clínica Psiquiátrica
en la Alianza Nacional de Intelectuales.
Recuerda
el eminente Dr. Cesar Cabral (1969, pp. 368) -amigo, colega y
elocuente transmisor de su historia- que "...
(Thénon)... hacia un todo armónico entre su labor
profesional, sus deberes de ciudadano consciente y su vocación
de ensenar." "... sus lecciones eran un nexo imprescindible
entre el conocimiento anatómico y la clínica
neurológica y psiquiátrica ". "(En ellas)
resplandeció el respeto por la persona y su afán
inquebrantable de elevar la dignidad de quien sufre en la
enfermedad".
También expresa, categórico: "
la Universidad Argentina se automutiló al no contar en el
claustro de profesores titulares con un hombre del talento y la
envergadura científica de Thénon".
Allá
por 1950, Thénon impactaba en la psiquiatría nacional.
Su afán de impulsar cambios en lo teórico y asistencial
se encontraba ahora con una perspectiva distinta: la estática
realidad asilar era conmovida por la resonancia de una inclinación
opuesta: desdeñar lo somático en favor de lo
psicogenético. Más allá de lo reductivo, se
abría el surco por el que transitar...
Con
tales despertares se realizó el primer Congreso Mundial de
Psiquiatría, en el que se coincidió en los problemas de
estancamiento, falta de recursos y de formación y dispersión
de esfuerzos.
Nada
en el país la intención de un encuentro constructivo
entre tendencias diferentes. Allí fue Thénon, junto a
Bleger, Cabral, Pichón Riviere y otros, representando a Buenos
Aires. A partir de entonces, en las sucesivas jornadas psiquiátricas,
Thénon era expositor aplaudido de diferentes ejes temáticos.
En
1960 se constituyó la Federación Argentina de
Psiquiatras. Thénon fue uno de sus fundadores y miembro de la
Comisión Directiva.
Por
aquellos tiempos, también vivencio la experiencia de prisión
por "sospecha de subversión", rotulo que para el
Plan CONINTES del gobierno de entonces legitimaba la privación
de la libertad de cualquier ciudadano. Como si las dificultades no
violentaran su fortaleza, o más aún, la inspiraran,
continúa su camino integrando la Comisión Permanente de
Congresos, desde la que impulsó encuentros científicos
de envergadura.
Siempre
firme en sus ideales, disponía de cada una de estas posiciones
como un claro frente de trabajo y lucha para lograr la creación
de servicios psiquiátricos en los hospitales genera les,
modificar la estructura asilar y vincular -en todos los espacios- la
enfermedad con las condiciones de vida y de trabajo.
Las
obras: reflejos del camino de sus ideas
Su
inicial interés en la psicoterapia tuvo su muestra en el
trabajo titulado La sugestión y la hipnosis, sus alcances
terapéuticos, publicado en 1928. Asimismo, desde sus primeros
años de profesión le preocupaba vincular el conflicto
psicogenético al medio social y sus contradicciones. Producto
de ese racionalismo es su libro Neurosis
Obsesiva
-1935-, en el que valora el dispositivo analítico para
reconstruir la historia de la obsesión y así darle
tratamiento, dado que considera revolucionariamente que tal trastorno
es psíquico en su totalidad.
Con
pareja asertividad, se opone a cualquier enfoque excluyente de la
psicopatología, sosteniendo que la psiquis siempre expresa la
manera de ser social del sujeto.
Desde
tales premisas ideológicas, cuestiona también la
construcción univoca del Complejo de Edipo. Thénon lo
sostiene como símbolo de poder y del deseo de libertad del
oprimido, encarnado en un Edipo que surge de un sistema patriarcal. Y
su hipótesis va más lejos aún: si hubiera un
cambio en el entramado social, podría hablarse de otra
estructura del Complejo.
Analiza
de igual modo los sentimientos religiosos, alertando sobre posibles
engaños manipulados por los poderosos, homologándolos
con los mecanismos de enseñanza-aprendizaje que vehiculizan el
poder entre adultos y niños.
La
psiquis como expresión del ser social. Tal seria su principio
epistemológico. Para sostenerlo científicamente, habría
de recurrir a las teorías de Pavlov. Las posibilidades de tal
integración de ciencias constituyeron una búsqueda
intelectual y empírica tan compleja como sus dificultades.
Pero Thénon creía auténticamente en ese
horizonte.
Más
allá de la lejanía de la meta, a esa búsqueda se
debe cl valioso objetivo de comprender al enfermo en sus mecanismos
biológicos, psicológicos y sociales.
El
profundo estudio de lo biológico se capitalizó en
diversas publicaciones clínico-neurológicas: Infección
en las úlceras gastroduodenales
(1926); La
estructura de la fibra mielínica con el dispositivo de Kohler
(1929); Estructura
de la célula nerviosa a la luz ultravioleta
(1932); Estudio
del virus rábico a la luz ultravioleta e infrarroja
(1932);
Estructura de la célula nerviosa normal y patológica
(1936).
El
compromiso histórico y social que siempre lo caracterizo tuvo
una de sus muestras en el libro Robespierre
y la picopatología del héroe,
cuya aparición coincide con la caída del nazi fascismo
en Europa y la sucesión de gobiernos de facto en nuestro país.
Estudia allí como los procesos históricos se enlazan
con hechos azarosos y los sectores de privilegio van determinando
como héroes o sus opuestos a determinados personajes.
Obviamente, se desmorona cualquier intento de sostener lo divino como
señalador de seres extraordinarios. Lejos de ello, héroes
o gente del común solo lo son en tanto y en cuanto las
relaciones sociales lo permiten.
Resultado
en cambio de su inquietud científica pavloviana fue su
exposición en 1954 sobre La
esquizofrenia y el estado hipnoide,
en las Jornadas de Psiquiatría del Litoral. La hipótesis
central era la esquizofrenia como un estado hipnoide crónico,
cuyas fases podían estudiarse por las técnicas de
reflejo condicionado.
En
1956, expuso en el Primer Congreso Argentino de Psiquiatría
una modificación de la técnica clásica del
electroshock que reducía la zona del impacto eléctrico
y los posibles riesgos de fractura. Lo llamo Electroshock
Monolateral.
Una vez más, su compromiso con el padecimiento trascendía
lo teórico.
En
1957 publicó El
analizador periférico y la teoría de la estructura,
desplegando la fertilidad de las ideas de Pavlov para explicar lo
psicológico, lo que hasta entonces se creía excluido
del concepto materialista de sensación.
En
el mismo año, también se editaron sus Reflexiones
sobre el Delirio.
El delirio es definido allí como un juicio que, aunque
patológico, expresa las relaciones entre el ser y el pensar.
Plantea Thénon que su contenido surge de la vida social y,
convencido de que la conciencia del perturbado refleja -como la de
todos- su existencia, concluirá expresando que el delirio es
la extrema y critica expresión del hombre derrotado. Para su
tratamiento, indica la psicoterapia para desanudar el significado
delirante, apuntando en última instancia a modificar la
ideología que lo sostiene.
Otras
contribuciones originales de Thénon quedaron disperses.
Algunas pudieron rescatarse y se publicaron en revistas de Clínica
Médica y Psiquiátrica, como fue su estudio sobre
Neurosis
y Psicosis del embarazo y puerperio,
en el que describió la peculiaridad de este trastorno y su
factibilidad psicoterapéutica en las sucesivas etapas.
En
1959 editó Neurosis
juveniles.
En este caso, la descripción de esta entidad le facilitó
una dura crítica a los condicionamientos pedagógicos y
sociales. Habla allí de factores pedagógicos
neurógenos, de manera que para la solución de tales
padecimientos propone tanto la psicoterapia individual como la
reforma de planes de estudios y las estructuras de enseñanza.
La
magnitud de su pensamiento culmina en el libro Psicología
Dialéctica,
publicado en 1963. Aborda allí los problemas centrales de la
psicología desde la crítica racional y el materialismo
científico, aspirando a una Psicología Científica
que responda por el hombre en su desarrollo histórico,
enlazando lo necesario y lo casual, lo individual y lo general por
vía de la dialéctica.
Opone
sistemáticamente la reflexología al psicoanálisis,
ya distante de pensar posible su integración. Consecuente con
ello, desarrolla también el concepto de "ideología"
describiendo las implicancias psicológicas de los diferentes
modos de pensar, sentir y creer. Y explica sus razones: se trata para
el de una toma de posición en el mundo, en la filosofía
de la sociedad humana. Asimismo, advierte sobre la significativa
igualdad de circunstancias posibilitadoras del surgimiento tanto del
capitalismo como de la ciencia moderna, con lo que abre sus sospechas
acerca de la distribución de las riquezas, los mercados y la
posibilidad o el obstáculo para el progreso genuino de las
ciencias.
Thénon
sostenía que los acontecimientos del mundo obligaban a
definirse claramente, dado que detrás de las diferentes
teorías se hallaban intereses sociales contrapuestos. La
contradicción de clases en el orden nacional y mundial
impulsaba su firme defensa de los sectores populares y de la cultura
subsidiaria que arriesgaba su disolución.
Para
Thénon no había limites estancos entre la visión
del engranaje del sistema mundial y la comprensión de cada
vida en su contexto. Su premisa era que nada en la cultura tiene un
curso independiente de los procesos sociales, políticos y
económicos de la humanidad. Tampoco el padecimiento de las
personas.
Anuncio
de sus últimos pasos
En
1969 Jorge Thénon fue homenajeado en la Sociedad Argentina de
Escritores con el premio "Aníbal Ponce". No pudo
asistir.
Eran
los comienzos de una enfermedad que con toda su dureza determinaría
su retiro profesional pocos años más tarde. El maestro
de la palabra vio cada vez más limitadas sus posibilidades de
escribir y de hablar. Por decoro personal, evitaba exhibirse
públicamente, rehusándose incluso a desempañar
cargos de eminencia para los que sus colegas seguían
postulándolo.
Jorge
Thénon eligió el aislamiento como último
resguardo.
La
enfermedad encarnaba la metáfora de lo que había sido
su batalla permanente. Pero no pudo esta vez contra el silencio
obligado. Por los estragos sufridos, debió ser internado en
una clínica psiquiátrica, donde murió en 1985.
Vaya
para él nuestro homenaje en las palabras que le dedicara a
continuación el Dr. Cesar Cabral, a quien agradezco pro
fundamente su generosa disposición para la realización
de este escrito.
Ser
amigo de Thénon fue un premio para mí.
La
amistad con Jorge Thénon me permitió vivir experiencias
enriquecedoras y conmocionantes.
Lo
evoco ahora al cabo de los años, más como un
intelectual ejemplar de amplia y brillante cultura humanística
que como psiquiatra. Me apresuro a aclarar que esto no significa en
modo alguno desconocer sus méritos indiscutibles en el
ejercicio de la profesión que cultivo con singular talento y
eficiencia. Por su consultorio de la calle Córdoba pasaron
artistas, escritores, políticos, médicos, científicos
y hombres comunes que encontraron en él, primero el respeto
por sus personas y luego la comprensión y el alivio de sus
dolencias. Las patologías más complejas fueron
tributarias de sus sagaces dotes clínicas porque Thénon
fue un eminente consultor de psiquiatras y psicólogos de todo
el país. Quiero si destacar lo que representó Thénon
para la cultura argentina. Su vasta erudición filosófica,
científica y artística unida a sus excepcionales
condiciones para expresarse tanto con la palabra hablada como
escrita, nutrió a una falange de jóvenes y adultos que
se destacaron no solo en la psiquiatría y la psicología
clínica, sino también en otras disciplinas científicas
y artísticas.
Thénon
era un maestro de raza, conmovía y cautivaba por su saber
ecuménico y la galanura de su discurso a los vastos auditorios
que convocaba en los congresos psiquiátricos, en sus clases
magistrales y en conferencias en Instituciones de alto nivel
académico.
Su
pluma dio prestigio a revistas, diarios y periódicos por el
contenido y el estilo de sus trabajos y ensayos.
Recuerdo
sus memorables cierres de Congresos Psiquiátricos incitando
con elocuencia a los jóvenes a estudiar al lado de lo
especifico de la profesión, lo valioso de la cultura universal
y la peripecia humana con sus múltiples contradicciones; solo
así -decía- se puede estar
armado
para comprender y ayudar al hombre humillado por el trastorno de
aquello que lo singulariza como persona: la psiquis.
Sus
disquisiciones sobre la locura del Quijote, que se escuchaban con
arrobamiento constituyen
una Bella prueba de su amor al prójimo sufriente y su empeño
por restituir al hombre lo que alienó en la áspera
disputa cotidiana por sobrevivir sin mengua de la dignidad.
Con
Thénon se podía dialogar con la certeza de adquirir
conocimientos vertidos con calidez y ricas imágenes que
otorgaban veracidad convincente a sus dichos y anécdotas.
Ameno y cordial, atento y solicito era un anfitrión
excepcional. No olvidare nunca algunas veladas en su casa y en su
quinta de Del Viso compartiendo manjares exquisitos y nobles vinos
-era un refinado gourmet- y disfrutando del encanto de su palabra y
de la amable compañía de Dorita, su esposa y Susana, su
hija.
Ser
amigo de Thénon fue un premio tal vez demasiado grande para
mí.
Cesar
Augusto Cabral
La
historia fue su continuo entre la posibilidad y el límite.
La
dignidad fue su continuo entre la salud y la enfermedad.
Es
de justicia que las ciencias de la salud mental evoquen el nombre de
Jorge Thénon para dar cuenta de su trayectoria conceptual.
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