La
psicoterapia a través de sus más de 100 años de
historia ha sabido a la vez cambiar y permanecer. Muchas de sus
acciones y nociones tienen una profunda raíz histórica,
y podemos ver como conviven entremezcladas en una misma escena, el
diálogo socrático con un paciente, a través de
una video-llamada vía Skype.
Esto es señal de una constante incorporación y
resignificación de conceptos a la luz de los cambios
individuales y sociales que atraviesa la humanidad.
Dicha
interacción entre lo nuevo y lo atávico, si bien ha
sido una constante histórica en la psicoterapia no es ajena a
los conflictos y debates. Estos conflictos han dado lugar tanto a
fracturas de escuelas, acciones y teorías, como a espacios de
acuerdos y surgimientos de nuevas formas de trabajo integrativo.
Desde
el nacimiento de la psicoterapia, sus fundadores se apoyaron tanto en
los mitos antiguos como en las nociones más innovadoras sobre
el ser humano para desarrollarla. Hoy nos toca seguir dicha tradición
incorporando una realidad nueva a los tratamientos en psicoterapia,
ya no de carácter psíquico, sino en su más puro
sentido, de carácter virtual.
Las
tecnologías de información y comunicación han
modificado de forma significativa las interacciones humanas a lo
largo de los últimos 30 años y todas las predicciones
indican que lo harán aún más en un muy corto
plazo (We are Social, 2018). El desafío es lidiar con esta
transformación de la psicoterapia, preservando su misión
y muchas de sus acciones, incorporando nuevos procedimientos y
conceptos y, lo más difícil de todo, abandonando
algunas prácticas y nociones.
Los
tratamientos que utilizan distintos tipos de tecnologías de
información y comunicación (TIC), han surgido como una
innovación en la psicoterapia. Tienen, entre uno de sus
conceptos fundamentales, la visión de aumentar el acceso a
tratamiento psicológico de muchas personas con distintos tipos
de padecimientos mentales que al día de hoy se encuentran sin
acceso (Andersson, 2016).
Hace
5 años, Norcross,
Pfund y Prochaska (2013) estimaron que en los subsiguientes diez años
las intervenciones terapéuticas mediadas por computadoras
estarían entre las de mayor incremento, debido a que los
psicoterapeutas tenderían a trabajar a distancia, en
escenarios compuestos por comunicaciones telefónicas y
videoconferencias. A la mitad del tiempo pautado se puede decir que
la predicción está cumplida, el incremento del uso de
TIC en tratamientos tradicionales es un hecho (Di Stefano, 2018,
Braun y Roussos, 2015)
El incremento de las
intervenciones psicoterapéuticas diseñadas y validadas
para formatos de TIC ha sido marcado en los últimos años
(Andersson y Titov, 2014).
Esta
irrupción nos lleva a realizar preguntas, especialmente
orientadas a conocer el impacto en los tratamientos de todas estas
nuevas tecnologías y de sus usos. Algunas de estas ellas, por
ejemplo el uso del mail para comunicación, pueden ser
entendidas como re versiones de actividades que antes se realizaban
de otra forma. Freud mantenía intercambios epistolares con sus
pacientes más de un siglo atrás. También los
tratamientos que se realizan vía Skype
pueden ser pensados
como una extensión del espacio físico del consultorio.
Pero otras actividades, como la de buscar información pública
en las redes o el contacto por Whatsapp
implican una ruptura a los encuadres clásicos de psicoterapia.
Con este conjunto de posibilidades queda claro que la psicoterapia ha
abierto un nuevo espacio de trabajo, que sale de los consultorios y
los hospitales, para llegar a los potenciales usuarios en cualquier
lugar y momento. Esto genera sin lugar a dudas grandes ventajas, pero
también plantea una serie de desafíos importantes para
aquellos que pretenden mantener la eficacia de los tratamientos y la
protección de los pacientes involucrados.
Es
necesario analizar cuáles son las ventajas en la utilización
de las TIC en psicoterapia y cuáles son aún los
desafíos fundamentales que enfrentan las nuevas tecnologías
a fin de poder ser asimiladas a un sistema de salud que necesita
nuevas opciones.
¿Qué
es lo que está cambiando?
Imel y sus
colegas (Imel, et al., 2017) plantean que el próximo paso
adelante en psicoterapia no vendrá de nuevos tratamientos o
teorías del cambio, sino de nuevas tecnologías que
permitan resaltar las supuestos existentes sobre la práctica
de la psicoterapia y la evaluación de su eficacia. Sin
embargo, la evidencia generada hasta el momento permite acordar
parcialmente con Imel, ya que en realidad se están generando
nuevas teorías e intervenciones a partir de las tecnologías.
Es decir, no es que la tecnología venga a darle un estándar
nuevo a lo ya existente, sino que llego para transformarlo generando
en forma nuevas teorías y acciones.
La aparición constante y
asombrosa de tecnologías orientadas a la salud mental nos
obliga a repensar las mismas con juicio. De las más de
325,000 Apps
en salud que están disponibles en los distintos sistemas de
bajadas para nuestros teléfonos (Research2Guidance,
2017), se estima que un
10% están orientadas a la salud mental. Sin embargo se cuenta
con muy poca información acerca de la eficacia de estas más
de 30000 Apps disponibles. Una aproximación preliminar señala
que la mayoría de las Apps disponibles para bajar en los
celulares no cuentan con validación alguna (Donker
et al., 2018).
Entre las
preguntas que serán desarrolladas en este capítulo, se
encuentran:
- ¿Qué son las TIC en salud mental y psicoterapia y que tipo de tecnologías la componen?
- ¿Qué tipo de TIC se incorporan a los tratamientos presenciales?
- ¿Cómo es el accionar de los programas computarizados que no cuentan con la presencia de un terapeuta, ni real ni virtual?
- ¿Qué pasa en Latinoamérica con las tecnologías?
- ¿Cuáles son los desafíos asociados al uso de tecnologías en salud mental?
- ¿Cuáles son las ventajas de incorporar las TIC a la salud mental?
A.
¿Qué son las TIC en salud mental y psicoterapia y que
tipo de tecnologías la componen?
Se
denominan tecnologías de información y comunicación
(TIC) al conjunto de recursos necesarios para manejar información
a través de distintos tipos de redes, como puede ser la red de
telefonía inalámbrica o Internet. Son algunos de sus
productos fundamentales los sistemas de mensajería
instantánea, las redes sociales y las aplicaciones móviles
(Apps).
La
interacción entre las TIC y la psicoterapia comenzó muy
tempranamente en los años 60 del siglo XX, con programas
pioneros que emulaban el diálogo entre un paciente y un
terapeuta virtual, el primero y más famoso de ellos se llamó
Eliza. Este programa fue
uno de los primeros en procesar lenguaje natural, y tenía como
objetivo imitar las respuestas en un tratamiento Rogeriano
(Weizenbaum,
1966).
Si bien fue un experimento sobre las potencialidades de interacción
entre el humano y la computadora y en ningún momento tuvo
como objetivo ser un tratamiento psicoterapéutico, despertó
un profundo interés, no solo por su potencialidad real de
aplicación, sino por las implicancias que los usos de este
tipo de tecnologías podían llegar a tener en el futuro.
Estos
programas desarrollados en las décadas del 60 y del 70, que
actuaron interdisciplinariamente con distintos tipos de desarrollos
como la cibernética o la inteligencia artificial, fueron el
anticipo de lo que en los años 80 significó la
incorporación de programas de computación para el
tratamiento de algunas patologías como las fobias y de lo que
hoy es el campo de acción de la tecnología de la
información como parte de los tratamientos psicoterapéuticos.
Actualmente,
son numerosas las plataformas tecnológicas a través de
las cuales se implementan exitosamente acciones psicoterapéuticas,
ya sea que se utilicen para mantener un canal de comunicación
abierto con los pacientes o para llevar adelante intervenciones
dentro de un tratamientos. Entre algunas de ellas podemos mencionar;
video conferencias (públicas o privadas), correos
electrónicos, sistemas de mensajerías instantánea,
sitios web con información, salas de chat, realidad virtual y
realidad aumentada, aplicaciones de telefonía móvil y
videojuegos.
Estas plataformas se utilizan
para distintos tipos de acciones, como pueden ser:
- Comunicación entre
paciente y terapeuta
- Psicoeducación
- Diagnóstico y
evaluación (tests, cuestionarios)
- Entrenamiento de los
psicoterapeutas
- Supervisión a
distancia
- Monitoreo remoto de
situaciones de riesgo
- Recolección remota
de datos
- Exposición a través
de videos y juegos
- Grupos de ayuda
- Tratamientos completos
computarizados
Un
detalle más pormenorizado de estas plataformas y usos se puede
encontrar en Distefano (2015) y Clough y Cassey (2011).
B.
¿Qué tipo de TIC se incorporan a los tratamientos
presenciales?
Los terapeutas han ido
incorporando a su accionar la batería de tecnologías
existentes en el mercado. Se integran la mensajería
instantánea, las redes sociales, el uso de correo electrónico
o el uso de buscadores de información, durante y fuera de la
sesión, pero los tratamientos formalmente siguen siendo los
mismos.
Además,
los terapeutas pueden utilizar tecnologías que permiten que
los tratamientos extiendan la intervención clínica por
fuera del consultorio. Por ejemplo, dentro del ámbito de las
TIC hay un segmento que, como ya se mencionó, ha ido ganando
espacio e importancia, que es el de las aplicaciones móviles.
El uso de teléfonos móviles dentro de la salud se
encuentra en auge en este momento, en un área que se conoce
como M-Health. Si bien muchas Apps prácticamente han pasado
desapercibidas sin haber tenido un uso significativo, la generación
de nuevas Apps se
incrementa rápidamente. Hay que destacar que de esta gran
cantidad de Apps, muy pocas han sido desarrolladas en idioma español,
siendo el inglés el principal lenguaje utilizado. Además,
hay poca información disponible acerca de la seguridad de las
Apps, por lo cual para el consumidor y para los psicoterapeutas es
difícil saber cuales elegir. Otro tema a tener en cuenta es
que las Apps
posibilitan el acceso
a información íntima del paciente y su uso requiere de
cuidados éticos.
Los pacientes pueden usar las
aplicaciones en el momento y con la asiduidad que lo deseen. En otros
casos, el uso es mucho más sistemático y coercitivo,
siguiendo una agenda de trabajo diseñada por el terapeuta que
indica fecha, horarios y tiempo de uso. Un ejemplo de esto último
son los sistemas de rastreo GPS permanente que indican si un paciente
con problemas de adicción se está acercando a la zona
donde se encuentra su proveedor de drogas, tras lo cual el sistema
envía al paciente un aviso de que está en una situación
de riesgo.
Existe un grupo de acciones
denominadas tecnología de auto ayuda guiada (guided
self help). Este tipo
de tratamientos incluyen actividades que la persona debe hacer por si
misma y un contacto virtual con el terapeuta, para responder
preguntas y darle feedback. Pueden tener una fase inicial presencial
con un terapeuta y una parte virtual en la que no está
presente el psicoterapeuta, o pueden ser realizados totalmente de
forma virtual con un primer contacto vía telefónico o
por mail para realizar el diagnóstico. No son aptos para todos
los pacientes, en la entrevista inicial el terapeuta evalúa si
existe, por ejemplo, riesgo suicida, y de ser así recomienda
otro tipo de tratamiento presencial.
C.
¿Cómo es el accionar de los programas computarizados
que no cuentan con la presencia de un terapeuta, ni real ni virtual?
Los programas computarizados que
no cuentan con la presencia de un terapeuta, ni real ni virtual
representan la situación más radical de los
tratamientos virtuales donde un admisor (puede ser psicólogo o
no) recibe al paciente y le indica un tratamiento virtual completo,
tras lo cual la decisión de ver un psicoterapeuta humano
dependerá del paciente y su demanda. En algunos casos los
tratamientos virtuales tienen un sistema de autoevaluación por
el cual le informa al paciente que debe solicitar atención
clínica con un psicoterapeuta. Un ejemplo conocido de este
tipo de tratamiento fue Beating
the Blues (Venciendo
la tristeza), un programa multimedia interactivo (con videos,
animación, gráficos, voz en off) desarrollado en el
Reino Unido basado en la Terapia Cognitivo Conductual para la
depresión y ansiedad, que si bien fue interrumpido, marcó
una forma de estándar de trabajo para el área.
Algunos
de los potenciales beneficios de dicho tipo de tratamiento
psicoterapéutico incluyen su facilidad de acceso (24 horas al
día, 7 días de la semana, desde cualquier
localización), menores costos económicos y la
posibilidad de acceder en poco tiempo a una gran cantidad de usuarios
especialmente cuando se hace referencia a lugares aislados o que
cuentan como poco acceso al sistema de salud tradicional.
La
efectividad comparada entre estas tecnologías y los
tratamiento tradicionales ha sido estudiada (Anderson, 2016),
observándose mejoras equivalentes y sostenidas en el tiempo.
D.
¿Qué pasa en Latinoamérica con las tecnologías?
En América Latina la
generación de Apps orientadas al campo de salud es aún
incipiente, representando solo el 4% de los desarrollos.
(research2guidance 2017).
Bunge
y sus colaboradores (Bunge,
López, Mandil, Gomar y Borgialli, 2009),,
realizaron uno de
las primeros estudios en la región evaluando la aceptación
por parte de los psicoterapeutas de las nuevas tecnologías,
mostrando una rápida adopción, pero también un
relativo conocimiento que aún hoy se manifiesta y que genera
un uso limitado (Braun y Roussos, 2015; Distefano,
Cataldo, Mongelo, Mesurado y Lamas, 2018).
En
este momento en el laboratorio de investigación en Psicología
y tecnologías de Información y comunicación
(Lipstic) nos encontramos investigando cómo los terapeutas
incorporan al tratamiento tecnologías no específicas y
de uso cotidiano, como son los sistemas de mensajería
instantánea, los correos electrónicos, los sistemas de
video conferencia o el uso de herramientas de la WEB para la búsqueda
en sesión o fuera de ella de información útil (o
no) para el tratamiento.
Los
resultados preliminares de la encuesta llevada adelante por nuestro
equipo (Braun y Roussos, 2015) muestran que los terapeutas argentinos
han ido incorporándolas de forma significativa. Los mensajes
de texto, el correo electrónico y sistemas de mensajería
instantánea como Whatsapp
son utilizados por la mayoría de los encuestados. El 73% dice
usar el correo electrónico. Terapeutas y pacientes envían
y reciben por correo electrónico diverso tipo de material,
como puede ser: cuestiones administrativas como pagos y cambios de
horario, textos escritos por paciente y terapeuta en relación
a lo abordado en el tratamiento, canciones, fotos y material
psicoeducativo. Un 40% de los terapeutas consultados manifestó
haber utilizado Internet con su paciente durante alguna sesión,
ya sea para mirar el Facebook del paciente, mostrarle como buscar
trabajo o ver algún video relacionado con su problemática.
La
mitad de los terapeutas encuestados ha recibido solicitud de amistad
de Facebook
por parte de sus pacientes y 26% aceptaron algunas de esas
solicitudes.
Un
dato llamativo es que un 30% ha buscado información personal
de sus pacientes online, generando un fenómeno nuevo del que
nadie ha presentado información alguna, ¿qué es
lo que busca conocer un terapeuta de su paciente a través de
estas búsquedas?
Los
psicoterapeutas consultados mencionan distintos tipos de razones,
desde fenómenos vinculados con la seguridad personal, hasta la
necesidad de cotejar en patologías más severas si los
dichos del paciente tienen asidero real o son producto de la
imaginación. No sólo los pacientes están más
expuestos, sino que la información de los terapeutas también
está disponible y hay que evaluar el impacto que puede tener
en un paciente ver, por ejemplo, una foto de su terapeuta en una
fiesta de disfraces (como contó uno de los terapeutas
entrevistados que le sucedió).
Los resultados recién
presentados muestran un cambio significativo sobre el uso de la
tecnología por parte de los psicoterapeutas en menos de 10
años. Un estudio llevado adelante el año 2008 en el
área metropolitana (Ciudad de Buenos Aires y conurbano
bonaerense) publicado en 2009 (Mandil et al., 2009; Bunge et al.,
2009) menciona que menos del 8% manifestaba tener conocimientos
acerca de los programas psicoterapéuticos asistidos por
computadora, mientras que menos del 20% empleaba recursos
electrónicos en sus tratamientos.
En
Brasil, Feijó,
Silva, y Benetti (2018) estudiaron
cómo los psicoterapeutas psicodinámicos perciben los
impactos de las TIC en una terapia psicoanalítica cara a cara.
La percepción de los profesionales participantes fue que las
TIC fortalecieron la alianza terapéutica (AT) y la adhesión
al tratamiento, ya que favorecen el establecimiento de un sentimiento
de aceptación por parte del terapeuta por parte del
paciente. Se
observó que los terapeutas podrían utilizar la
información disponible en las TIC para complementar el proceso
cara a cara y la comprensión dinámica de su paciente.
Además, los participantes mencionaron que sería
necesario que el propio contrato terapéutico inicial incluyera
acuerdos sobre cómo podrían utilizarse esas tecnologías
de información y comunicación, a fin de establecer un
marco para ellas.
También
en Brasil, Pieta,
Minghelli, Gomes y Gauer (2015) compararon
sesiones de psicoterapia psicoanalítica a través de
Skype con sesiones de psicoterapia psicoanalítica presencial,
evaluando la alianza terapéutica y los resultados del
tratamiento. En un segundo estudio realizado por estos autores,
evaluaron a un
grupo de pacientes que recibieron una intervención
cognitivo-conductual computarizada para el trastorno
obsesivo-compulsivo (TOC) Los resultados positivos obtenidos por
estos tratamientos abren la puerta para su aplicación en
Brasil, país que hasta hace poco tiempo tenía prohibida
la prestación de psicoterapia on-line o a través de
Apps.
En
Chile, se desarrolló una intervención
vía internet denominada ASCENSO, la cual es complementaria a un
tratamiento para la depresión. Apunta al aumento de la
adherencia al tratamiento psicoterapéutico y/o psiquiátrico,
a la reducción de síntomas depresivos y al mejoramiento
de la calidad de vida. ASCENSO facilita el flujo de información
de los pacientes. La hipótesis de base es que el monitoreo
continuo y la retroalimentación de apoyo mejoran la capacidad
de auto- monitoreo, promueven el auto-cuidado, la adherencia al
tratamiento y la detección temprana de una reactivación
del trastorno, y por lo tanto la provisión oportuna de apoyo
clínico (Espinosa,
Carrasco, Moessner, Cáceres, Gloger, Rojas y Krause, 2016)
Un
ejemplo de un programa computarizado que no cuenta con la presencia
de un terapeuta es el de Sonreír
es Divertido. Este es
un programa dirigido al entrenamiento en estrategias de regulación
emocional para depresión leve/moderada. Es un desarrollo
original de Cristina Botella (Botella
et al., 2015) del
laboratorio de Psicología y Tecnología
(http://www.labpsitec.es).
Se encuentra en proceso de desarrollo una versión argentina
(Farfallini et al., 2016, Farfallini et al., 2018).
Otro desarrollo argentino que
cuenta con un equipo clínico y en fase de investigación
sobre la efectividad y eficacia de sus Apps se encuentra CALMA,
(Daray,
Olivera Fedi, y Rodante, 2018)
la cual es una App orientada a la prevención del suicidio, la
misma posee dos modalidades de funcionamiento: una en CRISIS y la
otra FUERA DE CRISIS. Dentro de la crisis provee estrategias de
ayuda, basadas en el modelo de la Terapia Dialéctico
Comportamental (DBT). Fuera de la crisis, permite acceder a
herramientas que apuntan a reducir la probabilidad de apariciones de
nuevas crisis (https://www.appcalma.com).
F.
¿Cuáles son los desafíos asociados al uso de
tecnologías en salud mental?
Aún
no existe una formación teórica proveniente de los
modelos psicoterapéuticos que brinde entrenamiento a los
clínicos sobre como usar los TIC, por lo cual el riesgo de
faltas éticas y de acciones clínicamente iatrogénicas
está presente. Por ejemplo, antes, lo que sucedía en la
sesión no salía por fuera de ese espacio. Ahora, la
confidencialidad de esta información se ve amenazada por las
nuevas formas de comunicación. Por ejemplo, el paciente puede
escribir un mail a su terapeuta y enviarlo a otra persona por
equivocación, así como una conversación por
Whatsapp
con el terapeuta puede ser leída por un familiar. A esos
riesgos hay que sumarle además los malos entendidos que
pueden surgir de la comunicación escrita y muchas veces
asincrónica. Son muy pocos los entrenamientos que existe para
psicoterapeutas sobre el uso de TIC, fundamentalmente se da por
iniciativa de los terapeutas y a través del ensayo y error. En
estos momentos empiezan a surgir cursos de formación
profesional para el uso de TIC. Asociado al punto anterior es
necesario re pensar todo el encuadre tradicional afectado por la
incorporación de las TIC. Habrá que definir muchos
aspectos, por ejemplo, cómo manejarse con los pacientes
invasivos o la forma de implementar su uso en relación a los
honorarios. ¿Se puede cobrar por responder un mail? ¿Cómo?
Son algunos temas que deben ser repensados.
Otro
desafío es conseguir
que una tecnología esté validada para su funcionamiento
nos asegura que la misma tendrá una recepción,
crecimiento y una utilización adecuada.
Son
proporcionalmente pocas las Apps que logran un escaleo significativo
en relación a la inversión de tiempo y dinero asociadas
a las mismas. La tarea de desarrollar la tecnología es solo
parte del proceso de volver dicho servicio accesible para la
población, el escaleo de la mismas y el mantenimiento de las
tecnologías es un aspecto que ha sido incorporado solo
parcialmente por los equipo de investigadores del área.
Una
de las fantasías asociadas a la aparición de los
sistemas virtuales de tratamiento es la posible desaparición
del psicoterapeuta humano. La idea de que la máquina reemplaza
al hombre es un tema recurrente que efectivamente ha sucedido en
otras ocasiones. Sin embargo, la evidencia actual muestra que los
programas que tienen un apoyo de un psicoterapeuta obtienen mejores
resultados que los que son solo virtuales. Los distintos meta
análisis que se han realizado han demostrado que los
tratamientos mixtos, que combinan lo virtual con la presencia de un
psicoterapeuta son más eficaces que los tratamientos virtuales
puros (2008; Johansson, Andersson, 2012; Richards, y Richardson,
2012) . Un escenario
futuro posible sería imaginar la intervención basada en
Internet como un primer paso, seguido por psicoterapia cara a cara
cuando sea necesario.
En
términos generales lo que se observa y se propone es entender
a los tratamientos virtuales como una forma de apoyo a los
psicoterapeutas, a fin de potenciar su accionar, no de reemplazarlos.
Lo
que resulta evidente en base a lo que está ocurriendo, es que
podemos estar de acuerdo o no en relación a la forma de
incorporación de las nuevas tecnologías, sus límites,
sus potenciales y su lugar en el mundo psicoterapéutico, pero
más allá de eso no hay forma de que este advenimiento
no suceda.
En
algunos casos, el uso de TIC tiene amplio respaldo institucional. Por
ejemplo en el Reino Unido, se ha implementado un programa nacional
para la jerarquización de los tratamientos en salud mental
(NICE). Las guías de recomendación del NICE incluyó
el uso de programas computarizados, como el ya mencionado
"Beating the blues" (Venciendo a la tristeza)
(Proudfoot et al., 2013).
En
otros casos, algunas de las Apps
que se ofrecen en la red no han sido diseñadas por terapeutas
ni tienen equipo clínico que las prescriba, acompañe o
respalde. Esto vuelve bastante riesgoso su utilización, ya que
cualquiera puede diseñar una aplicación, colgarla en la
red y comenzar a venderla. No existe aún un órgano de
contralor de aplicaciones, equivalente al que existe con los
medicamentos, y por este motivo las personas no tienen forma de
distinguir entre un tratamiento validado y un programa generado con
fines solamente comerciales y sin avales clínicos. Entes
institucionales como la Food
y Drug Administration
(FDA) en los EE.UU. han solicitado que ciertas aplicaciones en el
ámbito de la salud humana requieran de una prescripción
para su uso (FDA, ), por lo cual no se encuentran disponibles al
mercado en general. Esta modalidad de restricción aún
no existe en las aplicaciones de salud mental, será necesario
estudiar si hace falta esto, a fin de evitar otro riesgo, que aún
no ha sido estudiado, es el equivalente al de la automedicación.
La
utilización de una APP,
hace pensar que ya se está haciendo algo para la resolución
del problema que motivó esa búsqueda. Si el usuario se
acerca a un tratamiento erróneo o poco eficaz, esta creencia
puede llegar a inhibir la búsqueda de un tratamiento adecuado.
El
abandono, es tal vez uno de los elementos más conflictivos en
relación al uso de las TIC. El 74% de los usuarios interrumpen
el uso de las mismas después de los 10 primeras interacciones
(Torous, et al. 2018), siendo esta alta tasa de abandono uno de sus
principales talones de Aquiles. Si bien algunas voces dicen que esta
tasa de abandono se compensa por la masividad de su uso, es decir el
26% de cientos de miles de usos, genera un efecto social formidable,
este tipo de evaluación deja por fuera a una inmensa
proporción que puede beneficiarse en un futuro si se logra
resolver esta tendencia.
Entre los puntos más
álgidos a resolverse, vinculados a la validación de una
técnica, esta el de asegurar que todos los datos personales
involucrados en dicha tecnología se encuentran protegidos y
que no se hará un uso indebido de los mismos. Este punto aún
no está lo suficiente aclarado en los desarrollos existentes.
La
falta de un marco regulatorio para las aplicaciones existentes genera
una falta de evaluaciones de las aplicaciones existentes, que han
sido diseñadas por personas que no son del ámbito
psicológico, o que si lo son, jamás han demostrado que
sus aplicaciones realmente sirvan, o aun más, que no sean
iatrogénicas.
G.
¿Cuáles son las ventajas de incorporar las TIC a la
salud mental?
Kazdin
y Blaze (2011),
en un trabajo tan controversial como claro, plantearon que, tanto
los sistemas de salud como aquellos formadores de criterio sobre las
acciones en psicoterapia, tienen que replantearse el alcance que los
tratamientos tradicionales ya que la cantidad de prestadores y
prestaciones psicoterapéuticas nos puede llegar nunca a cubrir
las necesidades de salud mental de la población mundial. Las
TIC
tienen
el potencial de facilitar el acceso a una acción terapéutica
a grandes poblaciones de usuarios. Este potencial resulta relevante
para las personas en países en desarrollo. Aun si los efectos
de las TIC no son muy grandes, estos pequeños efectos serían
grandes al ser aplicados a grandes poblaciones.
Entre
las ventajas posibles de la incorporación de las TIC a la
psicoterapia se encuentran:
- Los costos de un tratamiento
virtual son mucho menores que los de un tratamiento clásico,
esto puede lograr que sean incorporados en planes mucho más
abarcativos, poblacionalmente hablando.
- La psicoterapia puede llegar a
lugares donde no llegan los terapeutas. Las TIC representan una
solución para que muchas personas de áreas rurales o
de bajos recursos reciban tratamiento.
- Una presencia más
constante del terapeuta puede generar una diferencia significativa
en algunas problemáticas específicas. Por ejemplo,
permite al terapeuta acompañar a la distancia a un paciente
con ansiedad social que tiene que ir a una fiesta.
Numerosas
investigaciones demuestran la eficacia de este tipo de acciones
clínicas, transformándolas en tratamientos clínicamente
validados para el abordaje de numerosos patologías (Spek et
al., 2007, Konigbauer, 2017).
- Los terapeutas encuestados
mencionan que con el uso de las TIC se mejora el vinculo
comunicacional. Las mismas producen un acercamiento con el paciente,
sintonizan con los modos habituales de ciertos pacientes,
especialmente adolescentes y niños, facilitan la alianza
terapéutica, y amplían los recursos a los que puede
apelar el terapeuta. En síntesis dicen que podemos
hacer cosas que antes no podíamos.
Espacios
de crecimiento para estas tecnologías
Las
intervenciones clínicas tradicionales, suelen ser el producto
del trabajo de psicoterapeutas, a veces basado en trabajos de
investigación y/o en centros profesionales en los cuales los
psicoterapeutas interactúan. Por su parte las intervenciones
digitales, si bien pueden surgir como idea desde un contexto similar,
rápidamente requieren de la interdisciplina. El trabajo con
los programadores, la inclusión de los programas en distintas
plataformas y la difusión a través de alguna estrategia
electrónica requieren que los psicoterapeutas e investigadores
interactúen en conjunto con otras disciplinas.
Es
por eso que se han gestado distintos laboratorios que promueven el
desarrollo de este tipo de tecnología
En
idioma español es pionero el Laboratorio de Psicología
y Tecnología (LabPsiTec) (Botella
et al., 2007), de
la Universidad Jaume I de Castellón y de la Universidad de
Valencia, con más de 25 años de trabajo en desarrollos
tecnológicos aplicados a la Psicología Clínica
(http://www.labpsitec.uji.es/esp/index.php).
En
la Argentina se gestó el
Laboratorio de
investigación en Psicología y tecnología de la
información y comunicación (Lipstic, lipstic.org) que
apunta a:
Evaluar
e informar la eficacia,
efectividad e impacto social de soluciones tecnológicas
orientadas a la salud mental de la población
Generar
una red de
desarrolladores de soluciones tecnológicas para la salud
mental, que permita que los mismos interactúen dando a conocer
sus propuestas y estrategias de trabajo.
Realizar
tareas de asesoría
para los desarrolladores de soluciones tecnológicas en el área
de bienestar.
Desarrollar
soluciones
tecnológicas que apunten a la innovación en la salud
mental utilizando las tecnologías de la información y
comunicación (TIC) como herramienta de trabajo.
Estos
espacios de crecimiento no son solamente generadores de tecnología,
sino que suelen ser incubadoras para que proyectos provenientes de
equipos externos encuentren apoyo metodológico, técnico
y estratégico para el desarrollo exitoso de este tipo de
tecnologías aplicadas a la salud mental.
Conclusión
Si
bien unos pocos psicoterapeutas se niegan a utilizar TIC en sus
prácticas cotidianas, cada día son menos y en breve ya
representarán una minoría en relación a la
cantidad de prestaciones en salud mental que las van a incorporar en
alguna de sus variantes. El motivo principal, es que los pacientes
son los que empujan dicha inclusión, la abstinencia total de
TIC en este caso, puede ser entendida por parte de la sociedad como
un aislamiento inaceptable.
Sin
embargo, si bien el crecimiento de la tecnología en
psicoterapia es un fenómeno masivo e imposible de soslayar,
las métricas para comparar intervenciones con y sin mediación
tecnológica aún están en desarrollo (Roussos,
2018) y con una necesidad constante de debate.
Por
otra parte, un uso indiscriminado de las mismas tampoco parece ser
una solución deseable, los augurios de una deshumanización
del cuidado de la salud mental podrían tomar forma real y
generar el efecto opuesto al buscado. Por lo pronto, nadie ha hablado
de reemplazar el sistema de salud mental humano por uno digital, de
lo que se trata de generar una complementariedad que permita; i) una
inclusión de aquellos a los que no les llega ninguna
intervención de salud, ii) intervenciones más rápidas
que lleguen lo antes posible, a fin de disminuir daños y iii)
un sistema de intervenciones globalmente más eficaz a través
del mejoramiento de todo el sistema de salud.
El
objetivo entonces es generar un sistema que permita una
incorporación responsable y pautada de las tecnologías
en salud mental, permitiendo que las tradiciones y el futuro se
conecten. Ya que, como dice
una canción "El futuro llegó hace rato".
Referencias
Andersson,
G. (2016). Internet-delivered psychological treatments. Annu.
Rev. Clin. Psychol.
12(1), 157–179
Andersson
G, Titov N. (2014). Advantages and limitations of Internet-based
interventions for common mental disorders. World
Psychiatry,
13(1), 4-11. doi: 10.1002/wps.20083.
Botella,
C., Baños R., García Palacios, A., Quero, S., Guillén,
V. y Marco, J. H. (2007). La utilización de las
nuevas tecnologías
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