ISSN 2618-5628
 
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Psicoterapia  
Salud mental, Tecnologías de la información y comunicación (TIC)  
     

 
Psicoterapia y tecnologías de información y comunicación. Psicoterapia 2.0
 
Roussos, Andrés J.
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) 
Universidad de Belgrano (UB)
Universidad de Buenos Aires (UBA)
 
Braun, Malena
Universidad de Belgrano (UB)
Universidad de Buenos Aires (UBA)
 

 
La psicoterapia a través de sus más de 100 años de historia ha sabido a la vez cambiar y permanecer. Muchas de sus acciones y nociones tienen una profunda raíz histórica, y podemos ver como conviven entremezcladas en una misma escena, el diálogo socrático con un paciente, a través de una video-llamada vía Skype. Esto es señal de una constante incorporación y resignificación de conceptos a la luz de los cambios individuales y sociales que atraviesa la humanidad.

Dicha interacción entre lo nuevo y lo atávico, si bien ha sido una constante histórica en la psicoterapia no es ajena a los conflictos y debates. Estos conflictos han dado lugar tanto a fracturas de escuelas, acciones y teorías, como a espacios de acuerdos y surgimientos de nuevas formas de trabajo integrativo.

Desde el nacimiento de la psicoterapia, sus fundadores se apoyaron tanto en los mitos antiguos como en las nociones más innovadoras sobre el ser humano para desarrollarla. Hoy nos toca seguir dicha tradición incorporando una realidad nueva a los tratamientos en psicoterapia, ya no de carácter psíquico, sino en su más puro sentido, de carácter virtual.

Las tecnologías de información y comunicación han modificado de forma significativa las interacciones humanas a lo largo de los últimos 30 años y todas las predicciones indican que lo harán aún más en un muy corto plazo (We are Social, 2018). El desafío es lidiar con esta transformación de la psicoterapia, preservando su misión y muchas de sus acciones, incorporando nuevos procedimientos y conceptos y, lo más difícil de todo, abandonando algunas prácticas y nociones.

Los tratamientos que utilizan distintos tipos de tecnologías de información y comunicación (TIC), han surgido como una innovación en la psicoterapia. Tienen, entre uno de sus conceptos fundamentales, la visión de aumentar el acceso a tratamiento psicológico de muchas personas con distintos tipos de padecimientos mentales que al día de hoy se encuentran sin acceso (Andersson, 2016).

Hace 5 años, Norcross, Pfund y Prochaska (2013) estimaron que en los subsiguientes diez años las intervenciones terapéuticas mediadas por computadoras estarían entre las de mayor incremento, debido a que los psicoterapeutas tenderían a trabajar a distancia, en escenarios compuestos por comunicaciones telefónicas y videoconferencias. A la mitad del tiempo pautado se puede decir que la predicción está cumplida, el incremento del uso de TIC en tratamientos tradicionales es un hecho (Di Stefano, 2018, Braun y Roussos, 2015) El incremento de las intervenciones psicoterapéuticas diseñadas y validadas para formatos de TIC ha sido marcado en los últimos años (Andersson y Titov, 2014).

Esta irrupción nos lleva a realizar preguntas, especialmente orientadas a conocer el impacto en los tratamientos de todas estas nuevas tecnologías y de sus usos. Algunas de estas ellas, por ejemplo el uso del mail para comunicación, pueden ser entendidas como re versiones de actividades que antes se realizaban de otra forma. Freud mantenía intercambios epistolares con sus pacientes más de un siglo atrás. También los tratamientos que se realizan vía Skype pueden ser pensados como una extensión del espacio físico del consultorio. Pero otras actividades, como la de buscar información pública en las redes o el contacto por Whatsapp implican una ruptura a los encuadres clásicos de psicoterapia. Con este conjunto de posibilidades queda claro que la psicoterapia ha abierto un nuevo espacio de trabajo, que sale de los consultorios y los hospitales, para llegar a los potenciales usuarios en cualquier lugar y momento. Esto genera sin lugar a dudas grandes ventajas, pero también plantea una serie de desafíos importantes para aquellos que pretenden mantener la eficacia de los tratamientos y la protección de los pacientes involucrados.

Es necesario analizar cuáles son las ventajas en la utilización de las TIC en psicoterapia y cuáles son aún los desafíos fundamentales que enfrentan las nuevas tecnologías a fin de poder ser asimiladas a un sistema de salud que necesita nuevas opciones.

 

¿Qué es lo que está cambiando?

Imel y sus colegas (Imel, et al., 2017) plantean que el próximo paso adelante en psicoterapia no vendrá de nuevos tratamientos o teorías del cambio, sino de nuevas tecnologías que permitan resaltar las supuestos existentes sobre la práctica de la psicoterapia y la evaluación de su eficacia. Sin embargo, la evidencia generada hasta el momento permite acordar parcialmente con Imel, ya que en realidad se están generando nuevas teorías e intervenciones a partir de las tecnologías. Es decir, no es que la tecnología venga a darle un estándar nuevo a lo ya existente, sino que llego para transformarlo generando en forma nuevas teorías y acciones.

La aparición constante y asombrosa de tecnologías orientadas a la salud mental nos obliga a repensar las mismas con juicio. De las más de 325,000 Apps en salud que están disponibles en los distintos sistemas de bajadas para nuestros teléfonos (Research2Guidance, 2017), se estima que un 10% están orientadas a la salud mental. Sin embargo se cuenta con muy poca información acerca de la eficacia de estas más de 30000 Apps disponibles. Una aproximación preliminar señala que la mayoría de las Apps disponibles para bajar en los celulares no cuentan con validación alguna (Donker et al., 2018).

Entre las preguntas que serán desarrolladas en este capítulo, se encuentran:

  1. ¿Qué son las TIC en salud mental y psicoterapia y que tipo de tecnologías la componen?

  2. ¿Qué tipo de TIC se incorporan a los tratamientos presenciales?

  3. ¿Cómo es el accionar de los programas computarizados que no cuentan con la presencia de un terapeuta, ni real ni virtual?

  4. ¿Qué pasa en Latinoamérica con las tecnologías?

  5. ¿Cuáles son los desafíos asociados al uso de tecnologías en salud mental?

  6. ¿Cuáles son las ventajas de incorporar las TIC a la salud mental?

 

A. ¿Qué son las TIC en salud mental y psicoterapia y que tipo de tecnologías la componen?

Se denominan tecnologías de información y comunicación (TIC) al conjunto de recursos necesarios para manejar información a través de distintos tipos de redes, como puede ser la red de telefonía inalámbrica o Internet. Son algunos de sus productos fundamentales los sistemas de mensajería instantánea, las redes sociales y las aplicaciones móviles (Apps).

La interacción entre las TIC y la psicoterapia comenzó muy tempranamente en los años 60 del siglo XX, con programas pioneros que emulaban el diálogo entre un paciente y un terapeuta virtual, el primero y más famoso de ellos se llamó Eliza. Este programa fue uno de los primeros en procesar lenguaje natural, y tenía como objetivo imitar las respuestas en un tratamiento Rogeriano (Weizenbaum, 1966). Si bien fue un experimento sobre las potencialidades de interacción entre el humano y la computadora y en ningún momento tuvo como objetivo ser un tratamiento psicoterapéutico, despertó un profundo interés, no solo por su potencialidad real de aplicación, sino por las implicancias que los usos de este tipo de tecnologías podían llegar a tener en el futuro.

Estos programas desarrollados en las décadas del 60 y del 70, que actuaron interdisciplinariamente con distintos tipos de desarrollos como la cibernética o la inteligencia artificial, fueron el anticipo de lo que en los años 80 significó la incorporación de programas de computación para el tratamiento de algunas patologías como las fobias y de lo que hoy es el campo de acción de la tecnología de la información como parte de los tratamientos psicoterapéuticos.

Actualmente, son numerosas las plataformas tecnológicas a través de las cuales se implementan exitosamente acciones psicoterapéuticas, ya sea que se utilicen para mantener un canal de comunicación abierto con los pacientes o para llevar adelante intervenciones dentro de un tratamientos. Entre algunas de ellas podemos mencionar; video conferencias (públicas o privadas), correos electrónicos, sistemas de mensajerías instantánea, sitios web con información, salas de chat, realidad virtual y realidad aumentada, aplicaciones de telefonía móvil y videojuegos.

Estas plataformas se utilizan para distintos tipos de acciones, como pueden ser:

- Comunicación entre paciente y terapeuta
- Psicoeducación
- Diagnóstico y evaluación (tests, cuestionarios)
- Entrenamiento de los psicoterapeutas
- Supervisión a distancia
- Monitoreo remoto de situaciones de riesgo
- Recolección remota de datos
- Exposición a través de videos y juegos
- Grupos de ayuda
- Tratamientos completos computarizados

Un detalle más pormenorizado de estas plataformas y usos se puede encontrar en Distefano (2015) y Clough y Cassey (2011).

 

B. ¿Qué tipo de TIC se incorporan a los tratamientos presenciales?

Los terapeutas han ido incorporando a su accionar la batería de tecnologías existentes en el mercado. Se integran la mensajería instantánea, las redes sociales, el uso de correo electrónico o el uso de buscadores de información, durante y fuera de la sesión, pero los tratamientos formalmente siguen siendo los mismos.

Además, los terapeutas pueden utilizar tecnologías que permiten que los tratamientos extiendan la intervención clínica por fuera del consultorio. Por ejemplo, dentro del ámbito de las TIC hay un segmento que, como ya se mencionó, ha ido ganando espacio e importancia, que es el de las aplicaciones móviles. El uso de teléfonos móviles dentro de la salud se encuentra en auge en este momento, en un área que se conoce como M-Health. Si bien muchas Apps prácticamente han pasado desapercibidas sin haber tenido un uso significativo, la generación de nuevas Apps se incrementa rápidamente. Hay que destacar que de esta gran cantidad de Apps, muy pocas han sido desarrolladas en idioma español, siendo el inglés el principal lenguaje utilizado. Además, hay poca información disponible acerca de la seguridad de las Apps, por lo cual para el consumidor y para los psicoterapeutas es difícil saber cuales elegir. Otro tema a tener en cuenta es que las Apps posibilitan el acceso a información íntima del paciente y su uso requiere de cuidados éticos.

Los pacientes pueden usar las aplicaciones en el momento y con la asiduidad que lo deseen. En otros casos, el uso es mucho más sistemático y coercitivo, siguiendo una agenda de trabajo diseñada por el terapeuta que indica fecha, horarios y tiempo de uso. Un ejemplo de esto último son los sistemas de rastreo GPS permanente que indican si un paciente con problemas de adicción se está acercando a la zona donde se encuentra su proveedor de drogas, tras lo cual el sistema envía al paciente un aviso de que está en una situación de riesgo.

Existe un grupo de acciones denominadas tecnología de auto ayuda guiada (guided self help). Este tipo de tratamientos incluyen actividades que la persona debe hacer por si misma y un contacto virtual con el terapeuta, para responder preguntas y darle feedback. Pueden tener una fase inicial presencial con un terapeuta y una parte virtual en la que no está presente el psicoterapeuta, o pueden ser realizados totalmente de forma virtual con un primer contacto vía telefónico o por mail para realizar el diagnóstico. No son aptos para todos los pacientes, en la entrevista inicial el terapeuta evalúa si existe, por ejemplo, riesgo suicida, y de ser así recomienda otro tipo de tratamiento presencial.

 

C. ¿Cómo es el accionar de los programas computarizados que no cuentan con la presencia de un terapeuta, ni real ni virtual?

Los programas computarizados que no cuentan con la presencia de un terapeuta, ni real ni virtual representan la situación más radical de los tratamientos virtuales donde un admisor (puede ser psicólogo o no) recibe al paciente y le indica un tratamiento virtual completo, tras lo cual la decisión de ver un psicoterapeuta humano dependerá del paciente y su demanda. En algunos casos los tratamientos virtuales tienen un sistema de autoevaluación por el cual le informa al paciente que debe solicitar atención clínica con un psicoterapeuta. Un ejemplo conocido de este tipo de tratamiento fue Beating the Blues (Venciendo la tristeza), un programa multimedia interactivo (con videos, animación, gráficos, voz en off) desarrollado en el Reino Unido basado en la Terapia Cognitivo Conductual para la depresión y ansiedad, que si bien fue interrumpido, marcó una forma de estándar de trabajo para el área.

Algunos de los potenciales beneficios de dicho tipo de tratamiento psicoterapéutico incluyen su facilidad de acceso (24 horas al día, 7 días de la semana, desde cualquier localización), menores costos económicos y la posibilidad de acceder en poco tiempo a una gran cantidad de usuarios especialmente cuando se hace referencia a lugares aislados o que cuentan como poco acceso al sistema de salud tradicional.

La efectividad comparada entre estas tecnologías y los tratamiento tradicionales ha sido estudiada (Anderson, 2016), observándose mejoras equivalentes y sostenidas en el tiempo.

 

D. ¿Qué pasa en Latinoamérica con las tecnologías?

En América Latina la generación de Apps orientadas al campo de salud es aún incipiente, representando solo el 4% de los desarrollos. (research2guidance 2017).

Bunge y sus colaboradores (Bunge, López, Mandil, Gomar y Borgialli, 2009),, realizaron uno de las primeros estudios en la región evaluando la aceptación por parte de los psicoterapeutas de las nuevas tecnologías, mostrando una rápida adopción, pero también un relativo conocimiento que aún hoy se manifiesta y que genera un uso limitado (Braun y Roussos, 2015; Distefano, Cataldo, Mongelo, Mesurado y Lamas, 2018).

En este momento en el laboratorio de investigación en Psicología y tecnologías de Información y comunicación (Lipstic) nos encontramos investigando cómo los terapeutas incorporan al tratamiento tecnologías no específicas y de uso cotidiano, como son los sistemas de mensajería instantánea, los correos electrónicos, los sistemas de video conferencia o el uso de herramientas de la WEB para la búsqueda en sesión o fuera de ella de información útil (o no) para el tratamiento.

Los resultados preliminares de la encuesta llevada adelante por nuestro equipo (Braun y Roussos, 2015) muestran que los terapeutas argentinos han ido incorporándolas de forma significativa. Los mensajes de texto, el correo electrónico y sistemas de mensajería instantánea como Whatsapp son utilizados por la mayoría de los encuestados. El 73% dice usar el correo electrónico. Terapeutas y pacientes envían y reciben por correo electrónico diverso tipo de material, como puede ser: cuestiones administrativas como pagos y cambios de horario, textos escritos por paciente y terapeuta en relación a lo abordado en el tratamiento, canciones, fotos y material psicoeducativo. Un 40% de los terapeutas consultados manifestó haber utilizado Internet con su paciente durante alguna sesión, ya sea para mirar el Facebook del paciente, mostrarle como buscar trabajo o ver algún video relacionado con su problemática.

La mitad de los terapeutas encuestados ha recibido solicitud de amistad de Facebook por parte de sus pacientes y 26% aceptaron algunas de esas solicitudes.

Un dato llamativo es que un 30% ha buscado información personal de sus pacientes online, generando un fenómeno nuevo del que nadie ha presentado información alguna, ¿qué es lo que busca conocer un terapeuta de su paciente a través de estas búsquedas?

Los psicoterapeutas consultados mencionan distintos tipos de razones, desde fenómenos vinculados con la seguridad personal, hasta la necesidad de cotejar en patologías más severas si los dichos del paciente tienen asidero real o son producto de la imaginación. No sólo los pacientes están más expuestos, sino que la información de los terapeutas también está disponible y hay que evaluar el impacto que puede tener en un paciente ver, por ejemplo, una foto de su terapeuta en una fiesta de disfraces (como contó uno de los terapeutas entrevistados que le sucedió).

Los resultados recién presentados muestran un cambio significativo sobre el uso de la tecnología por parte de los psicoterapeutas en menos de 10 años. Un estudio llevado adelante el año 2008 en el área metropolitana (Ciudad de Buenos Aires y conurbano bonaerense) publicado en 2009 (Mandil et al., 2009; Bunge et al., 2009) menciona que menos del 8% manifestaba tener conocimientos acerca de los programas psicoterapéuticos asistidos por computadora, mientras que menos del 20% empleaba recursos electrónicos en sus tratamientos.

En Brasil, Feijó, Silva, y Benetti (2018) estudiaron cómo los psicoterapeutas psicodinámicos perciben los impactos de las TIC en una terapia psicoanalítica cara a cara. La percepción de los profesionales participantes fue que las TIC fortalecieron la alianza terapéutica (AT) y la adhesión al tratamiento, ya que favorecen el establecimiento de un sentimiento de aceptación por parte del terapeuta por parte del paciente. Se observó que los terapeutas podrían utilizar la información disponible en las TIC para complementar el proceso cara a cara y la comprensión dinámica de su paciente. Además, los participantes mencionaron que sería necesario que el propio contrato terapéutico inicial incluyera acuerdos sobre cómo podrían utilizarse esas tecnologías de información y comunicación, a fin de establecer un marco para ellas.

También en Brasil, Pieta, Minghelli, Gomes y Gauer (2015) compararon sesiones de psicoterapia psicoanalítica a través de Skype con sesiones de psicoterapia psicoanalítica presencial, evaluando la alianza terapéutica y los resultados del tratamiento. En un segundo estudio realizado por estos autores, evaluaron a un grupo de pacientes que recibieron una intervención cognitivo-conductual computarizada para el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) Los resultados positivos obtenidos por estos tratamientos abren la puerta para su aplicación en Brasil, país que hasta hace poco tiempo tenía prohibida la prestación de psicoterapia on-line o a través de Apps.

En Chile, se desarrolló una intervención vía internet denominada ASCENSO, la cual es complementaria a un tratamiento para la depresión. Apunta al aumento de la adherencia al tratamiento psicoterapéutico y/o psiquiátrico, a la reducción de síntomas depresivos y al mejoramiento de la calidad de vida. ASCENSO facilita el flujo de información de los pacientes. La hipótesis de base es que el monitoreo continuo y la retroalimentación de apoyo mejoran la capacidad de auto- monitoreo, promueven el auto-cuidado, la adherencia al tratamiento y la detección temprana de una reactivación del trastorno, y por lo tanto la provisión oportuna de apoyo clínico (Espinosa, Carrasco, Moessner, Cáceres, Gloger, Rojas y Krause, 2016)

Un ejemplo de un programa computarizado que no cuenta con la presencia de un terapeuta es el de Sonreír es Divertido. Este es un programa dirigido al entrenamiento en estrategias de regulación emocional para depresión leve/moderada. Es un desarrollo original de Cristina Botella (Botella et al., 2015) del laboratorio de Psicología y Tecnología (http://www.labpsitec.es). Se encuentra en proceso de desarrollo una versión argentina (Farfallini et al., 2016, Farfallini et al., 2018).

Otro desarrollo argentino que cuenta con un equipo clínico y en fase de investigación sobre la efectividad y eficacia de sus Apps se encuentra CALMA, (Daray, Olivera Fedi, y Rodante, 2018) la cual es una App orientada a la prevención del suicidio, la misma posee dos modalidades de funcionamiento: una en CRISIS y la otra FUERA DE CRISIS. Dentro de la crisis provee estrategias de ayuda, basadas en el modelo de la Terapia Dialéctico Comportamental (DBT). Fuera de la crisis, permite acceder a herramientas que apuntan a reducir la probabilidad de apariciones de nuevas crisis (https://www.appcalma.com).

 

F. ¿Cuáles son los desafíos asociados al uso de tecnologías en salud mental?

Aún no existe una formación teórica proveniente de los modelos psicoterapéuticos que brinde entrenamiento a los clínicos sobre como usar los TIC, por lo cual el riesgo de faltas éticas y de acciones clínicamente iatrogénicas está presente. Por ejemplo, antes, lo que sucedía en la sesión no salía por fuera de ese espacio. Ahora, la confidencialidad de esta información se ve amenazada por las nuevas formas de comunicación. Por ejemplo, el paciente puede escribir un mail a su terapeuta y enviarlo a otra persona por equivocación, así como una conversación por Whatsapp con el terapeuta puede ser leída por un familiar. A esos riesgos hay que sumarle además los malos entendidos que pueden surgir de la comunicación escrita y muchas veces asincrónica. Son muy pocos los entrenamientos que existe para psicoterapeutas sobre el uso de TIC, fundamentalmente se da por iniciativa de los terapeutas y a través del ensayo y error. En estos momentos empiezan a surgir cursos de formación profesional para el uso de TIC. Asociado al punto anterior es necesario re pensar todo el encuadre tradicional afectado por la incorporación de las TIC. Habrá que definir muchos aspectos, por ejemplo, cómo manejarse con los pacientes invasivos o la forma de implementar su uso en relación a los honorarios. ¿Se puede cobrar por responder un mail? ¿Cómo? Son algunos temas que deben ser repensados.

Otro desafío es conseguir que una tecnología esté validada para su funcionamiento nos asegura que la misma tendrá una recepción, crecimiento y una utilización adecuada.

Son proporcionalmente pocas las Apps que logran un escaleo significativo en relación a la inversión de tiempo y dinero asociadas a las mismas. La tarea de desarrollar la tecnología es solo parte del proceso de volver dicho servicio accesible para la población, el escaleo de la mismas y el mantenimiento de las tecnologías es un aspecto que ha sido incorporado solo parcialmente por los equipo de investigadores del área.

Una de las fantasías asociadas a la aparición de los sistemas virtuales de tratamiento es la posible desaparición del psicoterapeuta humano. La idea de que la máquina reemplaza al hombre es un tema recurrente que efectivamente ha sucedido en otras ocasiones. Sin embargo, la evidencia actual muestra que los programas que tienen un apoyo de un psicoterapeuta obtienen mejores resultados que los que son solo virtuales. Los distintos meta análisis que se han realizado han demostrado que los tratamientos mixtos, que combinan lo virtual con la presencia de un psicoterapeuta son más eficaces que los tratamientos virtuales puros (2008; Johansson, Andersson, 2012; Richards, y Richardson, 2012) . Un escenario futuro posible sería imaginar la intervención basada en Internet como un primer paso, seguido por psicoterapia cara a cara cuando sea necesario.

En términos generales lo que se observa y se propone es entender a los tratamientos virtuales como una forma de apoyo a los psicoterapeutas, a fin de potenciar su accionar, no de reemplazarlos.

Lo que resulta evidente en base a lo que está ocurriendo, es que podemos estar de acuerdo o no en relación a la forma de incorporación de las nuevas tecnologías, sus límites, sus potenciales y su lugar en el mundo psicoterapéutico, pero más allá de eso no hay forma de que este advenimiento no suceda.

En algunos casos, el uso de TIC tiene amplio respaldo institucional. Por ejemplo en el Reino Unido, se ha implementado un programa nacional para la jerarquización de los tratamientos en salud mental (NICE). Las guías de recomendación del NICE incluyó el uso de programas computarizados, como el ya mencionado "Beating the blues" (Venciendo a la tristeza) (Proudfoot et al., 2013).

En otros casos, algunas de las Apps que se ofrecen en la red no han sido diseñadas por terapeutas ni tienen equipo clínico que las prescriba, acompañe o respalde. Esto vuelve bastante riesgoso su utilización, ya que cualquiera puede diseñar una aplicación, colgarla en la red y comenzar a venderla. No existe aún un órgano de contralor de aplicaciones, equivalente al que existe con los medicamentos, y por este motivo las personas no tienen forma de distinguir entre un tratamiento validado y un programa generado con fines solamente comerciales y sin avales clínicos. Entes institucionales como la Food y Drug Administration (FDA) en los EE.UU. han solicitado que ciertas aplicaciones en el ámbito de la salud humana requieran de una prescripción para su uso (FDA, ), por lo cual no se encuentran disponibles al mercado en general. Esta modalidad de restricción aún no existe en las aplicaciones de salud mental, será necesario estudiar si hace falta esto, a fin de evitar otro riesgo, que aún no ha sido estudiado, es el equivalente al de la automedicación.

La utilización de una APP, hace pensar que ya se está haciendo algo para la resolución del problema que motivó esa búsqueda. Si el usuario se acerca a un tratamiento erróneo o poco eficaz, esta creencia puede llegar a inhibir la búsqueda de un tratamiento adecuado.

El abandono, es tal vez uno de los elementos más conflictivos en relación al uso de las TIC. El 74% de los usuarios interrumpen el uso de las mismas después de los 10 primeras interacciones (Torous, et al. 2018), siendo esta alta tasa de abandono uno de sus principales talones de Aquiles. Si bien algunas voces dicen que esta tasa de abandono se compensa por la masividad de su uso, es decir el 26% de cientos de miles de usos, genera un efecto social formidable, este tipo de evaluación deja por fuera a una inmensa proporción que puede beneficiarse en un futuro si se logra resolver esta tendencia.

Entre los puntos más álgidos a resolverse, vinculados a la validación de una técnica, esta el de asegurar que todos los datos personales involucrados en dicha tecnología se encuentran protegidos y que no se hará un uso indebido de los mismos. Este punto aún no está lo suficiente aclarado en los desarrollos existentes.

La falta de un marco regulatorio para las aplicaciones existentes genera una falta de evaluaciones de las aplicaciones existentes, que han sido diseñadas por personas que no son del ámbito psicológico, o que si lo son, jamás han demostrado que sus aplicaciones realmente sirvan, o aun más, que no sean iatrogénicas.

 

G. ¿Cuáles son las ventajas de incorporar las TIC a la salud mental?

Kazdin y Blaze (2011), en un trabajo tan controversial como claro, plantearon que, tanto los sistemas de salud como aquellos formadores de criterio sobre las acciones en psicoterapia, tienen que replantearse el alcance que los tratamientos tradicionales ya que la cantidad de prestadores y prestaciones psicoterapéuticas nos puede llegar nunca a cubrir las necesidades de salud mental de la población mundial. Las TIC

tienen el potencial de facilitar el acceso a una acción terapéutica a grandes poblaciones de usuarios. Este potencial resulta relevante para las personas en países en desarrollo. Aun si los efectos de las TIC no son muy grandes, estos pequeños efectos serían grandes al ser aplicados a grandes poblaciones.

Entre las ventajas posibles de la incorporación de las TIC a la psicoterapia se encuentran:

- Los costos de un tratamiento virtual son mucho menores que los de un tratamiento clásico, esto puede lograr que sean incorporados en planes mucho más abarcativos, poblacionalmente hablando.
- La psicoterapia puede llegar a lugares donde no llegan los terapeutas. Las TIC representan una solución para que muchas personas de áreas rurales o de bajos recursos reciban tratamiento.
- Una presencia más constante del terapeuta puede generar una diferencia significativa en algunas problemáticas específicas. Por ejemplo, permite al terapeuta acompañar a la distancia a un paciente con ansiedad social que tiene que ir a una fiesta.

Numerosas investigaciones demuestran la eficacia de este tipo de acciones clínicas, transformándolas en tratamientos clínicamente validados para el abordaje de numerosos patologías (Spek et al., 2007, Konigbauer, 2017).

- Los terapeutas encuestados mencionan que con el uso de las TIC se mejora el vinculo comunicacional. Las mismas producen un acercamiento con el paciente, sintonizan con los modos habituales de ciertos pacientes, especialmente adolescentes y niños, facilitan la alianza terapéutica, y amplían los recursos a los que puede apelar el terapeuta. En síntesis dicen que podemos hacer cosas que antes no podíamos.

 

Espacios de crecimiento para estas tecnologías

Las intervenciones clínicas tradicionales, suelen ser el producto del trabajo de psicoterapeutas, a veces basado en trabajos de investigación y/o en centros profesionales en los cuales los psicoterapeutas interactúan. Por su parte las intervenciones digitales, si bien pueden surgir como idea desde un contexto similar, rápidamente requieren de la interdisciplina. El trabajo con los programadores, la inclusión de los programas en distintas plataformas y la difusión a través de alguna estrategia electrónica requieren que los psicoterapeutas e investigadores interactúen en conjunto con otras disciplinas.

Es por eso que se han gestado distintos laboratorios que promueven el desarrollo de este tipo de tecnología

En idioma español es pionero el Laboratorio de Psicología y Tecnología (LabPsiTec) (Botella et al., 2007), de la Universidad Jaume I de Castellón y de la Universidad de Valencia, con más de 25 años de trabajo en desarrollos tecnológicos aplicados a la Psicología Clínica (http://www.labpsitec.uji.es/esp/index.php).

En la Argentina se gestó el Laboratorio de investigación en Psicología y tecnología de la información y comunicación (Lipstic, lipstic.org) que apunta a:

Evaluar e informar la eficacia, efectividad e impacto social de soluciones tecnológicas orientadas a la salud mental de la población

Generar una red de desarrolladores de soluciones tecnológicas para la salud mental, que permita que los mismos interactúen dando a conocer sus propuestas y estrategias de trabajo.

Realizar tareas de asesoría para los desarrolladores de soluciones tecnológicas en el área de bienestar.

Desarrollar soluciones tecnológicas que apunten a la innovación en la salud mental utilizando las tecnologías de la información y comunicación (TIC) como herramienta de trabajo.

Estos espacios de crecimiento no son solamente generadores de tecnología, sino que suelen ser incubadoras para que proyectos provenientes de equipos externos encuentren apoyo metodológico, técnico y estratégico para el desarrollo exitoso de este tipo de tecnologías aplicadas a la salud mental.

 

Conclusión

Si bien unos pocos psicoterapeutas se niegan a utilizar TIC en sus prácticas cotidianas, cada día son menos y en breve ya representarán una minoría en relación a la cantidad de prestaciones en salud mental que las van a incorporar en alguna de sus variantes. El motivo principal, es que los pacientes son los que empujan dicha inclusión, la abstinencia total de TIC en este caso, puede ser entendida por parte de la sociedad como un aislamiento inaceptable.

Sin embargo, si bien el crecimiento de la tecnología en psicoterapia es un fenómeno masivo e imposible de soslayar, las métricas para comparar intervenciones con y sin mediación tecnológica aún están en desarrollo (Roussos, 2018) y con una necesidad constante de debate.

Por otra parte, un uso indiscriminado de las mismas tampoco parece ser una solución deseable, los augurios de una deshumanización del cuidado de la salud mental podrían tomar forma real y generar el efecto opuesto al buscado. Por lo pronto, nadie ha hablado de reemplazar el sistema de salud mental humano por uno digital, de lo que se trata de generar una complementariedad que permita; i) una inclusión de aquellos a los que no les llega ninguna intervención de salud, ii) intervenciones más rápidas que lleguen lo antes posible, a fin de disminuir daños y iii) un sistema de intervenciones globalmente más eficaz a través del mejoramiento de todo el sistema de salud.

El objetivo entonces es generar un sistema que permita una incorporación responsable y pautada de las tecnologías en salud mental, permitiendo que las tradiciones y el futuro se conecten. Ya que, como dice una canción "El futuro llegó hace rato".

 

Referencias

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1ra Edición - Diciembre 2018
 
 
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