Nota
editorial: Este
artículo fue originalmente publicado en la Revista Argentina
de Clínica Psicológica I (1). Agradecemos el permiso
para su reproducción.
Enrique
Pichón Rivière tuvo una vida sorprendente, llena de
vicisitudes, cambios, alternativas. Nació el 25 de junio de
1907 en Ginebra, donde su familia, francesa, originaria de Lyon y con
mucho arraigo en esa ciudad, estaba radicada temporariamente.
Las
características de la organización familiar lo marcaron
suficientemente como para que el tema de la familia fuera luego un
motivo de investigación, ya que la organización de su
familia se sostenía sobre la base de un secreto. Su padre, que
se llamaba Alfonse Pichon, se había casado con Thérèse
de la Rivière, con quien tuvo varios hijos.
Al
morir su mujer se casó con la hermana menor de ella y de este
vínculo nació, como único hijo, Enrique. Pero lo
curioso fue que durante los años de su infancia Enrique ignoró
que sus hermanos eran medio-hermanos, que habían tenido otra
madre, ya que ellos llamaban "mamá" a quien en
realidad era su tía. Allí había toda una
historia de duelo silenciado. En tanto no se hablaba era un misterio,
y esta cuestión de secreto familiar que lo marcó
considerablemente, nunca deja de ser articulada por él con la
aventura de la venida de esta familia francesa a instalarse en
América del Sur.
La
familia era textilera. AI llegar a Buenos Aires se acogen a un cierto
beneficio, que era la entrega de una cantidad de hectáreas en
el Chaco para cultivo. Se dedican a la plantación de algodón,
contratando para esa tarea de mano de obra a una tribu guaraní.
Entonces
Pichon vive una serie de contrastes entre los universos culturales
que conoce, tales que uno no puede dejar de pensar hasta qué
punto influyeron en que se le plantearan interrogantes acerca de que
pasaba con las personas, el hábitat, Ia cultura, las leyendas,
el sistema de representaciones sociales, la organización
familiar.
Durante
el transcurso de su infancia pasa por muchas vicisitudes: el pasaje
de una vida ciudadana a la dura vida del campo implica estar expuesto
al fracaso de las cosechas, al ataque de algunos grupos indígenas
-hasta el año 1918 hubo malones en el Chaco- al trabajo
infantil, ya que, si bien iba al colegio con sus hermanos también
trabajaba en el campo; y a la vez su familia conservaba una serie de
emblemas de su status: el juego de Sèvres, la ropa que el
padre colgaba y cepillaba y que, obviamente, eran solo recuerdos de
una historia.
Se
radican primero en una zona del Chaco y después se mueven
hacia Corrientes hasta llegar a Goya, donde entra Pichon con su papa
vendiendo frutos. Allí cambia el destino de la familia porque
el padre consigue un trabajo como tenedor de libros -había
hecho estudios en Europa-y la madre empieza a enseñar llegando
a fundar lo que después fue el Colegio Nacional. Nuevamente
cambian de estilo de vida, dejando el campesinado para integrar la
vida de este pueblo, Goya, que tenía una tradición
cultural muy cargada de la cultura francesa. Le decían "la
petite París". Allí vive pasta los 18 años,
en que se traslada para estudiar Medicina. Va impregnándose de
la cultura francesa, en principio porque su padre era un fascinado
por algunos autores contemporáneos. Conoce y lee a Rimbaud, a
Baudelaire, y a quien será una figura tan importante para la
poesía moderna, para el pensamiento surrealista como es el
Conde de Lautrèamont. Sobre él Pichon trabajó
muchísimo e investigó toda la temática de lo
siniestro. Él se identificaba con este personaje, porque tenía
las características de ser un hijo de franceses, criado en las
zonas de América del Sur, que vivía el contraste de
culturas.
Pichon
se veía a sí mismo en su infancia y adolescencia como
chico sumamente inquieto, muy poco estudioso -en la escuela menos-
muy interesado por el deporte, el fútbol, las aventuras, la
caza y por la vida del pueblo, por los personajes prototípicos.
Contaba que tal vez mucho de tener su vocación por los grupos
y por descubrir lo oculto debían tener que ver con
experiencias en las que se había encontrado. Por ejemplo, su
madre recibía los días jueves a las señoras de
Goya y escuchaba sus conversaciones sobre la historia del lugar,
sobre familias. Jugando con otros chicos se acercaban al do donde en
esa todavía se lavaba la ropa. Entonces escuchaba a las
lavanderas sobre la misma gente, sobre los mismos hechos, con una
visión totalmente diferente. Esta cuestión de los
contrastes comienza a ser una en toda su vida: contraste de culturas,
de concepciones, de miradas. Parece ser que todas estas experiencias
le fueron dejando esta capacidad, esta apertura hacia lo diferente,
hacia lo heterogéneo, cualidad necesaria e interesante en un
investigador. Ese mundo tan heterogéneo debe haber tenido que
ver tanto con su capacidad de procesar vertientes de pensamiento, de
descubrir que la complejidad de la puede entenderse en la medida en
que se tengan muchas versiones, en su aptitud para desarrollar
instrumentos que jerarquizan lo neo, como es el grupo operativo.
Interesado
en estudiar Psiquiatría Pichon se radica en Rosario. Allí
comienza a estudiar Medicina y vive una serie de experiencias
insólitas, pero bastante comunes también en estudiantes
con cierta tendencia a la bohemia. Conoce la noche, los prostíbulos,
donde comienza a desempeñar una función poco común:
consigue un puesto de profesor de francés para enseñarle
a las prostitutas polacas que tenían que pasar por francesas.
Con esto podemos decir que su iniciación en la docencia fue
realmente algo insólito, y que la diversidad de contextos y de
experiencia seguía vigente…
Allí
se enferma, vuelve a Goya, y luego decide venir a Buenos Aires donde
comienza a trabajar como cronista en un diario y conoce a Roberto
Arlt, a González Tuñon, a Nalé RoxIo. Se conecta
claramente con la línea de vanguardia de cierto pensamiento
literario, y con el pensamiento psicoanalítico del cual ya
tenía referencia antes de venir a la capital. Va conociendo el
pensamiento psicoanalítico, que era en ese momento tan
innovador y desconocido, a través de Federico Aberastury.
Comienza a trabajar con Roberto Arlt a partir de la labor
periodística, y lo compaña en su tarea. Arlt vestirá
aspectos de estos excursiones, de estas observaciones y análisis
de la realidad en "Aguafuertes Porteñas", que tiene
mucho que ver con la veta de la crítica de la vida cotidiana
que tanto desarrolló Pichon Rivière.
Con
relación a que era un alumno poco estudioso, decía de
sí mismo que siempre estaba interesado en otras cosas, en
otros temas. Un gran impacto fue un trabajo sobre Lógica que
hizo estando en las últimas etapas del colegio, tan bueno que
el profesor no creía que él lo hubiera hecho. De allí
ya estaba presente su inquietud por los procesos de pensamiento. Este
momento marca un vuelco en aquel chico distraído, y es
probable que su distracción estuviera vinculada a la muerte de
su padre, ocurrida durante su adolescencia, con quien tenía
una relación muy estrecha, muy profunda, de pocas palabras
pero de mucho conocimiento. También en la adolescencia
comienza a escribir poesía. Su primer poesía se centra
en un tema que luego va a abordar más desde la investigación
psiquiátrica que desde la creación literaria. Se llama
"Conocimiento de la Muerte", y es una poesía escrita
en francés, su lengua materna, de corte surrealista, que
relata el juego de los chicos de Goya en el cementerio, el
descubrimiento no aterrorizante de la muerte ... Los viejos guerreros
del Paraguay estaban enterrados en Goya , y los chicos abrían
los ataúdes, sacaban los sables, jugaban y los volvían
a guardar, con lo cual el contacto con la muerte perdía su
carácter de terrorífico y adquiría familiaridad,
pero de todos modos implicaba el juego de lo siniestro.
Desde
estos años de la adolescencia, entonces, están
presentes elementos que luego van a generar importantes aspectos de
su pensamiento y de su accionar. Como él mismo refiere en el
Prólogo de "Del Psicoanálisis a la Psicología
Social", tomo I, esta poesía refleja sus primeros
intentos creativos y su vocación por lo siniestro, plasmada
también en su interés por la vida y la obra de
Lautréamont. El contacto con la cultura guaraní lo
aproxima a una concepción del mundo de carácter mágico,
y esta aproximación, junto con la presencia de misterios en su
familia y el interés por la observación de los
personajes prototípicos del grupo mediato, lo guían en
la necesidad de "desocultación de ese orden subyacente
pero explorable: el de la interrelación dialéctica
entre el hombre y su medio". Más adelante, la lectura de
"la Gradiva" de Jensen, cuando conoce la obra de Freud, le
permitirá encontrar una síntesis entre su vocación
por la psiquiatría y la investigación del proceso
creador.
La
carrera de Medicina le lleva bastante tiempo, se recibe alrededor de
los 28 años, dado que su interés estaba centrado
claramente en la Psiquiatría, en el Psicoanálisis y en
su trabajo en el periodismo, que en aquella época concentraba
gran cantidad de figuras literarias. Se conecta con el Psicoanálisis
e inicia una fonación con los recursos que en ese momento
disponía. Ahora es de dominio público cómo fue
la formación de ese primer grupo de gente de la A.P.A.,
cuando la llegada de Garma, Cárcamo y otros que traen
formación desde Europa, les permite hacer análisis
didáctico.
Esta
formación psicoanalítica le valió tremendas
polémicas y el hecho de ser casi aplazado en el examen de
Psiquiatría, porque enfrentaba concepciones muy retrogradas.
Una
vez recibido hace rápidamente carrera: ingresa como miembro.
Titular de la Sociedad de Psiquiatría y comienza un trabajo
muy activo donde se expresa su preocupación por los pacientes
psicóticos intrernados, por por el fenómeno del
hospitalismo.
Primero
trabaja en la Colonia de Torres, y allí comienza a realizar su
investigación sobre el retardo mental, a partir de la cual va
a descubrir el origen afectivo de un tipo de retardo, la oligotimia,
a diferencia de la oligofrenia, de base orgánica.
En
ese período, que compartía con Federico Aberastury, se
casa con Arminda Aberastury con quien luego tiene tres hijos. Empieza
a trabajar en el Hospital de las Mercedes, donde intenta desplegar su
conocimiento psicoanalítico. También inicia una
investigación institucional sobre lo que ocurre en el hospital
psiquiátrico, y descubre la presencia de una poderosa
estructura tolerada por las autoridades —y tal vez fomentada
por ellas— ejercida por un grupo de pacientes que habían
hecho del hospital un feudo, y que dirigían todo el movimiento
de alcohol, de dinero, mujeres, salidas, etc., es decir, que
gobernaba el hospital.
Se
producen algunos hechos que lo llevan a investigar la relación
médico - paciente. Una de las situaciones más
conmovedoras es el asesinato de un médico, correntino, muy
conocido de su familia quien lo había apadrinado en el periodo
de su ingreso al hospital.
Pichon
comentaba que los médicos, en aquella época, no veían,
pacientes, delegaban esta tarea en los enfermeros —que sabían
de Psiquiatría mucho más que ellos— y además
tenían una relación sumamente despectiva y brutal para
con los pacientes. Este médico se caracterizaba por este
aspecto tan descalificador. Un día, los médicos
sentados bajo un tilo leían y escuchaban los informes que les
traían los enfermeros cuando un paciente se acerca y lo
degüella con un cuchara afilada en plena reunión, como
para dejar sentados algunos antecedentes. Pichon se pone a investigar
lo ocurrido y curiosamente un paciente caratulado como autista que
permanecía habitualmente en mutismo, le cuenta lo que había
pasado: cómo se va constituyendo un grupo que toma la decisión
de matarlo, como entre todos consiguen la cuchara, la afilan, la
esconden. Es el fenómeno grupal en función defensiva,
si bien con las características angustiantes y terroríficas
de un crimen, pero a la vez como una defensa frente al maltrato y
abandono.
Esto
1o lleva a investigar aún más en la relación
médico - paciente y toda la temática de la
transferencia. ¿Existía o no la transferencia en la
psicosis? Esta cuestión ya había sido planteada por
Freud, y existían las experiencias hechas por Frida von
Reichman y por Sullivan. Pichon se pone a trabajar tratando de
acercase a los pacientes, con una línea de análisis que
muestra varias vertientes: el contexto del hospital psiquiátrico
y el hospitalismo que produce, la situación parasitaria de los
pacientes, el abandono familiar y, a la vez, estudia cuál es
la extracción de esa gente, que había ocurrido,
encontrando que en general se trataba de inmigrantes europeos o de
personas del interior. Los enfermeros también eran
inmigrantes, con lo cual existía una relación que, si
bien bastante ambivalente, le otorgaba al enfermero bastantes
posibilidades de identificarse con los pacientes. La primera
experiencia de grupo operativo Pichon la hace con los enfermeros,
descubriendo que si trabaja en ese estamento se pueden conseguir
transformaciones significativas. Decía que nadie le enseño
tanta Psiquiatría como esos gallegos, y que él les pudo
enseñar el significado de esos signos que ellos podían
observar.
Mientras
tanto la Asociación Psicoanalítica Argentina continúa
creciendo, y los integrantes con interés en hacer su formación
en Psiquiatría comienzan a trabajar con él en el
Hospital. Primero organiza un Servicio para adolescentes, que llega a
ser un Servicio modelo, donde tiene el lujo de contar con Battle
Planas como maestro de pintura de los pacientes, pintor del cual
Pichon fuera uno de los críticos. Hay un cuadro llamado
"Retrato imaginario de Enrique Pichon-Rivière"
pintado por Battle Planas.
También
estaban Liberman, otros próceres de la psiquiatría, del
Psicoanálisis y del arte colaborando en este Servicio, que
recibía a gente de otros lugares de América para hacer
su formación allí. El. Servicio tenía un
porcentaje impactante de altas y un modo de trabajo muy de avanzada.
Estamos
en los primeros años de la década del 40. A Pichon lo
obligan a renunciar al Hospital en el 47, por razones políticas.
En esos años, además del Servicio de Adolescencia, pasa
por una experiencia que va a ser fundamental para su elaboración
conceptual, para la definición de la enfermedad como un
emergente de la interacción familiar y del paciente como un
portavoz. Esta experiencia, si bien es corroborada en el Servicio de
Adolescencia, tiene su origen cuando lo nombran a cargo del Servicio
de Admisión, donde se plantea el problema de la urgencia
psiquiátrica, el momento de la internación. Lo que
podía observar espontáneamente era en que situación
llegaba el paciente: si llegaba solo o acompañado por la
familia, por la policía, por vecinos; es decir, la presencia o
ausencia, siempre significativa, del grupo familiar. Y podía
observar, también, todas las adjudicaciones de rol, las
culpas, las inquietudes, toda la crisis familiar que aparentemente,
en lo más manifiesto, derivaba de la situación de
enfermedad pero que, en cuanto se comenzaba a indagar, en realidad se
descubría que la situación de enfermedad arrancaba de
una crisis que ya estaba allí antes.
Pichon
mantuvo hasta el fin de sus días la idea de que debía
trabajar con el paciente y con el grupo familiar, pero no siempre en
forma conjunta, y que el mismo terapeuta podía realizar estas
dos tareas. Una vez, Andolfi dijo al respecto que le parecía
absolutamente exigente trabajar en estos dos niveles.
Acerca
de la transferencia con pacientes psicótico, Pichon
consideraba que era factible establecer la relación
terapéutica a partir de un análisis de una situación
transferencial, de una transferencia que no tenía las mismas
características de la de las neurosis, pero que existía.
Por eso dice en una de sus obras: "siempre hay un momento,
siempre hay un tiempo y un espacio para el diálogo
terapéutico".
Consideraba
que existía una dialéctica entre aspectos sanos y
enfermos y entonces trabajaba con un encuadre analítico,
entendiendo que en esa transferencia se ponía de manifiesto
una estructura de mundo interno, una modalidad de interpretación
de la experiencia y de las relaciones.
En
esa primera y espontanea observación del grupo familiar a
establecer relaciones de causalidad no lineal, en el sentido de
elaborar hipótesis acerca de que, en la multicausalidad de la
enfermedad, la modalidad de funcionamiento peculiar del grupo
familiar legitima o le da inteligibilidad a ciertas formas de
funcionamiento del paciente. Es decir, que el delirio de un paciente
recortado de su grupo familiar es absolutamente absurdo, pero que
incluido en el marco de su familia cobra inteligibilidad, aunque siga
considerándolo un delirio. Pichon nunca se identificó
con el pensamiento de la antipsiquiatría, ni con la exaltación
de la locura. Sostiene en sus obras que en la enfermedad hay
sufrimiento y define a la enfermedad como la intolerancia a un alto
monto de sufrimiento. Si en ella hay una denuncia de una determinada
interacción familiar, esta denuncia habitualmente no es
consiente. Él se replantea la modalidad de abordaje del
proceso de enfermar, dentro de un contexto que va a ser la unidad
diagnóstica, la unidad pronóstica y la unidad de
tratamiento, sin negar la particularidad de la conflictiva del sujeto
que enferma. Esta última es otra de las ideas centrales de
Pichon, donde la relación sujeto-grupo nunca queda anulada,
sino que exige dialéctica entre la especificidad de lo
subjetivo y la especificidad de lo grupal.
Este
tipo de ideas lo van a ir orientando hacia un replanteo que va a
implicar una gran crisis, en tanto significa una polémica
importante con el Psicoanálisis, en particular con el
Kleiniano que era hegemónico en esa época.
Especialmente por la tendencia de Pichon a lateralizar la eficacia de
las relaciones reales, a lateralizar el peso de la experiencia del
sujeto en el proceso do enfermar. O sea se trata de retomar esta idea
de que el sentido del síntoma está ligado a la historia
del sujeto, pero ampliando la noción de historia hacia la de
una historia personal y social, y hacia la consideración de
la relación con el otro como fundante de los procesos
psíquicos. Mientras estos planteos desataban intensas
polémicas en Buenos Aires, se puede constatar que eran
bastante congruentes con lo que estaban planteando Bion y Winnicott
en ese momento y con lo desarrollado por un grupo importante de
pensadores en Francia en los años 50. Pichon se inscribe
activamente en el movimiento de la Psicología, de parte del
Psicoanálisis y de la Psiquiatría francesa de esos
años, que toma de Sartre y desarrolla la famosa idea del
hombre-en-situación, que se nutre mucho de Merleau Ponty a la
vez que de la psicología concreta, y que plantea cuál
es el lugar de la experiencia, de las relaciones reales, del
contexto.
Pichon
tenía formación en el campo de lo sociológico,
de lo filosófico, del materialismo histórico y
dialéctico, pero no dedujo una psicología desde allí
sino que llego a su concepción de lo subjetivo a partir de su
práctica. Es muy importante destacar el hecho de que fue la
misma práctica lo que lo condujo a la idea de sujeto
emergente, de sujeto productor y producido, a la importancia de las
relaciones reales, a la importancia de la experiencia.
Así
es cuando, al dejar el Hospital en el 47, empieza ya a elaborar toda
una concepción propia que es la Psicología Social, que
se funda en la concepción de un sujeto social y que propone el
abordaje de lo que se llaman condiciones concretas de existencia, red
de vínculos, red de relaciones en las cuales el sujeto está
inmerso y de la cual también es agente. Insiste en que para
entender la red vincular es necesario entender el mundo interno y
que para entender el mundo interno es necesario entender esa red
vincular. Para Pichon, el mundo interno no es una caja negra sino
algo a investigar, pero su idea del psiquismo es la de un psiquismo
abierto sobre el mundo y constituyéndose en el mundo.
En
los años 50 funda la Escuela de Psiquiatría Social. Ya
en ese momento sus inquietudes se han abierto mucho. Considera que la
familia no es una institución aislada, sino determinada desde
un contexto de relaciones sociales, y esto lo lleva a investigar
otros campos. Comienza a hacer investigación social, y
despliega sus experiencias e investigaciones desde otra institución
que también funda: el Instituto Argentino de Estudios Sociales
(I.A.D.E.S.), que luego va a converger con la Escuela de Psiquiatría
Social convirtiéndose, en la década del 60, en la
Escuela de Psicología Social. Esa Escuela de Psiquiatría
Social, que inicialmente se llamó de psiquiatría
Dinámica, tuvo un importante papel en la formación de
un grupo importante de profesionales, hasta que el desarrollo de su
pensamiento y de sus investigaciones Ilevaron a Pichon-Rivière
a plantearse la necesidad de un nuevo operador social en el campo de
la salud, el psicólogo social. Así es como redefine su
Escuela durante los años 65, 66.
Esta
redefinición va acompañada, a su vez, de crisis
importantes, de episodios depresivos. Pero a propósito de lo
depresivo, es importante destacar que tal vez se ha exagerado un
tanto con esta característica, se le ha dado un sesgo trágico
a su discurso.
Era
un hombre divertidísimo, con un humor extraordinario, con
mucha capacidad para jugar. Era capaz de componer un tango para tomar
el pelo a algún amigo. Solía decir: "el que se
entrega a la tristeza renuncia a 1a plenitud de la vida". La
imagen del viejecito deprimido es, en realidad, la imagen del Pichon
de los últimos años, a raíz de los problemas de
salud que padeció. Un espasmo vascular dejó como
secuela dificultades en el reflejo de la glotis, con el cual hacía
neumonías por aspiración. Hizo muchas que lo llevaron a
perder cuarenta kilos, a envejecer muy prematuramente y después
morir. La imagen de Pichon frágil y entristecido es una
imagen medio construida sobre la última época, y tiene
poco que ver con toda su vida: un hombre deportista, que jugó
al fútbol hasta los 52.años, que era muy vital, capaz
de pasar una noche entera con un paciente en estado de crisis y al
día siguiente seguir trabajando.
Con
la fundación de la Escuela entra en una nueva etapa. Comienza
a crear una corriente de terapeutas y empieza a pensar en este nuevo
operador social, lo cual constituye un enfoque visionario de lo que
hoy va a dibujarse como representación social de nuestro rol.
Toda esta tares de gestación y de formación no fue en
desmedro de su dedicación a la clínica. y atendió
pacientes hasta el último día de su vida.
Yo
lo conocí en el año 65, cuando el volvía de
superar una de estas crisis, uno de estos episodios depresivos, que
tuvo una derivación muy crítica ya que su segunda
esposa, Nidia (Coca) Carrio, murió en un accidente yendo a
visitarlo.
Pichon
venia de atravesar una situación difícil, al quedar al
margen de la A.P.A. por una serie de polémicas, de
diferencias. Empieza a concentrar sus esfuerzos en la Escuela y ahí
es donde nos articulamos él y yo, a pesar de nuestras
diferencias de edad --él tenía 57 altos y yo 25—.
Inicia un proyecto de trabajo de la Escuela, que ponemos en marcha en
Tucumán. Esto implica un replanteo de la Escuela de Buenos
Aires. Hasta entonces la Escuela era una institución de
post-grado, abierta a médicos, psicólogos y,
eventualmente a algún sociólogo. En este momento Pichon
hace una apertura totalmente diferente, con una concepción y
objetivos distintos. Toma con mucha decisión esta tarea, da él
mismo la mayoría de las clases, y se revitaliza mucho con esta
actividad. Trabajamos en distintos experiencias de investigación
social en un lugar muy conflictivo como era Tucumán, que
atravesaba la gran crisis azucarera y cuya gente estaba muy
comprometida con su realidad provincial y con la política
nacional.
La
experiencia de Tucumán recogía las anteriores,
efectuadas antes de la década del 60, especialmente en
Rosario, en las que fue acompañado por sus más
significativos discípulos, tales como Bleger o Liberman para
nombrar a algunos.
Todo
este trabajo en el interior lo reconecta con un contexto que había
sido el propio: la vida en la provincia, y estudia especialmente lo
que ocurre con la gente tucumana, habitantes de una provincia cuya
economía se apoyaba en el monocultivo y que ve desbaratada
toda su estructura económica. El ve los efectos de esto en las
personas, en los vínculos, en las familias y en otras
instituciones.
Pichon
había viajado a Europa varias veces antes de que yo lo
conociera. Allí había supervisado casos con Melanie
Klein. De ella decía que era mucho menos kleiniana en los
análisis de casos, en las supervisiones, que en sus escritos.
Mantuvo correspondencia con ella durante un tiempo. Tuvo una relación
muy hermosa con Lacan y un vínculo muy estrecho con Daniel
Lagache, además de todo el grupo francés que tuviera
mucha influencia sobre su pensamiento en la década del 50.
Para los franceses Pichon era frances, y lo consideraban un
investigador de lo surrealista. Conoce a Lacan en el 57, cuando
presenta un trabajo sobre la transferencia en un Congreso en Francia.
Lacan lo invita a su casa y al darle la dirección descubren
que Pichon ya había estado allí esa mañana,
porque en el mismo edificio vivía un familiar de Isidoro
Ducasse, Conde de Lautréamont, sobre el cual Pichon
investigaba. Este hecho casi mágico, el interés común
por el hombre, la procedencia francesa y el interés compartido
por la literatura contribuyeron a cimentar una amistad. En esa
oportunidad Pichon también da una conferencia sobre el Conde
de Lautréamont en un café de Paris, que recibe los
elogios de André Breton y de todo el grupo surrealista.
Yo
pude viajar con Pichon en el 69 a Paris y a Londres, donde fue el
vicepresidente del Congreso de Psiquiatría Social. Retomó
contactos de aquella época. Lo acompañé a
entrevistas con Lacan, con Lagache. Ya Pichon estaba muy comprometido
con la línea de la Psicología Social. Recuerdo que
Lacan, caminando por su consultorio, le decía: ¿Pour
quoi Psychologie Social? ¿Pour quoi pas Psychanalyse? (¿Por
qué Psicología Social? ¿Por qué no
Psicoanálisis?). Ya era todo un debate. En un momento
posterior Pichon escribió acerca de esa diferencia, en un
artículo de Actualidad Psicológica titulado "Dialogo
Imaginario", en el que reconstruía aspectos de lo
conversado con Lacan y elaboraba una posible continuación de
esa conversación.
Volviendo
a la Argentina su salud se fue resintiendo. Viajó a Tucumán
hasta el 70, en que tuvo el episodio vascular, a raíz del cual
tuvo que dejar de dar clases. Este fue uno de sus grandes dolores, ya
que sus dos pasiones eran la clínica y la docencia, en la cual
era un gran favorecedor y estimulador del pensamiento del otro.
Si
tengo algo para decir de él, es hasta qué punto es
fuera de lo común que una persona que es un maestro, permita
tanto el crecimiento de sus discípulos. Él se alegraba
con el logro, con la producción de sus discípulos mucho
más que con la suya. Era un gran estimulador de ideas. Bleger
lo llama, en la introducción de uno de los libros que le
dedica: "generador de ideas". Cuando uno iba a consultarlo,
tenía una forma muy particular de contestar. Era sumamente
desordenado, u ordenado en su desorden; en su casa había
libros por todos lados, y él sabía siempre donde estaba
cada libro. Yo lo conocí porque estaba haciendo una nota sobre
un tema que involucraba a la Psicología y quise consultarlo.
Me respondió como era su costumbre: de pronto lo dejaba a uno
sólo, casi con la palabra en la boca, y desaparecía. Al
rato volvía con una pila le libros. Esa era la propuesta en
respuesta a la demanda. Yo aprendí a leer grupalmente a los
autores, haciendo un seguimiento horizontal en una serie de textos
sobre un tema. Era una de las modalidades de lectura de Pichon. Otra
de las cosas que impactaban en é1 era que siempre podía
rescatar, aún de los libros más elementales, la idea
que valiera la pena. Esta es una enseñanza muy importante.
Existe
un mito, y es el de que Pichon no escribía. Si bien nunca
escribió un libro completo porque su práctica clínica
y docente eran muy intensas, condensaba sus ideas en artículos
que a veces son de difícil lectura. Era muy distinto
escucharlo, con un lenguaje fluido, fácil, comprensible, que
leer a un Pichon que condensaba una enorme cantidad de ideas en un
trabajo, produciendo textos densos que es necesario desentrañar
para extraer sus frutos.
No
todos los artículos que escribió están
publicados. En el año 70 recibió la propuesta de Jorge
Rodriguez, un psicólogo que se ocupó de rastrear y
ordenar sus obras, publicando lo que es hoy "Del Psicoanálisis
a la Psicología Social". Comprende tres tomos: "El
Proceso Grupal" (Tomo I), "La psiquiatría, una
Nueva Problemática" (Tomo II) y "El Proceso
Creador" (Tomo III). Fueron publicados primero por Editorial
Galerna en el 71, y luego por Nueva Visión. Pichon escribió
el prólogo publicado en el Tomo I, que es una síntesis
muy significativa entre su vida y su obra, entre su historia y su
concepción.
En
e1 80, también Nueva Visión publicó "Teoría
del Vinculo", que contiene la desgrabación de las clases
dictadas en la A.P.A. en el 56 y 57, material reunido por Fernando
Talagano, quien escribe el prólogo.
Otro
libro es "Psicología de la Vida Cotidiana". Consiste
en una serie de artículos que elaboramos en forma conjunta
para publicar en el semanario Primera Plana durante los años
66 y 67, y que luego reelaboramos.
Uno
de sus hijos, Marcelo, está trabajando sobre los estudios que
su padre hizo de la obra de Lautréamont. En los últimos
días de su vida Pichon había vuelto a trabajar sobre
los Cantos con ideas de publicarlos, pero de alguna manera la leyenda
que pesaba sobre el Conde ejercía cierta inhibición
sobre é1. La tal leyenda dice algo así como que quien
se mete con el Conde termina mal. Como si el poder de lo siniestro
pudiera llegar hasta quienes toman contacto con su obra. Como hecho
confirmatorio, Pichon conoció en el Hospital Psiquiátrico
a un poet que había hecho una recolección de las obras
del Conde y que terminó ahorcándose. Pichon tenía
la hipótesis de que la madre de Lautréarnont se habia
suicidado, y que esto tenía que ver con muchos elementos que
se encontraban en los Cantos. Viajó mucho a Montevideo llevado
por este interés, y en el 46 dio una serie de conferencias en
las cuales hacia un análisis sistemático de esa obra.
Además
de la leyenda, Pichon tenía con este trabajo el siguiente
problema: el había cambiado mucho su concepción a lo
largo de los años y su marco de análisis había
virado considerablemente hacia lo social, con lo cual la
interpretación que podía hacer de los Cantos en los
últimos años de su vida era muy diferente a la de
momentos anteriores. Por ejemplo, una segunda interpretación
de los "Cantos de Maldoror" considera a esta obra como la
versión de una situación histórico-política
muy sangrienta como fue el sitio de Montevideo, vista desde la
perspectiva de un chico muy solitario, hijo del cónsul
francés, que tenía grandes conflictos, en el cual la
fantasía y la realidad se mezclaban, y cuya fantasía
estaba cargada de los elementos sádicos y trágicos de
la situación sangrienta que la ciudad vivía. Uno de los
Cantos fue publicado en "El Proceso Creador", pero Pichon
se planteaba la necesidad de reescribir todo su trabajo desde este
último ángulo.
Hemos
querido concluir esta biografía transcribiendo el poema,
escrito a los 17 años, de este hombre que deseaba conocer "el
secreto de nuestra corta existencia a través de las aberturas
de viejos ataúdes solitarios":
Connaissance
de la mort (1924)
Je
te salue
mon
cher petit et vieux
cimetière
de ma ville
où
j' appris a jouer
avec
les morts.
C'
est ici où j` ai voulu
me
révéler le secret de
notre
courte existence
à
travers les ouvertures
d'
anciens cercueils solitaires.
Enrique
Pichon-Rivière