ISSN 2618-5628
 
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Biografía  
Historia, Pichon Rivière  
     

 
Biografía Pichon Rivière
 
Pampliega de Quiroga, Ana
 

 

Nota editorial: Este artículo fue originalmente publicado en la Revista Argentina de Clínica Psicológica I (1). Agradecemos el permiso para su reproducción.

 

Enrique Pichón Rivière tuvo una vida sorprendente, llena de vicisitudes, cambios, alternativas. Nació el 25 de junio de 1907 en Ginebra, donde su familia, francesa, originaria de Lyon y con mucho arraigo en esa ciudad, estaba radicada temporariamente.

Las características de la organización familiar lo marcaron suficientemente como para que el tema de la familia fuera luego un motivo de investigación, ya que la organización de su familia se sostenía sobre la base de un secreto. Su padre, que se llamaba Alfonse Pichon, se había casado con Thérèse de la Rivière, con quien tuvo varios hijos.

Al morir su mujer se casó con la hermana menor de ella y de este vínculo nació, como único hijo, Enrique. Pero lo curioso fue que durante los años de su infancia Enrique ignoró que sus hermanos eran medio-hermanos, que habían tenido otra madre, ya que ellos llamaban "mamá" a quien en realidad era su tía. Allí había toda una historia de duelo silenciado. En tanto no se hablaba era un misterio, y esta cuestión de secreto familiar que lo marcó considerablemente, nunca deja de ser articulada por él con la aventura de la venida de esta familia francesa a instalarse en América del Sur.

La familia era textilera. AI llegar a Buenos Aires se acogen a un cierto beneficio, que era la entrega de una cantidad de hectáreas en el Chaco para cultivo. Se dedican a la plantación de algodón, contratando para esa tarea de mano de obra a una tribu guaraní.

Entonces Pichon vive una serie de contrastes entre los universos culturales que conoce, tales que uno no puede dejar de pensar hasta qué punto influyeron en que se le plantearan interrogantes acerca de que pasaba con las personas, el hábitat, Ia cultura, las leyendas, el sistema de representaciones sociales, la organización familiar.

Durante el transcurso de su infancia pasa por muchas vicisitudes: el pasaje de una vida ciudadana a la dura vida del campo implica estar expuesto al fracaso de las cosechas, al ataque de algunos grupos indígenas -hasta el año 1918 hubo malones en el Chaco- al trabajo infantil, ya que, si bien iba al colegio con sus hermanos también trabajaba en el campo; y a la vez su familia conservaba una serie de emblemas de su status: el juego de Sèvres, la ropa que el padre colgaba y cepillaba y que, obviamente, eran solo recuerdos de una historia.

Se radican primero en una zona del Chaco y después se mueven hacia Corrientes hasta llegar a Goya, donde entra Pichon con su papa vendiendo frutos. Allí cambia el destino de la familia porque el padre consigue un trabajo como tenedor de libros -había hecho estudios en Europa-y la madre empieza a enseñar llegando a fundar lo que después fue el Colegio Nacional. Nuevamente cambian de estilo de vida, dejando el campesinado para integrar la vida de este pueblo, Goya, que tenía una tradición cultural muy cargada de la cultura francesa. Le decían "la petite París". Allí vive pasta los 18 años, en que se traslada para estudiar Medicina. Va impregnándose de la cultura francesa, en principio porque su padre era un fascinado por algunos autores contemporáneos. Conoce y lee a Rimbaud, a Baudelaire, y a quien será una figura tan importante para la poesía moderna, para el pensamiento surrealista como es el Conde de Lautrèamont. Sobre él Pichon trabajó muchísimo e investigó toda la temática de lo siniestro. Él se identificaba con este personaje, porque tenía las características de ser un hijo de franceses, criado en las zonas de América del Sur, que vivía el contraste de culturas.

Pichon se veía a sí mismo en su infancia y adolescencia como chico sumamente inquieto, muy poco estudioso -en la escuela menos- muy interesado por el deporte, el fútbol, las aventuras, la caza y por la vida del pueblo, por los personajes prototípicos. Contaba que tal vez mucho de tener su vocación por los grupos y por descubrir lo oculto debían tener que ver con experiencias en las que se había encontrado. Por ejemplo, su madre recibía los días jueves a las señoras de Goya y escuchaba sus conversaciones sobre la historia del lugar, sobre familias. Jugando con otros chicos se acercaban al do donde en esa todavía se lavaba la ropa. Entonces escuchaba a las lavanderas sobre la misma gente, sobre los mismos hechos, con una visión totalmente diferente. Esta cuestión de los contrastes comienza a ser una en toda su vida: contraste de culturas, de concepciones, de miradas. Parece ser que todas estas experiencias le fueron dejando esta capacidad, esta apertura hacia lo diferente, hacia lo heterogéneo, cualidad necesaria e interesante en un investigador. Ese mundo tan heterogéneo debe haber tenido que ver tanto con su capacidad de procesar vertientes de pensamiento, de descubrir que la complejidad de la puede entenderse en la medida en que se tengan muchas versiones, en su aptitud para desarrollar instrumentos que jerarquizan lo neo, como es el grupo operativo.

Interesado en estudiar Psiquiatría Pichon se radica en Rosario. Allí comienza a estudiar Medicina y vive una serie de experiencias insólitas, pero bastante comunes también en estudiantes con cierta tendencia a la bohemia. Conoce la noche, los prostíbulos, donde comienza a desempeñar una función poco común: consigue un puesto de profesor de francés para enseñarle a las prostitutas polacas que tenían que pasar por francesas. Con esto podemos decir que su iniciación en la docencia fue realmente algo insólito, y que la diversidad de contextos y de experiencia seguía vigente…

Allí se enferma, vuelve a Goya, y luego decide venir a Buenos Aires donde comienza a trabajar como cronista en un diario y conoce a Roberto Arlt, a González Tuñon, a Nalé RoxIo. Se conecta claramente con la línea de vanguardia de cierto pensamiento literario, y con el pensamiento psicoanalítico del cual ya tenía referencia antes de venir a la capital. Va conociendo el pensamiento psicoanalítico, que era en ese momento tan innovador y desconocido, a través de Federico Aberastury. Comienza a trabajar con Roberto Arlt a partir de la labor periodística, y lo compaña en su tarea. Arlt vestirá aspectos de estos excursiones, de estas observaciones y análisis de la realidad en "Aguafuertes Porteñas", que tiene mucho que ver con la veta de la crítica de la vida cotidiana que tanto desarrolló Pichon Rivière.

Con relación a que era un alumno poco estudioso, decía de sí mismo que siempre estaba interesado en otras cosas, en otros temas. Un gran impacto fue un trabajo sobre Lógica que hizo estando en las últimas etapas del colegio, tan bueno que el profesor no creía que él lo hubiera hecho. De allí ya estaba presente su inquietud por los procesos de pensamiento. Este momento marca un vuelco en aquel chico distraído, y es probable que su distracción estuviera vinculada a la muerte de su padre, ocurrida durante su adolescencia, con quien tenía una relación muy estrecha, muy profunda, de pocas palabras pero de mucho conocimiento. También en la adolescencia comienza a escribir poesía. Su primer poesía se centra en un tema que luego va a abordar más desde la investigación psiquiátrica que desde la creación literaria. Se llama "Conocimiento de la Muerte", y es una poesía escrita en francés, su lengua materna, de corte surrealista, que relata el juego de los chicos de Goya en el cementerio, el descubrimiento no aterrorizante de la muerte ... Los viejos guerreros del Paraguay estaban enterrados en Goya , y los chicos abrían los ataúdes, sacaban los sables, jugaban y los volvían a guardar, con lo cual el contacto con la muerte perdía su carácter de terrorífico y adquiría familiaridad, pero de todos modos implicaba el juego de lo siniestro.

Desde estos años de la adolescencia, entonces, están presentes elementos que luego van a generar importantes aspectos de su pensamiento y de su accionar. Como él mismo refiere en el Prólogo de "Del Psicoanálisis a la Psicología Social", tomo I, esta poesía refleja sus primeros intentos creativos y su vocación por lo siniestro, plasmada también en su interés por la vida y la obra de Lautréamont. El contacto con la cultura guaraní lo aproxima a una concepción del mundo de carácter mágico, y esta aproximación, junto con la presencia de misterios en su familia y el interés por la observación de los personajes prototípicos del grupo mediato, lo guían en la necesidad de "desocultación de ese orden subyacente pero explorable: el de la interrelación dialéctica entre el hombre y su medio". Más adelante, la lectura de "la Gradiva" de Jensen, cuando conoce la obra de Freud, le permitirá encontrar una síntesis entre su vocación por la psiquiatría y la investigación del proceso creador.

La carrera de Medicina le lleva bastante tiempo, se recibe alrededor de los 28 años, dado que su interés estaba centrado claramente en la Psiquiatría, en el Psicoanálisis y en su trabajo en el periodismo, que en aquella época concentraba gran cantidad de figuras literarias. Se conecta con el Psicoanálisis e inicia una fonación con los recursos que en ese momento disponía. Ahora es de dominio público cómo fue la formación de ese primer grupo de gente de la A.P.A., cuando la llegada de Garma, Cárcamo y otros que traen formación desde Europa, les permite hacer análisis didáctico.

Esta formación psicoanalítica le valió tremendas polémicas y el hecho de ser casi aplazado en el examen de Psiquiatría, porque enfrentaba concepciones muy retrogradas.

Una vez recibido hace rápidamente carrera: ingresa como miembro. Titular de la Sociedad de Psiquiatría y comienza un trabajo muy activo donde se expresa su preocupación por los pacientes psicóticos intrernados, por por el fenómeno del hospitalismo.

Primero trabaja en la Colonia de Torres, y allí comienza a realizar su investigación sobre el retardo mental, a partir de la cual va a descubrir el origen afectivo de un tipo de retardo, la oligotimia, a diferencia de la oligofrenia, de base orgánica.

En ese período, que compartía con Federico Aberastury, se casa con Arminda Aberastury con quien luego tiene tres hijos. Empieza a trabajar en el Hospital de las Mercedes, donde intenta desplegar su conocimiento psicoanalítico. También inicia una investigación institucional sobre lo que ocurre en el hospital psiquiátrico, y descubre la presencia de una poderosa estructura tolerada por las autoridades —y tal vez fomentada por ellas— ejercida por un grupo de pacientes que habían hecho del hospital un feudo, y que dirigían todo el movimiento de alcohol, de dinero, mujeres, salidas, etc., es decir, que gobernaba el hospital.

Se producen algunos hechos que lo llevan a investigar la relación médico - paciente. Una de las situaciones más conmovedoras es el asesinato de un médico, correntino, muy conocido de su familia quien lo había apadrinado en el periodo de su ingreso al hospital.

Pichon comentaba que los médicos, en aquella época, no veían, pacientes, delegaban esta tarea en los enfermeros —que sabían de Psiquiatría mucho más que ellos— y además tenían una relación sumamente despectiva y brutal para con los pacientes. Este médico se caracterizaba por este aspecto tan descalificador. Un día, los médicos sentados bajo un tilo leían y escuchaban los informes que les traían los enfermeros cuando un paciente se acerca y lo degüella con un cuchara afilada en plena reunión, como para dejar sentados algunos antecedentes. Pichon se pone a investigar lo ocurrido y curiosamente un paciente caratulado como autista que permanecía habitualmente en mutismo, le cuenta lo que había pasado: cómo se va constituyendo un grupo que toma la decisión de matarlo, como entre todos consiguen la cuchara, la afilan, la esconden. Es el fenómeno grupal en función defensiva, si bien con las características angustiantes y terroríficas de un crimen, pero a la vez como una defensa frente al maltrato y abandono.

Esto 1o lleva a investigar aún más en la relación médico - paciente y toda la temática de la transferencia. ¿Existía o no la transferencia en la psicosis? Esta cuestión ya había sido planteada por Freud, y existían las experiencias hechas por Frida von Reichman y por Sullivan. Pichon se pone a trabajar tratando de acercase a los pacientes, con una línea de análisis que muestra varias vertientes: el contexto del hospital psiquiátrico y el hospitalismo que produce, la situación parasitaria de los pacientes, el abandono familiar y, a la vez, estudia cuál es la extracción de esa gente, que había ocurrido, encontrando que en general se trataba de inmigrantes europeos o de personas del interior. Los enfermeros también eran inmigrantes, con lo cual existía una relación que, si bien bastante ambivalente, le otorgaba al enfermero bastantes posibilidades de identificarse con los pacientes. La primera experiencia de grupo operativo Pichon la hace con los enfermeros, descubriendo que si trabaja en ese estamento se pueden conseguir transformaciones significativas. Decía que nadie le enseño tanta Psiquiatría como esos gallegos, y que él les pudo enseñar el significado de esos signos que ellos podían observar.

Mientras tanto la Asociación Psicoanalítica Argentina continúa creciendo, y los integrantes con interés en hacer su formación en Psiquiatría comienzan a trabajar con él en el Hospital. Primero organiza un Servicio para adolescentes, que llega a ser un Servicio modelo, donde tiene el lujo de contar con Battle Planas como maestro de pintura de los pacientes, pintor del cual Pichon fuera uno de los críticos. Hay un cuadro llamado "Retrato imaginario de Enrique Pichon-Rivière" pintado por Battle Planas.

También estaban Liberman, otros próceres de la psiquiatría, del Psicoanálisis y del arte colaborando en este Servicio, que recibía a gente de otros lugares de América para hacer su formación allí. El. Servicio tenía un porcentaje impactante de altas y un modo de trabajo muy de avanzada.

Estamos en los primeros años de la década del 40. A Pichon lo obligan a renunciar al Hospital en el 47, por razones políticas. En esos años, además del Servicio de Adolescencia, pasa por una experiencia que va a ser fundamental para su elaboración conceptual, para la definición de la enfermedad como un emergente de la interacción familiar y del paciente como un portavoz. Esta experiencia, si bien es corroborada en el Servicio de Adolescencia, tiene su origen cuando lo nombran a cargo del Servicio de Admisión, donde se plantea el problema de la urgencia psiquiátrica, el momento de la internación. Lo que podía observar espontáneamente era en que situación llegaba el paciente: si llegaba solo o acompañado por la familia, por la policía, por vecinos; es decir, la presencia o ausencia, siempre significativa, del grupo familiar. Y podía observar, también, todas las adjudicaciones de rol, las culpas, las inquietudes, toda la crisis familiar que aparentemente, en lo más manifiesto, derivaba de la situación de enfermedad pero que, en cuanto se comenzaba a indagar, en realidad se descubría que la situación de enfermedad arrancaba de una crisis que ya estaba allí antes.

Pichon mantuvo hasta el fin de sus días la idea de que debía trabajar con el paciente y con el grupo familiar, pero no siempre en forma conjunta, y que el mismo terapeuta podía realizar estas dos tareas. Una vez, Andolfi dijo al respecto que le parecía absolutamente exigente trabajar en estos dos niveles.

Acerca de la transferencia con pacientes psicótico, Pichon consideraba que era factible establecer la relación terapéutica a partir de un análisis de una situación transferencial, de una transferencia que no tenía las mismas características de la de las neurosis, pero que existía. Por eso dice en una de sus obras: "siempre hay un momento, siempre hay un tiempo y un espacio para el diálogo terapéutico".

Consideraba que existía una dialéctica entre aspectos sanos y enfermos y entonces trabajaba con un encuadre analítico, entendiendo que en esa transferencia se ponía de manifiesto una estructura de mundo interno, una modalidad de interpretación de la experiencia y de las relaciones.

En esa primera y espontanea observación del grupo familiar a establecer relaciones de causalidad no lineal, en el sentido de elaborar hipótesis acerca de que, en la multicausalidad de la enfermedad, la modalidad de funcionamiento peculiar del grupo familiar legitima o le da inteligibilidad a ciertas formas de funcionamiento del paciente. Es decir, que el delirio de un paciente recortado de su grupo familiar es absolutamente absurdo, pero que incluido en el marco de su familia cobra inteligibilidad, aunque siga considerándolo un delirio. Pichon nunca se identificó con el pensamiento de la antipsiquiatría, ni con la exaltación de la locura. Sostiene en sus obras que en la enfermedad hay sufrimiento y define a la enfermedad como la intolerancia a un alto monto de sufrimiento. Si en ella hay una denuncia de una determinada interacción familiar, esta denuncia habitualmente no es consiente. Él se replantea la modalidad de abordaje del proceso de enfermar, dentro de un contexto que va a ser la unidad diagnóstica, la unidad pronóstica y la unidad de tratamiento, sin negar la particularidad de la conflictiva del sujeto que enferma. Esta última es otra de las ideas centrales de Pichon, donde la relación sujeto-grupo nunca queda anulada, sino que exige dialéctica entre la especificidad de lo subjetivo y la especificidad de lo grupal.

Este tipo de ideas lo van a ir orientando hacia un replanteo que va a implicar una gran crisis, en tanto significa una polémica importante con el Psicoanálisis, en particular con el Kleiniano que era hegemónico en esa época. Especialmente por la tendencia de Pichon a lateralizar la eficacia de las relaciones reales, a lateralizar el peso de la experiencia del sujeto en el proceso do enfermar. O sea se trata de retomar esta idea de que el sentido del síntoma está ligado a la historia del sujeto, pero ampliando la noción de historia hacia la de una historia personal y social, y hacia la consideración de la relación con el otro como fundante de los procesos psíquicos. Mientras estos planteos desataban intensas polémicas en Buenos Aires, se puede constatar que eran bastante congruentes con lo que estaban planteando Bion y Winnicott en ese momento y con lo desarrollado por un grupo importante de pensadores en Francia en los años 50. Pichon se inscribe activamente en el movimiento de la Psicología, de parte del Psicoanálisis y de la Psiquiatría francesa de esos años, que toma de Sartre y desarrolla la famosa idea del hombre-en-situación, que se nutre mucho de Merleau Ponty a la vez que de la psicología concreta, y que plantea cuál es el lugar de la experiencia, de las relaciones reales, del contexto.

Pichon tenía formación en el campo de lo sociológico, de lo filosófico, del materialismo histórico y dialéctico, pero no dedujo una psicología desde allí sino que llego a su concepción de lo subjetivo a partir de su práctica. Es muy importante destacar el hecho de que fue la misma práctica lo que lo condujo a la idea de sujeto emergente, de sujeto productor y producido, a la importancia de las relaciones reales, a la importancia de la experiencia.

Así es cuando, al dejar el Hospital en el 47, empieza ya a elaborar toda una concepción propia que es la Psicología Social, que se funda en la concepción de un sujeto social y que propone el abordaje de lo que se llaman condiciones concretas de existencia, red de vínculos, red de relaciones en las cuales el sujeto está inmerso y de la cual también es agente. Insiste en que para entender la red vincular es necesario entender el mundo interno y que para entender el mundo interno es necesario entender esa red vincular. Para Pichon, el mundo interno no es una caja negra sino algo a investigar, pero su idea del psiquismo es la de un psiquismo abierto sobre el mundo y constituyéndose en el mundo.

En los años 50 funda la Escuela de Psiquiatría Social. Ya en ese momento sus inquietudes se han abierto mucho. Considera que la familia no es una institución aislada, sino determinada desde un contexto de relaciones sociales, y esto lo lleva a investigar otros campos. Comienza a hacer investigación social, y despliega sus experiencias e investigaciones desde otra institución que también funda: el Instituto Argentino de Estudios Sociales (I.A.D.E.S.), que luego va a converger con la Escuela de Psiquiatría Social convirtiéndose, en la década del 60, en la Escuela de Psicología Social. Esa Escuela de Psiquiatría Social, que inicialmente se llamó de psiquiatría Dinámica, tuvo un importante papel en la formación de un grupo importante de profesionales, hasta que el desarrollo de su pensamiento y de sus investigaciones Ilevaron a Pichon-Rivière a plantearse la necesidad de un nuevo operador social en el campo de la salud, el psicólogo social. Así es como redefine su Escuela durante los años 65, 66.

Esta redefinición va acompañada, a su vez, de crisis importantes, de episodios depresivos. Pero a propósito de lo depresivo, es importante destacar que tal vez se ha exagerado un tanto con esta característica, se le ha dado un sesgo trágico a su discurso.

Era un hombre divertidísimo, con un humor extraordinario, con mucha capacidad para jugar. Era capaz de componer un tango para tomar el pelo a algún amigo. Solía decir: "el que se entrega a la tristeza renuncia a 1a plenitud de la vida". La imagen del viejecito deprimido es, en realidad, la imagen del Pichon de los últimos años, a raíz de los problemas de salud que padeció. Un espasmo vascular dejó como secuela dificultades en el reflejo de la glotis, con el cual hacía neumonías por aspiración. Hizo muchas que lo llevaron a perder cuarenta kilos, a envejecer muy prematuramente y después morir. La imagen de Pichon frágil y entristecido es una imagen medio construida sobre la última época, y tiene poco que ver con toda su vida: un hombre deportista, que jugó al fútbol hasta los 52.años, que era muy vital, capaz de pasar una noche entera con un paciente en estado de crisis y al día siguiente seguir trabajando.

Con la fundación de la Escuela entra en una nueva etapa. Comienza a crear una corriente de terapeutas y empieza a pensar en este nuevo operador social, lo cual constituye un enfoque visionario de lo que hoy va a dibujarse como representación social de nuestro rol. Toda esta tares de gestación y de formación no fue en desmedro de su dedicación a la clínica. y atendió pacientes hasta el último día de su vida.

Yo lo conocí en el año 65, cuando el volvía de superar una de estas crisis, uno de estos episodios depresivos, que tuvo una derivación muy crítica ya que su segunda esposa, Nidia (Coca) Carrio, murió en un accidente yendo a visitarlo.

Pichon venia de atravesar una situación difícil, al quedar al margen de la A.P.A. por una serie de polémicas, de diferencias. Empieza a concentrar sus esfuerzos en la Escuela y ahí es donde nos articulamos él y yo, a pesar de nuestras diferencias de edad --él tenía 57 altos y yo 25—. Inicia un proyecto de trabajo de la Escuela, que ponemos en marcha en Tucumán. Esto implica un replanteo de la Escuela de Buenos Aires. Hasta entonces la Escuela era una institución de post-grado, abierta a médicos, psicólogos y, eventualmente a algún sociólogo. En este momento Pichon hace una apertura totalmente diferente, con una concepción y objetivos distintos. Toma con mucha decisión esta tarea, da él mismo la mayoría de las clases, y se revitaliza mucho con esta actividad. Trabajamos en distintos experiencias de investigación social en un lugar muy conflictivo como era Tucumán, que atravesaba la gran crisis azucarera y cuya gente estaba muy comprometida con su realidad provincial y con la política nacional.

La experiencia de Tucumán recogía las anteriores, efectuadas antes de la década del 60, especialmente en Rosario, en las que fue acompañado por sus más significativos discípulos, tales como Bleger o Liberman para nombrar a algunos.

Todo este trabajo en el interior lo reconecta con un contexto que había sido el propio: la vida en la provincia, y estudia especialmente lo que ocurre con la gente tucumana, habitantes de una provincia cuya economía se apoyaba en el monocultivo y que ve desbaratada toda su estructura económica. El ve los efectos de esto en las personas, en los vínculos, en las familias y en otras instituciones.

Pichon había viajado a Europa varias veces antes de que yo lo conociera. Allí había supervisado casos con Melanie Klein. De ella decía que era mucho menos kleiniana en los análisis de casos, en las supervisiones, que en sus escritos. Mantuvo correspondencia con ella durante un tiempo. Tuvo una relación muy hermosa con Lacan y un vínculo muy estrecho con Daniel Lagache, además de todo el grupo francés que tuviera mucha influencia sobre su pensamiento en la década del 50. Para los franceses Pichon era frances, y lo consideraban un investigador de lo surrealista. Conoce a Lacan en el 57, cuando presenta un trabajo sobre la transferencia en un Congreso en Francia. Lacan lo invita a su casa y al darle la dirección descubren que Pichon ya había estado allí esa mañana, porque en el mismo edificio vivía un familiar de Isidoro Ducasse, Conde de Lautréamont, sobre el cual Pichon investigaba. Este hecho casi mágico, el interés común por el hombre, la procedencia francesa y el interés compartido por la literatura contribuyeron a cimentar una amistad. En esa oportunidad Pichon también da una conferencia sobre el Conde de Lautréamont en un café de Paris, que recibe los elogios de André Breton y de todo el grupo surrealista.

Yo pude viajar con Pichon en el 69 a Paris y a Londres, donde fue el vicepresidente del Congreso de Psiquiatría Social. Retomó contactos de aquella época. Lo acompañé a entrevistas con Lacan, con Lagache. Ya Pichon estaba muy comprometido con la línea de la Psicología Social. Recuerdo que Lacan, caminando por su consultorio, le decía: ¿Pour quoi Psychologie Social? ¿Pour quoi pas Psychanalyse? (¿Por qué Psicología Social? ¿Por qué no Psicoanálisis?). Ya era todo un debate. En un momento posterior Pichon escribió acerca de esa diferencia, en un artículo de Actualidad Psicológica titulado "Dialogo Imaginario", en el que reconstruía aspectos de lo conversado con Lacan y elaboraba una posible continuación de esa conversación.

Volviendo a la Argentina su salud se fue resintiendo. Viajó a Tucumán hasta el 70, en que tuvo el episodio vascular, a raíz del cual tuvo que dejar de dar clases. Este fue uno de sus grandes dolores, ya que sus dos pasiones eran la clínica y la docencia, en la cual era un gran favorecedor y estimulador del pensamiento del otro.

Si tengo algo para decir de él, es hasta qué punto es fuera de lo común que una persona que es un maestro, permita tanto el crecimiento de sus discípulos. Él se alegraba con el logro, con la producción de sus discípulos mucho más que con la suya. Era un gran estimulador de ideas. Bleger lo llama, en la introducción de uno de los libros que le dedica: "generador de ideas". Cuando uno iba a consultarlo, tenía una forma muy particular de contestar. Era sumamente desordenado, u ordenado en su desorden; en su casa había libros por todos lados, y él sabía siempre donde estaba cada libro. Yo lo conocí porque estaba haciendo una nota sobre un tema que involucraba a la Psicología y quise consultarlo. Me respondió como era su costumbre: de pronto lo dejaba a uno sólo, casi con la palabra en la boca, y desaparecía. Al rato volvía con una pila le libros. Esa era la propuesta en respuesta a la demanda. Yo aprendí a leer grupalmente a los autores, haciendo un seguimiento horizontal en una serie de textos sobre un tema. Era una de las modalidades de lectura de Pichon. Otra de las cosas que impactaban en é1 era que siempre podía rescatar, aún de los libros más elementales, la idea que valiera la pena. Esta es una enseñanza muy importante.

Existe un mito, y es el de que Pichon no escribía. Si bien nunca escribió un libro completo porque su práctica clínica y docente eran muy intensas, condensaba sus ideas en artículos que a veces son de difícil lectura. Era muy distinto escucharlo, con un lenguaje fluido, fácil, comprensible, que leer a un Pichon que condensaba una enorme cantidad de ideas en un trabajo, produciendo textos densos que es necesario desentrañar para extraer sus frutos.

No todos los artículos que escribió están publicados. En el año 70 recibió la propuesta de Jorge Rodriguez, un psicólogo que se ocupó de rastrear y ordenar sus obras, publicando lo que es hoy "Del Psicoanálisis a la Psicología Social". Comprende tres tomos: "El Proceso Grupal" (Tomo I), "La psiquiatría, una Nueva Problemática" (Tomo II) y "El Proceso Creador" (Tomo III). Fueron publicados primero por Editorial Galerna en el 71, y luego por Nueva Visión. Pichon escribió el prólogo publicado en el Tomo I, que es una síntesis muy significativa entre su vida y su obra, entre su historia y su concepción.

En e1 80, también Nueva Visión publicó "Teoría del Vinculo", que contiene la desgrabación de las clases dictadas en la A.P.A. en el 56 y 57, material reunido por Fernando Talagano, quien escribe el prólogo.

Otro libro es "Psicología de la Vida Cotidiana". Consiste en una serie de artículos que elaboramos en forma conjunta para publicar en el semanario Primera Plana durante los años 66 y 67, y que luego reelaboramos.

Uno de sus hijos, Marcelo, está trabajando sobre los estudios que su padre hizo de la obra de Lautréamont. En los últimos días de su vida Pichon había vuelto a trabajar sobre los Cantos con ideas de publicarlos, pero de alguna manera la leyenda que pesaba sobre el Conde ejercía cierta inhibición sobre é1. La tal leyenda dice algo así como que quien se mete con el Conde termina mal. Como si el poder de lo siniestro pudiera llegar hasta quienes toman contacto con su obra. Como hecho confirmatorio, Pichon conoció en el Hospital Psiquiátrico a un poet que había hecho una recolección de las obras del Conde y que terminó ahorcándose. Pichon tenía la hipótesis de que la madre de Lautréarnont se habia suicidado, y que esto tenía que ver con muchos elementos que se encontraban en los Cantos. Viajó mucho a Montevideo llevado por este interés, y en el 46 dio una serie de conferencias en las cuales hacia un análisis sistemático de esa obra.

Además de la leyenda, Pichon tenía con este trabajo el siguiente problema: el había cambiado mucho su concepción a lo largo de los años y su marco de análisis había virado considerablemente hacia lo social, con lo cual la interpretación que podía hacer de los Cantos en los últimos años de su vida era muy diferente a la de momentos anteriores. Por ejemplo, una segunda interpretación de los "Cantos de Maldoror" considera a esta obra como la versión de una situación histórico-política muy sangrienta como fue el sitio de Montevideo, vista desde la perspectiva de un chico muy solitario, hijo del cónsul francés, que tenía grandes conflictos, en el cual la fantasía y la realidad se mezclaban, y cuya fantasía estaba cargada de los elementos sádicos y trágicos de la situación sangrienta que la ciudad vivía. Uno de los Cantos fue publicado en "El Proceso Creador", pero Pichon se planteaba la necesidad de reescribir todo su trabajo desde este último ángulo.

Hemos querido concluir esta biografía transcribiendo el poema, escrito a los 17 años, de este hombre que deseaba conocer "el secreto de nuestra corta existencia a través de las aberturas de viejos ataúdes solitarios":

Connaissance de la mort (1924)

Je te salue
mon cher petit et vieux
cimetière de ma ville
où j' appris a jouer
avec les morts.

C' est ici où j` ai voulu
me révéler le secret de
notre courte existence
à travers les ouvertures
d' anciens cercueils solitaires.

Enrique Pichon-Rivière

 

 
1ra Edición - Diciembre 2018
 
 
 
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