Nota
editorial: Este
artículo fue originalmente publicado en la Revista Argentina
de Clínica Psicológica IV (1). Agradecemos el permiso
para su reproducción.
Nota
del autor: Un especial
reconocimiento al Dr. Felipe Villagra Bello, quien me enseñó
a valorar la obra del Dr. Domingo Cabred y me acercó el libro
de Moisés Malamud Domingo Cabred, Crónica de una vida
consagrada a luchar por la atención médico-social de
los argentinos, Ministerio de Cultura y Educación, Agosto
1972, del cual he tomado la mayor parte de los datos que componen
este artículo.
A
fines del siglo XIX la atención médica del país
era de una precariedad difícilmente imaginable en la
actualidad, a pesar de la profunda crisis y la involución que
sufre la salud pública en nuestros días. En aquella
época, el desamparo de la gente humilde era total y la
asistencia sanitaria un grave problema para todos los sectores de la
sociedad. En las provincias de Chaco y Neuquén no existía
una sola cama hospitalaria. Los pocos hospitales de la Capital y de
las ciudades más importantes del país no alcanzaban a
cubrir los requerimientos mínimos de atención y la
mayoría de la gente del interior no podía pagar
siquiera el costo de sus traslados a un centro asistencial. La
mortalidad infantil era del 125 por mil en la Capital Federal. La
tuberculosis, el paludismo, la sífilis, la lepra, el cólera,
el alcoholismo, y las enfermedades mentales eran flagelos imposibles
de combatir.
En
este marco histórico se desarrolla la gigantesca obra creadora
del Dr. Domingo Cabred, sin duda uno de los más grandes
médicos de la historia argentina, y como corresponde a este
país sin memoria, uno de sus grandes olvidados. Con su lucha,
que duró más de 40 años, transformó el
panorama sanitario argentino dotando al país de más de
10.000 camas para atender las afecciones que más incidían
en la problemática médico-social de su tiempo. Con una
impresionante energía planeó, fundó, construyó
y dirigió cada uno de los nuevos establecimientos que fue
diseminando a lo largo y a lo ancho del país.
Domingo
Cabred nació en Paso de los Libres en 1859, obtuvo su título
de médico a los 21 años, fue figura pe prestigio en el
Buenos Aires de principios de siglo como eminente psiquiatra,
director del Hospicio de las Mercedes, Profesor Titular de
Psiquiatría en la Facultad de Medicina y brillante
sanitarista. Fue Vice-Decano de la Facultad de Medicina durante los
Decanatos de los Dres. Enrique Bazterrica y Luis Güemes y
Presidente de la Academia de Medicina en 1917.
Hombre
del interior, conocía profundamente el estado sanitario
argentino.
Realizó
viajes de estudio por Europa conociendo Suiza, Alemania, Escocia y
Francia, donde aprendió los más modernos aspectos de la
técnica asistencial de su época y a su regreso los puso
en práctica al desplegar su inmensa obra.
Poseedor
de una sólida formación cultural y filosófica,
fue impactado por la vida del Hospicio de las Mercedes, único
manicomio para varones existente en el país. Durante tres años
fue practicante en el Manicomio de Mujeres, dos años fue
médico interno del Hospicio y durante seis años su
Sub-Director. En el año 1892 obtuvo por concurso la Dirección
del Hospicio. Al decir de Moisés Malamud "la Psiquiatría
fue el punto de partida para la iniciación de sus planes
sanitarios".
En
1893 se hizo cargo de la Cátedra, transformando la enseñanza
de la Psiquiatría al agregar al aspecto nosográfico el
estudio clínico y anátomo-patológico. En su
segundo viaje a Europa, en 1896, estudió la organización
de las Cátedras de Psiquiatría y envió desde
Berlín el modelo que el Profesor Sommers aplicaba en Giessen,
Alemania, donde se hacía incapié en la anatomía
patológica buscando establecer la relación causa-efecto
entre síntoma y lesión orgánica.
Compró
con su dinero todo el instrumental necesario para el funcionamiento
del instituto que pensaba crear. A su regreso, gestionó ante
el Intendente Bullrich y luego ante las autoridades nacionales la
construcción del Instituto de Psiquiatría. El trámite
duró 14 años y fue inaugurado el 29 de noviembre de
1910. Donó su sueldo de Profesor para que fuera contratado el
Dr. Cristofede Jakob, notable histologísta alemán que
luego se transformaría en el padre de la Escuela
Neurobiológica Argentina. Las investigaciones clínicas,
anatómicas y psicológicas que se realizaban
contribuyeron a formar a una generación de alumnos de Cabred
que figuran en la historia de la Psiquiatría Argentina, como
Ameghino, Borda, Bosch, Brandam, Obarrio y Vidal Abal, entre otros.
Pero
como Director del Hospicio de las Mercedes, Cabred había
vivido a diario el penoso cuadro del hacinamiento de los enfermos
internados, la carencia de medios para su tratamiento y la ausencia
de las más elementales condiciones de higiene. En su primer
viaje a Europa en 1889, Cabred quedó impresionado por el
funcionamiento de la Colonia de Alt. Scherbitz en Alemania, sumado al
conocimiento de que los pobladores de Gheel -en Bélgica-
trataban a sus enfermos mentales en un ambiente de libertad y
trabajo, y que desde mediados del siglo XIX en Escocia se utilizaba
un método de tratamiento en libertad llamado "No
restrain", que luego fue profundizado derribando los muros y
suprimiendo las rejas, y que derivó en el sistema "Open
Door" (de puertas abiertas). El conocimiento del resultado
favorable obtenido con estos métodos de tratamiento lo impulsó
a presentar, el 20 de agosto de 1894, un proyecto para la creación
de una colonia de alienados con el sistema "Puertas Abiertas".
Luego de penosos trámites, el 21 de mayo de 1899 se coloca la
piedra fundamental en un predio de seiscientas hectáreas en el
partido bonaerense de Luján. El 15 de agosto de 1901 se
recibieron los primeros pacientes del Hospicio de las Mercedes y ese
mismo año, Cabred fue nombrado Director.
Pero
él no olvidaba las necesidades y miserias de su pueblo y las
deplorables condiciones en las que se encontraba la salud de la
población. Fue así que siendo asesor médico
honorario del Ministerio de Relaciones y Culto durante la presidencia
de Figueroa Alcorta, interesó al Ministro Montes de Oca sobre
la realidad sanitaria del país. El funcionario envió un
mensaje al Congreso el 17 de mayo de 1906 y el 26 de julio del mismo
año, por ley 4953 se creó la Comisión Asesora de
Asilos y Hospitales Regionales, de la que Cabred fue Presidente hasta
el año de su muerte en 1929 y que funcionó con fondos
provenientes de la Lotería de Beneficencia Nacional teniendo
como fin la creación de hospitales y asilos regionales en todo
el país. Esta Comisión fue el instrumento con que
Cabred transformó la realidad sanitaria argentina. Inició
entonces su inmensa tarea basándose en la creación de
servicios de salud que dieran respuesta a enfermedades específicas,
atendiendo las condiciones económicas de cada región
del país. La Comisión Asesora contrató a
arquitectos especializados en construcciones hospitalarias en Berlín
y Berna, y los instaló con oficinas y viviendas en la Colonia
Nacional de Alienados de Open Door. Cabred recorrió e
inspeccionó terrenos en todos los rincones de la República
teniendo en cuenta la extensión, la fertilidad, la cercanía
de una estación ferroviaria, la existencia de agua potable,
etc. Con el asesoramiento de químicos, geólogos,
agrónomos e ingenieros, decidía cuál era el
lugar más adecuado para tratar cada patología. La
Comisión Asesora formulaba el plan médico-asistencial,
construía, organizaba, dirigía y coordinaba las obras.
Así, junto a la creación de las Colonias de Alienados y
de Oligofrénicos, inició la lucha contra el
alcoholismo, la lepra, el cólera, el paludismo, la
tuberculosis, el cáncer, la atención de la
desocupación, la asistencia a los menores abandonados y los
menores delincuentes, en una tarea sin precedentes que golpea en la
conciencia de quienes accedemos a su conocimiento a través de
los años.
En
1965, año en que se conocieron los resultados del primer
Catastro Nacional de Recursos y Servicios de Salud, existían
32.314 camas dependientes del Ministerio de Asistencia Social y Salud
Pública. De esa totalidad, 10.755, o sea el 33%, correspondían
a establecimientos fundados personalmente por Cabred. La lista que
sigue enumera los establecimientos sanitarios puestos en marcha en su
extraordinario esfuerzo creador.
Provincia
de Córdoba:
-Asilo Colonia Regional Mixto de Alienados, Oliva.
-Sanatorio
Santa María
-Hospital
Común Regional del Centro, Bell Ville
Provincia
de Chaco:
-Colonia Nacional de Dermatosos M. Aberastury
-Hospital
Común Regional del Chaco, Resistencia
Provincia
de Entre Ríos:
-Policlínico Regional del Litoral J.J.
de Urquiza
Provincia
de La Pampa:
-Hospital Común Regional de La Pampa
Provincia
de La Rioja:
-Hospital Común Regional Andino Pte. Plaza
Provincia
de Misiones:
-Hospital Común Regional de Posadas
Provincia
de Río Negro:
-Hospital Común Regional de Río
Negro, Allen
Provincia
de Salta:
-Hospital Común Regional del Norte, Güemes
Provincia
de Bs. As.:
-Colonia Nacional de Alienados, Open Door
-Asilo
Colonia Regional Mixto de Retardados, Torres
Además,
fundó:
-el Instituto del Cáncer
-el
Reformatorio de Menores Abandonados y Delincuentes
-el
Asilo Nacional Nocturno
En
Capital Federal fundó establecimientos de atención
ambulatoria:
Dispensarios
antituberculosos:
-Dispensario Público Nacional
-Dispensario
de La Boca
-Dispensario
de Belgrano
En
el interior:
-Dispensario de Corrientes
-Dispensario
de San Juan
-Dispensario
de Catamarca
-Dispensario
de Santa Fe
El
número total de camas en establecimientos fundados por el Dr.
Domingo Cabred es de 11.885.
Para
desplegar su inmensa obra tuvo grandes colaboradores y amigos como
Eliseo Cantón, Gerónimo del Barco, Alfredo Palacios,
Gregorio Aráoz Alfaro, Mariano Castex y Alfredo Lanari, entre
otros. De Roca a Alvear, todos los presidentes argentinos le dieron
su apoyo. No aceptó ser ministro ni senador; su autoridad
moral era indiscutida y su influencia fue decisiva cuando en el
Senado se trató la autonomía de las Academias
Universitarias.
Luego
de tantos años de innumerables contingencias, gestiones y
luchas, Cabred tenía también sus enemigos entre los
mediocres, los ineptos y los deshonestos, con quienes era implacable.
Disminuido
físicamente desde 1916, año en el que sufre una
hemiplejia, sigue aun trabajando. En los últimos años
de su vida, luego de la muerte de su esposa, queda solo y enfermo.
Cansado de luchar, muere el 27 de noviembre de 1929. El Gobierno
ignoró su muerte. No hubo honras oficiales.