ISSN 2618-5628
 
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Biografía  
Historia, Kamala Di Tella  
     

 
Biografía Kamala A. Di Tella (1930-1994)
 
Berta, Liliana
 

 

Nota editorial: Este artículo fue originalmente publicado en la Revista Argentina de Clínica Psicológica IV (2). Agradecemos el permiso para su reproducción.

 

Nota de autor: Mi agradecimiento al Dr. Torcuato Di Tella, sociólogo, Profesor de la Universidad de Buenos Aires, por los datos biográficos de los primeros años que tan generosamente compartió conmigo.

 

Los primeros años Kamala Di Tella nació en Nuzvid, una pequeña aldea de la entonces provincia de Madrás, en el sur de la India (hoy Andhra Pradesh), en una familia de zamindaris, terratenientes que en la época de los ingleses desempeñaban también funciones de intermediarios en la recolección de impuestos. Tenía dos hermanas (una mayor y otra menor) y dos hermanos mayores.

Su familia se mudó a la ciudad de Madrás, capital del estado, una ciudad grande, tercera o cuarta en la India. Ahí tuvo su primer experiencia de diversidad cultural, pues el idioma natal y de su familia y región era el telugu, mientras que en la ciudad y hacia el sur se hablaba el tamil, nada vinculado al telugu y escrito con caracteres distintos. Kamala aprendió ambos idiomas, además del inglés, en que recibió su educación secundaria y universitaria, en la Universidad de Madrás, donde obtuvo el título de Bachelor of Sciences, con especialización en biología.

Poco después del advenimiento de la independencia, en 1947, el gobierno expropio los derechos de los zamindaris y también parte de sus tierras, lo que afectó el nivel económico de su familia. Esta quedó, de todos modos, vinculada con la antigua aristocracia india, con cuyos dos de sus miembros se casaron sus hermanas, Padma y Radha. Coma estudiante, Kamala, siguió de cerca el movimiento de la independencia de la India, presencian en una ocasión una visita de Gandhi a Madrás. En esa época se vinculó a grupos socialistas dentro del Partido del Congreso. En 1951 obtuvo una beca para realizar un posgrado en economía en la Universidad de Ohio, en Athens, y viajó a los Estados Unidos. Allí conoció a su futuro esposo, Torcuato Di Tella, quien se encontraba realizando su maestría en sociología en la Universidad de Columbia. Al terminar su posgrado trabajó un año en un Free Asia Committee, que actuaba entre los estudiantes de ese origen, buscando vincularlos con actividades culturales y educativas en el país del norte.

En 1953, juntos partieron en un viaje de estudios visitando Suecia, Yugoeslavia e Israel. En cada uno de esos países permanecieron varias semanas, visitando granjas, cooperativas, empresas públicas e instituciones educativas. En Israel estuvieron en numerosos kibutzim, permaneciendo en alguno de ellos suficiente tiempo como para ser invitados a ganarse la comida con su trabajo. Concluida esta experiencia deciden volver cada uno a su país de origen para meditar sobre el futuro de su relación y después de unos meses Torcuato viaja a la India, donde se casan en la ciudad de Hyderabad. Viajaban a menudo entre Hyderabad y Madrás, donde vivía la familia de Kamala y juntos participaban en actividades políticas, ligadas al Partido Socialista de la India. Kamala era amiga de varios destacados dirigentes, especialmente el Dr. K. B. Menon y el Dr. Lohia, responsables de una de las primeras divisiones de izquierda. Veía mucho a su cuñado "Vizi", quien a pesar de ser heredero de un pequeño principado en Andhra era diputado socialista en Delhi. Por esa época Kamala había fundado un Socialist Book Club, al que había donado buena parte de sus libros y donde le hizo dar a su marido alguna charla sobre América Latina (debidamente escuchada por un informante de la policía). A pesar del muy poco revolucionario carácter de estas actividades, las autoridades no renovaron el permiso de residencia de Torcuato, y aunque se realizaron numerosas gestiones no fue posible revertir la decisión que incluía una orden de expulsión y amenaza de arresto en caso de no irse del país. Partieron entonces hacia Londres donde permanecieron desde 1955 a 1957. A pocos meses de estar allí nació su primer hijo: Víctor Arún. En Londres Kamala empieza su análisis personal y comienza a interesarse en las perspectivas que esa disciplina le abría. Se contacta con la Universidad para comenzar su carrera de psicología, pero un ofrecimiento de trabajo a su marido en el Instituto de Sociología en la Universidad de Chile le impide llevar adelante su proyecto. Este cambio fue difícil de sobrellevar para Kamala ya que también implicaba la interrupción de su análisis personal, pero aceptó a condición de retornar luego a Londres.

En 1957, antes de instalarse en Chile, llega a Buenos Aires donde permanece un mes, tiempo necesario para conocer a todos los parientes de Torcuato que rápidamente simpatizaron con "la hindú". Una vez en el país vecino tuvieron, como caracterizaba a la pareja, una intensa vinculación con el ambiente intelectual y político de allí. Entre sus amigos estaban el historiador Claudio Véliz y los dirigentes socialistas Clodomiro Almeyda y Raúl Ampuero. Kamala retomó su análisis con un psicoanalista que usaba el inglés para trabajar pero muy pronto aprendió el idioma. En 1959 nace su segundo y último hijo: Andrés Lautaro. Un ofrecimiento de trabajo a su marido, ahora con destino en Buenos Aires, la obliga a una nueva mudanza y a postergar algunos años más su deseo de volver a Inglaterra. La estadía en Argentina se prolongó más de lo planeado originalmente.

Al poco tiempo de estar en Argentina, Kamala comienza a analizarse con Marie Langer, usando ya el español como lengua. Su círculo de amigos incluía a muchos profesionales interesados en el psicoanálisis, entre ellos Ignacio Maldonado, Jorge Farini Duggan, Poupée Villafañe, Octavio García Faure y otros discípulos de Raúl Usandivaras; Susana Lustig, Mike y Mariana Sweet, Grace Home, Clara Aisenstein.

Promediando los sesenta formó parte del equipo del Dr. Goldemberg en el Hospital de Lanús. Infatigable viajera, visitó varios países de América Latina y Europa y volvió en varias oportunidades a su tierra natal. Cuando sus hijos eran ya más grandes Kamala tomó la decisión de trasladarse con ellos a Londres donde completaría su formación, especializándose en la Clínica Tavistock, que ya le había confirmado su admisión. Su esposo se les uniría a comienzos del año siguiente. Corría 1968 y vivió muy de cerca las repercusiones del mayo francés; su vida social no perdió intensidad, toda clase de gente de cualquier color, religión e idioma, barbudos y pelilargos, que alarmaban a los vecinos, frecuentaban su casa de Londres, siempre abierta a brindar hospedaje a quien lo necesitara.

 

La profundización y la especialización de sus intereses

Durante su estadía en Londres, que duró hasta fines de 1972, se sumergió en la formación como psicoterapeuta infantil en la Clínica Tavistock especializándose en autismo con Frances Tustin, jefa de la Child Guidance Clinic. Además de la estimulante relación profesional que mantenían ambas, se forjó entre ellas una entrañable relación de afecto que se mantuvo con la misma intensidad cuando Kamala retornó más adelante a Buenos Aires. Si alguien en Argentina deseaba contactarse con Tustin la vía más efectiva era a través de ella. Y gracias a la generosidad que la caracterizaba, fueron muchos los profesionales que tuvieron la oportunidad de conocer a Tustin en su casa de Amershan y supervisar con ella casos clínicos. Por esas curiosidades del destino, la muerte de ambas ocurrió con pocos días de diferencia y al poco tiempo de haberse encontrado, o despedido, las dos en Inglaterra.

Conjuntamente realizó el Curso de Observación de Lactantes en la Tavistock, cuya responsable organizativa era en ese momento Martha Harris, sucesora en dicho cargo de Esther Bick, la creadora del método. Con ambas tuvo la oportunidad de formarse realizando seguimientos prolongados de bebés en su medio familiar, entrenándose en la observación detallada y en la aplicación de los conceptos psicoanalíticos para la comprensión del material observado. Esta experiencia dio a su espíritu inquieto, investigador y comprometido con la realidad un método para acercarse a ella y escrutarla en los inicios de la vida humana.

A partir de ese momento en sus viajes incluía la oportunidad de observar de cerca la relación madre/bebé. Lo hizo en su país de origen, India, en Grecia y en las culturas Aimara y Quechua de Bolivia. Durante su formación en Tavistock creó profundos lazos de amistad con profesionales no sólo ingleses sino de todo el mundo que pasaron por allí y a quienes más tarde, con esta facilidad para acercar lo distante y generar tramas duraderas, invitó a Buenos Aires. Entre ellos: Adriano Giannotti, Michel y Geneviéve Haag, Manuel Pérez Sánchez, Renata Gaddini, Dilys Daws, Eric y María Rhode y tantos otros.

Antes de regresar a Argentina, en plena crisis matrimonial, viaja a Suecia donde enseña observación de lactantes a pediatras en el Hospital Karolinska y más tarde en el Down State Medical Center de New York.

En 1973, cuando regresó definitivamente a nuestro país, comenzó a trabajar como psicoterapeuta de niños, especialmente de niños psicóticos y autistas Kamala tenía la convicción profunda de que el conocimiento y la comprensión de la naturaleza humana no se obtenían de un solo libro. Era abierta a diferentes corrientes de pensamiento. Sabiendo que en ese momento trabajaba en Buenos Aires el Dr. Carlos Robles Gorritti, pediatra y psicoanalista de niños formado en Estados Unidos en la Escuela del Yo, se contactó con él y durante muchos años trabajó y supervisó a su lado muchos pacientes en el Hospital de Niños. Cuenta el Dr. Robles Gorriti: "lo interesante de estas horas de supervisión era que cuando se iba Kamala el que estaba enriquecido era yo, precisamente por la entereza, la honestidad, la seguridad y la humanidad en el trabajo con los niños".

En 1978, por la situación política que atravesaba nuestro país, renuncian al Hospital de Niños y se trasladan al Hospital Italiano de Buenos Aires, donde generan el Servicio de Salud Mental Pediátrica, del que fuera Jefe el Dr. Robles Gorriti, dependiente del Departamento de Pediatría bajo la dirección del Dr. Carlos Gianantonio.

Kamala participó activamente en la formación de psicoterapeutas y en la supervisión general de los tratamientos del Hospital de Día del mencionado Servicio. Le costó algunos años crear allí un espacio para el tratamiento de niños autistas con psicoterapia psicoanalítica individual, cuya supervisión tuvo a su cargo imprimiéndole el sello de su modalidad clínica creativa. Del mismo modo fue promotora de la creación del área de Temprana Infancia (0 a 3 años) ya que consideraba que era necesaria una especialización en los aspectos psicológicos a tener en cuenta en los tratamientos de niños tan pequeños, como así también, la evaluación y la detección temprana indispensables para la prevención.

Con varios profesionales interesados en autismo infantil que tenían experiencia con niños autistas formó un grupo de estudio donde enseñó en profundidad la obra de Frances Tustin y supervisó con ellos, a lo largo de 10 años, más de 100 casos clínicos de niños y su recuperación en diferentes grados. Kamala sostenía que: "Desde el punto de vista de esta recuperación mental, la cura no aparece de un día para otro; es una gradual construcción de la vida interior del niño tanto como su mundo exterior de relaciones. Es como poner un ladrillo sobre otro junto con el cemento para afirmar la construcción. Para estos niños autistas la psicoterapia psicoanalítica es indicada, porque sólo a través de una relación transferencial el terapeuta puede llegar a entender y compartir los miedos y el pánico del inundo caótico y catastrófico del niño autista. El terapeuta tiene que ayudar a levantar las barreras a través de una gran atención y un holding". A su vez, consideraba de relevante importancia el trabajo con los padres para orientarlos y ayudarlos a modificar el modo de relación que tienen con el hijo (Di Tella, 1994).

Como era previsible, o quizás inevitable, a poco de estar en el Hospital Italiano generó el proyecto de enseñar allí el método de observación de lactantes. Con la claridad que la distinguía y esa puntería que acertaba siempre en lo esencial, focalizó la atención en los pediatras y, junto al Dr. Horacio Lejarraga, Jefe de Residentes de Pediatría, ideó un Seminario Introductorio a fin de "involucrar a los pediatras en la Observación de Lactantes haciéndolos más sensibles a los conceptos psicológicos y de salud mental y, consecuentemente, extenderlos al trabajo preventivo con niños pequeños". En vez de iniciar un seguimiento prolongado por dos años, el trabajo consistía en hacer observaciones de bebés en consultas pediátricas, luego relatarlas detalladamente por escrito, para supervisarlas después en el grupo. Intentaba promover una mirada del bebé desde otro lugar para poder descubrir otros aspectos. Así nació en 1980 el Primer Seminario de Observación para residentes en pediatría que más tarde se abrió a profesionales de otras disciplinas relacionadas con la salud mental y la educación. Kamala supervisó este proyecto con Martha Harris, quien la alentó para que lo continuara. Siempre mantuvo un asiduo contacto con el grupo de la Clínica Tavistock, a la que visitaba anualmente. Sostenía que el trabajo profesional debía mantener tres direcciones: el intercambio con el alumno, la confrontación con los pares y el diálogo con los maestros, como una forma de garantizar el saber. Y ella enseñaba con su ejemplo.

Durante 14 años consecutivos dictó dichos seminarios, siendo uno de los cursos de mayor continuidad en el Departamento de Docencia e Investigación de dicho Hospital. Al crearse la Carrera de Médico Especialista en Pediatría Infanto Juvenil, el Seminario de Observación de Lactantes se convirtió en un requisito obligatorio para los aspirantes.

En 1989, un grupo de profesionales que supervisaba con ella seguimientos prolongados de bebés, le proponen contar con un encuentro semanal extra a fin de debatir y profundizar en las primeras etapas de la vida psíquica. Ellos fueron: Rubén Fiori, pediatra; Celina Tamarit, estimuladora temprana; Beatriz Bergman, Liliana Berta, Mónica Cardenal, Ruth Fiszelew y Ana Lía Ruiz, psicólogas. Al calor de la chimenea de su casa de la calle Sucre, en el barrio de Belgrano, frente al verde paisaje que ofrecían los amplios ventanales y entre esculturas y objetos de la India, alfombras y tapetes orientales, surgió la idea de crear una Asociación que nucleara a todos los profesionales que, habiéndose entrenado en el método, quisieran seguir investigando sobre la relación madre/bebé, dialogar con disciplinas afines, a la vez que divulgar los conocimientos sobre el tema. Recuerdo su asombro, mezcla de incredulidad y deseo, pero era incapaz de no apoyar el interés de alguien por un proyecto, y fue así que nació APOLA, Asociación para la Observación de Lactantes, que presidió entusiastamente hasta su muerte.

Numerosos especialistas de diferentes áreas de la salud mental en primera infancia, de nuestro país y del extranjero, compartieron sus experiencias y brindaron sus aportes. El espíritu de la institución era el de dialogar, debatir, compartir, para comprender cada vez mejor el complejo inundo del lactante y del niño.

Su perseverancia, sostenida por la profunda convicción del rol trascendente que la Observación de Lactantes tiene para la comprensión de los inicios de la vida psíquica, y en consecuencia para la prevención temprana en Salud Mental, tuvo en 1993 dos importantes reconocimientos. El primero de ellos de la Dra. Lucila R. P. de Agnese, Jefa del Servicio de Psicopatología Infanto Juvenil del Hospital de Clínicas José de San Martín, quien le ofreció dictar el Seminario en dicho Servicio. El segundo, de la actual Coordinadora General del Curso de Observación en Tavistock, Gianna Williams, quien viajó a la Argentina, tomó contacto directo con la obra realizada y le propuso a Kamala realizar el Curso tal cual como se dictaba en Londres, contando con su aval. Estos resultados fueron para ella una alegría que la alentaba aún más a continuar la lucha por sus ideales que no eran personalistas sino que apuntaban a lograr cambios en la concepción de la temprana infancia, de modo de variar las prácticas que aún no tienen en cuenta la complejidad, vulnerabilidad y la relevancia de este temprano período para el ulterior desarrollo psicofísico del ser humano.

 

Un modelo de Maestra

Kamala no practicaba ningún tipo de discriminación, apuntaba siempre a la esencia de lo humano. Todos encontraban a su lado un espacio distinguido, un impulso a seguir adelante. Hacía sentir como nadie que lo que uno era o realizaba tenía un gran valor, y alentaba para que nos hiciéramos cargo de ello. Si algo la enojaba era la falta de perseverancia, sabía que nada se conseguía sin la constancia de la gota de agua. Y ella practicaba esa sabiduría oriental. No era fácil seguirle el ritmo, tocaba varias sinfonías a la vez, mientras no olvidaba ocuparse de cada uno de sus amigos, de sus discípulos, de sus alumnos, de su familia. Trabajaba en asistencia y docencia y generaba nuevos proyectas que unían a personas de diferentes países del inundo. No le faltó tiempo para, en su madurez, acercarse a la filosofía budista, siendo una eficaz organizadora de la visita del Dalai Lama a nuestro país.

Promovía la tertulia, la comunicación y el intercambio de experiencias. Su casa de la calle Sucre reunía y albergaba a los más variados invitados: físicos, antropólogos, psicoterapeutas de diferentes escuelas, maestros, artistas plásticos, políticos, actores, lamas y embajadores, quienes disfrutaban de su calidez y espontánea alegría. Hablaba poco de sí misma, prefería escuchar y siempre, decía, tenía algo para aprender. No escribió mucho, pero en sus supervisiones desplegaba toda la riqueza de su pensamiento en lúcidas y esclarecedoras preguntas y en profundas comprensiones del material presentado. Trasmitía comprensión y apoyo creando un clima de trabajo en el cual tratar de comprender y ayudar al paciente eran los objetivos principales. Este era el mejor modelo para un psicoterapeuta a quien no dejaba de recordar la responsabilidad que tenía en la continuación de los tratamientos. En qué nos equivocamos era más importante que en qué estuvimos bien, porque no se supervisaba para deslumbrar con los conocimientos sino para aprender. Una regla que ella era la primera en cumplir.

El jueves 27 de octubre de 1994, pocas horas antes de asistir a una reunión en la que recibiría un reconocimiento público de FUNI (Asociación para el Futuro del Niño) por su trabajo en pro del bienestar del niño y su familia, murió repentinamente en su casa de Belgrano. Allí nos despedimos de esta maravillosa mujer, ciudadana del mundo, que nos ha legado un patrimonio invalorable: un modelo de honestidad, generosidad y sabiduría, atributos de una verdadera Maestra.

 

 
1ra Edición - Diciembre 2018
 
 
 
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