Reiss
y McNally (1985) definieron a la sensibilidad a la ansiedad como el
miedo a las sensaciones producidas por la activación del
sistema nervioso autónomo debido a creencias que dichas
sensaciones pueden
causar no sólo incomodidad, sino peligrosas consecuencias
físicas, sociales y psicológicas,
tales como enfermedad o muerte, locura o rechazo social.
Conceptualizaron la sensibilidad a la ansiedad como un factor de
vulnerabilidad para varios trastornos de ansiedad, tales como el
trastorno de pánico, el de ansiedad social, la fobia
específica y el trastorno de estrés postraumático.
Cuando las personas altamente sensibles a la ansiedad experimentan
esta emoción, se alarman ante las sensaciones de activación
y esto amplifica su nivel de ansiedad.
Se creía que la
sensibilidad a la ansiedad, también llamada "miedo a la
ansiedad", aunque más elevada en todos los trastornos de
ansiedad que en los controles no ansiosos, era particularmente alta
en el trastorno de pánico (por
ejemplo, Taylor, Koch y McNally, 1992),
sobre todo en la subescala de Preocupaciones Somáticas del
Índice de Sensibilidad a la Ansiedad (ASI; Peterson y Reiss,
1992).
Exposición
Interoceptiva y Tratamiento del Trastorno de Pánico
Al
considerar que la interpretación catastrófica de las
sensaciones corporales propias de la ansiedad y del miedo era una
vulnerabilidad psicológica específica para el trastorno
de pánico, los primeros protocolos cognitivo-conductuales,
tanto el Tratamiento de Control del Pánico de David H. Barlow
(1988) como el de David M. Clark (1988), incluyeron la exposición
interoceptiva como un componente central de la intervención.
Si se
conceptualizan los ataques de pánico como reacciones de alarma
aprendidas o "condicionadas" a señales corporales,
el propósito de la exposición interoceptiva es
debilitar dichas asociaciones, esto es, lograr la extinción
del miedo.
En
los años 70 y 80, algunos investigadores habían
observado que administrar repetidas infusiones de lactato de sodio, o
inhalaciones de dióxido de carbono, drogas que producen
sensaciones corporales semejantes a las del pánico -como
también lo hacen otras sustancias químicas como la
cafeína y la yohimbina- reducía exitosamente la
reactividad a dichas sensaciones. El primer estudio de la eficacia
del Tratamiento de Control del Pánico (Barlow, Craske, Cerny y
Klosko, 1989), que incorporaba la exposición interoceptiva
llevada a cabo según el procedimiento que se detalla más
abajo, demostró la superioridad de dicho protocolo sobre la
relajación aplicada y la lista de espera, tanto al finalizar
el tratamiento como en el seguimiento dos años después.
También se comprobó que el Tratamiento de Control del
Pánico era más eficaz que el psicofármaco más
utilizado en aquel momento para este trastorno: el alprazolam.
Treinta
años han transcurrido desde entonces. Craske y Barlow (2014)
afirmaban que su
protocolo para el tratamiento del trastorno de pánico
"representa una de las historias exitosas en el desarrollo de
tratamientos psicológicos basados en la evidencia".
Agregaban que "los resultados de numerosos estudios indican que
este enfoque ofrece ventajas sustanciales con respecto a la
medicación placebo o enfoques psicosociales alternativos que
incluyen factores 'comunes' tales como expectativas positivas y las
buenas alianzas terapéuticas. Los resultados de numerosos
estudios que evalúan este protocolo, tanto solo como en
combinación con los mejores enfoques farmacológicos,
sugieren que es tan efectivo como los mejores psicofármacos en
el corto plazo y que tiene efectos más duraderos en el largo
plazo". "Pero este protocolo ha evolucionado. Por
ejemplo, hemos aprendido mucho en años recientes acerca de los
mecanismos neurobiológicos de la reducción del miedo y
los mejores métodos psicológicos para generar estos
cambios".
Implementación
de la Exposición Interoceptiva.
La
exposición interoceptiva se lleva a cabo en cuatro pasos.
1.
Presentar los fundamentos.
Los
lineamientos y recomendaciones para la exposición
interoceptiva son similares a los de la exposición
situacional: para maximizar su eficacia, las prácticas deben
ser programadas, prolongadas, frecuentes, sin apelar a la distracción
o a cualquier otra conducta de seguridad. Se le explica al paciente
que esta exposición lo ayudará a combatir su miedo a
las sensaciones físicas. Antes de comenzar, hay que asegurarse
de que no existan problemas médicos que hagan no recomendable
algunos o todos los ejercicios, por ejemplo, los pacientes con asma
crónica no deben hacer la hiperventilación.
2.
Prueba de inducción de síntomas
Para
decidir qué ejercicios serán efectivos para cada
paciente deben probarse muchos. Un ejercicio apropiado es el que crea
sensaciones físicas incómodas,
produce
ansiedad
y genera reacciones
similares
a las que el paciente experimenta en los episodios de ansiedad o
pánico. Los ejercicios más utilizados en los
trastornos de ansiedad son:
1.
Sacudir la cabeza de lado a lado durante 30 segundos. Produce mareo
y, secundariamente, falta de aire y taquicardia.
2.
Dar vueltas en una silla giratoria o sobre sí mismo durante 60
segundos.
Produce mareo y, secundariamente, taquicardia, desrealización,
náusea, temblores.
3.
Sentado, colocar la cabeza entre las piernas durante 30 segundos y
luego volver rápidamente a la posición inicial. Produce
mareo y, secundariamente, falta de aire o sensación de ahogo.
4.
Contener la respiración durante 30 segundos o tanto como sea
posible. Produce ahogo
o falta de aire y, secundariamente, taquicardia, mareo, opresión
en el pecho.
5.
Hiperventilación (respiración superficial a 100-120
respiraciones por minuto) durante 60 segundos. Produce ahogo o falta
de aire, mareo y, secundariamente, taquicardia, desrealización,
temblores, sensaciones de adormecimiento u hormigueo.
6.
Respirar a través de una pajita estrecha colocada en la nariz
durante dos minutos. Produce sensación de ahogo o falta de
aire, taquicardia y, secundariamente, mareo, opresión en el
pecho, temblores.
7.
Colocar un depresor de lengua en la parte de atrás de la
lengua unos pocos segundos o hasta que se induzca el reflejo de
vómito. Produce reflejo de vómito, sensación de
ahogo y, secundariamente, nauseas o taquicardia.
8.
Usar una corbata o un cuello ajustado o un echarpe durante 5 minutos.
Produce opresión en la garganta y, secundariamente, ahogo.
9.
Mirar una luz en el techo durante 60 segundos y luego tratar de leer.
Produce visión borrosa y, secundariamente, mareo y
desrealización.
10.
Mirarse fijamente en el espejo durante tres minutos. Produce
desrealización.
11.
Mirar un punto del tamaño de una pequeña moneda en la
pared durante tres minutos. Produce desrealización.
12.
Mirar una ilusión óptica como una espiral rotativa o un
protector de pantalla psicodélico durante dos minutos. Produce
desrealización y, secundariamente, mareo.
13.
Tensar los músculos del cuerpo o mantener una posición
"push up" durante 60 segundos o tanto como sea posible.
Produce temblores y, secundariamente, ahogo, taquicardia, mareo.
14.
Correr en el mismo sitio o subir y bajar escaleras durante 60
segundos. Produce taquicardia, ahogo y, secundariamente, opresión
en el pecho, sudoración, temblores.
15.
Sentarse en una habitación caliente como un sauna, un auto con
calefacción encendida o al lado de una estufa, durante cinco
minutos. Produce sudoración y, secundariamente, golpes de
calor o sofocaciones.
16.
Sentarse con la cabeza cubierta por un abrigo pesado o una frazada
durante cinco minutos. Produce ahogo y, secundariamente, sudoración
y golpes de calor.
17.
Beber un líquido caliente. Produce sudoración, golpes
de calor.
El
terapeuta debe demostrar brevemente cada ejercicio. Luego lo hace el
paciente y se le pregunta qué síntomas experimentó,
la intensidad del miedo y la semejanza con los episodios de ansiedad
o pánico en una escala de 1 a 100. No siempre es necesario
probar todos los ejercicios. Cuando está muy claro cuál
es la sensación relevante, la exposición se focaliza en
aquellos que la producen. Pero muchas veces es útil probar un
espectro más amplio de ejercicios por si hay algún
desencadenante del miedo o la ansiedad del cual el paciente no es
conciente. Los ejercicios de hiperventilación, girar sobre sí
mismo y respirar por la pajita son particularmente efectivos para
producir sensaciones temidas y deben probarse siempre en individuos
con trastornos de pánico.
3.
Asignación de los ejercicios que se practicarán
Después
de haber identificado un número de ejercicios apropiados, el
próximo paso es practicarlos repetidamente hasta que disminuya
el miedo que ellos producen. Con la práctica repetida se
seguirán teniendo sensaciones incómodas pero el miedo
disminuirá. Es útil crear una jerarquía de
ejercicios y que el paciente avance a través de ella. Se
recomienda practicar cada ejercicio en series de cinco repeticiones.
Por ejemplo, hiperventilar cinco veces de 60 segundos cada una con
intervalos cortos entre ellas. Las series deben repetirse dos o tres
veces por día hasta que ya no causen miedo.
4.
Combinación de Exposición Interoceptiva y Situacional
En
el trastorno de pánico, una vez que el paciente logró
sentirse cómodo llevando a cabo los ejercicios de exposición
interoceptiva en un lugar seguro (su hogar, o el consultorio del
terapeuta), el paso siguiente es realizarlos en situaciones de la
vida diaria que evitaba o afrontaba con intenso malestar debido a su
temor a las sensaciones corporales del miedo y la ansiedad: pararse
en una pierna en el centro comercial para inducir inestabilidad,
hiperventilar mientras se viaja en un vehículo, caminar muy
rápido por el supermercado, etcétera.
Aunque
sin constituir un componente de los respectivos protocolos, algunos
ejercicios de exposición interoceptiva se incorporan, a veces,
al tratamiento de la ansiedad social y de algunas fobias específicas.
Como en tales trastornos es improbable que las sensaciones produzcan
ansiedad fuera de la situación temida, la exposición
interoceptiva se combina siempre con la situacional. Por ejemplo, se
le pide al paciente con ansiedad social que cargue bolsos pesados
antes de firmar formularios en el banco cuando teme que vean sus
manos temblar; o usar un pulóver abrigado al dar una charla
cuando teme que lo vean sudar. Asimismo puede pedírseles a los
pacientes con fobias específicas que giren la cabeza
rápidamente para experimentar sensaciones de mareo cuando
están en un lugar alto o hiperventilar en el ascensor o en
otro lugar cerrado cuando sufren de claustrofobia.
Exposición
Interoceptiva en el Protocolo Unificado para el Tratamiento de los
Trastornos Emocionales de David H. Barlow y Colaboradores
En
el campo de la psicopatología, la delimitación
arbitraria entre psicopatología y normalidad, la
diferenciación poco clara entre distintos trastornos, la
altísima comorbilidad, la heterogeneidad dentro de los
trastornos y la inestabilidad diagnóstica son importantes
deficiencias de las taxonomías categoriales vigentes. Al
superar las limitaciones de las nosologías vigentes, los
modelos dimensionales de la psicopatología (por ejemplo, Kotov
y otros, 2017) permiten mejorar la práctica clínica y
la investigación sobre los factores de riesgo, etiología,
curso de la enfermedad y respuesta al tratamiento de los trastornos
mentales. Un ejemplo de ello son las líneas de investigación
que llevaron a David H. Barlow y colaboradores (2015) a desarrollar
un tratamiento transdiagnóstico: el Protocolo Unificado para
los Trastornos Emocionales (trastorno depresivo mayor, distimia,
trastorno de ansiedad generalizada, pánico, ansiedad de
separación, ansiedad social, agorafobia, fobia específica,
estrés postraumático y trastorno obsesivo-compulsivo).
Las
tres líneas de investigación que condujeron al
desarrollo del Protocolo Unificado son 1) La evidencia de las muchas
características en común de los trastornos emocionales:
comparten mecanismos neurobiológicos; tienen altas tasas de
comorbilidad transversal y longitudinal; y el tratamiento psicológico
para uno de ellos frecuentemente genera mejorías en otros
comórbidos no tratados. 2) Una segunda línea de
investigación comprobó que dos dimensiones básicas
de la personalidad, Neuroticismo y Extraversión, subyacen a
todos los trastornos emocionales (Brown y Barlow, 2009). Neuroticismo
es la tendencia a desarrollar, en respuesta al estrés,
emociones negativas frecuentes e intensas que se experimentan como
incontrolables. Extraversión se refiere a tener una visión
positiva del mundo, una disposición a la actividad y la
sociabilidad. Neuroticismo y Extraversión tienen papeles
claves para explicar la aparición, superposición y
mantenimiento de los trastornos de ansiedad y del estado de ánimo.
3) Una tercera línea de investigación comprobó
que los individuos con trastornos emocionales no sólo
experimentan emociones negativas más frecuentes e intensas
sino que tienen, además, mayor dificultad para aceptarlas
(Brown y Barlow, 2009). Como no las toleran, intentan disminuirlas.
Por ejemplo, en el Trastorno de Pánico la persona se vuelve
hipervigilante a los síntomas físicos que forman parte
del pánico porque los interpreta como señal de que
vendrá un nuevo ataque; la ansiedad anticipatoria así
generada exacerba, a su vez, los síntomas somáticos y
cognitivos. Esto no sucede en los individuos que, aunque tuvieron
ataques de pánico, no desarrollaron un trastorno. La reacción
emocional negativa ante el pánico es más importante
para generar un Trastorno de Pánico que los ataques mismos.
Aprendizajes tempranos específicos explican las diferencias
entre los distintos trastornos emocionales, pero los mecanismos
psicopatológicos centrales son la aversión a las
emociones negativas y los esfuerzos subsiguientes para disminuir la
experiencia emocional.
El
objetivo del Protocolo Unificado para los Trastornos Emocionales de
David H. Barlow y colaboradores es ayudar a los pacientes a
reconocer y comprender sus emociones y responder ante ellas en forma
más adaptada, esto es, tolerarlas sin tratar de evitarlas ni
sucumbir automáticamente a sus tendencias de acción.
Cambiar la respuesta desadaptada disminuye la intensidad y
frecuencia de las emociones perturbadoras.
El
Protocolo Unificado consiste en ocho módulos de tratamiento.
El Módulo 1 se propone aumentar la motivación para el
cambio y establecer objetivos muy específicos de tratamiento.
El Módulo 2 consiste en psicoeducación con respecto a
las emociones. En el Módulo 3 se introducen técnicas de
conciencia plena de la emoción para favorecer la aceptación
de las mismas. En el Módulo 4, denominado Flexibilidad
Cognitiva, se intenta que el paciente identifique distorsiones en su
pensamiento y aprenda a ver las situaciones de una manera más
útil. El Módulo 5 tiene por objetivo contrarrestar las
conductas disfuncionales de regulación de las emociones
perturbadoras. El Módulo 6 se destina a comprender y
confrontar las sensaciones físicas que son parte de dichas
emociones. En el Módulo 7, Exposición a la Emoción,
integrando todas las habilidades aprendidas en los módulos
previos, el paciente afronta repetidamente una jerarquía de
situaciones, recuerdos o sensaciones físicas que le generan
emociones difíciles de tolerar. El Módulo 8 se destina
a reconocer los logros y prevenir recaídas.
Varios
estudios preliminares demostraron la eficacia del Protocolo Unificado
y un estudio aleatorizado (Barlow y otros, 2017) indicó que
era igual de eficaz que los tratamientos específicos para los
trastornos de ansiedad generalizada, pánico, ansiedad social y
obsesivo-compulsivo tanto al finalizar el tratamiento como en el
seguimiento seis meses después. No se ha demostrado aún
que sea igual de eficaz que los tratamientos específicos para
la depresión unipolar y el trastorno de estrés
postraumático. Sin embargo, en el caso de este último
trastorno, integrar la exposición interoceptiva al tratamiento
basado en la exposición produjo reducciones significativas en
los síntomas y un incrementado acatamiento de la exposición
prolongada (Wald, Taylor, Chiri y Sica, 2010).
Boswell,
Farchione, Sauer-Zavalla, Murray, Fortune y Barlow (2013) evaluaron
los niveles de sensibilidad a la ansiedad en el trastorno de pánico
con o sin agorafobia, la ansiedad social, el trastorno obsesivo
compulsivo, el trastorno de ansiedad generalizada, el de estrés
postraumático y el trastorno de ansiedad no especificado.
Encontraron en todos ellos un elevado nivel de sensibilidad a la
ansiedad en el pre-tratamiento que disminuyó al terminar la
terapia. Más aún, el cambio en la sensibilidad a la
ansiedad correlacionaba con la reducción en el nivel de
síntomas al terminar el tratamiento y seis meses después.
Los pacientes, sin importar su diagnóstico, informaron
similares síntomas físicos y practicaron durante el
tratamiento similares ejercicios de exposición interoceptiva
con similares efectos. Los autores consideraron que estos resultados
brindaban apoyo preliminar a la utilidad de la exposición
interoceptiva como una estrategia de tratamiento para los trastornos
de ansiedad y apoyo adicional a la relevancia transdiagnóstica
de este constructo.
Exposición
Interoceptiva en los Trastornos Depresivos.
En el Protocolo Unificado la exposición interoceptiva se
aplica no sólo a los pacientes con trastornos de ansiedad,
estrés postraumático y obsesivo-compulsivo, sino
también a los que sufren trastornos depresivos. Es que el
concepto de sensibilidad a la ansiedad se ha expandido más
allá de la ansiedad y el miedo para abarcar también la
sensibilidad a las sensaciones físicas asociadas a otras
emociones como la tristeza, la vergüenza, la culpa, el enojo, la
alegría e inclusive procesos
psicofisiológicos como el apetito, el hambre, la saciedad y el
dolor. El nuevo concepto ampliado se denomina sensibilidad
interoceptiva.
Fatiga,
poca energía, retardo o agitación psicomotora,
dificultades con el sueño y el apetito son criterios
diagnósticos de la depresión. En la tristeza son
comunes la pesadez, el cansancio, el dolor en el pecho o un nudo en
la garganta. La investigación ha demostrado que los pacientes
depresivos informan niveles de sensibilidad interoceptiva mayores que
los controles (Taylor,
Koch, Woody y McLean, 1996). Así
como un paciente con trastorno de pánico teme la sensación
de mareo porque la interpreta como señal de un ataque
inminente, un paciente depresivo puede temer la sensación de
opresión en el pecho porque la interpreta como señal de
lo desesperante y sin salida que es su situación. Algunos de
los ejercicios que se sugieren para combatir el temor a las
sensaciones físicas que acompañan a la depresión
son, por ejemplo, en posición acostada soportar pesados
libros sobre el pecho o los brazos o realizar actividades con
tobilleras para generar sensaciones de pesadez; hacer ejercicio y
luego desempeñar las tareas diarias para aprender a tolerar la
sensación de fatiga; o tragar varias veces en rápida
sucesión para experimentar un nudo en la garganta. Incrementar
la tolerancia interoceptiva facilita llevar a cabo conductas
adaptativas, por ejemplo, ir a trabajar aunque se esté
experimentando fatiga y el deseo de continuar durmiendo.
La
Exposición Interoceptiva más allá del Protocolo
Unificado
Como
se dijera más arriba, al ampliarse el concepto de sensibilidad
a la ansiedad hasta abarcar diversas emociones e incluso procesos
psicofisiológicos, pasó a denominarse sensibilidad
interoceptiva. Sólo nos referiremos al uso de la exposición
interoceptiva como parte del tratamiento del trastorno de
despersonalización-desrealización y de los trastornos
de la alimentación, pero su utilización se ha
expandido, por ejemplo, al tratamiento del síndrome del
intestino irritable, dolor crónico, trastorno de ansiedad a la
enfermedad y trastorno por consumo de tabaco, entre otros (Zvolensky
y Otto, 2007).
Exposición
Interoceptiva en Síntomas de
Despersonalización-desrealización. El
trastorno de despersonalización-desrealización, que
pertenece al grupo de los trastornos disociativos, se define por la
experiencia persistente o recurrente de despersonalización,
desrealización o ambas, durante la cual la prueba de realidad
se mantiene intacta. La despersonalización se define como la
sensación de distanciamiento o extrañamiento del propio
yo, sentirse como un autómata, como un observador externo del
propio cuerpo, mientras que la desrealización consiste en la
alteración en la percepción del mundo circundante, la
pérdida del sentido de realidad del mundo externo. Las
experiencias de despersonalización-desrealización
también están presentes en la mayoría de los
individuos con trastorno de pánico (Cox y Swinson, 2002) y,
cuando lo hacen, se asocian a una psicopatología más
severa que cuando no están presentes en el cuadro sintomático.
Además, individuos con trastorno de estrés
postraumático y con trastornos de la alimentación
suelen informar períodos de irrealidad. Aunque identificar qué
ejercicios son los más eficaces para inducir estas vivencias
puede resultar muy útil para el tratamiento de distintos
trastornos, existe poca investigación empírica sobre
este punto.
El
terapeuta cognitivo-conductual recurre habitualmente a tres
ejercicios cuando intenta producir sensaciones de
despersonalización-desrealización: mirarse fijamente
en el espejo; mirar un punto del tamaño de una moneda pequeña
en la pared; y mirar una ilusión óptica como una
espiral rotativa o un protector de pantalla psicodélico. Como
en muchos pacientes ellos no logran producir las sensaciones
esperadas, Lickel, Nelson, Lickel y Deacon (2008) investigaron cuáles
podrían resultar más efectivos que los mencionados.
Encontraron cinco ejercicios: un minuto de hiperventilación;
cinco minutos de hiperventilación; tres minutos de
hiperventilación mientras se mira una espiral; tres minutos de
hiperventilación mientras se mira la propia sombra en la pared
producida por una luz estroboscópica ubicada detrás del
sujeto y sólo mirar su sombra producida por la luz
estroboscópica. Facio y Sireix (2018) aplicaron la exposición
interoceptiva como intervención transdiagnóstica en un
caso comórbido de trastorno de
despersonalización-desrealización, ansiedad ante la
enfermedad, ataques de pánico y depresión, con
excelentes resultados.
Exposición
Interoceptiva en Trastornos de la Alimentación. La
evidencia sugiere que en las personas con trastornos de la
alimentación existen déficits en la toma de conciencia
objetiva de sensaciones fisiológicas y en la aceptación
de dichas sensaciones y emociones negativas a ellas asociadas
(Merwin, Zucker, Lacy y Elliott, 2010). Incrementar la conciencia de
las señales de apetito y saciedad facilitaría que los
individuos no comieran en respuesta a señales no relacionadas
a la alimentación, tales como emociones negativas, y que no
continuaran comiendo pasado el punto de saciedad. Además,
estos pacientes tampoco toleran experiencias corporales relacionadas
con la forma y el peso del cuerpo y las emociones a ellas generan,
por ejemplo, la sensación de constricción e incomodidad
táctil ante el menor roce de la ropa o la intolerancia al
sentir que los muslos se desparraman cuando se sientan en una
superficie dura.
Aunque
la exposición interoceptiva podría resultar muy útil
para incrementar la tolerancia a las sensaciones corporales, no se
ha investigado aún la eficacia de este tipo de intervención
como un componente de los tratamientos para los trastornos de la
alimentación. Boswell, Anderson y Anderson (2015) proponen una
serie de ejercicios de exposición interoceptiva tales como
tomar grandes tragos de agua para tolerar sentirse lleno; oler o
degustar determinadas comidas para tolerar la sensación de
asco, la salivación y distintas señales de la función
gástrica; usar ropas ajustadas o ropas mojadas para aumentar
la tolerancia a las sensaciones táctiles; sentarse en una
silla muy blanda para aceptar la sensación del peso del cuerpo
hundiéndose en ella, etcétera.
Como
los trastornos de la alimentación forman parte de los
trastornos emocionales o internalizantes (Kotov y otros, 2017), los
individuos experimentan emociones negativas intensas, sienten
aversión hacia ellas y realizan intentos disfuncionales de
evitarlas. Por tal motivo, los ejercicios de exposición
interoceptiva que forman parte del Protocolo Unificado también
podrían aplicarse a estos pacientes: hiperventilar, respirar
por una pajita, tensar los músculos del cuerpo, correr en el
lugar, etcétera.
Conclusión
Este
trabajo intentó presentar el progreso de la exposición
interoceptiva desde su desarrollo original por David H. Barlow y
colaboradores para el tratamiento de la sensibilidad a la ansiedad en
el trastorno de pánico hasta su implementación en la
actualidad como estrategia transdiagnóstica para un mecanismo
transdiagnóstico: la sensibilidad interoceptiva. Así se
denominó al constructo sensibilidad a la ansiedad cuando se
comprobó que no sólo la ansiedad y el miedo sino
también muchas otras emociones e incluso sensaciones
psicofisiológicas eran capaces de suscitar aversión y,
en consecuencia, evitación o escape de las mismas. La
exposición interoceptiva se integró al Protocolo
Unificado para la dimensión psicopatológica trastornos
emocionales
y
creciente evidencia avala su eficacia. Pero más allá
del Protocolo Unificado, la exposición interoceptiva ha
demostrado ser útil en una serie de trastornos. Aunque en este
trabajo sólo se desarrolló su aplicación al
trastorno de despersonalización-desrealización y la
posibilidad de aplicarla a los trastornos de la alimentación,
hay también evidencia de su utilidad en la ansiedad ante la
enfermedad, el síndrome del intestino irritable, el dolor
crónico y el trastorno por consumo de tabaco, entre otros.
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