La
Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT; Hayes, Strosahl, &
Wilson, 1999) es un modelo unificado de cambio basado en la Ciencia
Contextual y en una teoría contextual funcional comprehensiva
del lenguaje y las cogniciones (RFT; Hayes, Barnes-Holmes, &
Roche,
2001). El objetivo principal de ACT es producir cambios vitales a
través
de incrementar la flexibilidad
psicológica
definida como la habilidad de estar dispuestos a contactar las
experiencias privadas que emergen en el momento presente sin
evitarlas o escapar de ellas y ajustar nuestras acciones a lo que la
situación requiera de manera tal de movernos en la dirección
de lo que sea valioso para nosotros. En este artículo
describiremos las bases de ACT y analizaremos como se promueve la
flexibilidad psicológica y la importancia de este proceso para
el desarrollo de los seres humanos.
Todos
los seres humanos sufrimos;
cada
vez que tenemos
a
un paciente delante,
nos encontramos con otro que en su condición
humana está sufriendo. Y
los seres humanos a diferencia de los otros seres sintientes,
sufrimos de una manera singular: podemos
sentir nuestro sufrimiento y podemos darnos cuenta de
que
estamos sufriendo. Nuestra
experiencia incluye el pensar, el sentir y el emocionarnos y también
el ser conscientes
de
que
estamos pensando,
sintiendo y emocionándonos. Y en relación a lo que nos
pasa, dada esta capacidad de ser conscientes, podemos responder a
nuestro propio accionar. Éstas respuestas a lo que nos pasa,
pueden generar maneras sufrientes inflexibles. A veces por ejemplo
nos enredamos en pensamientos o nos coloniza una emoción. No
sólo experimentamos y somos conscientes de lo que
experimentamos, reaccionamos a lo que experimentamos y además
nos contamos
historias de lo que nos
sucede
y nos contamos historias de quienes somos mientras vivimos.
Notamos esa perspectiva desde la cual tenemos conciencia de nuestros
pensamientos, nuestras reglas y nuestra experiencia y también
nos notamos a nosotros mismos haciendo lo que estamos haciendo. Vamos
agregando capa tras capa a la vivencia. También construimos
reglas y poquito a poquito armamos una coherencia sobre nosotros y
sobre el mundo. El
Yo
es una narrativa y también es quien nota esa narrativa,
la perspectiva desde la cual podemos ser conscientes.
Y
esa narrativa que vamos construyendo en realidad surge de nuestra
interacción con la comunidad verbal. Por lo tanto, la
condición humana es vastamente compleja debido a su
variabilidad, generatividad y a la influencia de eventos privados en
nuestro propio accionar (Luciano, 2017). Al tener capacidad de notar
no sólo lo que ocurre sino también nuestras reacciones
a lo que ocurre podemos hacernos una pregunta liberadora: ¿qué
está controlando mi conducta? De ahí surge la
posibilidad de indagar acerca de cuál es el patrón
inflexible de movernos frente a lo que nos pasa que nos está
generando sufrimiento, que domina nuestro accionar y resulta
inflexible. Muchas veces lo que comanda primordialmente lo que
hacemos es evitar el malestar; en términos conductuales
implica estar controlados por la evitación de funciones
aversivas. Esto es central en la inflexibilidad psicológica.
El corazón de la flexibilidad
psicológica
tal como lo vamos a desarrollar en este artículo, implica
poder tomar conciencia que esta dominando la conducta y elegir a que
responder según nos sea útil en un determinado
contexto. En el mejor de los casos nos comanda lo que es importante
para nosotros y es ahí donde verdaderamente aparecemos. Lo que
es importante para nosotros es aquello que está controlado por
una jerarquía más alta y que nos es esencial: son las
funciones altas del corazón como las llama la Dra. Carmen
Luciano. Y
es ésta
posibilidad la que hace un mundo y una vida de diferencia. En ese
punto pivot tal como lo enuncia Hayes (2019) “la
vida es una elección entre el amor y el miedo”. Tenemos
la posibilidad de responder según lo que es verdaderamente
importante como guía integrándolo en cualquier conducta
que aparezca aquí y ahora. Podemos
encontrarnos de una manera sabia con nuestro sufrimiento.
Es
gracias a la perspectiva, a la posibilidad de tomar la
distancia observacional que
ganamos margen de libertad,
donde aparece la posibilidad de elección.
Entonces cuando notamos
lo
que está presente
y podemos
enmarcarlo
en perspectiva se
siembra la posibilidad
de
responder a partir de una
jerarquía mayor
conectada con esa perspectiva.
Al responder así
podemos
conectarnos
con funciones de motivación relacionadas
profundamente con
nosotros
y que sus consecuencias hagan que
sintamos lo valioso.
Lo
que hemos explorado hasta aquí es el corazón de la
flexibilidad
psicológica
siendo éste el proceso central de cambio de la
Terapia de Aceptación y Compromiso.
Desde esta perspectiva quizás avanzamos un paso a entender
profundamente la complejidad de la conducta humana y cómo
favorecer procesos de cambio significativos. En
el resto del artículo desarrollaremos las bases teóricas
y la aplicación clínica de este proceso de cambio
central explorando tal como afirma el Dr. Steve
Hayes (fundador
de ACT) una
ciencia que sea más
adecuada a los desafíos de la condición humana. Y ACT
cabalga justamente en el desfiladero entre
ciencia y humanidad,
apuntando al
mismo tiempo a
poder
incluir toda la complejidad y sutileza de la condición
humana.
La
manera de trabajar terapéuticamente de ACT se enmarca dentro
de las Terapias Cognitivo Conductuales en las que como afirman
Hoffman y Hayes (2019) se está comenzando un nuevo paradigma
de terapias basadas en la evidencia que se centran en los procesos
terapéuticos. Los procesos terapéuticos son los
mecanismos de cambio subyacentes por medio de los cuales se producen
los cambios terapéuticos deseados. Hayes y Hoffman definen un
proceso terapéutico como un conjunto de cambios basados en una
teoría, dinámicos, progresivos y multinivel que ocurren
en una secuencia predecible empíricamente establecida
orientada a los cambios deseados. Estos procesos están basados
en teorías coherentes y se asocian con predicciones
testeables, son dinámicos porque involucran cambios no
lineales y progresivos a largo plazo de modo tal de lograr los
objetivos del tratamiento, con
el fin último de modificar las conductas inflexibles
que producen sufrimiento
generando un repertorio de conducta más flexible (Hofmann y
Hayes, 2019).
En
este espíritu de desarrollo basado en procesos es que se
inscriben desde su comienzo las Terapias Contextuales. Las
Terapias Comportamentales Contextuales, también
llamadas Terapias
de Tercera Generación (Hayes, 2004),
son
un conjunto de terapias conocidas de este modo porque hacen mayor
hincapié en cambios en el contexto para poder influenciar la
conducta. Es decir se enfatizan cambios de segundo orden, el foco
está en modificar la función de los
eventos privados (es decir, las experiencias internas como los
pensamientos, los sentimientos y las sensaciones) y la relación
que tiene el individuo con dichos eventos, utilizando procesos como
la aceptación y el mindfulness. También
se enfatizan las estrategias de cambio conductual. El enfoque de la
tercera ola se define de la siguiente manera (Hayes, 2004):
“Fundamentada
en una aproximación empírica y enfocada en los
principios del aprendizaje, la tercera ola de terapias
cognitivo-conductuales es particularmente sensible al contexto y a
las funciones de los fenómenos psicológicos, y no sólo
a la forma, enfatizando el uso de estrategias de cambio basadas en la
experiencia y en el contexto, así como también
otras más directas y didácticas. Estos tratamientos
tienden a buscar la construcción de repertorios amplios,
flexibles y efectivos en lugar de tender a la eliminación de
los problemas claramente definidos, resaltando cuestiones que son
relevantes, tanto para el clínico como para el paciente”
(p. 658).”
En
este sentido, las Terapias Contextuales buscan producir cambios
conductuales consistentes con los objetivos terapéuticos a
través de procesos de cambio fundamentados en una base
coherente y en un desarrollo desde la raíz. El proceso blanco
privilegiado dentro de la Terapia de Aceptación y Compromiso
es la flexibilidad
psicológica,
proceso del cual nos ocuparemos en este artículo, desde su
raíz teórica hasta su aplicación e importancia
clínica. Trabajar con la flexibilidad psicológica no es
otra cosa que encontrar modos sabios de lidiar con el sufrimiento
para favorecer una vida valiosa. Claramente aliviar el sufrimiento
humano es un objetivo desafiante. Requiere de una raíz
coherente y potente conceptualmente que pueda asir la complejidad
humana y de una creatividad clínica que pueda apuntar a las
distintas dimensiones del funcionamiento humano. Desarrollemos aquí
como puede producirse a través de la flexibilidad psicológica.
La
raíz de la Flexibilidad Psicológica y de ACT
La
Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT;
Hayes, Strosahl,
& Wilson, 1999) es una terapia conductual contextual enraizada en
los supuestos filosóficos del Contextualismo Funcional (CF) y
en una aproximación contextual y funcional del lenguaje y las
cogniciones llamada Teoría de los Marcos Relacionales (RFT;
Hayes, Barnes-Holmes, & Roche,
2001).
El
Contextualismo
Funcional (CF)
(Biglan
y Hayes, 1996; Hayes, 1993; Hayes y Brownstein, 1986; Hayes, Hayes, y
Reese, 1988)
es
una filosofía pragmática derivada de los principios del
Conductismo Radical.
Es una
variante específica del contextualismo que tiene como objetivo
la predicción e influencia de eventos o conductas, con
precisión, alcance y profundidad (Hayes, 1993). El
contextualismo considera los eventos psicológicos como las
conductas
en curso de todo ser que interactúe con contextos definidos de
manera situacional e histórica;
es decir, que mira los eventos como conductas en contexto. El
Contextualismo Funcional entonces entiende que toda conducta debe ser
explicada en término de variables contextuales (Hayes, Hayes,
& Reese, 1988). Esto enraíza las
estrategias clínicas
propias de la
Terapia de Aceptación y Compromiso,
proponiendo un regreso al análisis funcional de la conducta, y
ampliando su espectro de aplicación a los eventos privados
que también son considerados conductas.
La aproximación del Contextualismo Funcional busca explicar
cómo los procesos como la flexibilidad psicológica
permiten a los individuos interactuar en maneras más flexibles
y funcionales con el ambiente. ACT
refleja ésta
raíz
filosófica de varias maneras. Enfatiza la funcionalidad
(workability) como su criterio de verdad, y lo
valioso
constituye el precursor necesario para evaluar dicha funcionalidad.
Es decir, los valores definidos de manera personal especifican la
funcionalidad de una acción, si funciona o no. También,
sus análisis causales se limitan a eventos que son
manipulables de manera directa; por lo tanto, los pensamientos y los
sentimientos no causan otras acciones, a menos que se regulen por
contexto (Biglan y Hayes, 1996). Desde esta perspectiva, es posible
olvidar los intentos de cambio de pensamientos o sentimientos a fin
de cambiar la conducta manifiesta; no hay una causalidad intrínseca
sino que es el contexto el cual vincula de manera “causal”
estos campos psicológicos, por lo cual los esfuerzos de cambio
van a estar en el contexto.
Uno
de los contextos fundamentales en la conducta humana es el contexto
verbal o simbólico. Los seres humanos no sólo aprenden
y cambian por contingencias más directas sino que responden a
funciones arbitrarias dadas por el lenguaje. La
cognición
altera los efectos de otros procesos conductuales (Dymond y Barnes,
1995)
entendiendo que la cognición humana
es una clase específica de conducta aprendida. Las relaciones
y funciones cognitivas son reguladas por las distintas variables
contextuales de una situación (Wulfert y Hayes, 1988).
De
acuerdo con la Teoría de los Marcos Relacionales (RFT; Hayes
et al., 2001), la gran capacidad de los seres humanos es la aptitud
de de ser seres verbales. Es decir, nuestra capacidad para crear,
planear, organizar, leer, escribir, y hacer todas las cosas que
forman parte del proceso de pensar, se basa en una conducta llamada
relación verbal, la esencia del lenguaje humano y la
cognición. Es la capacidad aprendida y contextualmente
controlada para relacionar de manera arbitraria eventos en
combinación y en forma mutua, y para cambiar las funciones de
eventos específicos basados en sus relaciones con otros. Es
entonces esta capacidad relacionar y de transformar funciones debido
a estas relaciones la característica del lenguaje. Para
poder dar cuenta de este repertorio conductual complejo de los seres
humanos es que se desarrolla la Teoría de los Marcos
Relacionales. La Teoría de los Marcos Relacionales (RFT;
Hayes et al., 2001) es
una aproximación contextual conductual al lenguaje y las
cogniciones que tiene cada vez más evidencia empírica.
RFT está basada en las leyes del análisis de la
conducta e integra distintos aspectos de la conducta humana compleja
como las relaciones de equivalencias y el seguimiento de reglas. El
supuesto básico de RFT es que los seres humanos aprendemos a
relacionar estímulos bajo un control contextual arbitrario lo
que significa que relacionamos estímulos que no comparten
propiedades formales o directas. RFT establece que ésta es una
conducta operante generalizada aprendida a través de múltiples
ejemplos en los que se abstraen las claves contextuales que
relacionan los estímulos, por ejemplo “más que”,
“igual a”, “opuesto a” lo que está en
la base del lenguaje y la cognición humana. Una vez hecha esta
abstracción, la clave contextual que es llamada marco
relacional, puede aplicarse a nuevos estímulos. Enmarcar
relacionalmente significa responder a un evento o estimulo según
la relación que tiene con otro basada en claves relacionales
arbitrarias. Dada una historia de aprendizaje apropiada (Luciano,
Valdivia-Salas, Berens et al., 2009),
enmarcar relacionalmente se vuelve la conducta predominante por la
cual automáticamente relacionamos distintos estímulos
lo que provoca la transformación de funciones. Debido a esto,
los estímulos ya no tienen sólo las funciones, es decir
el efecto dado por las propiedades físicas directas o por la
historia de relación con ese estímulo sino que
adquieren funciones (efectos) predominantes según como lo
enmarquemos. De esta manera el enmarcar relacionalmente y la
transformación de funciones que esto produce influencia
fuertemente nuestra conducta.
RFT
tiene varias implicancias en el área de la psicopatología
y de la psicoterapia que son extensiones de estos conceptos centrales
descriptos. Dicho
esto, deseamos enfatizar tres características fundamentales de
la RFT que tienen implicancias prácticas (Hayes, Luoma, Bond,
Masuda y Lillis., 2006).
Las
implicancias principales de estas tres características son
(Hayes et al., 2006): “(1) el razonamiento y la resolución
de problemas en forma verbal se basan en los mismos procesos
cognitivos que pueden llevar a la psicopatología, por lo que
prácticamente no resulta viable eliminar dichos procesos; (2)
extinguir inhibe pero no elimina las respuestas aprendidas; la idea
común de que las cogniciones pueden limitarse o eliminarse por
lo general no es psicológicamente
válido,
ya que estas constituyen el reflejo de procesos de aprendizaje
históricos; (3) los intentos de cambio directo centrados en
cogniciones especificas crean un contexto que tiende a elaborar el
sistema de cogniciones que corresponde a esa área e
incrementan la importancia funcional de dichas cogniciones,
esto implica que tratar de cambiar o suprimir los contenidos de las
redes relacionales sólo lleva a una extensión de la red
(las redes funcionan por adición y no por sustracción);
y (4) debido a que el contenido y el impacto de las cogniciones se
encuentran controlados por variables contextuales, resulta posible
reducir el impacto de las cogniciones negativas, ya sea que continúen
ocurriendo de una forma particular o no”,
es decir, una vez que una persona tiene un repertorio relacional
mínimo, la transformación de funciones aversivas de
acuerdo a las relaciones establecidas en la red relacional no se
puede prevenir
(p. 5). Estas cuatro conclusiones significan que no es acertado ni
necesario centrarse principalmente en el contenido de las cogniciones
durante la intervención
clínica.
La teoría
sugiere en cambio, que es posible enfocarse en las funciones de las
mismas.
Dado que el responder relacionalmente está controlado
contextualmente, es posible cambiar directamente el contexto de la
red relacional sin necesidad de cambiar su contenido. Por lo tanto el
proceso de cambio más acorde con la naturaleza del lenguaje y
las cogniciones es cambiar las funciones que en lenguaje preciso
implica trabajar con la transformación de funciones de los
eventos privados.
Precisamente,
la Terapia de Aceptación y Compromiso basado en estas raíces
intenta producir cambios conductuales incrementando la flexibilidad
psicológica. La flexibilidad psicológica fue definida
originalmente de acuerdo a seis términos medios: aceptación,
defusión, yo-contexto, contacto con el momento presente,
valores y acción comprometida (Hayes, Strosahl, Bunting,
Twohig, & Wilson, 2004).
Los términos medios son constructos utilizados para facilitar
la aplicación de los principios conductuales y teorías
a situaciones complejas (Vilardaga,
Hayes, Levin, & Muto, 2009).
De este modo se definió a la flexibilidad psicológica
como la habilidad de contactar la experiencia privada en el momento
presente sin la necesidad de evitar o escapar de ella, y ajustar las
acciones de acuerdo a lo que la situación requiera para
moverse en la dirección de los valores. Sin embargo,
influenciado por las investigaciones en dos tipos de marcos
relacionales muy importantes como los marcos deícticos y
jerárquicos (Gil,
Luciano, Ruiz, & Valdivia-Salas, 2012, 2014; McHugh
&
Stewart, 2012)
y las conductas guiadas por reglas (Luciano,
Valdivia-Salas,
Cabello et al., 2009; Luciano et al., 2012; Plumb,
Stewart,
Dahl, & Lundgren, 2009)
se desarrolló una manera de definir la flexibilidad
psicológica basada en los principios del análisis de la
conducta (Luciano
et
al.,
2012; Törneke,
Luciano, Barnes-Holmes, & Bond, 2016).
De acuerdo con esta línea de investigación, la
flexibilidad psicológica consiste en un repertorio
generalizado de enmarcar la propia conducta, incluyendo pensamientos,
emociones y sensaciones, en relaciones deícticas (Yo-aquí,
conducta-allí) y jerárquicas (Yo contengo la conducta)
que permite la derivación de reglas de tipo incrementación
(augmental) que especifican consecuencias reforzantes positivas
abstractas, probabilísticas y de largo plazo y las acciones
concretas que sean acordes (Luciano
et al., 2009,
2012;
Törneke
et al., 2016).
Esto no es otra cosa que como les digo a mis alumnos aprender a
movernos “incrementados”, como decíamos al
principio del artículo, motivados por las funciones altas del
corazón. Las relaciones deícticas permiten que el
individuo trate a su propio accionar como algo a ser observado al
situarlo simbólicamente AHÍ mientras el individuo está
AQUÍ. Segundo, el poder tomar distancia y observar el propio
accionar puede llevar a diferenciar entre uno mismo y lo que sucede o
hago y enmarcarlo en jerarquía en el deíctico Yo
diciendo por ejemplo: Yo soy más que todo esto que me sucede y
hago, cómo me comporto es parte de quien soy. Por último,
esta manera de enmarcar permite disminuir las funciones inflexibles
de la conducta dando lugar a que el individuo derive y se comporte de
acuerdo a reglas de incrementación apetitivas (valores) que
especifican consecuencias reforzantes positivas que contienen
jerárquicamente fuentes más concretas de refuerzos
positivos (objetivos, metas) (Luciano
et al., 2012; Plumb et al., 2009).
Por
lo tanto, el objetivo principal de ACT y el proceso de cambio es
incrementar la flexibilidad psicológica (Hayes,
Luoma, Bond, Masuda, & Lillis, 2006)
para poder adaptarnos a las diferentes situaciones de maneras que
sean funcionales para nosotros y así poder construir una vida
valiosa.
Trabajo
clínico sobre la flexibilidad psicológica
Dado
que la psicoterapia finalmente se trata de conductas verbales, todas
las intervenciones verbales pueden analizarse desde la perspectiva de
lo que venimos desarrollando y por ende el proceso psicoterapéutico
puede entenderse desde esta perspectiva. Las
dos estrategias centrales
que
pueden
utilizarse para ayudar a las personas a hacer los cambios necesarios
basadas en RFT implican trabajar con: el seguimiento de reglas y la
interacción con la propia conducta (Tōrneke et al.,
2016). Estas dos estrategias son útiles para ayudar a los
pacientes como también para entender que es lo que los trae a
la psicoterapia. Los seres humanos respondemos a instrucciones y
tenemos también autoconciencia que no es otra cosa que
responder a nuestro propio responder. La capacidad de seguir
instrucciones afecta como interactuamos con nuestro contexto. La
autoconciencia es una manera compleja de responder a nuestra propia
conducta para la cual es necesario que seamos fluidos en enmarcar en
deícticos. Es
con la habilidad de seguir instrucciones por un lado, y la
posibilidad de discriminarnos de lo que sucede, que conlleva a las
auto instrucciones.
Nos decimos constantemente a nosotros mismos que hacer, como
accionar, hacia donde ir y que evitar. Incesantemente evaluamos
nuestras acciones y utilizamos esas evaluaciones para darnos más
instrucciones sobre cómo comportarnos. Estas instrucciones
están entrelazadas con las reglas sociales históricamente
establecidas de la comunidad verbal en la que participamos. Es este
contexto socio verbal el que nos enseñan en cómo darle
sentido y hablar de lo que nos pasa. En
la medida en que somos más hábiles en enmarcar
relacionalmente, formulamos todo tipo de historias sobre nosotros y
sobre el mundo que están controladas por claves contextuales.
Estas historias sobre nosotros mismos forman un mapa y regulan
nuestra propia conducta, funcionan como reglas y conforman un marco
de coherencia. Aprendemos reglas sobre nosotros, los otros y el mundo
y este seguimiento de reglas esta reforzado socialmente lo que a
veces facilita un seguimiento excesivo aun cuando las consecuencias
puedan ser aversivas. Hacemos caso a seguir ciertas reglas sólo
por el hecho de que “está bien” seguirlas lo que
nos vuelve más insensibles a las contingencias directas. Según
el grado en que una persona interactúa con sus propias
respuestas auto
instructivas
en coordinación, éstas
tendrán una gran influencia sobre las conductas subsiguientes,
y la persona arriesga pasar por alto otros aspectos de su contexto
actual (incluidas
otras respuestas propias) y quedar
atrapado en círculos viciosos (fusión
y evitación experiencial)
Cuando
trabajamos en el consultorio con lo que el paciente nos va contando
vamos descubriendo su mapa. Sin embargo como terapeuta también
lo voy a escuchar según el
propio
mapa de coherencia. Por lo tanto es indispensable que la conducta del
terapeuta, el manejo por el propio mapa,
sea flexible.
Tal como argumenta Luciano y sus colegas (2009), el responder a
nuestro propio accionar enmarcado en jerarquía con el deíctico
Yo (yo soy más de lo que me está sucediendo y puedo
notar las reglas como una experiencia más que es parte de mí)
es de importancia central para el seguimiento de auto instrucciones
de manera efectiva y benéfica. Es esta habilidad la que se
corresponde con la flexibilidad psicológica (Bond
et.
al.,
2011;
Kashdan
&
Rottenberg,
2010).
La principal herramienta que tenemos para generar una transformación
de funciones y de este modo entrenar en la flexibilidad psicológica
es la propia conducta del terapeuta. Buscamos
que las personas sean fluidas en éstos
repertorios,
especialmente
en algunos aspectos que facilitan la flexibilidad psicológica.
La flexibilidad psicológica no va a ser otra cosa más
que un tipo de repertorio que tratamos de evocar, moldear y reforzar
durante el tratamiento psicoterapéutico.
Implica
establecer una distancia observacional (conciencia) respecto de la
propia forma de responder y distinguir entre los eventos privados y
el Yo. Así hay lugar a que otras funciones nos influencien. Si
podemos tomar esta distancia estamos en mejor posición de
elegir que hacer e imaginar consecuencias potenciales.
Responder
flexiblemente a lo que nos pasa permite reducir el control conductual
de funciones que nos dejan sufriendo para permitir un responder
relacional según lo que es importante. Esto
es una estrategia clave y el
repertorio que necesitamos entrenar en la terapia
a través del dialogo clínico.
Como
vamos a proceder en el consultorio basados en este proceso?
Utilizamos tres estrategias
para
el entrenamiento de la flexibilidad psicológica
(Tōrneke, 2016). No son secuenciales y pueden ser revisitadas
cada vez que sea necesario:
1. Ayudar
al paciente a discriminar la relación entre la clase
funcional (conjunto de respuestas con la misma función) de
respuesta y las consecuencias problemáticas que produce (el
nudo del sufrimiento). Notamos con el paciente cuál
es la estrategia que está usando que está generando
problemas y nombramos
en cooperación con el paciente
las
respuestas
problemáticas
que usa actualmente y clarificamos
los antecedentes y las consecuencias relevantes (análisis
funcional).
Tal como venimos desarrollando, lo esperable es que esta clase
funcional problemática sea el responder en coordinación
con ciertas auto instrucciones o reglas. El interés en esta
estrategia es notar los patrones y hacer tambalear la coherencia.
Hacemos preguntas como: ¿cuál es el costo de seguir
moviéndote de esta manera? Hacemos varias preguntas para
favorecer que la atención este sobre las consecuencias dadas
en la experiencia más directa y que no esté capturada
en los mapas. Creamos
las condiciones para poder discriminar las funciones presentes.
Entonces el primer paso en la terapia es ayudar a los pacientes a
identificar cuál de sus conductas esta generando las
consecuencias problemáticas.
2. Ayudar
al paciente a distinguirse de su propia respuesta al enmarcarla en
jerarquía con el deíctico Yo y entrenar este
repertorio como una clase funcional alternativa. Esto implica
establecer
una
distancia
observacional de las auto instrucciones, pensamientos, emociones y
sensaciones
que
funcionan como factores importantes antecedentes para la estrategia
problemática, a fin de alterar las funciones de dichas
respuestas a medida que emergen. Generalmente
lo que hacemos es tratar a las experiencias privadas (emociones,
pensamientos y sensaciones) como objetos a observar, lo que deviene
es discriminar lo que se experimenta y quien la experimenta.
Invitamos
a observar quien observa.
3. Entrenar
al cliente para que pueda usar la distancia observacional
(enmarcar en jerarquía con el yo deíctico) tanto de
los antecedentes como de las consecuencias que le
permita desarrollar un repertorio conductual alternativo que
especifique funciones apetitivas del tipo de incrementación
(tomar
una dirección,
acción
valiosa).
Los valores son relaciones de orden superior, es decir de una
jerarquía más alta. Clínicamente implica
generar condiciones para incrementar la posibilidad de que aparezcan
estas funciones de orden superior y esto en general sucede a través
de un vínculo genuino y vulnerable que favorezca que el
paciente se abra y poder tocarle el corazón. Así
enseñamos mediante
la transformación de funciones
donde poner el control conductual y a ser exploradores de modo tal
de generar individuos que sepan vivir. Clarificamos que es lo
verdaderamente importante para el paciente y lo vinculamos con
conductas alternativas usándolo para motivarlas.
Estas
estrategias se moldean dentro del trabajo psicoterapéutico y
no se instruyen directamente ya que sabemos que el aprender de la
experiencia y no por otro tipo de instrucciones es lo que favorece la
flexibilidad. Enfatizamos el rol del trabajo experiencial ya que
constituye el entrenamiento en discriminar las funciones del propio
comportamiento. Los pacientes aprenden de la experiencia a distinguir
dos grupos de clases funcionales, una que es el nudo o ese conjunto
de conductas que generan sufrimiento y son problemáticas
(inflexibilidad psicológica) y la clase funcional que es más
útil alternativa a esta que consideramos flexibilidad
psicológica.
Viñeta
clínica
Ana
de 26 años tiene una enfermedad auto inmune que le produce
diversos malestares y cansancio crónico. Estuvo en una
relación de pareja larga que término hace poco y está
pensando incesantemente en el casamiento y tener hijos. Habla rápido
y
entrecortado en
las sesiones y se traslucen pocas emociones.
A:
Estuve pensando en lo que hablamos la última vez y estoy muy
preocupada por tener una enfermedad crónica y pienso todo el
tiempo en eso y que nunca me voy a mejorar.
T:
Entonces el “nunca voy a mejorar” se siente importante,
¿no?
A:
Es muy difícil para mi entender que estoy enferma y que
siempre lo voy a estar. No puedo pensar quien puede querer estar
conmigo con lo que me pasa. No sé si alguna otra persona va a
poder estar conmigo.
T:
Entonces el “nunca voy a mejorar” no se trata tanto de
vos sino de la relación…
A:
Si no estuviese enferma no pensaría tanto en esto. Me siento
culpable por estar forzando a alguien a quedarse conmigo.
T:
La manera en que lo estás pensando parece lógica en
recorrer las circunstancias de lo que nunca va a pasar y lo que nunca
vas a tener. Sin embargo a dónde llego es a preguntarme en
realidad qué esperas de tu vida
A:
No tengo ni idea. Es increíble a la cantidad de bodas que
tengo que ir y a nacimientos de hijos que iré…no quiero
esperarlo… porque nadie me va a tolerar lo suficiente con lo
que me pasa.
T:
Es muy lógico lo que estás pensando y de nuevo me
vuelvo a preguntar, ¿qué deseas? ¿Qué
esperas de la vida?
A:
Quiero casarme y tener hijos, eso es lo que quiero.
T:
Cuando me lo decís suena que viene de acá (señalando
la cabeza) en vez de acá (señalando el corazón).
Y podrías contarme que pasó entre vos y tu ex pareja o
podríamos hablar del futuro…sin embargo lo que me llama
la atención es la lo plano que suena cuando me contás
lo que te pasa.
A:
No siento nada cuando tengo citas. No puedo imaginarme que alguien
sea tan bueno como fue él.
T:
Claro…tenés esto de querer casarte y tener hijos y al
mismo tiempo sale plano….
A:
No sé… es como que se me lava. Es difícil
dejarme tener esperanza cuando me resulta difícil imaginarme…
T:
Quizás podemos ir a tener esperanza de tener esperanza antes
de poder tener esperanza
A:
Si esperanza de tener esperanza…je
T:
Pero eso es muy difícil de hacer desde un lugar aplanado…
A:
… es difícil para la gente entender lo que pasa adentro
mío…
T:
Mostrámelo, quiero entenderlo…
A:
… Por seis meses no podía sacar la cabeza…
T:
Me lo estás contando. Mostrámelo…¿lo
compartirías conmigo?
A:
No sé cómo.
T:
Si tu cuerpo pudiese representar el cansancio y el sentirte aplanada
ahora, ¿qué vería?
A:
Es difícil poner una buena cara al mundo. No sé cómo
mostrarte en mi cuerpo cómo es, no sé dónde
estoy cuando me pasa…seria como estar tirada en el piso o algo
así (se pone en una posición encogida).
T:
Me gustaría invitarte a que nos quedemos aquí
ayudándome a conocer que pasa dentro tuyo.
A:
No se si puedo…es como caerme adentro mío…
T:
¿Podrías quedarte ahí sólo por un
momento?
A:
…(llora)
T:
Empiezo a poder sentir lo que te está pasando. ¿Podes
hablar de lo que estas sintiendo un poco?
A:
Es oscuro…es cálido…se siente seguro…
T:
¿Es como un hogar?
A:
Si…
T:
Y te voy a hacer una pregunta, la gente puede experimentar con vos
esto que te pasa?
A:
Solo mi madre, cuando me siento muy enferma.
T:
Y si volvemos por un rato a “casarte y tener hijos” y
pudieses zambullirte un poco ahí, como sería estar ahí
si dejáramos de lado los no.
A:
es difícil de imaginar…
T:
imaginémoslo juntas…¿qué está
pasando? Quedándote ahí…
Hasta
este momento lo que está ocurriendo en la sesión
terapéutica, es poder discriminar el patrón de conducta
y los antecedentes y mantener una distancia observacional de los
eventos privados. Se entrelazan las estrategias 1 y 2. Finalmente es
hacer un análisis funcional con el paciente viendo también
las consecuencias. La conducta sobre la que se están
explorando las consecuencias es la de aplanamiento afectivo. Al hacer
el análogo corporal de la estrategia problemática lo
que se busca es generar una distancia observacional.
T:
Volvamos a la posición física…¿hay algo
al quedarte ahí nuevo?
A:
Estoy todo el día tratando de estar bien para el afuera y
ahora que vengo acá y me quedo…
T:
Justamente esto se trata de eso…de cómo estás
con lo que te pasa…
A:
No se cuan consciente soy de lo que me pasa. Estoy pensando en eso…
T:
Cuando lo que te sucede, ¿podes sentirlo ahora, cansada y
aplanada? Podemos juntas quedarnos un ratito más? Y no se
trata solo de este momento sino también de otros momentos en
los que el malestar físico aparece…
A:
Si, puedo sentirlo y al mismo tiempo tengo que monitorear lo que pasa
T:
Me da la impresión que captura tu atención y a veces te
roba la vida.
A:
Trato de olvidarme por momentos que estoy enferma.
T:
Podemos mirar entonces como vos estas con esto que te pasa? Cuando
estas en esa posición, empezás a monitorear todas las
sensaciones físicas y te roba de estar acá entre
nosotras… de este lugar de conexión.
A:
Por eso me pregunto para qué salir en una cita si no se si voy
a poder. Me voy a sentir mal y entonces no sé qué
hacer.
T:
Siento que ahora nuevamente colapsaste en la enfermedad, dentro tuyo…
A:
Es que no importa, puede parecer que estoy bien pero yo siento que no
lo estoy.
T:
Si…entiendo eso
A:
Toma mucha energía que no se note.
T:
Entonces estamos atrapadas de una manera interesante. Parece que no
hay lugar para otra cosa, volver una y otra vez a colapsar ahí.
Está pasándote aquí…
A:
Si…me pasa todo el tiempo….
T:
Y quiero poder poner aquí que hay un lugar que es tu elección.
Una es estar ahí adentro…sé que es difícil
no quedar capturada ahí cuando estas sintiendo lo que estas
sintiendo. O moverte hacia algo que no se sienta aplanado.
A:
No sé cómo tener esperanza.
T:
Acordate que no estamos buscando que tengas esperanza, estamos
tomando esperanza de que tengas esperanza. Sentándonos en este
lugar en lo que te pasa….Y vas a volver a caer una y otra vez
al aplanamiento. Y la pregunta es cómo moverte más allá
del aplanamiento cuando lo veas, hacia algo que te importe. Como
podes mover tu cuerpo y tus pies sin forzar. Buscando la esperanza de
tener esperanza
A:
No lo sé….parece pequeño…
T:
Es un poco más que estar aplanada. Y nos va a invitar a
movernos una y otra vez de a poquito cada vez que el aplanamiento te
tome y hacer una elección de moverte hacia la esperanza. Y eso
es lo que podemos hacer acá.
A:
Eso significa que tengo que volver a Tinder, porque la gente me dice
que tengo que salir igual en citas. ¿Es eso de lo que estás
hablando?
T:
Te invito a que empecemos desde un lugar diferente en realidad…
A:
…tengo miedo….
T:
Ahora si… creo que acabamos de identificar una de las cosas
más importantes para que trabajemos…me pregunto ¿cómo
se siente el miedo? Es preferible miedo que aplanado…aquí
tenés la opción de aplanada y segura y cerrada o con
miedo y tomar riesgos para moverte hacia lo que te importa…
A:
si…no quiero darme por vencida…
T:
Y yo quiero acompañarte en eso.
Vemos
que en esta segunda parte al acompañar a la paciente a tomar
distancia de lo que le esta pasando puede aparecer una alternativa y
una expansión que es la tercera estrategia que abre a otra
posibilidad. Todavía hay mucho para abrir en las otras
posibilidades y contactar verdaderamente con que hay de valioso. Hay
muchas maneras de vivir una vida que pueda conectarla con la
vitalidad, es a partir de este primer paso que junto con la paciente
puede descubrirse. Esto es el corazón del trabajo con la
flexibilidad
psicológica
como
la habilidad de estar dispuestos a contactar las experiencias
privadas que emergen en el momento presente sin evitarlas o escapar
de ellas y ajustar nuestras acciones a lo que la situación
requiera de manera tal de movernos en la dirección de lo que
sea valioso para nosotros.
Conclusión
En
el presente trabajo presentamos el proceso central de cambio de la
Terapia de aceptación y Compromiso (ACT) qué es la
flexibilidad
psicológica
y, desarrollado de qué manera ACT, enraizada en RFT y en el
Contextualismo Funcional, trabaja con eso. El poder trabajar
clínicamente enraizado en un marco teórico coherente
permite mayor eficacia y flexibilidad al terapeuta y favorece
establecer que es lo que funciona de las intervenciones que se
utilizan.
La
flexibilidad psicológica tal como al desarrollamos, favorece
ampliar los repertorios conductuales de los pacientes y generar así
mayor libertad de elección de la vida que valga la pena ser
vivida. Esto se evoca y moldea en la sesión terapéutica
a través de generar experiencias de aprendizaje lo más
en contacto con las contingencias directas, transformando al
experiencia terapéutica en el contexto privilegiado de cambio.
Por
lo tanto, ACT es una terapia con características singulares.
Esta explícitamente enraizada en principios básicos, en
la ciencia y en procesos y a la vez integra toda la complejidad y
vastedad de la conducta humana.
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